No, no se lo digas a nadie, pero yo hago todo lo que tú quieras, pero no se lo digas a nadie.
Un chico en un centro deportivo se da cuenta que uno de sus compañeros no deja de mirarle la verga, por lo que apenas tiene una oportunidad lo pone a que se la mame, y posteriormente también le da por el culo, además al poco tiempo el resto del equipo se enteró y también se lo cogió. .
No, no se lo digas a nadie, pero yo hago todo lo que tú quieras, pero no se lo digas a nadie.
En el Centro Deportivo, al que yo asistía, al terminar las practicas, mientras que algunos de mis compañeros y yo, nos encontrábamos en las duchas.
Me di cuenta de que uno de los chicos del equipo, se quedó observando detenidamente mi miembro, mientras nos duchábamos, creo que ninguno de los demás se dio cuenta de eso, excepto yo.
Por lo que me demoré un poco más enjabonándome una, y otra vez, toda mi verga, y mis bolas.
Mientras el resto de los demás, se fueron marchando, el agua de la ducha le caía sobre todo el desnudo cuerpo del, y sin parpadear no apartaba la vista de mi verga.
Tras asegurarme que estábamos solos, me le acerqué, y colocando una de mis manos sobre su hombro, lo presioné ligeramente sin decir palabra.
En ese instante levantó la mirada y me vio fijamente a los ojos, enseguida comprendió que era lo que yo deseaba que él hiciera.
Sin perder tiempo, sus rodillas se doblaron, quedando su boca a la altura de mi erecto miembro.
No tardo nada, en abrir su boca, y dejar que lo penetrase, coloqué mis manos, sobre su mojada cabeza, y lo comencé a guiar la mamada, que tan sabrosamente me daba.
Por un buen rato, mamó, chupó, lamió y hasta besó la cabeza de mi verga, antes de que se sorprendiera cuando mi verga comenzó a eyacular, toda mi leche, directamente dentro de su boca.
Después de eso solo le dije. “Mañana, al salir de clases, nos vemos de tras del depósito de agua.”
Al día siguiente puntualmente llegó tras el depósito de agua, y al poco rato llegué yo, algo nervioso me preguntó qué era lo que yo deseaba decirle, y él simplemente, le dije. “Que va a ser maricón, que te quiero dar por ese culo, ya mismo”.
Él se quedó impresionado por la manera tan brusca y grosera en que le hablé, y hasta comenzó a retirarse, cuando lo agarré por el brazo y le dije. “O me das el culo aquí, y ahora o desde esta noche le voy con el cuento a todos los del equipo.”
En ese momento no lo pensó, pero de inmediato me dijo. “No, no se lo digas a nadie… yo hago lo que tú quieras, pero no lo digas.”
Después de ese instante, le dije. “Está bien, quiero darte por el culo así que ponte”. Como ese sitio era bastante retirado del pueblo, y lo que había alrededor eran tan solo matas, en lugar de bajarse los pantalones únicamente, se desnudó todito.
Cuando lo vi hacer eso, me le quedé viendo sus nalgas y le dije. “La verdad es que si parecen las de una chica.” Y tras decir eso, mientras él se colocaba en cuatro, yo me bajé el pantalón sacando mi verga, la dirigí de inmediato al centro de sus nalgas, haciendo que se quejara de dolor.
Pero a pesar de ello comenzó a mover sus nalgas contra mi cuerpo, buscando un mayor placer de su parte.
Yo lo sujetaba con fuerza por las caderas, y a medida que le hundía toda mi verga, dentro de su culo, con mayor fuerza lo apretaba.
Por su parte a pesar del dolor, para mí era evidente que él lo disfrutaba inmensamente de esos fuertes apretones, y de todas las cosas que le fui diciendo, a medida que le seguí dando por el culo, sin compasión alguna.
En cierto momento me comencé a recostar sobre él, hasta que mi boca estuvo sobre su nuca, y mis orejas las que mordí a medida que continuaba metiendo, y sacando toda mi verga de su apretado culito.
Movía su culo sabrosamente, estaba que explotaba de felicidad, después de eso me dijo que se sentía tan seguro en mis brazos.
Continúe dándole por un buen rato, hasta que mis movimientos se aceleraron, y lo apreté con mayor fuerza, para luego detenerme poco a poco.
Hasta que después de un corto momento de tranquilidad, saqué mi verga de su culo, y le pregunté. “¿A cuántos, ya les has dado el culo?”
En ese momento me vino con el cuento de que era su primera vez, quizás por aquello de ser discreto, me dijo. “Tú eres el primero al que yo le he mamado la verga, y dejado que me dé por el culo. Pero por amor de Dios que no se lo dijera a nadie”.
Lo cierto es que eventualmente varios de nuestros compañeros del Centro Deportivo, se enteraron de que él fácilmente daba el culo, y por consiguiente a ellos también se los tuvo que dar, bajo la amenaza de que se lo dirían a otros.
Cuando finalizó esa temporada, ya sus nalgas, eran bien conocidas por la mayoría de los chicos del Centro, incluso por los conserjes.
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