Neverland 31.
Encuentro de viejas amistades..
Mi hijo en casa y a final de mes hay que llenar la alacena. Tomamos el auto y vamos con dirección al supermercado. Mi pequeño David me pregunta si puede conducir, a lo cual no veo el problema. Hay poco tráfico, estamos relativamente cerca del supermercado y no es la primera vez. Al subir al auto, corro el asiento hasta atrás para tener espacio donde quepamos mi hijo y yo. Subo primero y saco mi pene de su prisión, lo sacudo un poco y al poco está listo para trabajar. Mi hijo llega y al verme con el pene de fuera esboza una pícara sonrisa. Así que se quita su pantaloncillo escolar y se monta. Él mismo moja su culo con saliva y de a poco se va sentando sobre mi. Siento como mi glande se va abriendo espacio en el interior de mi hijo, es delicioso. Vamos por la calle, el conduce y yo aceleró o freno. Al llegar, entramos al estacionamiento subterráneo. El vigilante en caseta nos da el boleto y desde su punto de visión solo ve aún hijo alegre sobre los brazos de su padre que le ayuda a conducir. Nos estacionamos en un lugar un poco alejados de todo. Antes de bajar apagó el coche y girando el rostro de mi hijo le doy un beso apasionado. Bajamos del coche, yo lo abrazo para ayudarle, saco mi pene de su culo y le doy el pantaloncillo para que se ponga. Es una suerte que pudiese encontrar unos jocks en tamaño extra chico. Le quedaron de maravilla. Levanta sus nalgas y nos permite hacer cositas padre e hijo sin tanto problema.
Al entrar al supermercado mi hijo y yo somos el típico padre e hijo que la sociedad dicta que debemos ser, sin imaginar que dentro de nuestra privacidad (y en Neverland ) hacemos cosas que la sociedad se escandalizaria de saberlo.
Vamos por entre los pasillos, tomando las cosas que ya están escritas en la lista que yo mismo hice y ciñendome a ello, por qué si no me saldría del presupuesto! Mi hijo hace uno que otro berrinche por no echar lo que a él le apetece. Pero, así las cosas deben de ser.
Al dirigirnos a la caja para pagar una voz profunda me detiene en seco. A la vez que una mano casi hace que me caiga al suelo. Entre susto y sorpresa volteo a ver de quién se trata. –lalooo, como has estado cabrón?– aún no asimilaba lo que estaba sucediendo cuando ese hombre se apodera de mi con un enorme abrazo de oso. Me levanto unos centímetros del suelo. Para luego depositarme de forma brusca. Al mirarlo un rostro alegre, barbado, con canas y una mirada cansada se me hacía conocida.
— cabrón ni sabes quién soy. Verdad?– volteo a ver a mi pequeño David tratando de adivinar de quién se trataba. David nos veía con una mezcla de sorpresa y miedo. — soy Joaco… Joaquín. De la secundaria y preparatoria!– al escuchar eso mi mente se revolucionó. Y cientos de recuerdos se aglutinaron en mi cabeza.
Empecé a reírme y al reconocer el rostro familiar abrace fuertemente a aquel hombre frente a mi. Se trataba de mi mejor amigo en la secundaria, Joaquín. También lo fue en la preparatoria hasta que mi familia se mudó de estado y le perdí la pista.
Su barba crecida y con canas le hacía verse mucho más maduro de lo que recuerdo. Lo siguiente que aconteció es solo paja en la historia.
Al salir del super, los tres hombres íbamos más alegres. Mi hijo va empujando el carrito con la compra. Al ir adelante de nosotros. Veo que sobre su pantaloncillo deportivo se marca el jock que lleva puesto. Resaltando el elástico alrededor de sus glúteos. Definitivamente mi hijo está creciendo muy rápido. Al voltear a ver a mi amigo Joaco, veo que esté no le quita la mirada de encima a mi retoño, él está viendo lo mismo que yo.
Quedamos de ir a tomar algo, así que yo lo sigo.
Al llegar a su casa veo que no le ha ido tan mal un residencial privado. Bajamos del auto y mi amigo Joaco nos recibió en la puerta de su casa. Mi hijo se impresionó al entrara a la casa — mira papá, tiene un televisor enorme en la sala. Papá, tiene una tina en el jardín como Tom.– mi hijo quedó encantado al ver la consola de videojuegos en la recamara. Y no perdió tiempo al pedirle a mi amigo Joaquín si puede jugar un momento en lo que nosotros estamos hablando. — solo estaremos aquí una hora, aprovecha– le dije a mi David que desapareció dándose media vuelta y contoneando su culo. El jock le ciñe de maravilla.
— tienes un hijo muy lindo — me lo dice Joaco mientras su mirada sigue la espalda de mi hijo hasta que se pierde al fondo del pasillo. — gracias — atiné a contestar. — es un jock lo que lleva puesto?– su mirada se posó en mi, como si me estuviese escaneando. Buscando una señal que me delatara. Pero me mantuve firme — si. Entró a un equipo multi deportivo y a la semana me pidió que le comprara un par. No sabes lo persuasivo que puede llegar a ser mi hijo… — le di un sorbo al vaso con whisky y hielo que me sirvió. — gracias, lo bueno que encontré en su talle– bebí por completo el contenido del vaso y Joaco lo vuelve a rellenar.
La noche transcurrió en relativa calma. Una botella de whisky se terminó así que Joaquín saco una nueva, de una reserva especial según él . Los recuerdos del pasado afloraron y nos pusimos al tanto de lo que había pasado en nuestras vidas. Joaco, mi amigo de secundaria ya tenía dos matrimonios en su haber. Un hijo al que veía poco, y según en palabras de él, afeminado.
Mi hijo vino a nosotros sin camisa, con su torso desnudo, le pregunto a mi amigo Joaco si tenía algo de comer. Joaco fue rápido a la cocina. — Amor… — le dije a mi hijo amadisimo. –voy a fingir que me quedo dormido por la borrachera…– mi bebé escucha con atención, con su mirada atenta en mi, analizando todo lo que yo le decía. — y quiero que seduzcas a mi amigo. Lo conozco de una vida pasada y se que en aquel entonces eramos los dos unos pervertidos. Podrás hacer eso por tu papi? — mi hijo reaccionó y su mirada se transforma en lujuria. –si papi– esbozo una sonrisa en sus labios y de una me da un pico en mis labios. Al volver mi amigo Joaco de la cocina, trae en sus manos un sobre de palomitas de maiz saborizadas. Nos encuentra a mi hijo y a mi abrazados. Yo acariciando la larga espalda de mi bebé, mientras que por casual accidente al bajar mi mano, jalo el elástico del pantaloncillo deportivo de mi hijo dejándo a la vista en nacimiento de sus glúteos y el elástico del jock. Toma la bolsa de palomitas, se da media vuelta y ambos adultos presentes vemos como mi hijo va caminando lentamente hasta volver a desaparecer. Mi verga en ese punto ya está lubricando de a madres, endurecida y aprisionada en el interior del pantalón. Escuchamos como el volumen del televisor vuelve a proyectar la voz de la consola.
Continuamos con la plática y poniendo en curso lo que le dije a mi hijo, finjo que ya nos íbamos a retirar. Me levanto del banquillo del bar y me tambaleó un poco. Pero para nada estoy ebrio…
Mi amigo Joaquín se alerta y haciendo todo lo posible me «convence» de quedarme un momento en su enorme sillón para poder descansar y que se me baje la borrachera. Reclino mi cabeza sobre el mullido sillón y finjo quedar Out.
Unos segundos después escucho que Joaquín se retira, escucho que toma su vaso de licor de la barra y el ruido de sus zapatos me indica que se dirige a dónde se encuentra mi hijo. Abro ligeramente mis ojos y alcanzó a mirar como presuroso entra en su habitación. Veo mi reloj y calculo que unos veinte minutos mi hijo ya lo habrá convencido.
A lo lejos escucho como el volumen del televisor bajá y por un comando de voz las luces de la casa se apagan. Definitivamente mi hijo lleva las de ganar. Me quito los zapatos y lentamente ve levanto del sillón. Voy caminando con cautela para no hacer ruido alguno. Saco mi celular y activo la camara trasera en modo video. Al irme acercando escucho claramente los gemidos de mi hijo. El cabrón es ya todo un profesional de la seducción. En Neverland no ha habido hombre que no sucumba a sus encantos infantiles.
Para fortuna mia las habitaciones no tienen una puerta que les provea de privacidad. Después de esto Joaco lo considerará.
Levanto mi celular y enfoco el interior de la habitación principal, la imagen que recibo es por demás excitante. Mi hijo David está en cuatro, completamente desnudo sobre la espaciosa cama. Mi amigo Joaco de rodillas detrás de él abriéndole el culo y dándole un sonoro beso negro. Ahora entiendo cuando dicen que sino suena como perro bebiendo agua no es un buen beso negro. Mi amigo Joaco abre lo más que puede las nalgas de mi bebé mientras su lengua se entierra en el interior del culo de David. Mi hijo está extasiado y entregado al placer. La piel blanca del trasero de mi hijo contrasta con la apiñonada tez de las manos de Joaco.
En un segundo Joaco se levanta y retira su pantalón arrojándolo al suelo a un lado de él. Enfoco lo que sucede. Joaquín saca del mueble cito a un lado de su cama un botecito de lubricante (reconocí la marca) y un par de condones. Todo sucedió tan rápido, pero que bueno que lo grabé todo.
Tomó uno de los condones y lo saco de la envoltura, lo coloco en la punta del glande y con una maestría que solo el sexo continuo te da, lo desliza hasta topar con la base de su pene. Totalmente recto, con una circunferencia mediana y un glande del mismo grosor que el resto. Toma el frasco de lubricante y deja caer una cantidad considerable en el culo de mi hijo David. Lo cierra y arroja la botella. Y de una empuja su dedo medio por el interior del culo de mi bebé. Mi hijo arquea su espalda y de su garganta se escapa un gemido casi silencioso. Joaquín se inclina hasta estar cerca de la cabeza de mi bebé y le dice algo a su oído. Debido a la distancia y que según él no quería que yo despertara. No escuché lo que dijo. Pero mi bebé, movió su cabeza afirmando lo que mi amigo le dice.
Se levanta y sacando su dedo medio. Sacude su hinchado pene y lo apuntala hacia el centro del culo de mi David. Y haciendo presión, un poco, se va abriendo paso en el interior de mi hijo. El pequeño diablillo deja escapar un sonoro gemido de placer haciéndole creer a Joaco que su pene es muy grande.. si supiera que el pequeño gañán delante de él ya ha sido objeto de un dos romano en varias ocasiones.
Las manos de Joaco tienen extendidos completamente los dedos y como si se tratase de un frágil cristal van a posarse delicadamente en la cintura de mi David.
La calentura del momento es tal que haciendo malabares y para no mover demasiado la cámara del celular, saco a una mano el pene de mi pantalón. escupo una buena cantidad de saliva, mojo mi glande y empiezo a masturbarme.
Joaquín comienza a violar el culo de mi querido David que muy entrado en su papel de nene inocente, se deja hacer todo lo que Joaco se le ocurra. La cadera de Joaco se mueve de tal forma que pareciese que en cualquier momento va a traspasar el delicado cuerpo de mi hijo. En sus piernas se marcan un par de músculos dandome a entender que Joaquín lo está disfrutando. Tal vez es el alcohol en el organismo de aquel hombre o el placer que está sintiendo, que esté comienza a desinhibirse. Con sus manos de adulto empieza a abofetear las nalgas de mi bebé, quien se queja exquisitamente. Una y otra vez las golpea arrancando de la garganta de mi bebé quejidos que excitan a quien los escucha. Yo mismo estoy excitado.
Alcanzo a escuchar pequeñas frases cargadas de una connotación altamente sexual — putito… Rica cola… Que caliente… Tu papá… — y otras tantas más.
Joaquín se detiene, saca su lubricado miembro del interior de David. Lo empuja hacia adelante y tomándolo de los tobillos lo gira. Al quedar mi hijo boca arriba, Joaco le abre las piernas y direccionando nuevamente su pene lo vuelve a introducir de una. –que rico culo cabroncito. Que rico culo te cargas– se escucha en toda la habitación. Mientras aquel hombre deja caer toda su humanidad sobre la delicada fisionomía de mi hijo. Lo abraza encerrandolo entre sus brazos y hace que la cabeza de mi hijo se hunda entre sus pectorales. Desde donde yo estoy grabando veo con placer absoluto como el culo peludo de Joaco se mueve con un ritmo acelerado, empujando y en cada envión toda su falo va al interior de David.
Las nalgas de Joaco tiemblan a ritmo de sus embestidas, su culo se abre y se cierra entre las nalgas. Sus rodillas flexionadas mantienen un ritmo contante. Mientras sus piernas y cintura evitan que las delgas piernas de mi hijo se cierren y den por terminado la sesión altamente sexual.
David está totalmente entregado, dándole una probada del cielo a mi amigo de la secundaria. Al poner atención veo que sobre un mueble hay una foto. Le hago zoom al vídeo y veo que se trata de Joaco con un nene en brazos. Un nene pequeño, con el cabello rizado. De ojos grandes y sonrisa risueña. En nada se parece al padre.
La cama se mueve con brusquedad producto del implacable sexo que Joaco está teniendo con un nene de nueve años. Pobre, quién sabe desde cuándo no tiene sexo mi amigo!? Vuelvo a enfocarme en la pareja sobre la cama. La cabeza de Joaquín está elevada, mirando a la nada. Su cuerpo tenso y su respiración ajetreada me indica que el final está cerca y que bueno porque hace rato tuve que morderme la lengua para evitar quejarme por el intenso orgasmo que tuve. Poco me importo que toda mi leche quedará derramada en el piso del pasillo.
Joaco empujó de una, su virilidad en el interior de mi hijo mientras su cuerpo se contraía en espasmos continuos. El cabrón también tuvo que reprimir su intenso orgasmo para evitar hacer ruido que me «despertará».
Cuando todo se calmo. Apague el celular y lo metí en mi bolsillo del pantalón nuevamente. Con ambas manos metí mi verga. Una última visión al interior de esa habitación. Veo como Joaquín se levanta pesadamente liberando el cuerpo mojado de mi hijo David. Saca su pene y veo que una gran cantidad de leche escurre del interior de mi hijo. Tan fuerte fue la sesión de sexo, que el cabrón de mi recién encontrado amigo, rompió el condón. Mira hacia abajo y se ríe moviendo su cabeza de un lado hacia el otro.
Con la cautela de un gato, me vuelvo hacia el sillón, me pongo los zapatos y me coloco en una posición acorde a la de un hombre dormido y borracho.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!