Orgía en la aldea (capítulo 12)
Continúo la saga en donde la había dejado tras el capítulo 11 (orgía). Con sexo en grupo en mitad del bosque de noche.
(en el capítulo anterior)
Los gemidos del brasileño ébano mientras eyaculaba en mi ano se mezclaron con los míos que eyaculaba en la boca de Maikel mientras el resto de muchachos, en corro, disfrutaba del espectáculo en el que yo era el anfitrión y el protagonista. La noche iba a ser muy larga… y placentera.
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Aquello no había hecho más que empezar. Ndongo descargó en mi ano. Pero enseguida Yuri le tomó el relevo. Luego Omar. Luego John, luego Maikel, luego Ander… Me fueron pasando como un trapo de uno a otro. Uno me besaba el cuello, otro la boca, otro el pecho, otro me mordía las tetas, otro me chupaba la polla… y tuve descarga tras descarga… al menos ya había tenido tres corridas en tres bocas diferentes.
Maikel no había dejado perder ni una gota de su semen en lo profundo de su garganta. Me moría de placer. Ya no sabía quien me estaba follando, ni quien me estaba mamando, ni quien me comía el cuello…
Los tambores se oían a lo lejos marcando el ritmo de las folladas. Lo mejor estaba por llegar. El pelirrojo y el rubio se sentaron frente a frente pegando sus dos pollas enhiestas al cielo, duras como mástiles… Y otros chicos me cogieron a mí de mis piernas, brazos y espalda sujetándome en el aire como una pluma. Abriéndome las piernas, dejando mi culo expuesto. Me colocaron encima de aquellos dos jóvenes que acababan de pegar polla con polla, ambas duras. Sabía lo que iba a pasar aunque en un primer momento no me dí cuenta de lo bebido que estaba. Pero cuando quise reaccionar mi cuerpo lo amarraban cuatro muchachos fuertes de piernas y brazos. No me podía mover, no me podía escapar. Mi ojete, expuesto, se aproximaba a las dos pollas ¡¡dos pollas a la vez me iban a follar!! Esta sería mi gran y última prueba de iniciación.
Con el culo mío, tan lubricado como estaba, cuando ambos glandes lo tocaron lo traspasaron sin problema. Los muchachos que me agarraban suspendido en el aire de piernas y brazos, me sentaron delicadamente en aquellos dos penes perfectos. Y ellos lo harían todo: subirme y bajarme sobre aquellos penes, llevándome en volandas, follándome en sillita de la reina hasta que la penetración fue tan fuerte que ambos empezaron a eyacular en mi ano.
Cuando esto pasó me dejaron allí sentado sobre ambos penes gigantes, con mi ojete abierto y mis piernas a ambos lados facilitando la primera doble penetración que me habían hecho en mi vida. Estaba agotado y me desmayé.
——
Pasaron horas y horas de orgía en mitad de la selva, en aquel campamento de aquella aldea del lago. Creo que siguieron follándome uno tras otro aún estando yo inconsciente. No sé –no recuerdo– cuanta gente y cuantas veces me habían follado, pero ya tenía el culo encharcado de semen lo cual facilitó aquella serie de penetraciones. Horas después caímos rendidos todos, cansados y nos dormimos desnudos unos encima de otros. Había semen en mi pecho, manando de mi culo, en mi boca, en mi pelo, en mi espalda.
Cuando desperté tenía la cabeza de Ander encima de mi tripa a la altura de mi pene y la de Maikel encima del pecho.
No había pasado frío porque había una cálida temperatura en el ambiente. Ander también se despertó y empezó a mamar los restos de semen que habían en mi tripa y que se habían secado. Maikel también se despertó e hizo lo mismo con el semen reseco de mi pecho. No sabían de quien era aquel semen. Todos se habían corrido. Todos me habían follado. Y seguramente tenía restos de semen de aquellos 12 hombres mezclados por todo mi cuerpo.
Pero no había que desperdiciar nada.
Maikel me puso verraco. Aquel joven holandés me atraía mogollón y me había puesto palote. Mi despertar fue una última follada, con cariño, de aquel joven holandés… Había pasado mi última prueba: tras meses siendo follado por animales y humanos de todas las especies, ya tenía semen suficiente para follar a cuantos quisiera en la isla: me había convertido en jefe: en un hombre de negro.
FIN
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