Ninguno de los miembros de mi familia se sorprendió, cuando al salir del closet les dije que era gay.
Un estudiante universitario, se va enfrentando a varias situaciones que lo llegan a convencer que él es gay, pero al comunicárselo a su familia a nadie eso le sorprende..
Desde niño, siempre fui delgado, de facciones finas, de abundante larga y sedosa cabellera castaña clara casi rubia, por lo que algunos de mis compañeros de clase, por fastidiarme me pusieron de sobrenombre la flaca, apodo que, desde un principio nunca me agradó, pero con el tiempo me acostumbré a que me llamasen así.
La cosa es que el sobrenombre me acompañó hasta la universidad, y por más que yo trataba de que no me llamasen así, no había forma de que mis conocidos, me llamasen por mi nombre, o por lo menos de otra forma, que no fuera la flaca.
Traté de practicar en deportes, pero la verdad es que ninguno me llamaba la atención, excepto la natación, pero la verdad es que me cansaba bien rápido nadando, y cuando usaba el traje de baño, no faltaba nunca algún hijo de la gran puta, que no le diera por tocarme las nalgas.
Lo que, a mí, por una parte, me molestaba bastante, tanto que, por la impotencia de no poder evitarlo, había veces que hasta me ponía a llorar de la rabia, pero aunque suene cosa de loco, por otra parte, cuando no lo hacían eso como que me hacía falta, ya que en realidad me gustaba que lo hicieran.
Lo peor de todo era que, en ocasiones cuando me encontraba en los vestidores, me sentía algo raro, ya que sin que nadie se diera cuenta, sentía una gran atracción, por ver los miembros de los otros chicos en especial los de algunos de mis compañeros.
Eso sumado a el condenado apodo que me pusieron, hizo que me preguntase, a mí mismo, si yo era maricón, y aunque yo mismo me decía que no, que eso no podía ser cierto, en ocasiones lo cierto es que se puede decir que me sentía atraído por alguno de mis compañeros de clase, aunque yo nunca les dije, ni les di a entender nada.
Pero esa vocecita en mi cabeza, me decía constantemente que yo era gay, pero mi mayor temor era, el que mis familiares, amigos, o conocidos me rechazaran, de eso ser cierto, por lo que la sola idea, de que yo fuera gay, o maricón, por miedo al rechazo y al que dirían, para mí eso resultaba ser inaceptable.
Pero en una ocasión, una de mis primas se quedó a dormir por varios días en casa, y no sé cómo, ni por qué, un día entré en la habitación en la que ella se quedaba y le robé unos cuantos pantis y sostenes.
Las que después de ocultarlas por varios días, y después de que mi prima se marchó, al parecer sin darse cuenta, yo en mi habitación me las comencé a poner, como excusa, de usarlas para masturbarme.
Luego dejé de hacerlo, ya que, en lugar de ponérmelas para masturbarme, ocasionalmente comencé a usarlas bajo mi ropa, claro que eso nunca se lo dije a nadie.
Pero por cosas que pasan, al finalizar el semestre, algunos de mis compañeros, y yo salimos a celebrar el fin de curso, ya que esa noche terminamos en la casa de uno de ellos.
Me acuerdo que la gran mayoría de mis compañeros ya se habían marchado, cuando los tres, o cuatro que aún nos quedamos, seguimos bebiendo, y comenzamos a fumar marihuana.
En cierto momento, uno de ellos le dio por además de seguir llamándome Flaca, comenzó a vacilarme tratándome como si yo fuera una chica, al punto que hasta insistió tanto en bailar conmigo que, por lo borracho, o drogado que me encontraba, finalmente acepté.
A medida que fuimos bailando, no sé cómo él se dio cuenta, de que, en lugar de estar usando un interior, yo estaba usando unos pantis, de inmediato comenzó a decirme lo lindo que yo era, que era tan, y tan lindo que parecía una chica, además que esos pantis me quedaban de maravilla.
A él se sumaron los otros, repitiéndome lo mismo, y acariciando todo mi cuerpo, hasta que llegó el punto en que ellos me comenzaron a besar, y quizás por el estado en que me encontraba, no tuve la fuerza o la intención de detenerlos.
Cuando me vine a dar cuenta, entre todos me desnudaron hasta dejarme únicamente con los pantis que cargaba puestos, y en medio de su vacilón, me pedían que se los modelara, lo que yo tontamente, de manera bien femenina, lo hice moviendo mis caderas y nalgas, a medida que ellos no dejaban de acariciármelas.
Al poco rato todos ellos también se desnudaron por completo, mientras que yo algo asombrado no dejaba de mirar sus grandes vergas, digo al compararlas con la mía, en cosa de pocos segundos, no hizo falta ni que me dijeran nada, simplemente, me agarraron por la cintura.
Luego, sin que yo me opusiera, me bajaron los pantis, e hicieron que me recostase sobre un sofá, separando mis piernas, para que de inmediato, uno de ellos comenzara a pasar su verga por entre mis nalgas, mientras que yo nada más de sentirla, como rozaba mi esfínter, gimiera de placer.
Hasta que ya en cierto momento comencé a sentir como me penetraban, fue cuando en lugar de seguir gimiendo, comencé a chillar por el dolor que comencé a sentir en mi culo, llorando al tiempo que le pedía que me lo sacaran.
Hasta que toda aquella enorme cosa me penetró, y de la misma manera que comencé a llorar, y gritar, por el dolor, comencé a mover mis nalgas, por ese raro placer que comencé a sentir a medida que él seguía penetrándome, una y otra vez.
De momento al levantar la vista, frente a mi cara se encontraba la verga de otro de los chicos, y tampoco hizo falta que me dijera nada, ya que de inmediato comencé a mamársela, y chupársela con todo gusto.
Al tiempo que mentalmente yo mismo me decía que yo no era maricón, solo que la marihuana y lo mucho que había bebido, era la causa por la que en eso momentos estuviera dejando que me dieran por el culo, y que les mamara las vergas.
Esa noche mis compañeros de universidad, hicieron conmigo lo que les dio gusto, y gana, mientras que yo en cierto momento a medida que me seguían penetrando, y poniéndome a mamar, de momento me provocó masturbarme, a medida que todos ellos me seguían haciendo lo que les daba la gana.
Yo, hasta hablaba y me movía, procurando actuar como toda una chica, hasta que por el agotamiento o la borrachera me quedé dormido.
Al despertarme a la mañana siguiente, con mi culo bien abierto, y ligeramente adolorido, entré al baño, y me aseé, mientras que ellos seguían dormidos, me fui a mi casa, repitiéndome una, y otra vez que yo no era maricón, solo que se habían aprovechado de mí, por lo drogado o borracho que estaba.
Pero ya en casa, y el resto de la semana no hice otra cosa que pensar, en todo lo que yo había hecho y dejado que me hicieran, pero al mismo tiempo diciéndome lo mismo que, todo eso me pasó por que me emborracharon y me drogaron para aprovecharse de mí, sodomizándome y poniéndome a mamar sus vergas.
Ya no pude seguir aguantando más, y decidí ir a mi terapeuta, pero al llegar a su oficina en lugar de estar mi psicóloga y su secretaria, me recibió un tipo diciéndome que él estaba sustituyendo a mi terapeuta, explicándome que ella estaba enferma, y que él temporalmente se estaba haciendo cargo de todos sus pacientes.
Estaba a punto de marcharme, cuando él agarrándome por la mano de manera firme, me dijo. “Entra, y cuéntame lo que te sucedió” En ese instante me dio la impresión de que él sabía, o por lo menos se imaginaba, lo que me había pasado.
Algo temeroso, sumisamente le hice caso, y entré a la oficina, él agarró una libreta, y de inmediato, me dijo. “Ve directo al grano, y cuéntame, en detalle todo lo que te pasó.”
Yo la verdad es que le hice caso, y le narré lo mejor que pude, todo lo que me había sucedido con mis compañeros de la universidad, diciéndole que, yo entendía que ellos se aprovecharon de mí, por haberme emborrachado, y puesto a fumar tanta marihuana.
En reiteradas ocasiones le dije que yo no era maricón, a medida que le seguía contando como mis compañeros, me habían estado dando por el culo toda la noche, además me pusieron a mamar mientras me masturbaba, después de escucharme, me dijo. “Lo que tú quieres validar es que no eres maricón, pero resulta que si lo eres.”
“Te vistes, hablas, caminas y te comportas como uno, y encima de eso, le distes el culo, a varios chicos, encima de eso te pusiste a mamar sus vergas, y para finalizar te masturbaste, pero como te encontrabas borracho, y drogado, quieres pensar que se aprovecharon de ti, cuando la verdad es que lo disfrutaste, y lo digo por lo emocionado que te has puesto, a medida que me has contado todo lo que permitiste que te sucediera, ya que ni tan siquiera te negaste.”
Me quedé callado, sin saber que responderle, cuando él continuó diciéndome. “Pero, si quieres salir de duda, te propongo lo siguiente. Ahora que no te encuentras, ni borracho, ni drogado, quítate toda la ropa, deja que yo comience acariciar tu cuerpo, deja que te bese, y que sientas mi verga entre tus nalgas, para ver que sucede, eso sí cuando me digas que me detenga, así lo haré. Qué te parece. De esa manera tú mismo tendrás la respuesta, a eso que tanto te mortifica.”
En ese instante, aunque suene algo estúpido, para mí su propuesta me pareció sumamente lógica, razonable, y muy inteligente, por lo que después de que él salió a cerrar la puerta de la oficina, regresó al despacho, mientras que yo comencé a desnudarme por completo.
No bien, comencé a desnudarme, él se dio cuenta de que yo estaba usando unos pantis, los mismos que le había robado a mi prima, de inmediato, él comenzó acariciarme, al tiempo que me besaba por la nuca, me mordisqueaba mi oreja, y me iba diciendo que mi cuerpo era como el de una linda chica, agarrándome las nalgas.
Yo no sé qué me sucedió, que en lugar de decirle que se detuviera, cuando comencé a sentir su caliente, y dura verga en contacto con mis nalgas, lo que hice fue poniéndome de espaldas a él, bajarme los pantis, y prácticamente ofrecerle mis nalgas.
Sentí como sus ensalivados dedos fueron penetrando mi esfínter, y como poco a poco su verga me fue penetrando divinamente, mientras que yo comencé a mover mis caderas, restregándolas contra su cuerpo, a medida que su verga fue atravesando mi esfínter.
Sus manos se apoyaron en mis caderas, y con sumo placer fui sintiendo como una y otra vez me fue penetrando, en cosa de segundos mi voz se tornó más aguda, y hasta le pedía que me siguiera dando bien duro.
Hasta el momento en que me apretó con fuerza contra su cuerpo, y les juro que sentí como se venía dentro de mí, por un rato permaneció sobre mi cuerpo, y cuando sentí que comenzó a sacar su verga, como una loca comencé a pedirle que se detuviera.
Ya que deseaba seguir sintiendo su pedazo de carne dentro de mis nalgas, la que sacó de mi culo, diciéndome. “Deja que me lave, para que me la mames un rato.”
Apenas regresó al sofá donde me estuvo penetrando, yo me dediqué a mamar gustosamente, toda su verga, hasta que su miembro volvió a ponérsele bien duro.
En ese momento no hizo falta que me dijera nada, solo hizo que me recostase bocarriba en el sofá, me tomó por los tobillos, separó mis piernas, y volvió a dirigir su verga al centro de mis nalgas.
Permitiéndome ver como él me fue penetrando, y mi culo se tragaba toda su verga nuevamente, mientras que yo aparte de mover mis caderas, apretaba, y soltaba mi esfínter a medida que él me volvía a penetrar.
Para mí fue tanto el placer que me produjo que, en cierto momento, el solo roce de mis dedos, sobre mi pequeño miembro, hizo que yo eyaculase a chorros, por otro buen rato, él no dejó de meter, y sacar toda su verga de entre mis nalgas, una y otra vez, mientras que yo chillaba, y gemía de placer, como si realmente yo fuera una mujer.
Después de eso, se volvió a lavar su verga, y cuando pensaba que todo había terminado, nada más le bastó que la pusiera frente a mi boca, para que yo gustosamente me dedicase a mamársela, y chupársela, por un buen rato hasta que finalmente acabó, dentro de mi boca y garganta, haciéndome tragar gran parte de su semen.
Yo estaba, tirado sobre el sofá, con mi culo aun bien abierto, y parte de su semen chorreando de mi boca, cuando él me preguntó. “¿Eres, o no eres maricón?” A lo que, con una picara sonrisita, le respondí que sí lo era.
Como a la semana regresé al consultorio, pero al entrar, me recibió mi terapeuta, la que se sorprendió cuando le pregunté por su sustituto, tras ella decirme que la pasada semana se encontraba de cama, a pedido de ella, le hablé sobre su supuesto sustituto, le conté, detalladamente todo lo que me sucedió con él.
Asombrada me preguntó si ese tipo, y yo habíamos tenido sexo en su oficina, y luego que se lo describí completamente, ella me aclaró que aquel tipo era un ex paciente de ella, que se había aprovechado de mí.
Yo no podía creer que eso me hubiera sucedido a mí, y quise creer que ese tipo se aprovechó de mí, porque lo vi como una figura de autoridad, y sumisamente caí en su trampa, en ese momento me dirigía a mi casa, cuando en el camino me encontré con un amigo, vecino, y compañero de clase.
Lo primero que hizo al verme, fue preguntarme si era cierto que el día de la fiesta, después de que él se había marchado, yo me había emborrachado, luego me desnudé, y dejé que varios chicos me dieran por el culo, además de ponerme a mamar sus vergas.
En ese momento no tuve el valor de negarle nada, y sumamente avergonzado le dije que me dejara explicarle todo lo sucedido, cosa que apenas llegamos a su casa, y entré en su habitación, me senté en su cama, y comencé a contarle todo.
Muerto de vergüenza, le fui contado a mi amigo detalladamente, como había ocurrido todo, desde luego que le expliqué que había bebido mucho, y que encima de eso me pusieron a fumar marihuana.
Él se sentó a mi lado, y me dijo que a él en una ocasión le pasó algo parecido, pero que, en lugar de ser con unos chicos, fueron dos amigas de su hermana, yo por querer comunicarle a mi amigo, como me sentía después de lo que me había ocurrido, al final de la fiesta, también le conté lo que me pasó en la oficina de mi terapeuta.
Como el tipo ese se aprovechó por completo de mí, y para poder explicárselo mejor, con el fin de que me comprendiera, poniéndome de pie, me bajé los pantalones, y le mostré mis nalgas, apenas cubiertas por los pantis que le robé a mi prima.
Mi amigo, en ese momento, se quedó callado, y solamente se colocó tras de mí, me abrazó, y ya al poco rato comencé a sentir su caliente verga, rosando mis nalgas, yo me medio incliné hacia adelante, y fui sintiendo como toda su verga se fue abriendo paso entre mis nalgas.
Ya en ese momento me encontraba de lo más inspirado moviendo mis nalgas, cuando su hermano abrió la puerta de la habitación y nos encontró en plena faena, en ese instante casi me muero de la vergüenza.
Pero al ver como el hermano de mayor de mi amigo, extrajo su verga del pantalón, y me la colocó a pocos centímetros de mi boca, sin dudarlo por un solo instante me dediqué a mamársela.
La verdad es que, desde ese día, como dicen salí del closet, al llegar a casa, tomé la decisión de hablar con mis padres, y hermanas, cuando así lo hice, terminé de decirles que yo era gay, que me gustaban los hombres, y usar ropa femenina, sin entrar en detalle de todo lo que me había ocurrido recientemente.
Cuando terminé de sincerarme con todos ellos, a ninguno de los miembros de mi familia, se sorprendió, es más mi papá comentó. “Por lo menos, no va a salir embarazada, como su hermana mayor.”
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