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Dominación Hombres

Pequeño sumiso: Vendido

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por fervizcon.
Podía sentir como el éxtasis lo invadía, como cada parte de su cuerpo se contraía y como esa descarga eléctrica lo recorría por toda la espalda; podía sentir como el ano de su esclavo se contraía y como intentaba escapar, era la primera vez que lo penetraba, desde que lo había tomado, solo se había divertido con él, pero ahora, era momento de que lo llenara, de que lo hiciera suyo para siempre.

El muchacho que tenía entre las manos gritaba y se retorcía, lo había penetrado demasiado rápido y el dolor debía ser impresionante, pero estaba seguro de que también lo gozaba aunque ese no fuera su propósito, su único propósito era darle placer, era un sumiso, él lo había hecho un sumiso, había doblegado su espíritu y sabía que le pertenecía.

Habían pasado dos años desde que lo había tomado como su esclavo, dos años en los que lo había obligado a hacer de todo, en los que lo había castigado y en los que le había causado un enorme placer; aún podía recordar el primer contacto que había tenido con él, había sentido un deseo increíble de poseerlo, sus piernas delgadas y sin un solo vello al igual que todo su cuerpo, sus pequeñas manos inseguras, ese bóxer que resaltaba su bello culito, redondo, lampiño, perfecto.

Sus pequeños pezones rosados y sus delicados pies, ojos color azul y su cabello rubio, ese cabello rubio era lo que lo excitaba más que nada, siempre había tenido una debilidad por los rubios, siempre los miraba más que al resto. Debía haber tenido unos diez años cuando lo había conocido en esa alberca municipal, y desde entonces lo había observado, listo para tomarlo como su esclavo en la primera oportunidad.

El recuerdo de su primer encuentro hizo que sintiera un hormigueo en la punta del pene, estaba a punto de venirse, lo tomó del cabello sin ninguna consideración y lo mordió en el cuello, era la señal, era momento de que aceptara su destino – amo, por favor, soy suya – su voz insegura lo inundó y el placer hizo que se corriera como nunca lo había hecho; el muchacho lanzó un grito al sentir como el semen de su amo lo inundaba mientras gemía de placer.

Era un sábado por la mañana, no deseaba salir de la cama, todos los días de escuela tenía que levantarse temprano y ese día era el único en el que podía quedarse más tiempo de lo acostumbrado, eso hasta que su madre lo llamara o hasta que comenzaran los gritos.

Justo en ese momento los gritos de su padre se escucharon y después algo se rompió, E*** se metió bajo las cobijas lleno de miedo. Odiaba a su padre, era un hombre agresivo que todo el tiempo estaba ebrio, lo hacía sentir inseguro y le daba miedo, mucho más cuando comenzaba a gritarle a su madre. Ésta no era diferente, era una mujer extraña que no mostraba ningún sentimiento, excepto cuando le gritaba a su padre, solo en ese momento mostraba su lado más cruel y decía cosas horribles.
E*** salió de abajo de las cobijas mirando a la puerta, tenía miedo y esperaba que alguno de sus padres entrara gritando, pero no fue así, ninguno de los dos entró y durante un segundo todo quedó en silencio.

Salió de su habitación y bajó a la cocina, estaba vacía, no había nadie, inspeccionó la casa de una sola planta en busca de sus padres y no los encontró, la alegría lo invadió, sería otro de esos sábados sin que ellos estuviesen; había pasado durante los últimos meses, sus padres simplemente desaparecían y él se quedaba solo.
Era alrededor de medio día y sus padres aún no aparecían, hacía calor, era el verano y el sol quemaba como nunca, su casa no tenía aire acondicionado y E*** se estaba quemando en el porche, tenía una camiseta de tirantes demasiado vieja y casi transparente por donde se podían ver unos pezones rosados y delicados, unos shorts ajustados demasiado viejos y unas sandalias que dejaban ver unos suaves pies.

Sabía que sus padres no aparecerían durante todo el día y no le importaba, era sábado y todos los niños iban a la alberca municipal a disfrutar el agua y olvidarse del calor y él había hecho lo mismo los últimos fines de semana, siempre llegaba a tiempo para ver a sus padres llegar, no sabía en dónde habían estado, pero no le importaba, lo único que quería era ir al agua.

Ahí estaba, como cada sábado de los últimos meses, al verlo sintió como su pene crecía dentro de sus shorts, era muy excitante verlo cambiarse frente a todos esos otros niños, pero él era especial, su cabello rubio lo excitaba de una forma incontrolable, la idea de tocar ese cuerpo delgado y lampiño era muy fuerte, lo deseaba y lo haría suyo de alguna manera.
Observó como el niño se desnudaba lentamente, incluso parecía que lo había para él, su camiseta estaba vieja y dejaba ver unos rosados pezones muy pequeños, casi en desarrollo, lentamente se la quitó y dejó ver su suave torso, era delgado y eso lo excitaba más, en su mente se revolvían las ideas de como lo poseería.

Se quitó esos apretados shorts y dejó ver un bóxer apretado que debía tener hacía mucho tiempo, se veía igual que su camiseta, desgastado y transparente. Un Pinchazo hizo que su pene saltara, estaba húmedo, podía sentir como ese líquido pre seminal lo cubría, pero no quería perderse la mejor parte.
Observó al niño una vez más y lo deseó, tenía unas piernas delgadas y lampiñas y sus pies eran delicados y perfectos, era algo de lo que más le gustaba, esos lindos pies, quería olerlos, lamerlos y correrse en ellos, los deseaba.

El niño entró al agua y comenzó a jugar con otros niños que no le interesaban, entonces percibió algo detrás de él – ese es mi hijo – un hombre que parecía un vago estaba mirando al niño rubio, no le quitaba la mirada de encima y parecía molesto; tenía un olor a licor barato que le asqueaba, no se había dado cuenta de cuánto tiempo había estado ahí, ni de si había visto la forma en la que miraba a su hijo.

El hombre se acercó a la reja que estaba cerca y se recargó de manera peligrosa – siempre has sido así, un malagradecido – no supo que responder, no tenía idea de qué quería el hombre.
El niño salió del agua y en ese momento su pene sintió otra descarga, era el momento que deseaba cada día, su bóxer blanco y viejo se transparentaba y dejaba ver ese culito redondo y lampiño, era una imagen perfecta, casi deseaba arrancárselo con los dientes y hacerlo suyo; el niño volteó y el agua hizo que su pequeño pene se marcara, era pequeño y parecía circuncidado, tenía dos pequeños testículos sin un solo pelo y se movían cada vez que se sacudía el agua.
Se acomodó el bóxer sin recato alguno y por un segundo su lindo culito quedó al aire, una vez más sintió como el liquido escurría por su pene y manchaba sus shorts; volteó y descubrió al hombre a su lado con la mirada fija en él, lo había visto ver a su hijo con deseo, lo sabía.

El hombre se acercó un poco mareado y miró a su hijo – ¡E***! – gritó como un perro y al instante el niño se quedó quieto y muerto de miedo al ver que su padre lo había descubierto. El hombre le gritó que saliera del agua y el niño se quedó helado, no sabía que hacer, su padre volvió a gritarle y el niño salió del agua casi corriendo.
Tomó sus cosas y caminó con miedo hacia su padre y hacia el otro hombre que no dejaba de mirarlo con deseo, ese bóxer viejo le producía un enrome placer, ver al niño húmedo, con los pezones rosados duros por el frío, las piernitas delgadas húmedas y escurriendo en agua y el cabello rubio pegado a la cara lo hacían lubricar más y más.
El niño llegó temblando hasta donde estaban y miró al hombre junto a su padre, éste le sonrió de manera morbosa, con deseo; el hombre lo tomó del cabello y el niño soltó un grito que hizo que el hombre a su lado sintiera una punzada de placer.

Nos vamos a casa, necesitas aprender una lección – el niño lo miró suplicante, pero su padre lo ignoró, se volteó con el hombre que mantenía una considerable erección y se acercó a su oído – venga con nosotros – sin decir más jaló a su hijo por el brazo y se alejó.
El hombre se quedó quieto esperando, no tenía idea de quién era ese hombre, pero no podía dejar pasar la oportunidad, el hombre era un alcohólico, lo podía decir pos su horrible aliento; sin pensarlo más tiempo, echó a andar y alcanzó al hombre – llévelo usted – dijo el padre y acercó a su hijo al hombre.
Sin más, éste lo tomó de cabello y lo condujo mientras el niño sollozaba.

La casa era vieja y estaba cerca de la alberca, en un barrio un poco malo, pero a diferencia de las otras casas, ésta estaba casi cayéndose. Los tres entraron por una desvencijada puerta y el hombre soltó al niño – no te muevas – dijo su padre a lo que el niño obedeció y se quedó quieto y temblando de frío. Miró al hombre que lo había conducido a casa y después agachó la mirada mientras éste le sonreía.
El padre llegó con una silla vieja y la puso frente al hombre – dele una lección – él hombre miró al padre sin decir nada y luego se sentó en la silla – quítate la ropa – ordenó el padre y E*** lo miró asustado sin moverse.
El hombre se acercó a su hijo y de un tirón le bajó la ropa interior húmeda, lo miró y se echó a reír; el hombre de la silla sintió como la erección aumentaba bajo sus pantalones, el niño que tanto deseaba estaba por fin frente a él, indefenso, listo para ser castigado y desnudo. Tenía un pequeño pene rosado y circuncidado, sus testículos tenían una piel rosada que se arrugaba un poco y no tenían un solo vello.

El padre tomó al niño por el hombro y lo llevó hasta la silla – reclínate – el niño se inclinó sobre las piernas del hombre temblando y se quedó quieto – hágalo – dijo el padre sin mirar al hombre mientras desaparecía en el comedor.

Era lo que siempre había imaginado, tenía a ese niño rubio en sus piernas, sin ropa y listo para ser castigado, lo acomodó en sus piernas y lentamente recorrió la piel de su espalda, era tersa y muy delicada, al instante sintió como la erección crecía y chocaba contra el pecho desnudo del niño, lo cual solo la empeoraba, lentamente bajó la mano hasta llegar al lindo y terso culito del niño, era redondo y suave, al parecer nadie lo había tocado, lentamente introdujo su dedo índice en medio de sus nalgas y lentamente las abrió.
La erección en sus shorts creció y los manchó con líquido pre seminal al ver el ano del niño, era rosado y apretado, casi quería lamerlo en ese momento, quería penetrarlo ahí mismo, pero antes debía castigarlo. Lo acarició lentamente y después llevó uno de sus dedos a su boca para lamerlo, el placer era incontenible.

Se detuvo un segundo y recorrió lentamente las piernas de E***, éste tembló una vez más y sollozó aún más, pero no le importaba; eran suaves y delgadas, como solo las de un niño pueden ser, dobló una de sus rodillas y acarició uno de sus pies, esos suaves pies de niño, delicados y tersos, lo acercó a su rostro y lo olió con deseo, luego sacó la lengua y la pasó por toda la planta; al instante sintió como su ropa se humedecía más, sin poder contenerse se metió el pie del niño en la boca y lo chupó lentamente mientras el placer lo inundaba.
E*** sollozaba y temblaba de miedo, pero al hombre no podía contener su deseo, sacó el pie del niño de su boca y acarició su culito, era momento de que le diera una lección – esto te va a gustar – alejó la mano y con fuerza atestó una nalgada que hizo que el niño saltara y lanzara un grito.

El placer lo inundó una vez más y sintió como su cuerpo le pedía más, una vez más le dio otra nalgada, ésta vez más fuerte y el niño chilló de dolor, otra vez y otra vez, cada vez más fuerte – esto te va a enseñar – le dijo al odio mientras le atestaba la quinta nalgada con una fuerza terrible.
El niño gritó de dolor, estaba llorando y eso lo hacía aún mejor; el hombre sonrió y comenzó a golpearlo con brutalidad, cada nalgada era más fuerte que la otra y cada grito era aún más fuerte que el otro. El hombre se detuvo extasiado, había querido hacer eso por meses y ahora el placer lo inundaba.

El pequeño lloraba y babeaba sin entender lo que pasaba, su culito estaba rojo e hinchado por los golpes y los dedos del hombre se habían quedado marcados en su pálida piel. El hombre pasó su mano por el culito del niño y lo apretó con fuerza – creo que ya entendiste – dijo mientras el niño gemía y lloraba.
Un ruido a su lado lo hizo voltear, era el padre del niño que miraba la escena sin expresión, el hombre en la silla se calmó un poco y miró al padre, entonces se dio cuenta de que sostenía un collar y una cadena de perro.

E***, ven aquí – dijo el padre y el niño se bajó de las piernas del hombre llorando y se acercó a su padre con miedo, el hombre le puso el collar en el cuello y luego lo obligó a hincarse en el suelo aún desnudo.
El padre estiró la mano con la cadena – ¿lo quiere? – el hombre de la silla abrió los ojos ante la pregunta del padre, no podía creer lo que estaba pasando, ese niño era su deseo y ahora su propio padre se lo estaba ofreciendo. El hombre lo miró y afirmó lentamente, mientras el padre sonreía.
El precio le parecía una ganga, era como comprar un perro, era un precio ridículo por el niño que miraba a su padre con el horror en el rostro – quiero el dinero en una hora, si no, el niño se queda aquí – el hombre lo miró y asintió, no podía perder a ese niño, al niño que tanto había deseado, quería hacerlo suyo, quería que fuera su perro para siempre.

El niño miró a su padre y comenzó a llorar – por favor, papi no quiero – dijo mientras intentaba agarrarlo de la pierna, pero el hombre ya tenía la cadena en la mano y lo jaló hacia él – por favor, no quiero irme con este señor – dijo llorando desconsoladamente, pero su padre no lo veía, solo contaba el dinero con una sonrisa – lléveselo ya, no quiero verlo jamás, ahora es su problema – el niño gritó y trató de escapar, pero la cadena no lo dejó, intentó soltarse, pero en ese momento un golpe en el estómago hizo que perdiera todo el aire y se quedara en el suelo intentando respirar – ¡que se lo lleva ya! – gritó su padre. El hombre levantó al niño del suelo y sin decir más, lo metió en su camioneta, cerró la puerta, arrancó y se fue de ahí.
El niño reaccionó y trató de abrir la puerta, pero no podía, tenía seguro para que nadie la abriera, gritó y trató de escapar, pero no podía; el hombre lo tomó del cabello y el niño gritó – quédate quieta putita, ahora eres mía – lo empujó contra el asiento y ahí se quedó el niño llorando y sin saber que hacer.

El hombre entró en la cochera de su casa y cerró, tomó al niño por la correa y lo jaló – abajo – el niño lo miró asustado y sin saber a que se refería – ¡abajo perro! – hizo que doblara las piernas y se quedara en sus rodillas – vamos a tu nuevo hogar – el hombre caminó y jaló a su nuevo perro, éste gateó detrás del hombre y lo siguió.
Entraron en una habitación de paredes altas y ventanas casi en el techo, el hombre encendió la luz y la habitación quedó iluminada; en ella, solo había una jaula, un pequeño traste con agua, un armario en una esquina que tenía un candado y cuerdas y cadenas en las paredes, que colgaban de armellas. El niño miró al hombre con el rostro manchado por el llanto y éste sonrió – eres mío ahora, vas a ser mi putita y mi perra personal, éste será tu nuevo hogar así que acostúmbrate – E*** comenzó a llorar y el hombre lo empujó con el pie hacia la jaula – ¡entra perra! – el niño entró a la jaula en dónde apenas cabía y el hombre la cerró con un candado, le quitó la cadena y lo contempló, necesitaría comprar unas cosas para su nueva perra y necesitaría adaptar otras, pero la excitación lo inundaba, era la perra que siempre había querido, era lo que había deseado.

El niño lo miró desnudo desde la jaula y el hombre sonrió – ya eres mío – dijo sonriendo sin que el niño entendiera lo que eso significaba, sin saber todo lo que le esperaba, todos esos golpes, todos esos tratos, todos esos hombres. Ahora sería un simple objeto sexual, sería humillado y tratado como tal, ese era el inicio de su vida como esclavo, como sumiso, esa era su nueva vida, aunque aún él no lo supiera.

Hola a todos, este es mi primer relato que publico, la verdad espero que les guste porque esta historia se va a poner buena, este es solo el inicio, si quieren saber que pasa, sigan pendientes a los demás capítulos.
También, si quieren, pueden darme ideas de lo que les gustaría que le pasara a E***, la historia está abierta para todos los deseos que tengan, así que si quieren, pueden decirme que les gustaría que escribiera.
Espero que les guste y que me manden sus comentarios. Gracias.

6165 Lecturas/1 octubre, 2018/0 Comentarios/por sexosintabues
Etiquetas: culito, hijo, madre, padre, semen
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