No hice nada por ayudar a mi suegra
Era tan excitante, que no pensé ni por un segundo en sacarla de ahí..
Conocí a mi suegra (Adriana, 54 años) antes que a mi novia. Ella trabaja en el mismo lugar que yo, de hecho, es mi superior y quien me contrató. Es casada, pero eso no le impidió tener una aventura de una noche conmigo luego de contratarme.
Su hija suele ir los viernes a la oficina y allí la conocí y la invité a salir, sin saber que era su hija. Luego claro, las cenas familiares son un poco incomodas a veces. Pero esto no es lo que vengo a contar.
2 veces al año, la compañia organiza una fiesta entre todos los trabajadores de allí, al rededor de 200 personas. Todo esto pasó ahí, en esa fiesta.
Por experiencia, las fiestas de la empresa suelen salirse un poco de control, es la noche en que no nos juzgan nuestros jefes, así que el alcohol está muy presente. Adriana no era muy fanática de los tragos, pero siempre se ponía a tono con 2 o 3 Cuba Libre.
Como nos conocemos y nos llevamos muy bien, Adri y yo solemos estar bastante juntos con nuestros compañeros más cercanos durante las fiestas, pero pasada la media noche, Adriana se nos perdió. Una compañera preguntó por ella así que me ofrecí a buscarla, ya que no estaba hacia rato y pensamos que podría sentirse mal.
Los lugares que contrata la empresa para estos eventos son siempre bastante grandes y muchas de las personas no se conocen entre si. Yo conozco a los de mi oficina, pero tambien estan los de otros pisos y los de la parte de carga.
Luego de caminar un rato por la sala principal del lugar y no encontrar ni rastros de Adriana, decidí adentrarme en los pasillos, debía estar en alguno de los baños. Recorrí varios de los baños del lugar, llamándola, pero no había caso, hasta que en uno de los baños mas recónditos, escuché una especie de gemidos, balbuceos, como si alguien intentara hablar o gritar, pero por algun motivo le fiera imposible. Me acerqué, lentmente me asomé a la puerta y me quedé helado con la escena que estaba presenciando.
Un grupo de 4 hombres (3 negros y un blanco, todos mas altos y musculosos que yo) estaban rodeando a una mujer de unos 50 y pocos años, arrodillada con los ojos cubiertos con un pañuelo negro para que no reconozca a sus agresores, mientras uno de los hombres la tomaba para que no se moviera, 2 golpeaban su pene en la cara de la mujer y el otro lo tenía enterrado en su boca.
La mujer era Adriana, mi suegra, quien se resistía e intentaba escapar de aquella situación. Su maquillaje se había corrido un poco y estaba recibiendo algunas amenazas.
—¡Quieta puta! Tampoco pienses en gritar, porque te va a ir muy mal.
Adriana es una mujer hermosa, sus 54 años los lleva muy bien, el gimnasio hace que nos regale una figura perfecta, con un culo y unas tetas que cualquiera desearía (aunque su hija fuera tu novia) y sus labios carnosos y siempre ointados de labial rojo, la convertian en el prototipo de MILF.
Jamás me propuse ayudarla, un poco porque no podría con los 4 hombres si se les ocurriera pelear, y mucho mas por el morbo y el placer que sentía al ver eso.
Cuando finalmente decidió poner fin a la lucha y ceder ante esas 4 bestias, uno la puso encima suyo, en el piso, metiendo su verga adentro de la conchita depilada de Adri, más humeda de lo que pensarían por lo que conté. Los otros 3 penes comenzaron a turnarse en la boca de Adrians, mientras masturbaba a los que no chupaba.
Pasado un rato, levantaron a Adriana en el aire para penetrarla entre dos, uno por delante y otro por detras. Uno de ellos tuvo que taparle la boca rápidamente por el grito de mi suegra al sentir dos vergas enormes a la vez. De nuevo lo mismo, cada algunos minutos iban turnando hasta que los 4 usaron todos los agujeros de su juguetito.
Uno de ellos dijo que ya estaba por acabar, así que la pusieron de rodillas, volviendo a turnarse en su boca, mientras los demas se masturbaban.
Decidí que tenía que unirme a la lluvia de leche que se estaba por venir en la cara de Adri, así que lentamente y con las manos en alto, ingresé al baño. Uno de ellos dejo5de masturbarse y se acerco a mi en actitud violenta, con intención de sacarme, pero le susurré que me permitiera participar en el gran final.
—Dejame usarla un poquitl, es mi suegra.
Su expresión cambio de odio a lujuria en un segundo y me llevó cerca de Adri. Me permitieron usar su boca unos minutos, hasta que el primero quiso acabar.
Uno a uno fueron llenando de leche la cara y boca de mi suegra, escupiendola antes de apartarse. El último en acanar fui yo, pero decidí hacerlo mientras me la chupaba. Puse mi verga en su boca y la usé hasta que no pude contenerme mas, llenando su boca de semen.
Al estar todos satisfechos, uno de ellos la ato de manos para que no se quite el pañuelo y nos fuimos. Les agradecí por el espectaculo y los perdí de vista.
Dejé pasar unos minutos para evitar sospechas y volví al baño, llaandola a ver si contestaba.
—¡Acá estoy!
Su voz sonaba quebrads. Al llegar había logrado desatarse y ya se había limpiado, pero se notaba su llanto. La abracé y le pregunté que había pasado.
—No es nada, volvamos. Gracias por venir.
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