Neverland 6.
Fui despertando de a poco y al ir recuperando mis sentidos, note que una boca tragona se estaba comiendo mi verga..
Durante toda la tarde dormimos mi hijo y yo, acurrucados en posición de cucharita. Abrazados dando nos calor mutuo y no es que hiciera mucho frío en aquel sitio, pero es inevitable terminar abrazos.
Fui despertando de a poco y al ir recuperando mis sentidos, note que una boca tragona se estaba comiendo mi verga. Es una sensación deliciosa despertar de esa forma. Sentir que tu miembro es succionado o lamido. Pero está vez había algo distinto, diferente…
Tomé con mis manos la cabeza y rápidamente supe que quién me estaba dando una mamada no era mi hijo David. La cabeza era mucho más pequeña y noté que su cabello era corto.
Levanté la cabeza, abrí un poco los ojos y entré mis piernas había un niño de unos 5 ó 6 años. Blanco con su cabello lleno de rulos pequeños y rubios. Hincado frente a mi, tomaba con su pequeña mano la circunferencia de mi verga dura. Su boquita apenas si podía albergar una parte de mi hombría, pero vaya que estaba haciendo su mejor esfuerzo para hacerlo.
Me levanté un poco por lo que el niño se separó de mi, limpio su boca diminuta con el reverso de su mano y con una sonrisa me dice –no encuentro a mi papá, me das lechita?– sonreí y no pude decirle que no a ese bello rostro.
–pero primero voy a enseñarte algo, ok– él asintió con su cabeza, lo tome de las axilas y lo baje de la cama, lo deposite en el suelo y yo me moví hacia la orilla de la cama sacando mi cadera un poco, abrí mis piernas para exponer mi verga.
–muy bien, cuando chupes el pipi de tu papi, no metas los dientes. A los papis no nos gusta que los dientes toquen nuestro pipi. Segundo: abre muy bien la boca y saca la lengua. Así lograrás que el pipi de tu papá entre un poco más en tu boquita y a él le va a gustar mucho –entendiste?–
El niño volvió a asentir con su cabeza y continuo con su linda sonrisa. –muy bien, vamos a ver si aprendiste!?– . Lo jalo hacia mi y con mi mano derecha le apuntó mi verga hacia su carita o más bien hacia su boca. De rodillas el niño abre grande su boca y saca de manera exagerada su lengua con lo que escucho un ahhhhhhh. Voy metiendo de a poco mi verga en esa húmeda cuevitas y el nene no se asusta, ni lo reciente, siento como mi glande tocó su garganta, me detengo y le digo –respira por la nariz bebé, tranquilo– y él lo hace. –ahora cierra tu boca pero no me muerdas ok!–
El pequeño seguía al pie de la letra mis indicaciones. Cerró su boca alrededor de la circunferencia de mi verga atrapando mi glande muy en lo profundo. –ahora quiero que muevas tu cabeza de atrás hacia adelante pero sin abrir la boca– y lo hizo, al principio solo era un movimiento muy leve pero conforme le fui indicando y diciendo lo bien que lo hacía fue ganando confianza y por supuesto centímetros a tragar.
Se apartó de mi en un momento, limpia su boca llena de saliva y me dice –es muy grande tu pipi, más que el de mi papá Tavo–
Me río por su comentario tan inocente que acercó mi rostro hacia su carita linda y le pregunto –¿Quieres que te enseñe otro truco?– y el pequeño mueve su cabeza con una velocidad considerable. Me levanto y le indico que también se pare, quedando justamente a la altura de mi cadera.
–lo que voy a hacer es que voy a meter mi pipi en tu boca, pero te voy ayudar a abrirla con mis dedos, está bien!?– y el pequeño vuelve a asentir.
Si tú le explicas a un niño lo que vas a hacer con palabras que él entienda, no se asustara ni hará preguntas tontas.
Así que me doy manos a la obra. Introduzco mis dedos dentro de su boca abriéndola tanto como él me deja, por su parte mueve su lengua por fuera como si se tratara de una babosa lo cual hace verle gracioso. Introduzco mi glande todo hinchado, voy de a poco, sin forzar nada. Mi cadera se mueve lentamente y el niño se apoya en mi pelvis con lo cual me indica si estoy siendo demasiado tosco o voy muy rápido.
Más y más le lleno la boca con mi verga hinchada y el nene ni se inmuta, solo veo que sus ojos se ponen en blanco con lo cual saco un poco de mi carne magra y de su garganta escurren litros de saliva. Tan bien lo está haciendo mi pequeño despertador que en un instante le lleno su garganta con mi leche caliente, se escurre por toda su boca y va a caer al suelo. Saco mis dedos de su boca y dejo que respire. Sus ojos están hinchados y llenos de lágrimas, escupe los restos de leche y trata de limpiarse la boca.
A lo lejos escucho que alguien está llamando a una persona –TAVO, TAVO… DÓNDE ESTAS PEQUEÑO ENGENDRÓ?– así que doy en cuenta que al que buscan es al nene que tengo frente a mi.
–aca– respondo con un grito fuerte y en un segundo tengo a un hombre corpulento tapando por completo la puerta de la habitación. Entra en dos zancadas y toma al niño del hombro –aca estás niño, mira que llevo buen rato buscándote!–
Pude notar más de este hombre al estar junto a mi a escasos centímetros, de torso y abdomen cubierto velludos y negros. Gruesas piernas también velludas y un cuerpo bastante tonificado por el ejercicio. Con una verga morcillona como si no hacia mucho tiempo está hubiese sido manipulada, pues en la punta de su uretra había una diminuta perla de semen.
–por qué te escondiste?– cuestiono el padre a su hijo. –no me escondí, un niño me dijo que viniera a despertar a su papá, que él me daría lechita– ambos nos miramos unos segundos y ahí caí en cuenta que no sabía quién era ese corpulento hombre –me llamo lalo– estirando le mano para saludarle. El hombre reacciona y me devuelve el saludo –oh mi nombre es Gustavo… Gustavo Zeon, mucho gusto– cualquier otro padre se hubiera puesto colérico al ver a su pequeño hijo desnudo en compañía de un hombre también desnudo y con la verga semi erecta pero no aquí, no en este sitio, no en Neverland.
Que ganas se despertar con una rica mamada de ese niño tan obediente