NOS TIRAMOS A NUESTRO MEJOR AMIGO.*
Dos chicas se aprovechan de un chico ebrio..
Mi nombre es Diana. Soy delgada, con pechos medianos, trasero pequeño, piel trigueña.
Tengo novia, ella es Martha. Delgada, piel blanca, ojos verdes, pechos chicos, trasero mediano.
Tenemos a nuestro mejor amigo.
Él se llama Marcos.
Es guapo. 1.75, piel trigueña, cabello negro. Es casi, casi todo un galán.
Nos conocemos desde niños, a pesar que en cierta forma él nos presentó.
Con el tiempo Martha y yo descubrimos nuestro gusto de la una por la otra y así comenzamos nuestro noviazgo.
Todo comenzó por una excursión, la cual fue un total desastre.
Esa circunstancia hizo que regresáramos antes de lo previsto.
Invitando a Marcos unas bebidas de consolación por nuestro viaje fallido en casa de Martha.
Con la casa sola. Pusimos música, llevamos botana y mucho alcohol.
Cantamos, reímos, comimos, nos embriagamos, quedando Marcos fulminado luego de tanta bebida.
Martha y yo nos pusimos románticas.
Había planeado ir provocándole, con un mini short verde y ajustado.
Pero bueno. Ya tenía a mi novia sobándome las piernas, mi vagina por encima de este y mi culo.
Yo ya le había sacado las bubis para darme gusto.
Algo nos o mejor dicho alguien nos distrajo con sus ronquidos.
Si. En efecto Marcos roncaba fuerte.
Una idea nos llegó de pronto y está fue hacer un tipo de lesbian show frente a él, estando perdidamente dormido.
Martha me quito la playera con todo y sostén, para bailar y chuparme un poco.
Nos preguntamos si él nos veía, fingiendo su ronquido.
Por lo que subimos el tono a nuestro agasaje.
Nada sucedía con aquel hombre pues.
Martha tuvo que ir al sanitario, en lo que yo me senté junto a Marcos, quien estaba casi tendido a la mitad del sillón.
Observe su paquete, el cual estaba igual de inerte que su dueño.
Antes de que Martha y yo fuéramos novias tuve algunos amoríos con chicos, con quienes tuve relaciones sexuales.
Acerque mi mano para tocar su paquetito, el cual se sentía un poco grande a pesar de estar flacido.
No soporte la curiosidad y se lo saqué.
Con el tacto se estaba poniendo firme.
Se veía rico.
Lo comencé a masturbar un poco.
La verdad me lo quería meter, pero no sabía como reaccionaria Martha. Así que fui por ella y le comenté mi travesura.
Algo desconcertada. Mi novia veía como masturbaba por vez segunda el falo de nuestro amigo.
– ¿No te da curiosidad de tocarlo también amor?
– Mmm. No se. ¿Y si despierta?
– Pues ya estaremos cumpliendo la fantasía de todo hombre. ¡Ven. Tocalo!
Torpemente lo trató de masturbar, por lo que la guíe en su nueva experiencia.
Martha jamás había estado con un hombre. Puedo presumir que yo la estrene. Jiji.
Besandola cachondamente. Me decidí a meter esa verga frente a mi.
Tenía mucho que no mamaba una, desde hace tiempo.
Ya me estaba enajenado, cuando sentí la mirada de mi chica.
Deje de mamarlo, acercándome a ella para mostrarle como se hacía, chupandole un dedo. Ya que no queríamos lastimar a Marcos.
Luego que Martha le mamó un poco, nuestras lenguas se unían, quedando la polla de nuestro amigo en medio.
Le baje los pantalones a los pies, con todo y un bóxer de emogis, cosa que a Martha le dio mucha risa.
– Ahora viene lo bueno amor.
Me clave aquella polla para que mi novia viera como debe cabalgarse un hombre.
No era muy grande, pero su grosor me estaba volviendo loca.
Martha acariciaba mis senos por atrás, besando mi cuello y luego nos fundimos en un ardiente beso.
Al venirme en mi amigo, Martha le volvió a hacer un oral, esta vez con mis jugos.
La levante, nos besamos ya estando desnudas y la fui sentando de espaldas a mi amigo.
Poco a poco fui guiando su falo a la vulva de mi amada, para que lo montará un poco.
El ver a mi novia siendo atravesada por un pedazo de carne me puso a tope.
En lo que Martha hacía sus sentadillas.
Yo me acerque para que chupara mis pezones, al mismo tiempo, ella metía sus dedos en mi vagina.
La levantaba un poco para dejarla caer en el falo de Marcos. Mismo que ni enterado que sus dos mejores amigas abusabamos de él.
Martha daba alaridos de placer, mojando a nuestro amigo.
Me empotre en una silla, con el culo bien alzado, le pedí me diera un beso negro.
Luego de eso. Por vez primera me ensarte un pollon en mi cavidad anal.
Me dolía un poco, pero el morbo y la oportunidad pudieron más.
Luego se acerco Martha, hincandose, me devoraba la concha a tal grado que aullaba como gata en celo.
Me recoste sobre Marcos y puse sus manos en mis pechos.
Que delicia era sentir la polla en mi culo, al igual que sentir a Martha mamandome.
Martha fue a traer su cinto con consolador integrado, dándome una doble penetración.
¡Aaahhh, Aaahhh, aaaaaggg!
Me sentí en el cielo de la lujuria y de la exitación.
Por la inercia de apretar el ano a raíz del orgasmo que me llego, también la polla de Marcos expulsó su liquido.
Agitada. No me quería sacar la verga de mi amigo, pero aún tenía el morbo de ver a Martha en la misma situación.
– ¡Que suerte. Aún sigue dura. Siéntate!
Ya con el culo lubricado, Martha jadeaba de lo lindo por aquella doble penetración.
Mutuamente nos jalamos los pezones, nos manoteabamos las bubis, nos besabamos y cada quien metía velocidad a su clavada.
– ¡Este kabronazo se está orinando!
– ¡No te levantes. Pronto sentirás rico!
– ¡Ufff. Siii. Que rico!
Entre las dos devoramos a mamadas la polla que nos dio placer en forma de agradecimiento.
Lo volvimos a masturbar, combinando nuestros chupetes y ¡pum! Otra descarga de leche con la cual Martha y yo yaciamos en el suelo, haciendo el amor como de costumbre.
Al terminar. Acomodamos a Marcos. Lo arropamos, ambas lo besamos y nos fuimos a dormir.
Al día siguiente Marcos se quejaba de la resaca, alegando que no supo aque hora se durmió, amaneciendo bien tapado.
Martha y yo nos miramos con muchísima complicidad y morbo a la vez.
Eso sí. Llegamos al acuerdo de no decirle absolutamente nada.
Vladimir escritor.
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