No sé qué me sucedió….
Un joven empleado solicita una cita con el gerente de la empresa, con la idea de darle por el culo, y de esa manera escalar una mejor posición en la empresa, pero al no poder pararse su verga, el gerente le ofrece puntearlo, a ver si así se le para, pero el viejo se lo coge..
No sé qué me sucedió….
Uno de los principales gerentes de la empresa, bastante maduro, alguien a quien todos respetan, pero que, a su vez, tiene una particular manera de ver a los empleados jóvenes como yo.
Como yo mientras estuve estudiando en la universidad, me topé con varios profesores, y profesoras, que me veían de la misma manera, y con los cuales terminé acostándome, pero siempre era yo quien los penetraba.
Así que, buscando una inmediata promoción, me dirigí a su oficina, a solicitarle una cita, su secretaria.
Sin perder tiempo, me dijo que el único tiempo disponible que el gerente tenía era a las seis de la tarde, ya que él se quedaba en ocasiones hasta dos horas, después de que todo el personal de las oficinas se había marchado.
Lo cierto es que pensé, en esos momentos, que era lo más conveniente para mí, y justo a las seis de la tarde después de que ya todo el personal se había marchado, hacía más de una hora, me presenté a su oficina.
Apenas entré, sentí nuevamente como su mirada se había clavado sobre mi verga, y sin retirar sus ojos, me preguntó qué era lo que yo deseaba hablar con él.
Al principio le planteé una idea para economizar papel de fotocopias, idea que al parecer le agradó mucho, y fue cuando me invitó un trago.
Personalmente, me lo sirvió, y ya de manera más informal comenzamos a charlar, augurándome un buen futuro en la empresa, y todo esto sin retirar sus ojos de mi paquete.
Para hacerle la historia larga, corta, les diré que al rato ya los dos nos estábamos quitando toda la ropa, nos comenzamos a abrazar, y besar.
Aunque no habíamos comentado nada al respecto, ya me disponía yo a penetrarlo, pero justo en el momento en que yo me encontraba tras de él, dispuesto a enterrarle toda mi verga entre sus blancas nalgas.
Sucedió que, de momento, toda mi verga se quedó flácida, y se empequeñeció rápidamente.
Yo la verdad es que no sabía dónde meter la cara de la vergüenza que eso me dio, aunque él no se incomodó en lo más mínimo, es más lo tomó de manera bien condescendiente, diciéndome que eso le puede pasar a cualquiera.
De inmediato él mismo comenzó a manipular mi miembro, para ver si volvía a ponerse en las condiciones apropiadas para penetrarlo, pero nada de nada, mi verga seguía mustia, y recogida.
Entonces el mismo me propuso que dejase que él me diera una mamada que, de seguro, así volvería a tomar cuerpo.
Y bueno, se dedicó a mamar mi verga, lo que al principio pareció resultar, pero apenas se la saqué de su boca, y nuevamente me pare tras él, se me volvió a poner pequeña, y arrugada.
Yo estaba que me moría de la vergüenza, pensando que, si le fallaba, de seguro perdería para siempre, cualquier oportunidad de promoción dentro de la empresa.
Por lo que, casi llorando, comencé a pedirle disculpas, diciéndole que ignoraba que me pasaba.
En ese momento me volvió a tratar de la manera más condescendiente que pudo, y a medida que me consolaba, colocando una de sus manos sobre mi hombro, me dijo. “De seguro, debe tratarse de algo sin importancia”.
Pero me propuso que lo dejase intentar, puntearme, yo la verdad es que nunca había escuchado ese término, por lo que ignoraba a que se refería.
Fue cuando deslizando la mano que tenía sobre mi hombro hasta mi cintura, me dijo. “Es bien sencillo, tú te apoyas contra la mesa, separas las piernas, mientras que yo te comienzo a puntear con la cabeza de mi verga sobre tu esfínter, al tiempo que te masturbo, ya que hay a quienes eso le funciona”
Yo estaba a punto de penetrarlo a él, y la idea era que se me volviera a poner en forma para cogérmelo, por lo que, sin pensarlo mucho de inmediato, le dije que sí.
Así que asumí la posición que me había indicado, casi de inmediato comencé a sentir varios de sus dedos acariciando mi esfínter, cosa que al principio no me agradó mucho, ya que nunca nadie de las personas con que me había acostado, me había tocado el culo.
Pero a medida que me comenzó a acariciar, con su otra mano a la vez también comenzó a manosear mi verga.
Y aunque no se me había puesto bien dura, por lo menos había comenzado a tomar cuerpo, por lo que yo con la esperanza de que se me tonificara por completo, dejé que continuase haciéndome todo eso.
Suavemente sentía como sus dedos con algo de saliva, iban explorando mi esfínter, mientras que mi verga lentamente continuaba tonificándose.
Cuando de momento me comentó, que iba a comenzar a puntearme, y casi de inmediato comencé a sentir su caliente glande que chocaba suavemente una y otra vez contra el hueco de mi culo.
Yo a todas estas, fui viendo como mi propia verga entre sus dedos seguía creciendo, pero aún le faltaba mucho como para que volviera a intentar penetrarlo yo a él.
Así que lo dejé que continuase, y seguí sintiendo como la cabeza de su verga, continuaba entrando en contacto con mi esfínter.
Ya en esos momentos él me sugirió que lo dejase meterme la cabeza, ya que, de seguro de esa manera, mi erección volvería de manera más rápida.
Bueno la verdad es que le dije que sí, ya que comencé a sentir un cierto placer a medida que él seguía poniendo la cabeza de su verga, contra el hueco de mi culo.
Yo me encontraba de lo más tranquilo y confiado, hasta había comenzado a mover ligeramente mis nalgas, cuando de un solo empujón me penetró por completo con toda su verga.
Lo cierto es que pegué un fuerte chillido, el condenado viejo ese, me había enterrado sino toda, o por lo menos gran parte de su dura verga.
Al tiempo que, con su otra mano, continuó apretando mi verga, y masturbándome con fuerza.
Yo la verdad es que no me esperaba eso, el chillido que di fue bien fuerte, el dolor que eso me había provocado en mi culo era bien fuerte.
A medida que me corrían un par de lágrimas por mi cara, comencé tontamente a reclamarle, diciéndole. “¿Pero no que solo me iba a meter la cabeza?”
Él tratando de ocultar su risa me respondió, diciéndome. “Pero quien te dijo que la verga tiene hombro, se me fue toda, ahora disfrútala, y continúa moviendo esas nalgas.”
Yo no estaba preparado para eso, pero a medida que él continuaba metiendo y sacando toda su verga de mi culo, yo comencé a sentir algo completamente raro.
Aunque no me dejó de doler, no por ello dejé de seguir moviendo mi cintura, y apretando mis nalgas, a medida que él seguía enterrando toda su verga dentro de mi culo.
Cuando menos lo pensaba comencé a gemir, y a seguir chillando por el placer que me producía, lo que el me estaba haciendo.
Así pasamos un largo rato, yo moviendo mi culo, y apretándolo una y otra vez, mientras que el viejo no dejaba de masturbarme, y de seguir clavándome toda su verga.
Cuando al rato, aun sin llegar a venirse, el condenado viejo, extrajo su gruesa verga de entre mis nalgas, y señalándome el sofá de su oficina, me ordenó que me recostase bocarriba.
No bien había terminado de hacerlo, cuando él me tomó por los tobillos, levantó mis piernas, y luego las separó.
Mientras que yo fui incapaz, de decir o hacer algo por evitar, que nuevamente me volviera a penetrar con su verga.
Y fui viendo como ante mis ojos, mi culo se fue tragando nuevamente toda su verga, por un buen rato nuevamente siguió metiendo y sacando por completo toda su verga de mi cuerpo, al tiempo que yo no paraba de masturbarme.
Disfrutando de todo lo que ese viejo, me estaba haciendo, quizás piensen que exagero, pero cuando finalmente se vino dentro de mí, les juro que sentí como todo su caliente semen me llenaba por dentro.
Por lo que hasta terminé viniéndome, luego él se dirigió al baño, y mientras yo aun no podía creer lo que me había sucedido.
En ese instante me ordenó que me fuera al baño y en el bidet, me lavase bien el culo con agua y jabón una vez que había terminado de acabar.
Cuando regresé a su lado, el viejo permanecía sentado en el sofá, y agarrándose la verga, me dijo. “Ahora ponte a mamar, que por lo visto para lo otro no creo que puedas”
Sumisamente, me arrodillé frente a él, y tal como si ya lo hubiera hecho un sin número de veces, agarré su mustia verga y comencé a lamérsela, lentamente.
De eso a que me dedicase a mamársela como debe ser, pasaron unos pocos minutos, y ya al poco rato yo seguí con su verga dentro de mi boca, mama, que mama.
Durante toda la noche, él hizo conmigo lo que le dio, gusto y ganas, dejando mi culo tan abierto como una ponchera.
Bueno desde esa fecha, prácticamente me he convertido en una especie de esclavo sexual, que deja que su amo, y quien él guste, me den de manera incansable por el culo, cuando no es que me encuentro mama que mama.
No es por nada, pero como a la semana de eso que me sucedió, él mismo apareció en la barra del pub en que me encontraba, y solo bastó que él me dijera. “Te espero en la oficina”, para que yo de inmediato, pagué la cuenta, y como su fiel esclavo lo seguí.
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