Pase de ser un delicado jovencito a toda una putita. Primera parte.
Un chico ligeramente afeminado, es abordado por dos de sus compañeros de clase, que lo obligan por la fuerza a que les de el culo, y les mame sus vergas, al regresar a su casa su madre se da cuenta, y él chico le miente diciéndole que lo secuestraron y la madre lama a la policía..
Pase de ser un delicado jovencito a toda una putita. Primera parte.
Desde pequeño al ser el menor y único varón de toda la casa, ya que mi padre nos dejó después de que yo nací, por lo que sin querer copié muchas conductas y maneras de hablar tanto de mi madre, de mi abuela, como también de mis seis hermanas mayores.
Lo que, durante toda mi vida, me trajo problemas en todo momento, por ejemplo, en mi último año, un par de chicos mayores y de mí mismo salón de clase, no perdían oportunidad para agriarme la vida, la mayor parte del tiempo golpeándome, dando fuertes empujones contra las paredes, en fin, ellos dos eran un par de abusadores.
Lo triste del caso es que yo nunca pude evitar que eso siguiera sucediendo, aparte de que ni tan siquiera sabía cómo defenderme, por lo que cuando ya cansado de sus abusos, al final de uno de los oscuros pasillos donde me llevaron prácticamente arrastrado, llorando decidí hacerles frente y preguntarles qué era lo que ellos querían conmigo.
El más grande me respondió, al mismo tiempo que me doblaba el brazo, tras mi espalda y con su otra mano me agarraba las nalgas. “Queremos que nos des el culo, aquí y ahora mismo o te rompo la cara y el brazo.”
Por una parte, yo estaba tan y tan cansado de que a cada rato me dieran golpes, empujones y que se burlasen de mí llamándome niña, y por otra parte sé que, si le hubiera respondido que no, aparte de romperme la cara, no dudo que también me hubiera roto el brazo.
Por lo que cuando lo escuché decirme eso, aunque me asusté mucho, y en cierta manera entré en pánico, entendí que era una especie de sacrificio que tenía que hacer, para que no me siguiera molestando.
Además, pensé que, si hacía eso, era la única manera en que me dejasen en paz, ignorando lo mucho que cambiaría mi vida a consecuencia de esa decisión, por lo que sumisamente les respondí que sí.
Al escuchar mi respuesta, los dos se sonrieron maliciosamente, y sin aun soltarme, me hicieron entrar en un salón abandonado, por la gran cantidad de polvo en el piso se veía, que no había entrado nadie durante mucho tiempo.
Ya dentro me ordenaron que me desnudase completamente, traté de negarme diciéndoles que yo no era maricón y de inmediato me han dado un golpe en el estómago.
Para luego ordenarme nuevamente que me quitase toda la ropa, cosa que hice de manera resignada, hasta quedar completamente desnudito.
El más grande después de caminar a mí alrededor comenzó acariciar mis nalgas, me ordenó que me arrodillase, yo al ver lo sucio del piso me demoré un poco, pero él me obligo a que me arrodillase.
Aunque en ese momento no tenía idea del porqué de su orden, le obedecí, al hacerlo casi de inmediato él sacó su miembro del pantalón, y manteniéndolo semirrecto entre una de sus manos, mientras que con la otra me agarró por el pelo con fuerza y me dijo. “Nena, primero quiero que me lo mames, y después me vas a dar ese lindo y redondito culito tuyo.”
Al principio me resistí en obedecerle, y de inmediato me ha comenzado a cachetear con su verga, diciéndome ponte a mamar o te rompo la cara.
Ante el temor de volver a ser golpeado nuevamente, me limité a obedecerle, con la esperanza de que después de eso me dejasen tranquilo.
Así que cuando acercó su verga nuevamente a mi cara, no me quedó más remedio que abrir mi boca y dejar que metiera la cabeza de su verga dentro de mí boca, a pesar de su olor a orines y de la repulsión que sentí, mayor era mi miedo a que me volvieran golpear.
Al principio me costó algo de trabajo ya que en par de ocasiones sentí nauseas por lo que estaba haciendo, pero ya saben el miedo a ser golpeado me hicieron continuar chupando su verga la que ya dentro de mi boca se puso bien dura y caliente, hasta que de momento el otro chico le dijo. “Ya que tú le vas a dar por el culo, deja por lo menos que me lo mame, mientras tú te lo coges.”
Así que sin decirme nada sacó su verga de mi boca y su compañero sacando su miembro del pantalón de inmediato metió su verga dentro de mi boca.
Su olor a orines era tan repulsivo como el de su compañero, pero de igual forma ya con su verga dentro de mi boca, no me quedó más remedio que seguir mamando.
Mientras que él colocando sus manos sobre mi cabeza, la guiaba, mientras que el más grande se colocó tras de mí y me ordenó qué me pusiera en cuatro patas, por un rato dejé de mamar su verga al otro chico, mientras cambiaba de posición y al principio me puse en posición de gateo, pero una fuerte nalgada que me dio, diciéndome. “Maricón te dije en cuatro patas no que gatearas.”
Eso hizo que realmente me pusiera en cuatro patas, dejando mis nalgas al aire, al terminar de hacerlo, él estaba tras de mí, me ordenó que separase las piernas y parase las nalgas.
Lo que hice lleno de miedo, apenas se colocó tras de mi comenzó a pasar la cabeza de su verga por entre mis nalgas, embadurnándolas con su propia saliva y diciéndome, en tono sarcástico. “Bueno nena ahora vas a dejar de ser virgen.”
El que se refiriera a mí como si fuera una chica me molestaba, y pensé en protestar, pero al sentir la cabeza de su verga rosando mi esfínter me dio un pánico tremendo y entré en llantos, pidiéndole que no me hiciera daño, que yo no era una chica, mucho menos trolo, ni maricón.
Pero sin dejar de pasar la cabeza de su verga entre mis nalgas, me fue diciendo. “Querrás decir que no lo eras, pero caminas, te mueves, y hasta hablas como una chica, solo que no tienes coño, ni tetas, así que eres.”
Al terminar de decir esas palabras movió furiosamente sus caderas y de un solo viaje me ha enterrado dolorosamente toda su verga dentro de mi culo, creo que estuve a punto de desmayarme por el dolor.
De por sí ya las lágrimas corrían por mis mejillas, el grito que pegué fue bien fuerte, solo que su compañero tapó mi boca con sus manos, y por suerte no le había seguido mamando su verga, porque de seguro se la hubiera mordido.
El que me estaba dando por el culo, en ningún momento tuvo piedad de mí, una vez llegó a enterrarme toda su verga y me apretó contra su cuerpo como si yo fuera de su propiedad, volviéndome a dar otra fuerte nalgada, me dijo. “Deja de llorar que eso se te pasará, así que comienza a mover el culo putita.”
Aun llorando, por los golpes y el dolor que sentía, aparte de la vergüenza de haber sido clavado por el culo, por miedo a seguir siendo golpeado, obedientemente comencé a mover lentamente mis caderas.
El chico ese me tenía bien sujetado por mí cintura, entre sus brazos, metiendo y sacando toda su verga de entre mi adolorido culito, cuando el otro chico volvió a insistir que se lo continuase mamando, así que abrí mi boca y tras él penetrarla con su verga, me dediqué a mamársela.
El que me estaba dando por el culo, no dejaba de seguir metiendo y sacando toda su verga de mi culo, pero al mismo tiempo continuaba diciéndome cosas, no sé si para tranquilizarme o por joder nada más.
Pero a medida que él me seguía dando por el culo, además del dolor comencé a sentir algo muy diferente, y de momento a pesar de todo el dolor, la vergüenza, y la rabia que sentía, creo que comencé a disfrutar, lo que ellos dos me estaban obligando a hacer en contra de mi propia voluntad.
A tal grado que a medida que fui moviendo mis caderas, me fue gustando más y más, lo que ellos dos me hacían, cuando lo escuché que le decía al otro chico que yo lo hacía mejor que la sirvienta de su casa, en cierta forma me sentí orgulloso, por lo que seguí moviendo mi culo y chupando con más fuerza.
Eso era toda una nueva sensación para mí, en ocasiones a solas en mi cuarto o en el baño de casa me había masturbado, ocasionalmente o mismo tímidamente me introducía mis propios dedos dentro de mí culo.
Pero el sentir esa caliente verga entrando y saliendo de mi cuerpo, al tiempo que él me sujetaba entre sus brazos, era algo completamente nuevo y diferente para mí.
De momento me sujetó con más fuerza contra su cuerpo y diciéndome. “Mi amor que rica están tus nalgas.” En ese mismo momento comenzó a derramar todo su semen dentro de mi culo.
A los pocos segundos el otro chico se corrió dentro de mi boca, prácticamente obligándome a tragar también todo su semen.
Cuando sacó finalmente su verga de mi culo, yo me quedé tirado en el piso, todo adolorido, y llorando, él y su amigo se dirigieron a la puerta y me amenazó, diciéndome. “Si se lo cuentas a alguien ya sabes lo que te espera.”
Tras decir eso salieron del salón, por un largo rato permanecí tirado en el suelo, con mi culo todo adolorido, y con ganas de vomitar.
Cuando finalmente me levanté mi cuerpo estaba todo lleno de polvo, me vestí y sin importarme que aun tuviera clases, me marché a casa sin decir nada a nadie.
Al llegar a casa, nada más al verme mi mamá supo que algo malo me había pasado, por lo que llorando le mentí en parte, le dije que un par de hombres que nunca había visto me asaltaron, me montaron en un auto y me llevaron a una calle sin salida donde me quitaron la ropa y lo demás no hizo falta que se lo contase, a que ella se lo debió haber imaginado.
Mi madre llamó a la policía, y hasta me llevaron a la sala de emergencia del hospital, donde el médico, después de entrevistarme y realizar un bochornoso examen de mi culo, junto con un grupo de estudiantes de medicina, indicó que, viendo las laceraciones de mi ano, la cantidad de semen y sangre que había expulsado durante el examen previo, concluía que había sido sodomizado a la fuerza.
Hasta la prensa se enteró, y como que fue peor el remedio que la enfermedad, ya que todo el mundo en el colegio y en mi vecindario, se enteró que a la fuerza dos tipos me habían dado por el culo.
Por unos cuantos días permanecí en casa, sin querer salir, no quería ir a ningún lado, me daba una vergüenza tremenda, hasta que finalmente por la presión de mi madre, regresé al colegio.
Era una especie de celebridad, los primeros días, pero después pase a ser el chico al que un par de pillos, le comieron el culo.
Por un tiempo ninguno de los dos chicos me volvió a molestar, pero al pasar las semanas, el que me dio salvajemente por el culo, me agarró descuidado y nuevamente él solo me llevó al salón abandonado.
Ya dentro me dijo. “Fuiste muy listo al decir que fueron un par de pillos los que te comieron el culo.” yo estaba todo nervioso, asustado, con miedo que me fuera a golpear, cuando colocó su mano sobre mi nuca y atrayéndome hasta su boca me ha dado un tremendo beso.
Me quedé sin saber qué hacer, no esperaba que él me hiciera eso, hasta que al tiempo que su lengua entraba en mi boca sus manos me comenzaron a quitar mi ropa.
Casi sin que yo me diera cuenta, de esa manera me desnudo completamente, y me dijo al dejar de besarme. “Mira mi amor, te prometo que no te voy a golpear, pero tienes que portarte bien conmigo.”
Asentí con la cabeza, y lo vi sacar su verga del pantalón, sin que me lo dijera me arrodillé frente a él, y resignadamente me dediqué a mamar su verga.
A medida que se la mamaba, me decía. “Así me gusta nena, que me lo chupes con ganas.” Después de un buen rato me ordenó detenerme, y me dijo ahora te voy a dar por tu culito, pero no te asustes, que de verdad ya no te va a doler como la primera vez.
Yo sin otra opción que el obedecerle, me puse en cuatro, y casi de inmediato comencé a sentir como los dedos del me comenzaron a acariciar las nalgas, hasta que poco a poco me fue introduciendo uno a uno alguno de sus dedos.
Además de hacer eso, embadurnó con vaselina todo el ojete de mi culo, y seguramente toda su verga también, cuando sentí el calor de su glande contra mi esfínter, tuve ganas de salir corriendo, por una parte, pero por la otra, como que deseaba que me lo volviera a enterrar.
Así que cuando nuevamente sentí que era penetrado, a diferencia de la primera vez, el dolor no fue nada desgarrador ni desagradable.
Si me molestó algo, pero lo que comencé a sentir casi de manera inmediata fue algo bien diferente, algo que me producía un intenso placer, y sorprendido me encontré a mí mismo moviendo mis caderas, buscando una mayor satisfacción.
Mientras que mi amante me decía una y otra vez que yo era su novia, su chica, en fin, para él yo era una mujer, por el hecho de que me estuviera dando por el culo.
En toda mi vida nunca me habían llamado la atención los chicos, y hasta ese mismo día tampoco el ser clavado por el culo, pero a medida que él continuaba bombeándome, yo me decía a mí mismo que eso se debía repetir otra vez.
Así que cuando ya él estaba acabando sabrosamente dentro de mí, y me dijo. “Para la próxima te vas a poner unas pantis y sostén, cariño.” Sin pensarlo mucho de inmediato le respondí que sí.
Fuera de ese salón había una covacha de limpieza en la que me lave, después de que él me volvió a besar con fuerza, y se marchó.
Me las arreglé para lavarme el culo y expulsar lo que él había dejado dentro de mi cuerpo, desde ese momento, nuestros encuentros fueron algo de casi todos los días.
En los que al principio me trajo unos pantis, algo grandes para mí, pero posteriormente, yo comencé a tomar prestadas algunas de las prendas íntimas y hasta uno que otro vestidito de mis hermanas.
Ropa que me ponía para que mi novio, me tratase como a una chica, de la que supuestamente él estaba enamorado, por mi parte me comencé a dejar el cabello largo, iba a clases en ocasiones con las pantis puestas, claro sin que nadie lo notase.
Hasta me arreglaba las uñas y usaba suavemente un perfume de mi madre, yo estaba de lo más envuelto en mi relación con él, que cometí varios descuidos.
Descuidos que una de mis hermanas, para colmo de males, la que no le gustan los hombres, se dio cuenta y al poco tiempo me dijo que ya sabía que era lo que a mí me gustaba.
Yo no le hice mucho caso hasta que me dijo. “Aparte de ponerte nuestra ropa a escondidas, como que te quedó el gusto de que te dieran por el culo, ¿verdad?”
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!