Noche con mi Primo.
Después de experimentar, por primera vez, lo que era el sexo, me vi obligado a continuar. Mis primo, ¡es el mejor!.
ÁNGEL
Hola, como les contaba en el relato anterior, a los cinco años comencé a tener sexo con uno de mis primos, el cual era Ángel, un chico de trece años, alto, de piel pálida (bronceada por el lago), ojos miel y cabello negro. Ángel no era tan atrevido como los demás, pero jamás me trato bien. Mi padre nunca se enteró de lo que pasaba y los días pasaron, mi primo me seguía cogiendo y a mi comenzó a gustarme, pues tenía el culo bastante ocupado y la sensación era muy satisfactoria. Antes de continuar con lo que iba, tengo que contarles sobre mi adicción a los culos:
«Una noche, cuando tenía cuatro años, mi padre llegó de un fiesta, yo dormía, pero el ruido me despertó. Él comenzó a orinar y es de los hombres que se lo quitan todo para hacerlo, por lo que me acerque y por extraño que parezca, tenía crema de leche en el culo. Cuando se acostó, se lo olvido vestirse, por lo que el olor me atrajo y en pocas palabras le lamí el culo a mi padre… sí, sé como suena, pero es la verdad».
Ángel se había vuelto bastante arriesgado, en un momento del día, me cogió en el lago incluso cuando mi primos estaban allí. En menos de dos días, me había hecho mamar su verga, me había cogido más de diez veces y me daba tan duro que yo gritaba en ocasiones. Nuestros encuentros se amplificaban en la noche, pues me agarraba, me bajaba los pantalones y de una, me metía la verga. Siempre me dolía al principio, pero me gustaba. La noche del tercer día, me fui a dormir con Ángel, pues él dormía junto con Timothy, pero este estaba de fiesta junto con su hermano y padre, el resto, nos habíamos quedado en la casa. Fue con algo de excitación, quería que me cogiera, pero tenía miedo de decirlo. Me acosté en la cama de Timothy y Ángel entró en bóxer y cerró la puerta con llave. Todas las habitaciones de la cabaña, eran anti-ruido, por lo que no se podía escuchar nada de afuera a menos que tocaran la puerta, y de adentro tampoco.
—¿Qué haces, pequeño? —preguntó Ángel acostándose en su cama.
—Dormir —contestó con nerviosismo.
Ángel pareció no entender, parecía molesto y algo alterado.
—Hoy no vamos a dormir —dijo riendo. El cuarto no estaba oscuro, pues había una lámpara encendida, así que lo podía ver—. ¿No sabes? Esta noche, vamos a coger como locos, voy a romperte el culo como nunca te le han hecho, vas a gritar de dolor y de placer y no voy a detenerme. Me la vas a mamar tanto, que te voy a perforar la garganta.
—Yo no quiero eso—le dije asustado—. Yo quiero dormir.
—Bien, no me importa lo que quieras, te has dejado coger de mí estos dos días, y sé que te gusta. No me interesa.
Ángel se levantó. Mi primo era un chico de verdad guapo, su cuerpo de trece años era muy provocador: sus pezones rozados, su pecho, su abdomen y su ombligo, todo su torso era bastante atractivo. Su rostro era muy atractivo, cualquier chica del común, se moriría por estar con él y eso que no era para nada el más guapo de todos. El día anterior, por la tarde, cuando Ángel me había puesto a mamar casi todo el día, también hizo que se la midiera, y vi que tenía un trozo de quince centímetros. Ángel se sacó la verga, la cual aun estaba dormida y me la dio.
—Ven y mama, me gusta sentir mi verga en tú boca.
Me acerque y comencé a mamar su verga. Estaba flácida, pero aun así era larga. Sabía a jabón de avena. La verga me llegaba casi hasta lo último de la boca. Pasé mi lengua por su piel blanca, mientras metía y sacaba su verga pegada a mis labios. En segundos comenzó a ponerse grande, primero algo dura y ya tocaba mi garganta, y después lo más grande, hasta que la cabeza de su verga me pasaba por toda la garganta. Como dije, no tengo reflejo faríngeo, pude tenerla en mi boca durante mucho tiempo. Ángel comenzó a mover la cadera y a introducir su verga más al fondo. Comenzó a cogerme la boca. Sentía como y verga entraba completa en mi garganta. Cuando se detuvo y me la sacó, se bajo el prepucio y dejo la cabeza rosada afuera y me indico para que la chupara.
Levantó sus huevos y me los metió en la boca. Eran grandes y rosados. Luego me pegó con la verga múltiples veces en la cara, pegaba duró y dolía. Seguí mamando sus huevos hasta que lo vi, debajo de las dos grandes bolas, estaban el ano, una cosas bella, redonda y rosadas, un ano entre dos bellas nalgas blancas. Me dio miedo, pero como Ángel estaba de un forma que me obligaba hacerlo, lo hice. Ángel estaba recostado en la pared, con las piernas abierta y recogidas, dejando las rodillas arriba, por lo que dejaba a la vista su hermoso ano rosado. Comencé a lamer, pasando mi lengua y él se recogió.
—¡Hey, hey, espera! —dijo sentándose— Mi culo solo es mío, no puedes lamer… ¿Te gusta? —Yo asentí con la cabeza— No, no, es mejor que me mames la verga. Eso me gusta más.
Levantó la cadera y me metió su verga en la coba y volvió a cogerme. Parecía loco, como si no pudiera detenerse y me daba cada vez más duro. Ángel era un chico en su totalidad blanco y eso me prendía.
—Ya te quiero coger… mierda, mierda, ¡Dios, mamas como una puta! ¡Una vez, antes de que llegaras, Tate nos llevo al pueblo con una putas las cuales nos cogimos, pero tú tiene una mejor boca y un mejor culo! —me decía mientras me metía con fuerza su verga en la boca. La saliva me salía en grandes cantidades, pero no tenía ganas de vomitar—. ¡Dios, Dios, Dios, ya, ya suéltame! Muéstrame tú culo para cogerte.
Me volvió y levante el culo, Ángel tomo y lamió mi ano, primera vez que lo hacía. Me nalgueo y me modio las nalgas, eso me gustaba. Mi culo de cinco años, deseaba a su hombre de trece. Ángel se notaba gigante a mi lado, por lo que me excitaba más. Me levantó el culo y me metió la verga a un solo. No me dolió, la verdad quería que lo hiciera y comenzó a cogerme duro. Se escuchaban los golpes de su pelvis contra mi culo. Notaba como sus huevos chocaban también.
—¡Te gusta, dime, quieres mi verga! —Ángel hablaba más excitado que él y cuando se le pegaba a su espalda, podía sentir su corazón al cien—. ¡Te voy a dar toda la noche, quiere escucharte gritar!
Ángel comenzó a aumentar la cantidad de cogida. «¡Dios, más duro!» me decía para mis adentros, pues me daba pena hablar. Casi dos horas pasamos cogiendo en esa posición. Como estaba acomodado, podía ver el reloj y estuve pendiente de la hora. Ya me dolía y Ángel no parecía que estaba por terminar así que del susto comencé a gritar.
—¡Yaaaa, déjame, me duele! —decía mientras Ángel solo reía. Es la hora, yo con diecinueve años y no comprendo como mis primos podían durar tanto cogiendo, pues llegaban hasta dos o tres horas y en algún momento, fueron siete horas cogiendo sin parar, no sé como lo lograban sin cansarse— ¡Por favor, déjame, mi culito me duele! —Por más que gritaba, Ángel no parecía hacerme caso, pues era lo que quería.
—¡Ves, te dije, no me vendría hasta que gritaras de dolor y placer! —En un momento aumento el movimiento y yo grite tan duro que me asuste que me escucharan afuera—. ¡Cállate, ya me vengo! ¡Abre bien el culo, ve voy a venir! ¡No, mejor!
Ángel dejo de cogerme y me dio la vuelta, en un instante le metió la verga en la boca, me cogió por veinte minutos hasta que me la metió más dentro que nunca y me echó todo su semen, que fue una gran descarga espesa. Ángel me la sacó de la boca y libero la gran cabeza rosada del prepucio y me la puso a mamar, la verdad e gustaba «bombonear», como él le decía, algo muy típico en Colombia, suponía. Su cabeza se inflaba en ocasiones y en otras solo se ponía más pequeña, pero la apretaba y botaba gotas blancuzcas de semen sabroso. Todos en la casa, por costumbre y dicho mi abuelo, consumíamos piña, pero yo lo deje de hacer por alergia, pero todos los primos lo hacían, ya que decían que el semen sabía más rico y era verdad, el semen de Ángel era la gloría.
Cabe decir que apenas era las diez, así que nos dormimos, pero cuando me desperté, vi como Ángel me comenzó a coger de nuevo y luego me obligo a mamar. Duré tanto haciéndolo, que la mandíbula comenzaba a dolerme. Fueron como dos horas de mamada hasta que se volvió venir en mi boca y me hizo mamar de nuevo hasta que se quedo dormido, y fu cuando aproveché para alzarle las piernas y ver nuevamente ese bello ano rosa y comencé a mamar. Sus nalgas blancas se apretaban entorno a mi rostro y su ano rosado, sabía al mismo jabón de avena. Cuando ya me aburrí me acosté a dormir y amaneció un nuevo día.
como sigue
La verdad me tomo el tiempo, ahora estoy muy atareado con la Universidad y con mi nueva vida acá, en Francia, pero hago todo lo posible para terminar mis relatos. Pienso que serán muchos, ya que para ser sincero, todo mi tiempo de crecimiento, fue con mis primos. ¡Gracias por leerme!