OBSIDIAN ROUTE: PRIMERAS IMPRESIONES
El pequeño Ángel Smith conoce a su nuevo niñero. Para pasar el rato, ambos conversan para conocer sus pasatiempos… y fantasías. .
Segunda parte de la saga de relatos «OBSIDIAN ROUTE», enfocada en el pequeño Ángel y su niñero afroamericano Hakim.
Si desean leer la primera parte, pueden encontrarla dándole click a mi perfil o en el siguiente enlace OBSIDIAN ROUTE: PRÓLOGO.
Leyenda de los personajes:
Ángel Smith, nuestro protagonista: un niño de nueve años, de cabellos rubios y piel blanca bañada en pecas. Ha descubierto su curiosidad por los hombres «de color».
Hakim Tau, nuestro protagonista: un hombre de más de cuarenta años, afroamericano, con cabello bastante recortado y una estatura mayor a los dos metros. Busca ser el niñero de Ángel.
Phillip Smith, el padre de Ángel: un flacucho hombre blanco que tiene más dinero que agallas.
Georgie, uno de los amigos de Ángel: tiene nueve años, de cabellos castaños.
Charlie, uno de los amigos de Ángel: tiene nueve años, de cabellos pelirrojos.
Son las dos de la tarde y el pequeño Ángel Smith, el único hijo de la acaudalada familia americana, yace solo en su enorme habitación. Con apenas nueve años de edad es evidente que el niño cuenta con una belleza y ternura sin igual: los cabellos rubios le caen como cascadas de oro sobre su rostro, de una piel pálida y llena de pecas mientras viste con elegancia el uniforme de su escuela, que consta de unos shortcitos que aprietan su redondo culito -dándole más forma- y una camisa ajustada que marca la silueta de sus diminutos pezones.
Yace en su cama, descalzo, leyendo un libro. Ha terminado sus tareas escolares hace bastante rato, pues es un niño obediente y responsable. Como no tiene permitido ver televisión y tampoco tiene un teléfono, su única diversión es leer los cuentos que sus padres le han comprado con los años.
En los cuentos, siempre es un apuesto príncipe quien rescata a la princesa, quien vive atrapada en algún lugar lejos de su ser amado. Ángel ya había leído esos cuentos cientos de veces, pero últimamente, cada vez que lo volvía a hacer, por alguna razón su mente se imaginaba las cosas diferentes.
En lugar de un príncipe había un soldado, un hombre enorme con brazos musculosos que usaba la fuerza para combatir a los enemigos. Ya le estaba aburriendo que el príncipe fuera un hombre blanco, sin fuerza y sin valentía. Prefería a los hombres de acción, esos que su amigo Georgie llamaba “verdaderos machos” y que, por simple coincidencia, siempre imaginaba que tenía la piel negra como el carbón.
Ese pensamiento travieso le hacía sentir mariposas en su estómago, el cual acariciaba de vez en cuando. ¿Qué se sentiría ser rescatado y abrazado por un fuerte y poderoso hombre negro? A veces Ángel deseaba ser esa princesa, rezando para que un soldado aguerrido de tez oscura llegue a su puerta a salvarlo de esa vida de aburrimiento.
Estas fantasías no se las contaba a nadie, por supuesto… A excepción de sus dos mejores amigos: Georgie, que al igual que él pasaba mucho tiempo sólo y Charlie, quien era demasiado tímido como para opinar pero que sabía sentía la misma curiosidad.
Cerrando su libro, Ángel recordó como su amiguito Georgie le había contado un secreto importante, sólo a él. “Esto no se lo cuentes a nadie” le dijo Georgie durante uno de los recreos en su colegio, mirándole con cautela. “Pero con el teléfono que me regalaron en mi cumpleaños he conseguido un amigo mayor: es genial y me habla todas las noches cuando mis papás están durmiendo.”
A Ángel le parecía sorprendente como Georgie podía llegar a ser tan valiente y a la vez tan maduro. Durante otros descansos intentó conseguir información de su amigo, pero lo único que obtuvo fue una respuesta concluyente: “No te preocupes, es divertido jugar con él y me ha dicho que pronto te conocerá”.
¿Sería acaso qué el amigo de Georgie era el soldado que vendría a rescatarlo? No lo sabía, no lo creía, pues ese hombre debía de ser el soldado de su amigo, no el suyo. Aún así, no perdía las esperanzas de que fuera a conocer a su “hombre ideal” pronto.
*TOC, TOC*
La puerta de su habitación sonó. Ángel se sobresaltó, un poco asustado de que hubiera sido descubierto, aunque no estaba haciendo nada más que imaginar y fantasear. Con su vocecita infantil hizo la pregunta “¿Qué pasa?” y como respuesta, la ama de llaves que estaba al otro lado le respondió.
“Joven Smith, prepárese. Su padre ha llegado del trabajo y viene acompañado.”
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Phillip Smith estacionó su coche en frente de su casa, en medio de la calle principal de la comunidad de Obsidian Route, tomando unos cuantos segundos para recuperar su agitada respiración. Observando por el espejo retrovisor, logró percatarse como a pocos metros de distancia, otro vehículo se estacionaba cerca. Y al abrirse la puerta del conductor, una enorme montaña de musculos negros salió del interior.
Hace unas semanas, Phillip había publicado un anuncio buscando a una niñera que pudiese cuidar de su hijo Ángel. Acostumbrados a una vida de lujos, la familia Smith nunca vio la necesidad de preocuparse por la crianza del primogénito, un hermoso niño de ojos verdes y piel blanca, bañada en pecas. Pero debido a un mal incidente donde un acosador se vio merodeando durante una fiesta en el vecindario, ahora la seguridad y la protección se habían vuelto prioridad.
Nunca imaginó que la persona que aparecería a su puerta sería un enorme hombre afroamericano sacado directo de una fantasía militar, quien demostraba un poder y una autoridad demasiado fuertes como para ser desafiadas. Su nombre era Hakim Tau y venía recomendado de una buena familia, de hecho, la familia del mejor amigo de su hijo, Georgie Lloret.
Phillip estaba tan ensimismado en sus pensamientos que se llevó un enorme susto cuando el cristal de su carro fue golpeado suavemente por los nudillos de Hakim. Sobresaltado y pronunciando un grito para nada varonil, tuvo que bajar el cristal para hablarle.
“¿Q-Qué es lo que ocurre? ¿Por qué golpea así?” replicó Phillip con bastante fuerza en la voz, aunque tartamudeando al comienzo por su nerviosismo: en su intento por demostrar autoridad había mostrado lo contrario.
Hakim lo miró desde el otro lado, con una expresión que parecía burlarse de su debilidad. De su ignorancia. O de algo más. Aún así, el enorme hombre afroamericano sonrió con cortesía. Bajo la luz del sol, su oscura piel parecía ser más negra si es que eso era posible.
“Ya hemos llegado” Hakim avisó con obviedad, señalando la enorme casa -casi una mansión- donde vivía toda la familia Smith. “¿Va a quedarse todo el día en su coche o va a bajar para presentarme a su hijo?”
Phillip apretó el volante con nerviosismo, casi como un animal acorralado al que no le queda otra opción que rendirse. A esa hora del día de seguro su inútil esposa estaría en el club de mujeres con sus amigas y su hijo Ángel abandonado en la casa, bajo el cuidado de las niñeras.
Quería evitar ese encuentro, evitar que su hijo se lleve un susto y luego un trauma. ¿Cómo le explicaría a un psicólogo que su hijo le agarro miedo al color negro por qué su padre le presento a un hombre de color? Por suerte, Phillip no se consideraba un hombre racista así que educaría a su hijo sobre las razas y sus roles en la sociedad… Pero alejado de los hombres negros como ese enorme y musculoso Hakim.
Ese razonamiento tranquilizó a Phillip, quien estuvo seguro de que su hijo rechazaría al niñero negro y luego encontraría a una niñera más adecuada, alguna muchacha latina de buen cuerpo que pudiera ocuparse de las labores de la casa tambien.
“Hey, ¿sigue ahí?” Hakim, con uno de sus dedos, golpeó la frente de Phillip. Aquel gesto de insubordinación hubiera sido excusa suficiente para rechazarlo, pero la fuerza usada y la intensa mirada de Hakim hizo que no dijera nada.
En cambio, Phillip salió del auto. Sus piernas temblaban y parecía que iba a caerse, pero se acomodó su corbata, enseñándo el camino hasta su hogar.
Una vez en la puerta, Phillip le pidió a Hakim que esperara. El monumental afroamericano no se negó y pacientemente esperó mientras el padre de la familia le pedía a la ama de llaves que le avisará a su hijo de su llegada y que lo quería ver para presentarle a alguien.
La idea era sencilla: Phillip hablaría con su Ángel antes de que conociera a Hakim para convencerlo de que hiciera una pataleta y un berrinche para rechazar a ese niñero, tal y como había hecho en el pasado con otros candidatos.
Pero en el mismo momento en que su pequeño hijo comenzó a bajar de las escaleras, vistiendo su ceñido uniforme escolar y con una sonrisa que hacía honor a su nombre, fue en el mismo tiempo que Hakim entró por la puerta con total autoridad, como si él fuese el verdadero dueño.
Phillip no tuvo ninguna oportunidad para hablar, al contrario, pudo ver en primera fila como los ojos de su hijo se iluminaban con emoción, bajando el resto de escalones con prisa para llegar hasta donde estaba su papá, o mejor dicho, hasta quedar debajo de la sombra de Hakim, mirándolo con evidente curiosidad e ignorando a su progenitor.
La atracción fue evidente. Innegable. Ambos, el niño como el adulto negro, se vieron con ojos llenos de anhelo, como de una pareja que se reencuentra luego de tantos años. No hizo falta ninguna palabra para que Phillip entendiera que su hijo no se negaría a ese niñero…
“Papi, ¡me has traído al Pantera Negra de verdad!” exclamó Ángel con su dulce voz, observando como los músculos del hombre afroamericano se marcaban bajo la ropa.
Ángel medía poco más de un metro, lo que hacía que a lo mucho pudiera llegar hasta la cintura de Hakim, quedando a la altura de la abultada entrepierna del negro. De hecho, por un momento sus ojos verdes cayeron en interés sobre aquel tamaño que le hacía sombra.
“Ah… S-Sí, bueno…” intentó hablar Phillip, pero fue callado por la mano de Hakim, quien con un gesto lo hizo guardar silencio para permitirle hablar.
“No soy la Pantera Negra, pero podemos jugar toda la noche a las peleas si eso quieres” propuso con una voz profunda, casi hipnotizante, mirando de pies a cabeza al inocente nene. “Soy Hakim, a partir de ahora seré tu niñero y guardaespaldas”.
“¡Yeeeei! ¡Yo soy Ángel!¡Sí, quiero este niñero y jugar todos los días luego del colegio!” Ángel se acercó y con cuidado envolvió uno de los dedos de Hakim con su pequeña mano, dándole un jaloncito. “Papi, llevaré a Hakim a mi cuarto para que conozca a mis juguetes”.
Hakim cedió a los intentos del niño por jalarlo, avanzando detrás del nene, sus ojos yendo de observar la respingona colita del pequeño a ver al atonito padre, quien quedó paralizado en la entrada, sin derecho a opinar.
“Ya escuchó a su hijo, Phillip” habló con un poco de sarcasmo Hakim mientras subía las escaleras. “Me quedaré y haré feliz al pequeño ángel… le encargó que llene los documentos de mi contrato.”
Bajo la mirada perpleja de la ama de llaves y de un aterrorizado Phillip, el niñero negro como el ángelito blanco se perdieron cuando giraron por un pasillo.
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Hakim se percató de los lujos de esa casa. ¡Vaya que la familia Smith tenía suficiente dinero como para vivir a lo grande! Cuadros y estatuas estaban en los pasillos durante su recorrido hacia el dormitorio de Ángel Smith, su ahora protegido.
Pero ninguno de los tesoros que pudiera poseer esa familia llegaría a ser tan valioso e importante como ese dulce niño de cabellos dorados. Siendo tan joven, Hakim podía ver que en el futuro llegaría a ser un chico hermoso y sensual, todo un talento en belleza. Ahora entendía el nombre, le hacía honor, pues a tan tierna edad solo le hacian falta las alas para parecer un angelito en tierra.
¡Y vaya culito tenía! Incluso en esos pantaloncitos negros, juraba que aquellas nalguitas conseguirían tener un saludable color rosado al ser frotadas y ni hablar de lo que habría en medio… Su gorda pija negra ya estaba ganando sangre, tamaño y forma de solo pensar en lo que sucedería los siguientes días.
“Hemos llegado” habló Ángel con soltura, abriendo la puerta de su dormitorio para que Hakim fuese capaz de entrar: al ser un hombre grande, el niñero tuvo que agachar la cabeza tras pasar por el marco.
La habitación, repleta de juguetes, parecía inmaculada. Un santuario a la inocencia de ese pequeño niño, donde cada rincón tenía algún obsequio que demostraba lo mimado que estaba Ángel en ese hogar.
Incluso una suave fragancia de vainilla había en el aire, misma que de seguro tenía el niño en su piel. Una vez dentro, Ángel soltó su mano y fue hasta su caja de juguetes para buscar los que quería. Hakim aprovechó para cerrar la puerta y poner el picaporte.
“Dime, Ángel, ¿qué haces en tus tiempos libres?” habló Hakim, caminando hasta la cama en donde tomó asiento, hundiendo el colchón por su peso y tamaño. Desde allí podía ver como las redondas nalgas del niño se sacudían en su búsqueda por juguetes.
“No hago mucho. Mamá siempre sale con sus amigas y yo no puedo ver a mis amiguitos en días de clase. Las sirvientas no me dejan jugar afuera porque sino me enfermo, así que solo leo y juego” respondió Ángel con un poco de tristeza en la voz que despues disimuló con emoción, sacando dos juguetes -un príncipe blanco de apariencia femenina y un monstruo tipo orco negro que vestía una armadura- para acercarse hasta su nuevo niñero, ofreciendole el juguete del monstruo. “Vamos a jugar un poco”.
Hakim tomó al orco y empezó a moverlo para simular un combate. Ángel hizo lo mismo, aunque en lugar de ver el enfrentamiento de juguetes, sus ojos veían con interés la enorme figura del hombre afroamericano, curioso por cómo alguien podía ser tan fuerte y guapo.
“¿Tienes amigos?” volvió a preguntar a Hakim.
“Sí, muchos. Pero mis mejores amigos son Georgie y Charlie. Los quiero mucho”
“Es bueno tener amigos, con ellos puedes hacer toda clase de cosas.”
“¡Sí! Nos gusta jugar a escondidas porque somos superhéroes… Saltamos a todos lados… Y a veces Georgie se quita la ropa: le gusta Superman y él solo usa calzoncillos.”
“Parece que Georgie es muy divertido.”
“¡Lo es! Desde que se hizo amigo de ese señor en su celular ha hecho cosas más divertidas.” respondió Ángel sin pensar, ignorando que había revelado el secreto de su amigo.
“¿Un amigo en línea?”
Con la última pregunta, Ángel se dio cuenta de su error, soltando el juguete que cayó al suelo y llevando sus manos a su boquita, cubriendo sus labios mientras sus ojos se llenaban de unas pocas lágrimas.
“¡N-No se lo diga a nadie! ¡E-Es el secreto de Georgie y no va a querer jugar conmigo si se entera…! ¡Por favor!” dijo Ángel, subiendo a la cama y luego al regazo del hombre negro.
Su tierno culito, cubierto por el shortcito, estaba aplastando la entrepierna de Hakim. El bulto en el pantalón se sacudió en un temblor que el niño ignoró, pero que Hakim aprovechó para llevar sus manos a la cintura del pequeño, siendo fácil para sus enormes manos envolver todo el cuerpecito.
“No pasa nada. Soy tu niñero, nada de lo que me digas se lo diré a nadie. Es una promesa del meñique, ¿me crees?” Hakim extendió su meñique derecho, buscando calmar al niño, quien contento y limpiando sus lágrimas aceptó, sellando ese nuevo vínculo de confianza al estrechar su pequeño pulgar. “Pero lo que sí quiero saber es cómo hizo amigos.”
“E-Eso no lo sé… Nunca me lo quiso decir. Dice que es secreto… ¡Pero lo hizo gracias a su celular!” recordar esa información hizo que Ángel saltara en el regazo, causando que el niñero suelte un gruñido y su entrepierna se hiciera más gorda.
“Un celular… ¿cómo este?” Hakim sacó de su bolsillo un telefono inteligente, un smartphone de color negro con un diseño inusual, el cual ofreció al niño.
Ángel había tenido en sus manos pantallas como tabletas o el celular de su madre, pero ese nuevo teléfono celular parecía hecho a su medida: pequeño para sus manitas. Al tocar la pantalla, se desbloquea.
El fondo de pantalla es el de una serpiente negra, que en lugar de asustar a Ángel, le causa intriga. No hay muchas aplicaciones, sólo una: un ícono de un pollito amarillo con corazones en los ojos, envuelto en una serpiente negra. El nombre debajo dicta: “Snow Bunny Hunting”, o “Cacería de Conejitos de Nieve” en español.
“¿Q-Qué es eso?” preguntó Ángel, dándole click por un deliz nervioso, abriendo la aplicación que ya parecía tener un perfil creado con su nombre, edad y sexo. Allí se mostraron una gran cantidad de imágenes, repartidas en cuadros, de hombres. Todos ellos de complexiones y rasgos diferentes pero con una sola en común: todos ellos eran negros.
Había uno que le llamó la atención, un cuadro donde aparecía un hombre negro con el mismo nombre y apariencia que su niñero: “Hakim, 48 años, en busca de conejitos que deseen probar un trozo de chocolate de calidad”. Y en la esquina del recuadro, una estrellita, como si hubiera sido marcado como favorito.
“Es nuestro nuevo secreto.” indicó Hakim, sacando otro teléfono -este de aspecto más corriente- para teclear en la pantalla.
En la aplicación, Ángel pudo ver como había una notificación, un nuevo mensaje de la cuenta de Hakim: “Soy yo. Ahora podemos hablar por aquí siempre. Pero es nuestro secreto, así que no se lo digas a nadie, ni a tu padre ni a tu madre. Solo a Georgie.”
“Si aceptas,” continuó el mensaje, “te daré este celular: podrás hablar con muchos más hombres como yo, pero a todos les dirás lo mismo al comenzar: Ya estoy reclamado.”
“¿Qué dices?” le habló Hakim en la vida real, viéndolo con la intensidad de un depredador. Nuevamente, Ángel sintió cosquillas en su vientre, asintiendo en silencio.
“¡Sí! ¡Será nuestro secreto! ¡Porque ya soy un niño grande!” dijo Ángel, levantándose del regazo del hombre para con cuidado bajar de la cama. “Tengo ganas de hacer pis. ¡Espérame aquí!”
Hakim asintió en silencio, viendo como el muchacho se encerraba en el baño. Solo al oír como la puerta se cerraba, pudo suspirar de alivio. Su mano fue hasta su abultada entrepierna, acariciándola por encima del pantalón. Estaba por estallar, lo sabía.
¿Acaso se había sacado la lotería? Como dueño y fundador de Snow Bunny Hunting, SBH por sus siglas, por fin había conseguido tener al niño más adorable en su poder. Solo era cuestión de tiempo para educar y entrenar al nene hasta tenerlo obediente y sumiso… Semanas, a lo mucho.
Hakim despertó cuando golpearon la puerta. No fue la del baño, sino la de la habitación. El niñero se levantó y la abrio, viendo del otro lado a la ama de llaves, quien tenía un plato de galletas de chispas de chocolate consigo. La mujer no parecía muy contenta de que un hombre negro fuera niñero, pero no podía opinar.
“El señor Phillip lo espera en su oficina. Dice que van a firmar su contrato, señor Hakim.” exclamó la estirada mujer, quien Hakim miró con recelo, pues sería un problema en sus futuros planes.
“¿Y esas galletas?”
“Son para el joven Ángel. Le gusta comerlas a esta hora y yo suelo…”
“No hace falta. Demelas y dígale a Phillip que iré a verlo en unos minutos.”
“Pero creo que-”
Hakim no esperó respuesta. Cogió el plato de galletas con una mano y con la otra cerró la puerta en la cara de esa mujer. Detrás pudo oír los pasos de la anciana yéndose por donde regresó.
Bajando la mirada, notó las galletas. Y debajo, su gordo bulto. Una idea surgió en su cabeza, una idea fugaz que lo hizo sonreir.
Hakim dejó las galletas al borde de la cama, sobre su plato, para luego bajar la bragueta de su pantalón y sacar de ahí dentro su oscura polla: similar a una pitón negra, estaba brillante del sudor y acompañada de un par de gordas pelotas, llenas de un potente semen. Los vellos curvos adornan la base, una señal de su masculinidad.
La enorme mano del niñero sujetó su tronco, acariciando las venas que resaltan y palpitan, para comenzar a bombear. No podía darse el lujo de ser lento, por lo que como nunca pensó en lo más morboso de su vida: en todas las viejas blancas que se hubo tirado, en las colegialas que lloraban al recibir su rabo… O en el tierno e inocente culito del niño que a partir de ese día iba a cuidar.
Esa carita llorosa, esas nalguitas blancas, casi rosadas y el sonido de un chapoteo lo hicieron correr con fuerza. De su glande empezó a brotar cuerdas de semen espeso, casi amarillento, bañando las galletas en una mezcla viscosa, similar al engrudo, de fuerte aroma.
El disparo fue tan potente que incluso llegó a manchar un poco de la cama y los peluches del niño, un atisbo de lo que sería en el futuro.
Cuando Ángel salió del baño -siempre demoraba porque le gustaba desnudarse por completo y luego volver a vestirse asi sea para orinar- solo pudo ver a su niñero acomodando su entrepierna y sosteniendo un plato de lo que suponía eran galletas, pues tenían tanto glaseado que era dificil de ver.
“¿La nana me trajó galletas?” preguntó, a lo que Hakim le ofreció el plato.
Un intenso aroma nunca antes percatado por una nariz inocente como la de Ángel le llegó, un almizclado olor que lo puso a sentir cosquillas en su cuerpecito pre puberto. Era raro y en cierto sentido apestaba, pero tambien le gustaba.
“Sí. Y yo le puse un glaseado único. No se lo digas a nadie o ya no habrá más.” Ángel asintió a las palabras de Hakim, sosteniendo el plato y cogiendo una de las galletas glaseadas con su mano, notando como la espesa esencia blanca amarillenta caia por un borde. “Iré a ver a tu padre, ya vuelvo. Y cuando lo haga, jugaremos todo el día.”
La enorme mano de Hakim bajó a despeinar los cabellos de Ángel, despeinando los sedosos hilos de oro que tenia, antes de caminar y salir por la puerta.
El niño, el heredero de esa familia e hijo único del legado Smith, se sintió feliz de tener un amigo nuevo con quien guardar secretos. Tomando asiento en la cama, sacó el celular para comenzar a ver todos los perfiles de esos hombres negros… Pero siendo su favorito, el de Hakim.
Llevó una galleta a su boca. Curiosamente, le gustó más el sabor del glaseado que el de la galleta, recogiendo con su lenguita toda la cantidad suficiente para tragarla, feliz de saber que a partir de ese día tendría mucho mas.
La siguiente parte:
OBSIDIAN ROUTE: NOCHE DE PELICULAS
Las semanas de convivencia están comenzando y es evidente la conexión entre Ángel y su niñero. Durante una noche de diversión, deciden ver una pelicula especial con un actor que se les hace conocido.
El segundo que escribo. Espero les guste. Intentaré publicar la continuación el siguiente mes.
Agradecimientos a mis inspiraciones : Erecautor, AngelBlacks y Nauj69.
Nos vemos pronto.
como sigue?
Pronto 2da parte.
Excelente relato. como sigue?
Pronto sacaré una 2da parte.
Gran relato. Como sigue?
Pronto sacaré la siguiente parte.
Excelente relato. Espero con ansias saber como sigue