Neverland 37
BINGO 2..
Después de mi segundo orgasmo me concentre en lo que estaba haciendo. Cuando menos lo creí ya habían 7 nns. Repetí un color así que según las reglas del juego eso no cuenta. Aún me faltaban 4 nns más y la suerte no me estaba ayudando pues a pesar de mi resistencia el color que tenía mi hijo David no me ha tocado en la ruleta.
Mi vecino después de su 4to nn desistió, al salir de la carpa ayudado de otros dos hombres su cuerpo casi desfallecía y sus rodillas se doblaron graciosamente.
Mi hermano terminó borracho pues entre nn y nn se tomaba una cerveza y ya no pudo continuar (no se le paró!) así que salió de la carpa grande en busca de sus amados gemelos.
Hice girar la ruleta una vez más y está vez me tocó el color rosado. Solo tres nns habían salido de la competencia por motivos de cansancio. Cuando llegue hasta el lugar donde estaba el nn con la ficha color rosa me dió un vuelco el corazón. Es hermoso, tanto o más que mi pequeño David. Se estaba limpiando los restos de seman de su abdomen con ayuda de una toallita húmeda, al verme una sonrisa se le dibujo en su rostro y su belleza creció aún más.
Cu cuerpo es delgado, pero fibrado. Sus nalgas se alzan como dos montañas gemelas. Sus piernas largas y sin una pizca de vello corporal. Rápidamente se deja caer sobre el almohadón mullido, levanta sus piernas hasta casi tocar su pecho. Con una sonrisa que invitaba a violarlo me pregunta — ¿Así está bien señor Lalo o le gustaría en otra pose?– mi cabeza explotó cuando pronunció mi nombre. — Así… Así está bien, hermoso. — fue lo que lo que alcance a decir antes de caer de rodillas frente a él. –Puedo!?– me dirigí al adulto detrás del nn que tambien le ayudaba a sostener sus pies. El hombre me da su permiso moviendo solo su cabeza,así que me acuesto y con mis brazos jalo su cadera hacia mí. Acercó mi rostro hasta su culo y con mi boca hecha agua comienzo los cinco minutos de sexo oral.
Su culo está que arde, caliente, pero con ayuda del lubricante mantenía una fresca sensación. Mis manos se apoderaron de sus piernas y las abrí un poco más para que se estire su culo un poco mas y quedase expuesto. El adulto detrás de él entendió mi gusto y le dice al nn — estira tus piernas bb. Para que el señor Lalo pueda disfrutar más. — padre e hijo me conocían aunque no recuerdo haber tenido algún encuentro con el muchacho, lo cual hace que me arrepienta.
Cuando sus piernas quedaron en un perfecto split. Mi rostro no encontró obstáculo alguno. Mi boca se apodero de ese culo maravilloso y a mi alcance quedaron la bolas del nn. Todo me lo comí. Lo disfrute tanto que el nn gimió de gusto cuando de su pequeño pene flascido brotaron dos perlas blancas. Abrí grande mi boca y con mi lengua las devore. Los ojos del nn se pusieron en blanco y por un momento su cuerpo perdió toda fuerza. Dejo de respirar por casi medio minuto. Yo prosegui con el sexo oral que le hizo tocar el cielo.
En un momento volvió en su, respirando fuerte y hondo. Su frente mojada da a indicios de intenso orgasmo que había tenido. — No se preocupe… — me dice el adulto cuando con interés y preocupación veo al nn. — desde los 10 años, mi hijo, tiene sus orgasmos así de intensos. Solo en casa y aquí le doy permiso para que los tenga — le da un beso en los labios a su hijo, al soltarse, su hijo me mira y me dice — otro señor Lalo, otro por favor. — Puso una cara, como cuando mi hijo quiere salirse con la suya que no pude decir que no. A pesar de que el nn hacia menos de dos segundos se había desmayado.
Tome el frasco de lubricante más cercano que hallé,lo destape y dejé caer una buena cantidad en mi mano. Con mi boca le doy un masaje a las bolas del nn. Mis dedos lubricados chocan con su orto cerrado pero al hacer una nada de presión entre sin ningún problema. Lubrique muy bien su interior. Deje caer otra buena cantidad de lubricante en su ano ya rojizo. Con ayuda de dos de mis dedos lo abrí. Para que entrara el lubricante. Mi corazón palpitaba al mil.
Me acerco hasta el rostro del nn y le beso sus labios rosados. Con ayuda de mi mano ubico su entrada y con los restos de lubricante que escurrían moje mi glande hinchado. Un leve empujón me abrió las puertas del paraíso. En un segundo la mitad de mi verga estaba dentro de él. Caliente y húmedo. Volteo a ver al padre del muchacho y con una sonrisa llena de lujuria, me guiña el ojo lo cual interpretó como su permiso para hacer con su hijo lo que me venga en gana.
Otro empujón más y mi pelvis tocó las nalgas estiradas del nn. Ohhhh cielos, se siente tan delicioso estar dentro de un nn!!!
Mis manos se apoderaron de sus piernas y pude sentir sus músculos tensos. Mi boca devoró la suya con una intensidad animal. Mi cadera, la moví en un vaiven fuerte. La suavidad de su interior, junto con su firmeza y lubricación hacían que sintiese un sinfín de sensaciones. Nos seguimos besuqueando. Su lengua jugaba con la mía, mientras su respiración y gimoteos eran marcados al compás de mis embestidas. Mordí sus diminutos pezones y esto no hacia otra cosa que calentar a mi amante en turno. –ahhh, ahhh, ohhh, ahhh maaaa…– lo escuchaba decir y a tan solo dos metros de distancia ví como un hombre más maduro que yo había elegido la posición de perrito para poseer a mi hijo. Sus caras se veían llenas de placer y lujuria. Pero más me hirvió la sangre cuando ese hombre saco su verga escurriendo en lubricante, cayó pesada y brillante. Y con su mano golpeó las nalgas de mi hijo David. Él grito… Más bien gimió fuertemente de placer. Y su rostro cayó sobre la almohada. El hombre me vio y levantó su dedo pulgar, junto con una enorme sonrisa.
Me encendí tanto que un momento cambie mis embestidas fuertes y torturantes por golpeteos de mi cadera hacia el orto del nn. Sus ojos se abrieron como platos, grandes. Su boca también se abrió y no hice otra cosa más que escupir en ella. El muchacho se trago mi escupitajo. Un chorro fuerte de meos y precum comenzó a brotar de él. –no se detenga, quiero más… quiero mas…– comenzó a ordenarme con gritos entre dolor y súplica de placer. Mis pelvis estaba ya unida a la de él, sus piernas alrededor de mi cintura así que no hice otra cosa más que inundar su interior.
Grite… Grite de placer cuando el orgasmo llegó a mi y se lo entregue a él. Un chiquillo de no más de 13 años. Mi pene me dolía al igual que mi espalda baja. El orgasmo fue tan intenso que por un segundo creí que había perdido toda firmeza. Pero al sentir como un calor irradiante envolvía mi pene supe que no fue así. El abdomen del chico se sentía húmedo y es que aún después de mi orgasmo, él suyo fue más intenso. Se había vuelto a desmayar en un grito ahogado. Sus meos aún escurrían por su abdomen y pude sentir la firmeza de su hombria amansar. Cuando volvió en si sus ojos brillaban y con sus brazos alrededor de mi cuello me acerco a sus labios y me entrego uno más de sus besos. Escuché una serie de aplausos y al abrir mis ojos el papá del chico aplaudía al igual que mi hermano, mis sobrinos y a dos metros de distancia mi suegro y mi hijo.
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