No me sentía que actuaba como una mujer, hasta que…
Un estudiante de teatro frustrado por los comentarios de su profeso decide hablar con él, el profe lo invita a su apartamento y le brinda un te, que lo hace alucinar que se había convertido físicamente en mujer, y fácilmente lo convence de tener relaciones, de lo que posteriormente se da cuenta. .
No me sentía que actuaba como una mujer, hasta que…
Como estudiante de teatro, en innumerables ocasiones tuve que caracterizar personajes, y por regla general, siempre era lo suficientemente convincente, para que recibiera, no tan solo, la aprobación del director, así como el reconocimiento de los demás profesores, sino que también los aplausos, de mis compañeros y del público.
Hasta que llegó un nuevo profesor de actuación, especializado en el método y montó la obra orquesta de señoritas, en la que, quienes realizan los papeles de las señoritas, son todos hombres.
Cuando subimos al escenario para el ensayo general, no bien llevábamos menos de cinco minutos en escena, cuando el director detuvo lo obra, y nos regañó a todos, diciéndonos. “A ver si lo entienden, ustedes no son hombres vestidos de mujer, su papel es el de unas verdaderas señoritas, que forman parte de una orquesta.”
Luego durante el resto del ensayo, nos siguió regañando, diciéndonos entre otras cosas, más o menos lo mismo.
A mí me dijo, en un tono bien severo. “Usted se ve como una verdadera señorita, se desenvuelve como una verdadera señorita, su voz suena como la de una señorita, hasta mueve su culo como una verdadera señorita, pero a pesar de todo eso, no lo siento como una verdadera mujer.”
Yo honradamente ponía todo de mi parte, es más hasta lloré, en el camerino, por la frustración que sentí.
Ya que, aunque mi técnica actoral era impecable según las palabras del resto de los profesores, pero a él no lo convencía.
Lo que me frustraba más aún, así que sin ni tan siquiera cambiarme de ropa, decidí hablar con él al terminar el ensayo general.
Me encontré al director tras bambalinas, y cuando comencé a decirle que deseaba hablar con él.
Me interrumpió, diciéndome. “Ya sé a qué vienes, pero ahora mismo no te puedo atender, así que, si deseas hablar conmigo, sobre tu actuación, te espero en mi apartamento en unos diez minutos.”
De inmediato me dejó con la palabra en la boca, y continuó caminando a toda prisa, me puse a pensar que mientras me quitaba el vestuario, y nuevamente me vestía, así como quitarme todo el maquillaje, iban a pasar por lo menos unos quince.
Y no le quería dar oportunidad, de que no me fuera atender, porque hubiera llegado tarde, así que tal y como me encontraba vestido y maquillado, salí del teatro, y de inmediato a pie me dirigí a su apartamento.
Quizás por la hora, por lo oscuro de la noche, y sobre todo por lo buen actor que soy, nadie se dio cuenta, de que yo realmente no era una mujer.
Además, en todo momento mientras me dirigía a su apartamento, actué como si fuera una chica, y no un chico.
Hasta cuando yo pasé entre un grupo de estudiantes, que varios de ellos me lanzaron piropos, algunos bastante ingenuos, mientras que otros muy vulgares, y descriptivos, yo en todo momento los ignoré, actuando como si realmente fuera una verdadera chica.
Por lo que estaba más que convencido, de que el profe exageraba, cuando toqué el timbre de su puerta, decidí seguir actuando, a ver que criticas pensaba hacerme.
Apenas me abrió la puerta, me vio de pies a cabeza, y sonriendo me hizo pasar, pero de inmediato me preguntó. ¿Qué era lo que yo deseaba? actuando de la manera más femenina posible, comencé por preguntarle qué era lo que no le gustaba de mi actuación.
Su respuesta fue básicamente la misma que la del resto de los profesores, que mi técnica era impecable, pero aún y así, él no sentía a la mujer.
Ya estaba por mandarlo al carajo, cuando me ofreció una taza de té, yo por aquello de que lo cortés no quita lo valiente, acepté.
Aunque con unas tremendas ganas de mandarlo a ya saben dónde, al poco rato regresó con mi taza de té, y a medida que me lo fui tomando, el profe me dijo. “De ser tu un actor promedio, no te molestaría tanto, pero eres un magnífico actor, y sé que puedes dar mucho más, solo tienes que realmente esforzarte.”
Ya me había tomado casi todo el té, cuando me dijo. “Este es un té milenario, muy especial, traído de la india, que permitía a muchos actores en ese país, relajarse para interpretar personajes algo difíciles, ya que le iba haciendo sentir al actor aquellos sentimientos que le hacían falta para interpretar debidamente su personaje.
Además de que también le permite visualizarse plenamente como el personaje, que deseaba interpretar.
Así como producir algunos efectos secundarios en el actor, a medida que seguí bebiendo de aquel oscuro té, las palabras del profesor las tomé como parte de una broma, y hasta me comencé a reír, fue cuando me di cuenta de que mi risa, a pesar de ser actuada, sonaba más femenina.
En ese momento el profe me dijo. “Te distes cuenta, ya te está haciendo efecto.” Yo me sentí algo confundido, ya que realmente, me fui sintiendo algo distinto.
En ese momento, él se me acercó y tomando mi mano suavemente, hizo que me pusiera de pie, diciéndome. “Sígueme que quiero que te veas en un espejo.”
Me puse de pie, y llevado de la mano a medida que fui caminado hasta su dormitorio, me fui sintiendo diferente, algo mareado, como si algo en mí hubiera cambiado.
Ya frente al espejo, me preguntó “¿Qué vez?” Cuando vi mi imagen reflejada en el espejo, lo que se me escapo decir, con una voz completamente femenina y natural, fue. “Mira que linda me veo.”
El tono de mi vos, me sonó sumamente agudo, y melodioso, lo que en medio de todo me sobre saltó, haciendo que me sintiera algo nerviosa, perdón quise decir nervioso.
La verdad es que la imagen que yo vi en el espejo era la mía, pero mi apariencia era mucho más femenina, y voluptuosa.
Ya que, aunque tenía relleno en el sostén, para dar la impresión de que los senos eran reales, asustado me llevé las manos a mi pecho, para darme cuenta, que aún tras quitarme el relleno, mis pechos realmente eran un par de hermosas tetas naturales.
De la impresión casi me desmayo, por lo que me tuve que sentar en la cama, fue cuando el profesor, me dijo. “Ahora permíteme que te ayude a quitarte el vestido.”
No le dije, ni que sí, ni que no, simplemente me mantuve en silencio, inmerso en mi confusión, preguntándome a mí mismo mentalmente. “¿De dónde carajo, me habían salido ese par de grande tetas?”
Él mientras tanto hábilmente me soltó los broches, y de inmediato me pidió, que me pusiera de pie, el vestido se deslizó suavemente hasta el piso de su dormitorio.
Yo no tan solo me sentía confundido, sino que también a la vez asustado, pero también sumamente intrigado, por saber que me estaba pasando.
Y al estar de pie ver nuevamente frente al espejo, y al ver mi reflejo, me llevé tremenda sorpresa, ya que no podía creer que realmente fuera yo, Ya que además del enorme par de tetas, apenas contenidas dentro de aquel ajustado sostén, me dio la impresión de que mi cintura era mucho más delgada.
Mis caderas más anchas, las facciones de mi rostro más femeninas, mi piel más tersa, y que el grueso bulto, que se formaba mi propio miembro entre mis piernas, había desaparecido.
Aún cargaba puestos mis ajustados interiores tipo yóquey, y sobre ellos el liguero bien ajustado, a las largas medias oscuras, que cubrían en esos momentos mis torneadas piernas, así como los zapatos de tacos.
Instintivamente llevé mi mano derecha sobre mi miembro, y mis testículos. Con la intención de comprobar que no habían desaparecido, para de esa manera asegurarme de que estaban ahí.
Pero lo que encontré fue un gran vació, más asustado por la impresión de no haber agarrado nada, introduje mi mano dentro del interior, al tiempo que ya casi a punto de caer en pánico, con mis propios ojos vi, que, en lugar de mi verga y testículos, lo que había era un frondoso coño bien peludo, de color castaño.
Estaba a punto de ponerme a gritar en medio de mi gran desesperación, cuando sentí las manos del profesor, que me agarraba por los hombros, diciéndome. “Tranquilízate, respira profundo, procura relajarte, que lo que te está sucediendo es parte de los efectos secundarios, que produce el té que bebiste. Estos efectos, puede que duren alrededor de unas cinco a ocho horas. Pero dime cómo te sientes.”
Procuré relajarme, y sosegarme, a medida que respiraba lentamente con suavidad. Hasta que le respondí, me siento muy asustada.
Aunque yo lo que quería decir, era asustado, el profesor, me continuó diciendo. “Eso es mantente relajada, y tranquila. Ahora, aunque el efecto, como ya te dije desaparecerá en varias horas, la experiencia por la que estas pasando, la podrás aprovechar con suma facilidad al momento de que realices la interpretación de una mujer. Así que procura mantenerte relajada, y experimenta al máximo, lo que significa para, ti ser mujer.”
La verdad, es que sentía tal confusión, en mi cabeza por lo que me estaba sucediendo. Que, por una parte, como que no comprendía lo que el profesor me decía, y por otra parte, no tenía palabras para expresar el estado en que me encontraba.
De momento mientras me seguía viendo en el espejo, al ver la imagen del profesor reflejada en el mismo espejo, fue que me di cuenta de la manera tan lasciva, que él me estaba mirando.
Sentí la sensación, de que me estaba comiendo con los ojos, por lo que en esos instantes me sentí deseada por él, al grado, que cuando, con sus manos aún sobre mis hombros, me volvió a conducir hasta su cama, yo no le ofrecí ninguna resistencia.
Los dos tomamos asiento en ella, mientras él me decía. “Ahora sería recomendable que pasaras por algunas experiencias vivenciales, es decir. Que hagamos algo que, en condiciones normales, jamás en la vida, tú y yo llegaríamos hacer. Tan solo para que te vayas impregnando de las emociones, y sentimientos más íntimos de una mujer, para que luego los puedas expresar con facilidad, al momento en que te encuentres actuando.”
Con lo aturdido, y confundido que me encontraba, no entendía nada de lo que el profesor me seguía diciendo, hasta que acercó sus labios a los míos, y sin yo esperármelo, me ha plantado un tremendo beso.
Y aunque al principio traté de resistirme un poco, algo dentro de mí hizo, que dejase de tratar de impedir que me siguiera besando.
En otras circunstancias, le hubiera dado un solo golpe, pero en lugar de eso, sentí un gran deseo que me siguiera besando, por lo que cuando sentí su lengua introduciéndose dentro de mi boca, dejé de ofrecer cualquier tipo de resistencia.
El profe continuó besándome, y pasando sus manos, acariciando todo mi cuerpo, al punto que cuando me quitó el sostén, disfruté enormemente, el que él de inmediato se pusiera a chupar los parados pezones de mis tetas.
A pesar de que sentí algo de pudor, al estar prácticamente desnuda entre sus brazos, a medida que con una de sus manos, me fue bajando mi ropa íntima, perdón quise decir mi interior.
Apenas lo terminó de hacer, con esa misma mano, comenzó a acariciar mi peludo coño castaño, introduciendo sus dedos dentro, de lo que en esos momentos eran los labios de mi vagina y mi vulva.
No quería que él fuera a pensar que yo era una mujer fácil, pero a medida que sus dedos acariciaban lo que sería mi clítoris, como que no pude aguantarme más, y recostándome voluntariamente sobre su cama separé, mis piernas.
Ofreciéndome por completo a él, justo en ese instante, me acordé de lo que uno de mis amigos, siempre nos dice cuándo salimos a beber. “Si yo hubiera sido mujer, harías dos cosas. Una era acostarse con todos los hombres, que me gustasen. Y la otra tomar diariamente pastillas anticonceptivas.”
En esos momentos, yo estaba más que deseosa de que me penetrase, al fin y al cabo, después, si como él decía, el efecto desaparecería, no debía preocuparme por nada, ni tan siquiera por tomar pastillas anticonceptivas.
En cosa de breves segundos, el profe se despojó de toda su ropa, y al yo ver su erecto miembro, sin querer lo comparé con el que había sido el mío, que según mi mejor recuerdo, era mucho más largo y grueso que el del profe, pero aún y así, eso no impidió que lo dejase penetrarme divinamente por mi coño.
Fui sintiendo como su miembro se fue deslizando suavemente dentro de mi vulva, hasta que sentí una ligera sensación entre ardor y dolor, fue cuando caí en cuenta, de que el profesor me había terminado de desvirgar.
Por unos breves segundos, me quedé como pasmada, hasta ese momento, ni tan siquiera había pensado en que era señorita, y casi de inmediato pensé, en qué le diría a un novio, cuando me preguntase cómo perdí mi virginidad.
Pero al seguir sintiendo como el miembro del profesor seguía penetrándome, rápidamente dejé de pensar en eso, y rítmicamente comencé a mover mis caderas, de una forma o manera que jamás lo había hecho.
Sentí como su miembro, una y otra vez entraba, y salía de mi peludo coño, al tiempo que yo no dejaba de gemir gustosamente de placer.
En cierto momento, me pidió cambiar de posición, y cuando me recosté boca abajo, temí que me fuera a dar por el culo, pero en lugar de eso me volvió a penetrar por el coño, solo que colocándose tras de mí, y con sus dedos me apretaba el clítoris.
Por lo que yo, que me sentía sobre excitada, daba gritos de placer, y alegría. En mi vida había disfrutado tanto del sexo, por lo que supe, lo que era disfrutar de un tremendo orgasmo, al tiempo que él se vino dentro de mi vulva.
Al rato me levanté para asearme, y mientras expulsaba todo el semen del profe, no podía dejar de sentir una gran curiosidad, a medida que, con mis propios dedos, exploraba todo mi coño, acariciando los labios de mí vagina, y apretando con mis dedos, una y otra vez, mi clítoris.
Finalmente salí del baño, tras lavarme muy bien, y no dejar nada del semen del profe dentro de mi cuerpo.
Pero ese deseo de seguir explorando me consumía, así que ya completamente desnuda, me recosté al lado del profesor, quien se levantó y se lavó su miembro, para regresar a su cama, junto a mí.
Justo antes de acostarse, a mi lado me preguntó, que había sentido. Y aunque con algo de vergüenza, le respondí. “Es una experiencia única, que jamás pensé que me llegaría a pasar, fue tan especial, y aunque no quiero que piense que soy una ninfómana, o una enferma sexual, la verdad es que deseo continuar haciendo el amor con usted.”
El profesor se sonrió, y me dijo. “Vez esa es una de las grandes diferencias, ya que, si nos ponemos a besarnos, por un buen rato, no voy a poder complacerte, como tú quieres, a menos que lo hagamos por la vía rápida.”
Yo me quede nuevamente sin saber de qué me hablaba el profesor, hasta que al tiempo que yo lo miraba a los ojos, el dirigió la mirada a su propio miembro, y luego, a mis labios.
Por lo que de inmediato, caí en cuenta que era lo que me estaba diciendo, cuando lo escuché decirme, que lo hiciéramos por la vía rápida.
Como hombre jamás se me hubiera ocurrido, hacer semejante cosa, pero cuando él dirigió su boca a mi coño, y su verga quedó frente a mi boca, no lo pensé dos veces y de inmediato me dediqué a mamar su verga, mientras que él me mamaba el coño.
Hasta que, en cosa de breves momentos, fui sintiendo como todo su miembro se volvía a tonificar, a medida que yo se lo mamaba.
Pero al mismo tiempo fui disfrutando de la sabrosa mamada que él le daba a mi coño, chupándome los labios de mi vagina, así como mi clítoris.
Haciendo que yo nuevamente disfrutara de otro tremendo orgasmo, quizás él estaba a punto de venirse, por lo que me sacó su verga de la boca, para luego decirme, al tiempo que me agarraba lujuriosamente las nalgas. “Quiero darte por ese parado culito.”
Algo que como hombre, jamás llegaría ni tan siquiera a pensar, que me llegase a suceder, pero en esos momentos, que no tan solo física y emocionalmente me sentía como una mujer, sino que era toda una mujer, con tetas, coño, y hasta con un buen culo.
Simplemente me recosté boca abajo, ofreciéndole mis paradas, y bien formadas nalgas a mi profesor.
Él a medida que se masturbaba, comenzó a ir penetrando mi culo con sus dedos, hasta que me dijo que ya estaba listo, y acto seguido, comenzó a darme por el culo.
Es cierto que cuando comenzó a penetrarme me dolió un poco, pero a medida que metía y sacaba su verga de entre mis nalgas, yo las seguí moviendo, y restregando contra su cuerpo, buscando sentir un mayor placer.
Hasta que nuevamente me volvió agarrar el coño, a la vez que me seguía dando salvajemente por el culo.
Cuando finalmente terminamos, yo lo que deseaba era seguir, pero el profe estaba ya, de capa caída, yo fui al baño, y tras expulsar todo su semen, me lavé, y al regresar al dormitorio me comencé a vestir, pensando en que debía ir a la pensión estudiantil, y entrar a mi cuarto sin que nadie me viera.
Me puse todo menos el interior, ya que no me pareció para nada femenino, y prefería salir con mi coño al aire, que volverme a poner esa cosa.
Del apartamento del profe a la pensión estudiantil, eran nada más un par de calles, pero a medida que iba caminado, no dejaba de pensar en la experiencia por la que estaba pasando.
En ese momento me llevé un tremendo susto, en el preciso instante que un chico iba pasando a mi lado, lo que, en condiciones normales, jamás me había asustado, en ese instante, el ver un simple ratón, corriendo por la acera, casi me produjo un ataque de pánico, nada más de pensar que se me podía subir por las medias.
Del susto fui a caer en los brazos de aquel chico, que digamos que me socorrió, espantando a ese asqueroso animal.
Quizás más sorprendido estaba él que yo, aunque yo me puse pálida, y se me aceleró el corazón, de manera increíble.
Pero ya en el refugio de sus brazos, le pedí disculpas, por la manera tan tonta que me había comportado al ver ese pequeño ratón.
El chico al igual, que yo también vivía en la pensión, era un estudiante de ciencias, con el que regularmente yo ni hablaba.
Pero en esos momentos, lo vi como mi salvador, y le dije que me dirigía a la estación, pero que necesitaba descansar un rato hasta que se me pasara el susto.
Y debido al estado en que me encontraba, él de seguro no me pudo reconocer, por lo que cuando me dijo que, si yo lo deseaba, podía recostarme un rato en su cama, por lo menos hasta que se me pasara la impresión.
Yo acepté de inmediato. Pero si yo me asusté cuando vi al ratón, ya dentro de su habitación, cuando me quité el vestido frente a él, para que no se me arrugase, y él vio mi peludo coño completamente descubierto, se quedó ensimismado.
De eso a comenzar a besarnos, no pasó ni un segundo, y de besarnos a que yo separase mis piernas, y dejarlo que me penetrase, fue algo casi inmediato.
Yo disfruté nuevamente de un sinfín de orgasmos, pero al levantarme para ir al baño para asearme, me di cuenta de momento que mis tetas se habían comenzado a poner más pequeñas, y mis lindas facciones femeninas, se estaban desapareciendo, por lo que me di cuenta de que ya el efecto del té comenzaba a desaparecer.
Rápidamente, sin tan siquiera despedirme de él, agarré toda mi ropa, y salí de su dormitorio, y entré al mío, por suerte sin que nadie me viera.
Después de asearme, y tocar mi coño otra vez, caí en mi cama como un tronco, y al día siguiente al despertarme, ya el efecto de lo que me haya dado el profesor, había desaparecido, y nuevamente para mi mayor tranquilidad, volví a ver mi verga, y mis testículos, así como de la misma manera habían desaparecido esas grandes y hermosas tetas, todo en mi había vuelto a ser normal.
En la mañana, tras comprobar que todo estaba bien, me vestí, y me fui a clase, ya en la tarde en otro ensayo general, no tan solo el profe solo tuvo elogios para mí, ya que según él mi interpretación fue magistral, sino que más de una de las personas presentes, en realidad pensaron que quien hacía mi personaje, realmente era una actriz.
Luego el profe, habló conmigo tras bambalinas, y me dijo que cuando quisiera me invitaba nuevamente a tomar té, para que siguiera explorando.
Por lo que me puse a pensar y llegue a la conclusión de que en el fondo realmente el profe me drogó, y que gracias a su influencia aluciné pensando que realmente me había convertido en mujer, cuando la verdad fue que me dio por el culo, y me puso a mamar su verga las veces que quiso.
Desde luego que le di las gracias, y acepté gustosamente su invitación, claro que para seguir experimentando.
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