Pastel de cumpleaños
Hola a ti, que por alguna razón diste con mi historia, lo que estoy por contarte me pasó hace algunos meses, fue real y en su momento muy, muy vergonzoso para mí, pero ahora por alguna razón, cada que lo pienso no puedo evitar que mi polla se ponga dura como roca, como probablemente te pasará a ti..
Me llamo Julio, tengo 26 años y desde muy joven he sido calientísimo, no puedo contar la cantidad de veces que me he pajeado y termino con la cara llena de leche después de correrme expulsando chorros de semen (como dato que resultará importante en breve, desde mis primeras pajas he sido muy lechero, siempre expulso 6 a 7 chorros por paja, y así me pajee varias veces al día no es limitante para que cada vez expulse la misma cantidad de leche).
Siempre me pajeé viendo porno, y poco a poco fui pervirtiéndome al ver categorías más morbosas, como BDSM, Amo/esclavo, dominación, etc. Siempre me llamó la atención eso de imaginarme siendo usado por un hombre maduro y dominante, volverme su sumiso esclavo con todas sus letras, y complacerlo en cualquier fantasía que quisiera cumplir. Me imaginaba siendo atado, usado, follado sin piedad y eso fue un pensamiento recurrente en mi mente por años. Hasta que un día, al navegar por el app de la máscara amarilla (a esa app le debo todo lo que estoy por contarles), me topé con un usuario cuyo nickname era ‘DomTop’. Apenas leí ese nombre, por inercia pulsé sobre su perfil sin foto para escribirle. Lo saludé, y él me saludó muy amablemente, comenzamos a conversar, y de inmediato se notó la química que había entre ambos, los dos éramos muy morbosos, él evidentemente era activo y muy, muy dominante, ese día nos desvelamos conversando sobre nuestras más morbosas fantasías, nos pasamos fotografías y, como de costumbre, esa primera conversación terminó con una corrida de leche salpicándome la cara a eso de las 4:30 a.m.
Después de esa primera conversación comenzó una relación extraña entre ambos, nos comenzamos a escribir diario, contándonos sobre nuestro día y a la vez manteniendo ese morbo día a día al enviarnos fotos de nuestro paquete o incluso cómo nos pajeábamos en lugares aleatorios.
Llegó el día de conocernos, y desde días antes él me había dicho que desde el minuto uno él estaría metido en su rol de Amo, y yo debía hacer lo mismo y comportarme como un sumiso obediente que busca ser esclavo de un macho. Ese sábado le mentí a mis padres diciéndoles que iría a comer con un amigo y de ahí al cine, así sabrían que me tardaría varias horas en volver. La cita fue en su apartamento, que quedaba a unos 15 minutos de distancia a pie, quién diría que mi futuro dueño estaba a solo unos pasos de distancia.
Llegué a la puerta de su departamento y con mi mano temblorosa a causa de los nervios toqué a su puerta. Apenas abrió y pude constatar lo que vi en las fotografías que compartió por mensaje, y que fueron inspiración para muchas pajas. Era alto, aproximadamente 1,90, muy fornido, tenía hombros, pechos y brazos muy grandes que se marcaban en su camiseta ajustada, era más feo que guapo, pero por alguna razón eso me calentó más, el saber que aún siendo feo no podía dejar de imaginarme siendo empalado por su verga mientras me apretaba con esos brazos fuertes y peludos de macho. Tenía una barba muy tupida y negra, llevando puesta una camiseta deportiva y unos shorts holgados. Apenas entré por la puerta y me dio una serie de instrucciones que se volvieron mi pan de cada día en las múltiples visitas posteriores:
– Vas a desnudarte por completo, y vas a poner tu ropa doblada en esa cesta-, señalando a un cesto a un costado de la puerta de entrada, – Después ya que estés completamente desnudo te pondrás de rodillas-, procedí a arrodillarme tal como me lo pidió. Se acercó a mí, antes sacando algo de un cajón de un mueble cercano a la cesta. Sacó un collar de perro, y procedió a ponérmelo en el cuello. -Si te comportas y obedeces, pronto podría mandar a hacer una placa con tu nombre, putito-. Esa simple frase hizo que inmediatamente mi polla se tornara dura como roca, a lo que él mencionó: – debí saber que esto te calentaría, si eres un puto esclavo innato, tu único objetivo en esta vida es el servir, y a partir de ahora me servirás a mi, ¿entendido?-.
Mi respuesta fue un parteaguas en mi vida, ya que a partir de ese momento me convertí en su esclavo y sellé mi destino con un -Sí, amo-.
Sesión tras sesión lo pasábamos delicioso, ambos disfrutábamos al máximo esas horas cada semana. Semana tras semanas caminaba emocionado y con la polla dura hacia su apartamento para que cada sábado me usara a su antojo ese macho fornido y degenerado, mi Amo, mi dueño.
Durante las sesiones hacíamos de todo, me ataba, me vendaba los ojos, me azotaba, me pajeaba múltiples veces seguidas, me follaba sin piedad, me violaba con todo tipo de objetos, desde dildos hasta objetos cotidianos como pepinos o botellas. Curiosamente, además de todos los morbos relacionados a la dominación, ambos compartíamos esa fascinación por el semen. Le encantaba ver cómo mi polla disparaba chorro tras chorro de leche, para después hacerme lamerlo del piso hasta terminarlo. Lo mismo con su semen, una vez se corría me hacía siempre lamerlo, ya que siempre repetía su lema más importante – la leche no se desperdicia- y me hacía lamer hasta la última gota, tanto de su leche como de la mía.
Esas semanas se convirtieron en meses y esos meses en el primer año, donde cada sesión hacíamos cosas muy morbosas que nos llevaban a deslecharnos en múltiples ocasiones, pero al terminar, lo increíble es que fuera del ámbito sexual realmente nos llevábamos muy bien, por lo que fuimos creando una amistad, y podré decir que hasta sentimientos más profundos, que no decíamos porque podía más el mantener esa ilusión de que el era mi Amo y dueño, y yo su esclavo fiel. Más independientemente de ello, fuimos conociendo más y más cada vez sobre la vida personal del otro. Sabía que él era soltero, la relación que tenía con su familia y amigos, a qué se dedicaba, cuáles eran sus pasatiempos, etc., al igual que él sabía todo de mí. Por alguna extraña razón sentía total confianza con él y le contaba cualquier problema o lo más relevante de mi semana después de haber sido usado sin piedad por ese hombre.
Cuando cumplimos el primer año de entrenamiento preparó una sesión especial, que filmó de principio a fin, desde que entré por su puerta y me colocó el collar con la placa grabada con un ‘Julio’ en ella, y a la que ya hasta le había tomado afecto, hasta deslecharme follándome con un palo de escoba mientras lamía su semen del piso. La verdad lo pasamos increíble cada vez. Desde ahí se volvió normal el celebrarnos los eventos importantes del otro, que si por que fue su cumpleaños, o que si fui ascendido en mi trabajo, etc. Todo motivo relevante era digno de celebrarlo con una sesión especial.
Y justo a raíz de uno de esos eventos importantes es de donde surge esta historia. Ya que nos llevamos tan bien, evidentemente nos agregamos a redes sociales, donde Adrián (creo que no había mencionado su nombre, pero a decir verdad nunca le llamo así, siempre le digo ‘Am0’), supo que mi cumpleaños se acercaba, y curiosamente este año justo cayó en sábado, por lo que desde el lunes anterior me dijo por mensaje que quería consentirme el doble esa semana por lo que me citó el jueves y viernes al salir del trabajo, y también el sábado en el horario regular. Evidentemente ese mensaje me hizo la semana, por lo que esperaba con ansias el jueves, luego el viernes y luego el sábado para ser usado por mi dueño.
Las sesiones del jueves y viernes fueron deliciosas, breves pero deliciosas. Ya que ambos despertamos temprano entre semana, esas sesiones solo duraron unos un par de horas, pero ambas consistieron en tenerme a 4 patas sobre la barra de la cocina, con mis ojos vendados y únicamente usando mi collar de perro. Ambos días se dedicó sólo a ordeñarme una vez tras otra. El tener los ojos vendados hacía que me diera más morbo y disfrutara más, enfocándome en sentir de lleno cómo me tenía cual si fuera una vaca, ordeñándome una y otra vez. Solo sentía cómo mi polla sacaba chorros de leche sin parar. En total, contando las corridas del jueves y viernes me vine siete veces, y dijo que como regalo ahora él se bebería mi leche, aunque tristemente no me permitió verlo, pero eso no impidió que aún saliendo de su departamento mi polla siguiera dura sólo de imaginármelo bebiendo el semen que recolectó cada uno de los dos días.
La sesión del sábado fue distinta, al recibirme y ya habiéndome desnudado y con mi collar puesto me obsequió un regalo, era una caja muy bien decorada con papel de regalo, por lo que procedí a pedirle permiso de abrirla, y al hacerlo pude ver un dildo gigante que tenía forma de polla de caballo. De inmediato mi polla se puso dura con sólo pensar que estaba por ser violado con él, ya que en una de nuestras conversaciones llegamos a morbosear con qué se sentiría ser follado por un caballo. De inmediato notó mi polla dura y sonrió, sabiendo que disfrutaría en grande la sesión de cumpleaños que había preparado para mí.
Como era de esperarse acabé con el ano destruido y abiertísimo, pero eso no me detuvo de ser cogido sin piedad por mi amo por horas enteras con mi regalo nuevo. Como de costumbre terminé mi sesión de entrenamiento lamiendo del piso mi leche, así como la leche de mi Amo, que en esta ocasión se corrió tan solo unas gotas, ya que dijo que había estado agotado de su semana de trabajo.
Al terminar la sesión abandonamos nuestros roles de Amo y esclavo para proceder a contarle cómo me celebraría ese día, me dio un abrazo y me besó, con mis labios aún llenos de semen y me dijo que estaba muy feliz de haberme conocido y esperaba que pasáramos muchos más cumpleaños juntos, para seguir disfrutando como lo hacíamos. Ya que nos estábamos despidiendo, me dijo que me tenía un par de regalos más, mismos que fue a recoger a la cocina para después dármelos, eran una caja pequeña y un pastel. Me alegró mucho saber que además de haber encontrado un Amo, encontré un amigo. Muy sonriente abrí la caja pequeña y en ella venía una agenda, ya que semanas atrás le había contado que la mía se había mojado al derramar mi café, lo que sin duda me hizo sonreír al confirmar que sí le importaba y era escuchado. Después de agradecerle con otro beso y abrazo se ofreció a darme un aventón a mi casa para que no fuera caminando con el pastel y el regalo y pudiera llegar a entero a casa.
Esa noche la pasé en plan familiar, mis padres y mi hermano me celebraron cenamos juntos y comimos pastel hasta quedar llenos a reventar, para después ver una película e ir a dormir.
La semana siguiente, contento esperaba el sábado para volver a usar mi regalo, que me ocasionó que toda la semana tuviera dolor al sentarme en la oficina, de lo abierto que quedó mi ano. Ese sábado nuevamente fui usado al antojo de mi Amo, y quedé con el ano igual de abierto al divertirnos con mi regalo una vez más. Al terminar, nos tumbamos en la cama y estando acostados nos contamos sobre nuestra semana. Al llegar mi turno de contarle, comencé por contarle cómo lo pasé en mi cumpleaños, a lo que le platiqué que cené con mi familia y luego vimos una película. De inmediato se incorporó en la cama enderezándose para ver mi rostro para proceder a preguntarme qué tal me había parecido el pastel, a lo que le contesté que a todos nos había encantado, ya que a toda mi familia nos gustaba mucho lo dulce y comimos más pastel que cena esa noche. De inmediato él empezó a carcajearse con una risa que hasta podría escucharse como malvada. Después de parar de reír, ya que tomó aire me dijo que me iba a confesar un secreto, y esperaba que no lo fuera a tomar a mal, a lo que procedió a decir:
– ¿Ves que te estuve consintiendo estos días atrás con varias sesiones seguidas? Pues yo también tuve mis sesiones a solas, me estuve ordeñando toda la semana pasada también, todo para sorprenderte jeje, y pues la realidad es que toda la leche que te ordeñé el jueves y el viernes, en conjunto con la que me ordeñé yo mismo pues… ahora entiendes por qué sabía tan bien ese pastel- me dijo con una sonrisa de oreja a oreja y una mirada totalmente malévola, como la de un niño que acababa de cometer una gran travesura.
Apenas terminé de escuchar esa oración mi piel se erizó por completo, mientras todo hacía click en mi mente. Por eso me ordeñó con los ojos vendados, la realidad es que nunca vi realmente qué hizo con la leche de esas siete corridas, y por eso el sábado se corrió tan solo un par de gotas, seguro fue por haberse estado ordeñando como desquiciado la semana entera. De inmediato mi cara se tornó horrorizada, comenzando a gritarle que cómo se atrevió a hacerlo, dándole un par de manotazos al pecho mientras él intentaba abrazarme diciéndome: -me lo vas a agradecer, ya verás putito, no te enojes-. Obviamente me levanté de inmediato y procedí a dirigirme a la cesta para tomar mi ropa y vestime. No lo dejé terminar su oración intentando convencerme y diciendo que no me molestara para cuando le cerré la puerta en la cara y me fui corriendo sin parar a mi casa.
Todo el camino lloré, reviviendo en mi mente el cómo fui tan idiota para compartir el pastel que él me había dado con mi familia, imaginando cómo vi con mis propios ojos cómo mis padres… mis hermanos… no solo tragaban, sino que disfrutaban de mi leche y la de mi Amo. Mi padre incluso se comió tres rebanadas, yo mismo me comí dos e incluso el lunes siguiente mi hermano llevó a la oficina para comer otra vez.
Dos semanas enteras fue un pensamiento recurrente que aterrorizó mi mente, no podía sacar de mi cabeza las caras de mi familia disfrutando de ese pastel. La culpa y remordimiento que sentía eran gigantes. Adrián intentó contactarme todas esas dos semanas, pero no podía, no podía responderle, la verdad me dolió mucho esa traición de alguien a quien le había tomado tanto afecto. Todas esas dos semanas no pensaba en otra cosa, ni siquiera pude pensar en pajearme por la vergüenza que sentía, creo que fue mi manera de autocastigarme también por lo sucedido.
Al paso de la tercer semana sin contacto con Adrián, un miércoles que llegué de la oficina, mientras cenaba con mi familia, mi papá estaba diciendo que el próximo mes se celebraría con sus amigos e irían a una cabaña en parejas para festejar, a lo que mencionó: -Oye Julio, ¿puedes decirme dónde mandaste a hacer el pastel que trajiste en tu cumpleaños?, me gustó bastante-. a lo que mi hermano agregó:- uff pero si pides nos dejas un pedazo viejo, que no lo querrás todo para ti ¿o sí?-. De inmediato mi cara se tornó pálida, a lo que mi padre me preguntó si todo estaba bien, procedí a decirle: – sí pa, todo bien. Pues lo hizo una amiga, pero creo que ya no hace más, sólo lo hizo como única ocasión por mi cumpleaños-. a lo que él respondió:- pero anda, pídele que haga uno de nuevo, como un favor pero ahora para tu viejo-. No pude mas que decirle que intentaría convencerla, pero por dentro me comía el remordimiento. Justo en ese momento, noté algo que me hizo cuestionarme todo, y que cambió mi vida de ahí en delante. Sentí cómo mi polla estaba que reventaba dentro de mi pijama. ¿CÓMO CARAJOS ERA ESO POSIBLE? ¿POR QUE DEMONIOS ME PONÍA CACHONDO LO QUE ACABABA DE PASAR? Mi papá estaba que suplicaba por más pastel, y mi hermano incluso peleaba con el apelando por un trozo, un trozo de pan repleto de mi leche y la de ese hombre fornido, barbón y velludo al que llamaba Amo. Como pude me escapé a mi cuarto luego de un rato intentado esperar a que se me bajara la erección, en vano, ya que siguió dura como roca, por lo que intenté disimular al salir disparado del comedor. Apenas cerré la puerta de mi alcoba, procedí a arrancarme el pijama hasta quedar completamente desnudo y tenderme sobre mi cama, comenzando a pajearme sin cesar cerrando mis ojos e imaginándome a Adrián ordeñándose día tras día para después proceder a juntar su leche blanquecina con mi leche poco más transparente que blanca y agregarla a la mezcla del pastel. En ese momento mi polla arrojó una cantidad sin precedentes de leche que salió disparada en todas direcciones, salpicando mi pecho, mi cabello, mis sábanas e irónicamente, un portarretratos que tengo en mi buró con la foto de mi familia. Al terminar, como era de esperarse me inundó un mar de remordimiento. Cómo fui capaz de disfrutar algo así, era un puto degenerado.
Todo el día siguiente no pude sacar de mi mente esa escena de Adrián pajeándose y preparando el pastel, lo que ocasionó que gran parte del día mi polla estuviera dura y tuviera que esconderla bajo el escritorio de la oficina. Apenas salí del trabajo, no podía pensar en nadie más, tenía que verlo. Me dirigí directo a su departamento, plantándome frente a su puerta, y cuando estaba a punto de tocar la puerta un pensamiento abordó mi mente por completo:-si lo haces ya no habrá marcha atrás, esto cambiará todo…-.
Pasaron dos minutos hasta que, cerré mis ojos apretándolos, y procedí a dar tres ligeros golpecitos a esa puerta.
Después de unos segundos se abrió, y solo vi la cara de Adrián con una sonrisa maquiavélica dirigiéndose hacia mí, acabando por decir: -sabía que volverías, ¿qué te dije que harías?-
Al decir la siguiente frase sentí cómo mi polla se engarrotó de inmediato bajo mi pantalón, mientras mi mente se inundaba de oscuridad, morbosidad y depravación con futuros escenarios inimaginables: -Gracias Amo, gracias por lo que hizo-.
Sólo se hizo a un lado mientras yo pasaba, y cerró la puerta mientras yo procedía a quitarme la ropa y doblarla en la cesta. Estaba por empezar una nueva etapa de mi vida…
Si se preguntan si hubo más pasteles, la respuesta es sí, muchos muchos más, pero merecen sus propias historias. Si quieren saber algunas más háganmelo saber, por ahora me cansé de escribir, pero quizá otro día vuelva a contarles un poco más.
Si terminaste de leer, eres tan degenerado como yo, ¡saludos y buena paja!
Hola, wow tu relato estubo muy morboso me encanto, porfavor continua contando está historia me encantó la situación de Dom/sub y los pasteles wow, voy a seguir tu cuenta apartir de ahora me encantaría leer más relatos así.
Excelente! Conta mas
UFFF, que morbo, me sorprendió el desenlace, recién entendí el titulo. Buenísimo, y quiero saber mas de esos pasteles