Nueva vida Cap.1 El autobús.
En este capitulo conocerás y acompañaras a Andres, un hombre que se considera bisexual, en el inicio de una largar relación con su señor, un hombre que conoce de casualidad en un autobus. Este es el primer capitulo de una historia con aspiraciones a ser larga. .
El sol comenzaba a ocultarse detrás de los edificios y el frío de la noche hacía tiritar a quienes esperaban el autobús. Andres había tenido un inicio de semana difícil y aún le quedaban cuatro días más por delante. No se encontraba especialmente cansado, pero si fastidiado y molesto. Alguien había dejado caer una botella de gaseosa sobre su mesa de trabajo, arruinando unos importantes documentos de la firma y mojando su celular. Mañana tendría que mandar a buscar una copia a los archivos y rezar porque encuentren una ahí. En cuanto al celular, esperaba que no se hubiera estropeado. Tan pronto lo vio, lo desarmó, lo secó y dejó la batería a un lado. Con suerte mañana colocaría la batería y no tendría mayores problemas con eso.
Andrés no estaba realmente seguro cuánto tiempo esperó al autobús en esa fría parada, pero cuando por fin llegó se abalanzó a las puerta para poder subir a él. El vehículo era un modelo antiguo y muy poco iluminado que solo contaba con una puerta, la cual estaba ubicada en la parte delantera y servía tanto para subir como bajar del autobús. El pasillo que lo atravesaba estaba rodeado de asientos, dos filas de asientos de un lado, una fila de asientos del otro y una columna más de asientos al final. A fuerza de disculpas Andres avanzó entre la gente hasta llegar a más allá de la mitad del bus, se sostuvo de donde pudo y se preparó para un largo viaje en el cual no tendría su celular como distracción.
Andres sabía que en algún momento el autobús se iba a vaciar, pero mientras tanto la ventana lo ayudaba a desconectarse de lo que lo rodeaba. Fue el choque de una mano contra su pierna lo que hizo que su atención volviera al autobús. Atribuyó el roce a un descuido y rápidamente movió su pierna para evitar el contacto. Unos cuantos minutos pasaron, cuando por una segunda vez el dorso de una mano se colocó sobre su tibia. El autobús estaba muy lleno como para darse vuelta o moverse del lugar, pero Andres tenía suficiente espacio como para mover su pierna una vez más, aun así, no lo hizo. Esta vez solo se quedó en su lugar, sin saber bien qué hacer. Por un momento pensó en que tal vez la persona sentada detrás de él se había quedado dormida y que todo ese roce no era más que un descuido, pero con el pasar de los minutos el dorso de la mano se separó de la pierna de Andres, giro y en su lugar la palma se posó sobre el mismo lugar. Toda confusión desapareció de la cabeza de Andres, era claro lo que estaba pasando. Todo su cuerpo se puso tenso y sintió ganas de salir de ahí, pero nuevamente no lo hizo. Muchas veces había visto vídeos eróticos de acoso a mujeres en micros o autobuses, pero jamás imaginó que a hombres también les podía pasar eso. La idea de que un extraño lo tocara, imaginar al hombre que se encontraba detrás de él, de imaginar hasta dónde llegaría con sus manos lo excitó tanto que decidió dejarlo ser, dejar que ese extraño lo tocara y mimara un poco. Tal vez esta nueva experiencia lo ayudará a hacer este día un poco mejor.
El extraño se dio cuenta que el silencio y la quietud de Andres eran un consentimiento tácito, por lo que poco a poco comenzó a acariciar lentamente su pierna. El hombre tenía paciencia y se movía con cautela. Los movimiento continuaban siendo delicados y con algo de esfuerzo aun podían ser disimulados si Andrés daba indicios de estar incomodo con la situación, pero Andres no pensaba en negarse y deseaba que aquel extraño se animará a más. No fue hasta pasaron varios minutos así que el hombre se convenció de que Andres no iba a negarse y por fin tomó más confianza. Apretó un poco la mano y acarició la rodilla con más descaro. Su mano entonces no tardo en subir hasta los muslos de Andres y acercarse hasta sus nalgas.El autobús comenzó poco a poco a vaciarse, Andres negó sentarse en uno de los asientos que se desocupo frente a él y cedió el lugar a un hombre que se encontraba parado a su lado para poder seguir de pie a espaldas del extraño. Disimuladamente se apoyó medio lado sobre la butaca para ocultar la mano de su acosador y permitirle seguir con el juego. Cuando la mano del hombre acarició su nalga las piernas de Andres casi lo abandonaron, pero mordiéndose el labio logró mantener la compostura. El viaje continuó unos diez minutos más de la misma manera, Andrés intentaba disimular su excitación y el extraño continuaba acariciándolo, pero cada vez menos personas se encontraban paradas y al cabo de un rato él era el único de pie en un autobús con varios asientos vacíos. De repente y sin aviso la mano del extraño se apartó, Andres tuvo que luchar con su instinto para no voltearse a verlo, por suerte o desgracia no tuvo el tiempo para hacerlo. El extraño se levantó de su asiento, pero en lugar de dirigirse a la puerta ubicada en el frente, para bajar, caminó hasta el fondo del vehículo y se volvió a sentar.
Andrés pensó por un momento que hacer, en el fondo del autobús no había luces y apenas podía verse, si se prestaba mucha atención, que allí solo había una persona. Pensó en sentarse en el lugar que el extraño había dejado y terminar ahí la experiencia pero algo en él lo empujó hasta el final del autobús, casi como sin poder resistirse se sentó junto al extraño que, protegido por la oscuridad del bus, ahora miraba por la ventana con sus piernas abiertas. Apenas se sentó pensó en decirle algo pero la mano del extraño fue más rápida que sus palabras y se apoyó en la nuca de Andres. Con un leve movimiento lo guió hacia abajo y lo acercó poco a poco a su entrepierna, mientras la otra mano aflojaba el cinturón y desabrochaba el pantalón. Casi sin reconocerse, Andres obedeció la orden clara pero muda del extraño. Casi no podía ver nada, así que se valió solo de sus manos para bajar la ropa interior y sacar el miembro de aquel hombre. El sentir como el pene de ese extraño palpitaba entre sus dedos obligó a su lengua a asomarse por entre sus labios como si estuviera por saborear un delicioso plato, pero no pudo detenerse mucho en eso ya que la mano en su nuca seguía guiándolo hacia abajo. Cuando su cabeza ya se encontraba a centímetros de la entrepierna del extraño, Andres pudo sentir el olor a transpiración que un día de trabajo genera y tan pronto sus labios tocaron la verga del hombre el sabor salado inundó su boca. Por miedo a llamar la atención sus movimientos eran tímidos. Andres apenas se animó a chupar unos centímetros de esa verga sin nombre. Su lengua jugó con la cabeza y limpio lo más que pudo de sudor mientras sentía como el extraño se ponía cada vez más duro. El hombre se relajó, quitó las manos de Andrés y marcó el paso empujando firmemente la cabeza de Andres hacia abajo.
Andres no podía pensar en nada más que en el sabor de la verga que tenía entre sus labios, solo el ruido del motor le recordaba donde estaba y hacía que intentara disimular lo que pasaba al fondo del autobús. Sabía que no estaba haciendo su mejor trabajo, deseaba hundir ese pesado de carne hasta lo más profundo de su garganta pero temía ser descubierto. La mano del extraño cada vez empujaba con más fuerza, como si a él no le importara donde estaban y Andres tenía que esforzarse por no ceder a los deseos de ese hombre. Finalmente el extraño dejó de insistir y simplemente apoyó su mano sobre la cabeza de Andres, mientras este se dedicaba a lamer su glande y chupar solo unos centímetros más allá de la cabeza por miedo a dejar escapar algún ruido que los delate.
Fueron varios minutos los que la mano del extraño pasó acariciando la cabeza de Andres, hasta que por fin el hombre habló. Su voz era grave y firme. No hablo muy alto pero no hubo dudas en sus palabras. Solo pronunció dos palabras“bajamos acá” antes de separar la cabeza de Andres de su entrepierna y comenzar a acomodarse el pantalón. Andres pasó el dorso de su mano por sus labios para limpiar la saliva que caía de sus labios y se quedó mirando como el extraño guardaba su verga dentro del pantalón. No estaba seguro de haberlo escuchado bien e intentó ver por la ventana para enterarse de por donde estaba pero sus ojos no estaban acostumbrados a la luz tras haber pasado tanto tiempo entre las piernas de ese hombre. El hombre se levantó del asiento y tomó con su mano el hombro de Andres, este instintivamente se paró, sentía vergüenza y temía que algún pasajero se hubiera dado cuenta de lo que había pasado allá atrás, por lo que caminó mirando el suelo, con el extraño por detrás y en dirección a la puerta del autobús. El extraño no tardo en anunciar al conductor que esa era su parada. En cuanto el autobús se detuvo y abrió sus puertas dio un pequeño empujón en la espalda de Andrés para que este bajará. Andrés dudo por un segundo de lo que estaba por hacer pero la mano de ese extraño interrumpió sus pensamientos antes de que estos pudieran tener algún sentido y preso de una confusión mezclada con excitación descendió del vehículo seguido por aquel hombre.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!