Neverland 18.
Egoismo..
Sábado por la mañana. Es fresca y la lluvia de anoche sirvió para refrescar el sueño. El sol comienza a entrar por la ventana de la recamara, bañando en luz el desnudo cuerpo de mi hijo David. Su piel brilla con efecto dorado. Su espalda atrapa la luz con la perfección del mármol pulido. Sus nalgas cubiertas por la sabana tienen el mismo efecto que los regalos de navidad que mágicamente aparecen debajo del árbol navideño, sorpresa, deleite y asombro. Le doy un beso en su cabello alborotado y desnudo me levanto para hacer el almuerzo.
Este fin de semana decidí no ir a Neverland. Quise pasar tiempo de calidad con mi hijo. Sin tener que compartirlo con su abuelo, mi hermano o cualquier otro hombre en Neverland. Sin tener que compartir su desnudez con nadie más. No me juzgues querido lector. Amo a mi hijo y compartirlo es el acto de amor mas fuerte qué he tenido que vivir. Pero también como padre soy egoísta y quiero pasar un buen rato, solos, él y yo.
El desayuno ya está hecho y puesto en la mesa cuando lo ví entrar a la cocina, desnudo, moviendo sus caderas y vislumbrando como sus minúsculos músculos se mueven al compás. – Buenos días, campeón. ¿Dormiste bien? – acto seguido mis labios se posan en la boca de mi hijo, para saborear la frescura de su infantil jovialidad y el sabor de menta fresca del enjuague bucal. Se talla sus ojos y se sienta a la mesa. Después del desayuno continuamos con las tareas del hogar. Tantas idas a Neverland han hecho que nuestro hogar se vea desaliñado. Me pongo a lavar ropa, acomodar pagos y limpiar la camioneta. Mientras estamos dentro de la casa, estamos en nuestro Neverland privado, desnudos por todas partes, el ir y venir en la casa, cada vez que nos topamos acariciamos nuestros cuerpos. Me he descubierto chupando el culo de mi hijo en varios sitios de la casa, no hubo rincón que fuese usado y no me refiero a la casa.
Nuestras pieles tienen un efecto de imán para ambos. Mi hijo me mira esperando ver los mismos cambios de mi cuerpo en él. Mis piernas velludas alrededor de su cintura son acariciadas por sus pequeñas manos. Mi pelo en pecho, es besado constantemente a la par de que con su lengua lo moja y lo peina. Mis ojos tratan de retratar su figura, sus formas. Pues nunca será más joven que en ese justo momento. Con mi lengua saboreo cada centímetro de su piel, sus más íntimos rincones los exploró una y otra vez, sin siquiera aburrirme o cansarme en el proceso. Su ingle y sus pezones han resultado ser extremadamente sensibles a todo tipo de caricias. Provocando en mi nené oleadas de placer increíbles.
Mis dedos se hunden en cada cavidad húmeda, a veces con profundo amor y otras tantas con lujuria y pasión. Lo que hace que mi hermoso hijo se doble o se tuerza sobre si mismo. Con mi mano acaricio su sexo que aunque pequeño ya se muestra muy inquieto. Con mi dedo índice rozó su uretra, de la cual comienza a brotar un líquido transparente y viscoso. Su prepucio es completamente retractil con lo cual me da infinitas posibilidades de darle placer. Cuando veo que su pecho se hincha y sus ojos comienzan a ponerse en blanco, desisto unos segundos para que el placer que le estoy provocando a mi hijo disminuya y pida más. Jejejejeje
Hemos olvidado las tareas del hogar y un nuevo lecho de amor lo hemos creado en la sala. Mi cuerpo tirado en el sofá es lo suficientemente pequeño para entrar y lo suficientemente grande para ocuparlo por completo. Estoy boca arriba, mientras con mis manos abro en grande el culo de mi hijo y lo devoró como sino no hubiese desayunado hacia menos de un par de horas. Mi hijo y yo haciendo gala de ejercicios de contorsionismo nos deleitamos en un soberbio 69.
Su delgado cuerpo es lo suficientemente ágil para tomar cualesquier forma o posición. Él sobre mi, me entrega su sexo hinchado y su culo húmedo. Con sus manos y su boca me proporciona placer indescriptible. Mi verga es tragada con una maestría que solo la vida puede enseñar. Su garganta aloja mi hinchado glande y con su boca masajea el resto. Sus manos acarician mis velludas bolas. Mientras nuestros gemidos inundan la sala. No me harto de ver desnudo a mi hijo sobre mi. Ni me fatigó cuando de sexo padre e hijo se trata.
David se levanta dejándome solo en el sofá. Se dirige a las escaleras y sube uno, dos, tres escalones. Inclina su cuerpo un poco hacia adelante y con sus manos abre sus nalgas dejando al descubierto su muy humedecido culo.
Entiendo, me levanto del sofá, acaricio mi seco con mi mano derecha y en la izquierda escupo buena cantidad de saliva que va a mojar aún más el culo de mi hijo. Apuntaló mi verga hacia la entrada y con un esfuerzo mínimo me introduzco de a poco. Centímetro a centímetro voy perdiendo de vista mi verga morena, en el culo blanco de mi nené. Mis pies se levantan un poco para quedar en puntillas y con mis manos me aferró a la cadera de mi David. El con sus manos se sostiene de las paredes para no perder el equilibrio mientras sus pies al igual que lo mios están en puntillas.
Mi pubis velludo se hace uno en el coxis de mi bebé, nos unimos espalda con pecho y con un giro de nuestros cuellos no encontramos besándonos. Primero tiernos y pequeños besos. Para luego dar paso al jugueteo de nuestras lenguas y el intercambio de aliento.
Mi cadera se mueve despacio al principio. Pero al sentir el calor del interior de mi hijo que abraza la verga de su padre, aceleró con fuerza. Mi cuerpo está completamente hechado hacia atrás mientras mi hijo trata de mantenerse ligeramente doblado hacia adelante, mis manos se aferran a su delgada piel y mi verga entra y sale de su hoyo infantil. Estamos entregados al la lujuria y a la pasión en medio de las escaleras. Afuera el mundo continúa. Las personas al ser fin de semana pasan caminando a escasos metros de dónde un padre esta penetrando a su hijo. No nos escuchan tal vez pero tampoco somos tan ruidosos tal vez precavidos. Tal vez eso.
Mi cuerpo y el de mi hijo sudan a chorros, su culo se expande a tal dimensión que tres dedos de mi mano entran con facilidad. Mi lengua juega dentro de él y con sus manos hunde más en rostro de su padre entre sus nalgas. Mi verga escurre precum, con el que me ayudó a facilitar las penetraciones. Una vez más hundo mi ya rojiza erección dentro de mi nené, mientras el con el pecho en el suelo. Huele o muerde mi ropa interior sucia. Una y otra vez golpeó las nalgas de mi hijo David las cuales están muy coloradas por el trato que les doy pero mi nené no se queja, no de dolor.
Tengo el orgasmo en la punta de mi verga así que no lo hago esperar más, hundo de una sola estocada mi miembro hasta hacerlo chocar en las nalgas de mi nené. Su interior caliente lo llenó con todo mi amor y toda mi lujuria, mi nené se no se mueve mucho, tan solo es recipiente de papá y a él eso le encanta. Unos minutos al volver la cordura saco mi miembro del interior de mi hijo y veo como un delgado hilo de leche se escapa y escurre por su pierna y me percató de que el piso está mojado.
Mojado por el meo que mi hijo no pudo detener al estarlo embistiendo hace unos segundos.
Nuestras respiraciones se controlan y ayudo a mi nené a pararse, caminamos hasta el sofá donde nos damos aún más arrumacos post sexo. DING-DONG escuchamos el timbre de la puerta y ambos nos miramos con asombro y en completa desnudez.
Como sigue?
Excelente relato… Como sigue?
Uuufff…. Que delicia de relato… Me tienes enganchado. necesito mas 😋🔥💦
Como sigue??
Ufff… Que rico relato, me fascina lo putitos que son todos los pequeños 💦🔥
Que gran historia, me encanta como relatas todo, disfruto muchísimo de esta saga mientras me masturbo
Necesito mas de esta historia, por favor sube pronto otra parte.
Como sigye