Neverland 5.2
Llegué al área de refrescos y solo había dos adultos bebiendo unas cervezas. Les pregunté por mi hijo –es el niño cumpleañero– les dije e inmediatamente me dieron razón de a dónde se había dirigido y en compañía de quién. .
Continuación.
En pocos minutos aquello se volvió una verdadera fiesta de cumpleaños en Neverland.
Cada padre tomó a su niño o adolecente y se los llevaron a los camastros de la alberca, a los colchones de las otras salas o se quedaron ahí en el salón central pero todos los infantes ahí presentes estaban degustando pastel desde el miembro de los adultos.
Mi David y yo estábamos abrazados besándonos de forma lasciva, mi lengua entraba a su cavidad bucal y ahí jugueteaba con la lengua de mi hijo. Mis manos recorren su piel y no me canso de hacerlo. Mi erección estaba perfectamente acoplada a la entrepierna de mi hijo, guardada ahí, caliente. Su pequeño pene ya respondía a la estimulación sexual y también logra una erección, no tan notoria como la de su padre debo decir.
–Oye Eduardo– se escucha al fondo del salón. Levanto la cabeza abandonando los labios sedosos de mi hijo y él besa mi cuello de forma que él sólo sabe hacerlo y que a mí me vuelve loco. Veo que se trata de mi querido amigo Samuel quien venía caminando hacia a mi, balanceando una erección en su pene recto con un glande del tamaño de una mantecada. Detrás de él de forma tosca venía un joven con cabello rapado y de la misma altura que Samuel pero más delgado.
Me saluda efusivamente y respondo con la mano que está libre pero no la correcta para saludar. –Qué te parece? Eh? También ha crecido verdad!?– señalando al joven a su lado y tan solo me tomo unos segundos para recordar quién era… Se trataba de su hijo, Junior!
Ya no más regordete, se había estirado y sus facciones faciales habían cambiado dando pasó a un joven que sería más atractivo que su padre.
Me levanté del colchón, tomé del hombro a ese joven muchacho y atiné a preguntarle –¿Ya comiste pastel?– a lo cual el negó con su cabeza. Fui al pastel, tomé una porción con mis manos y lo unté por todo mi pene. El joven mozo volteo a ver a su regordete padre y esté le devolvió la mirada de aprobación moviendo su cabeza de arriba a abajo. Inmediatamente se arrodilló y engulló mi pene por completo como si no hubiese comido algo dulce en mucho tiempo. Su mano izquierda se aferro a mi muslo y su mano derecha fue directo a mi escroto. Lo tomó tan delicadamente que mi piel se erizó de pies a cabeza. Mis manos tomaron su calva para marcar el ritmo de la mamada. Su padre Samuel ve todo mientras se masturba y pellizca sus propios pezones.
- De reojo veo que mi pequeño David va hacia afuera contoneando su culo, no me preocupó pues ahí todos sabemos que nuestra prioridad es cuidar a nuestros hijos que son lo más valioso que tenemos. Junior continúa pero ahora chupa mis bolas llenándose la boca con mi bolsa.
Volteo a ver y no veo por ninguna parte a mi amigo Rafael, tan solo unos hombres montando a unos chicos en los columpios del salón. Otro más todo tatuado embiste de forma dura a un niño de unos diez años. Sus manos también tatuadas estaban aferradas a la cintura del niño. En cada penetración el niño respiraba de forma rítmica marcada por este hombre.
Cuando por fin Junior se separó de mí dejando limpio mi nabo y más caliente que cuando llegue, salí de aquel lugar. El sol brillaba en todo lo alto, unas cuantas nubes cruzaban el cielo pero no eran tan grandes como para ocultarlo.
Di un recorrido por el sitio. En el chapoteadero había algunos niños jugando, vigilados por hombres bajo la cubierta de las sombrillas del lugar. Continúe más adelante un hombre le hacía caballito a un niño de unos 5 ó 6 años que reía a carcajada sonora. Y más allá unos adolescentes desnudos jugaban en el área de voleibol playero. Su piel se habia llenado de arena gracias al sudor que brotaba por sus poros y sus penes más duros que el dulce de panela.
- Llegué al área de refrescos y solo había dos adultos bebiendo unas cervezas. Les pregunté por mi hijo –es el niño cumpleañero– les dije e inmediatamente me dieron razón de a dónde se había dirigido y en compañía de quién.
Subí las escaleras hacia la segunda planta dónde hay habitaciones qué los que así lo deseamos nos podemos quedar en la finca el tiempo que queramos. Doble a la derecha al llegar y continúe mi recorrido. Algunas puertas estaban cerradas y otras abiertas dejando ver a sus huéspedes. Dormidos o teniendo sexo. Al final del pasillo vi que dos hombres salieron de la habitación sonriendo, sus penes aún escurrían restos de saliva y leche. Cuando llegó a la puerta y me asomo mi asombro es mayor al ver a 5 tipos dentro de la habitación, cuatro de ellos se masturban. En la pequeña cama que allí había, de rodillas ya hacía mi hijo mientras mi amigo Rafael detrás de él le llenaba el culo con su verga.
La escena era por demás excitante. Rafael parado detrás de mi hijo empujaba su cadera hacia adelante y atrás sin dejar que su verga saliera por completo del culo infantil de mi bebé con un ritmo constante. Con su mano izquierda golpea las nalgas ya marcadas con anterioridad y van tomado un color rojo carmesí. Con su mano derecha jala la larga cabellera de mi hijo, ahora se la razón del por qué dejarse crecer el cabello. Pase por delante de aquellos hombres y llegue hasta el frente de mi hijo, lo ví totalmente entregado. Sus ojos en blanco y su boca abierta, que,sin medir consecuencias junte una gran cantidad de saliva en mi boca y de un escupitajo lo deposite en la boca abierta de mi nene. Lo recibió como si fuese un trago de refrescante agua y sus ojos al fin volvían a mirarme. Mientras su respiración era fuerte y profunda.
Tomé mi pene y lo lleve directo a su boca, no hubo reclamos por parte de mi bebé, la abrió recibiendo la mitad de mí verga no quise meter más para no lastimar su garganta o cortar su respiración agitada. –¿Tanto te gusta el culo de mi hijo?– le pregunté a mi amigo Rafael y solo en ese momento volvió del trance en el que se encontraba.
–¡Lalo!… solo le estoy dando su regalo a mi sobrino favorito– para efectos mundanos Rafael y yo decidimos que nuestros hijos nos llamarán tíos.
Me estiré sobre la espalda de mi hijo y tomando sus nalgas entre mis manos las abrí dejando al descubierto su orto penetrado. Rafa por su parte se aferro a la cintura diminuta de mi hijo y este continuo chupando el pene que le dio vida. Escupí otra cantidad de saliva que fue a caer al pistón que entra y sale del culo de mi bebé. Los otros hombres se acercaron al cuerpo y fueron depositando su orgasmo sobre la espalda, nalgas y cabello de mi extaciado hijo. Por mi parte decidí sacar mi pene y haciendo me justicia por mano propia me masturbe.
Fueron unos minutos que duraron una eternidad cuando pude sentir como mi orgasmo comenzó a bajar por mi cintura hasta mis testículos. No puede controlarlo más y simplemente me deje llevar por esa ola arrolladora de placer. Mi leche salió estrepitosamente de mi uretra chocando contra el rostro de mi hijo y otra tanta fue bien recibida por su boca, al mismo tiempo Rafael depositaba su ración de leche en las entrañas de mi hijo, marcado por un sonido glutural que brotó de la garganta de mi mi amigo.
Todo se hizo silencioso…
No se en qué momento Rafael salió de mi hijo y de la habitación, cuando aquellos hombres nos dejaron sólos. Tan solo quedamos mi David y yo, su padre. El cerro sus ojos y se entregó al sueño profundo. Yo retire los restos de mi leche que quedaron en su rostro y susurrando al oído le volví a decir a mi hijo, feliz cumpleaños, mi amor!!!
Ya extrañaba este relato, espero que puedas continuar con la historia, muy rico todo.
Definitivamente lo haré. Te gustó?
Dejar qye destrocen a ru hijo mientras lo amamantas. Eres un buen padre
El mejor, Neverland cambia la forma de pensar y amar.
Ojalá hubiera tenido un padre que me llevará a un sitio así…como lo habría disfrutado
Me encantó, está lleno de mucho morbo