Neverland 13.
Una buena sesión..
Nunca había visto tan feliz a mi hijo, sino hasta este día. Lo veía correr con sus amigos todos desnudos, se acercaba a los hombres para platicar algunas veces, la mayoría era para chuparles el pene o dejarse hacer una y mil situaciones en las cuales el sexo está de por medio. Viene a mi y me da besos en la boca o se pone a jugar ajedrez con su abuelo en la cancha múltiple. Concentrado camina entre las figurillas, las mueve y reflexiona sus movimientos. Su cuerpo ya empieza a mostrar cambios que me indican que mi niño ya está a punto de dejar de ser un infante y dar paso a la adolescencia. No se lo que me espera pues yo mismo fui rebelde en esa época y según mi suegro Oscar el cometió varios pecadillos también.
Su cuerpo largilucho tiene ya una par de largas piernas aún delgadas, coronadas por un par de nalgas carnosas. Sus testículos aún no descienden y su pene aunque ya haya tenido varias erecciones aún no muestra un crecimiento significativo, pero el meo durante las sesiones de sexo y la babilla que por las mañanas escurre de su uretra me dice que su próstata ya está más que preparándose para la siguiente etapa.
La relación con mi suegro se ha afianzado y no es que nos la lleváramos mal, al contrario todo siempre fue dentro de la cordialidad y el respeto. Pero ahora con esto, pues, es mejor. Lo veo como ama a su nieto, lo abraza llenándolo de más besos mientras sus cuerpos desnudos son uno sólo y le da consejos mientras que con sus manos callosas acarician la piel de las nalgas de mi hijo o le dedica con fervor un oral. Mi niño ha empezado a disfrutar de su cuerpo, ya no como un pasivo nato, sino activamente. El otro día lo descubrí en el chapoteadero indicándole a otro niño menor que él como es que debía de recibir la verga de los adultos tanto en su boca como por su colita. Le decía que no tuviera miedo, que efectivamente duele un poco al principio pero cuando el dolor se vá le dará placer y muchas ganas de orinar, así se lo dijo mi hijo. Más orgulloso no pude estar.
– David, hijo. Puedo hablar contigo? – le pregunté mientras paso mi brazo por su hombro, bajo la sombra protectora de los árboles. – si papá – me contesta mientras recarga su espalda en mi pecho y termino por abrazarlo.
Lo que a continuación paso solo sería pasto y paja para uds, pero no lo que le sigue. Mis palabras de amor hacia mi hijo siempre iban acompañadas de besos y caricias. Mi pene golpea su espalda baja producto de la acalorada plática que estamos teniendo. Su boca siempre se abre grande para recibir mis besos, tanto su abuelo como yo le hemos dicho de que forma debe de besar para excitar. Nuestras respiraciones se mezclan en el aire a nuestro alrededor.
Mi hijo se voltea hacia mí, me besa y baja su cabeza hasta alcanzar mi pene que para ese punto está más que preparado. Sus labios delgados rodean mi circunferencia mandando una corriente eléctrica por toda mi espalda. Su cabeza se desliza hacia adelante engullendo más de mí. Llega un punto en qué con mi glande siento la estrechez de su garganta. La presión es excitante. El calor de su boca envuelve mi pene, que palpita al ritmo que mi corazón le marca.
Con sus manos se apoya en mis piernas, las acaricia. Su boca solo se retira para dar paso a más placer, lamiendo mis webos y mi entrepierna. Definitivamente ese truco yo no sé lo enseñe pero se agradece a quién se lo haya mostrado. Mi vista está clavada en la espalda de David, descendiendo hasta llegar a sus bronceados gluteos les doy una sonora palmada lo que hace que un diminuto gemido salga de la ocupada garganta de mi bebé. Meto dos dedos en mi boca los humedezco y ya bien mojados, con ayuda de mi otra mano abro el hoyo de David y los introduzco lento, poco a poco para no perturbar el trabajo de felación que mi hijo me está proporcionando. Mis dedos son envueltos por sus entrañas, mis nudillos llegan hasta donde su primer esfínter me lo permite. Dos dedos están dentro de él. Comienzo en poco de movilidad para preparar el terreno de mi pequeño ternero. Él se coloca en cuatro, curveando su espalda, mientras que con su boca empapa mi verga que está por demás deseosa de introducirse en él.
Me paró y rodeo por detrás a mi hijo, con mis ojos contempló una visión casi angelical. Mi niño en posición de perrito, sus largas piernas siendo el marco perfecto de su culo cerrado y rosado por mis dedos. Su espalda delgada se curva para dar paso a su rostro, que tiene claras muestras de excitación. Mis manos se apoderan de cada uno de sus glúteos, los abro y contempló la entrada al paraíso. Me agachó hasta quedar a buena altura, acerco mi rostro y abriendo mi boca, saco mi lengua hasta hacer contacto con su caliente hoyo. Introduzco mi lengua, la muevo en todas direcciones haciendo presión para abrir y lubricar mejor. Mi hijo coloca su mano en mi cabello, empuja mi cabeza pidiéndome encarecidamente que siga, que continue. Mis manos se aferran a sus delgadas piernas. Me deleitó lamiendo el culo de mi propio hijo. Así me estoy por varios minutos hasta que siento que mi quijada se adormece y mi lengua se rosa, siento que ya es momento. Colocó mi glande en su pequeño orificio y empiezo a empujar, su orto se va abriendo gracias a la ayuda lubricada de mi saliva, me introduzco sintiendo como su carne se va abriendo, rodeando me, su calor me aprisiona y me invita a continuar. Mis manos aferradas a sus caderas, me dan un punto de apoyo perfecto, mi cadera la sigo empujando para introducir más centímetros, nunca me detengo, no hay necesidad, el éxtasis de sentir el calor de mi hijo y que el sienta mi calor invadiendo le es suficiente. En pocos minutos y sin obstáculo por parte de mi bebé, mi pubis está adherido a sus nalgas. Comienzo a moverme en círculos manteniendo la mayor parte de mi pene dentro de mi bebé. David deja salir algunos gemidos, palabras sin sentido pero llenas de placer.
Me vuelvo una máquina, mis caderas se mueven en completo éxtasis, mis manos se aferran a toda la carne de mi hijo. Comienzo a sudar copiosamente y mi respiración la tengo que controlar para no perder los estribos. Decido cambiar la posición, ahora me acuesto, colocó a mi hijo sobre mi, a la altura de mi cadera, mi hijo se pone en cuclillas y toma mi pene erecto con su mano y lo guía para sus adentros, él ahora controla hasta que profundidad quiere que su padre esté dentro. Mi hijo empieza con un sube y baja suave para luego ir incrementando la velocidad y la profundidad. Su cadera sube y baja enterrando en su culo la verga que lo creo. Mis manos se posan en sus nalgas para restar velocidad e intensidad pero creo que mi hijo ya está más allá del punto de no retorno, está embelesado, su vista está fija en mi pero su mente está concentrada en sentir. Su boca se abre pero solo para respirar, jalar aire, su rostro está de un rojo encendido aún notorio bajo su bronceado.
Cambiamos otra vez de posición ahora yo estoy de rodillas mi David acostado con las piernas al aire. Ahora soy yo quien tiene el control. Mis nalgas impulsan mis caderas hacia adelante permitiendo que mi verga se aloje más profundo. Abrazo las piernas de mi querido hijo, beso sus pies o paso la lengua. Mi bebé está entregado por completo al placer sus manos se aferran o también tratan de parar la fuerza de las embestidas que lo invaden. Ahora yo me concentro en darle placer. Puedo sentir como sus piernas están tensas como si tratase de detener algo, sus brazos se mueven buscando ayuda o apoyo. Su cara está por de más encendida y su respiración se vuelve entrecortada.
– Papá… Papá… Me… Voy… A hacer… Pi…- y lo veo, con mis ojos veo que del pequeño pene de mi David brotan pequeños chorros de meos, largos e intensos van a acabar al suelo o sobre el cuerpo de mi hijo, su cuerpo se tensa por completo. Lo he hecho… he llevado a mi hijo al orgasmo. Todo su cuerpo está entregándose al placer. Por mi parte puedo sentir como mi rabo es aprisionado con fuerza. Sintiendo además las palpitaciones de su próstata en mi glande. Es un buen momento para descargarme y sin pena alguna dejo salir de mi pecho un largo AHHHHHH – Ay mi amor te amo… Te amo mucho – le digo a mi bebé mientras oleadas de placer orgásmico me invaden. Toda mi leche va a parar al interior de mi David. Caliente y líquida. Salgo del interior de mi hijo y veo que si culo dibuja una perfecta letra O. Me inclino y flexiono sus piernas, mi lengua nuevamente se apodera del culo de mi David. Lo cual le genera aún más placer y otro chorro de meos brotan de su pene flácido. Son menos intensos pero de larga duración. Mi rostro está pegado a él, sus glúteos son uno con mis mejillas mi lengua se mueve ágil mientras que sus caderas se elevan buscando en mi más placer.
Todo termino con un par de bocas secas, mucha sudoración por parte de ambos y miradas lascivas sobre nosotros. Mi suegro me lee el pensamiento y se acerca a nosotros con bebidas refrescantes en mano. Para mi David un agua fresca de frutas, para mí una cerveza helada. Ahí había tres generaciones unidas por el amor y el placer.
Si desean podemos platicar a través de mi TLG @CesarImperator
como sigue?
Excelente como siempre… Me fascina y me calienta mucho esta historia.
Esta historia me da la vida… me encanta masturbarme con ella. Siempre consigues ponerme muy cachondo.
Como sigue? necesito mas… estoy súper cachondo ahora mismo.
Creo que nunca me cansare de esta historia… me encanta lo caliente y morbosa que es.
Como sigue?
Excelente relato como siempre… Me encanta la relación y la confianza que tenéis padre e hijo, ya que me excita muchisimo.
Uffff no me había fijado en este capítulo, definitivamente cada vez me gusta más esta historia hermoso 😍
De las mejores historias, continua por favor