PERDIDO!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Yo, era un jovencito entonces. Un novel obrerito quinceañero que comenzaba su vida como jornalerito, y que a diario, cuando volvía de mi trabajo, debía siempre pasar por aquella hermosa casa que habían alquilado para vivir mientras duraban sus universitarios estudios, unas hermosas muchachas ricas de otra ciudad pequeña donde no había universidad, y por ello habían venido hasta ésta donde yo vivía, que era, ciudad universitaria.
-"Ch..ch…chst..! "-Me chistaban y soltaban risitas, cada vez que me veían pasar por debajo del balcón donde siempre ellas estaban a esa hora, y yo…orgulloso y sabiéndome muy pobre y sabiéndolas a ellas muy ricas y que lo único que deseaban sería burlarse de un pobre chico obrerito, indignado siempre hacía caso omiso a sus burlones chistidos y risitas, y aumentando mi orgullo de pobre, les mostraba desprecio e indiferencia.
-" Miren…ahí viene otra vez el obrerito!!!Ahí viene el albañilito pobre!!! jajajajajajajajaja!!! Chst…chsssst… chssst!!!"
Yo, -lo confieso-: hervía en calenturas de indignación y rabia!!! Cada día que pasaba era peor, y todas, -que eran en total siete-,estaban absolutamente complotadas para aquel acose sobre mi persona.
Cada día, inauguraban cosas nuevas para decirme y de mí burlarse. Yo, incólume y cada día más firme mi orgullo, sólo les mostraba repudio con mi sola mirada, y la mayoría de las veces, repudio sin siquiera mirarlas.
-"Ya vas a caer rendido a todas nosotras, y ahí verás lo que es ser esclavacho caliente de mujeres !!!" -Me decían-.
Así iban pues pasando los días, y aquella guerra continuaba con sus ataques, y yo, con mis resistencias.
Las muy cerdas, comenzaron a utilizar "artillería pesada", y las más escandalosas minifaldas que les exhibían sus despampanantes piernazas gordas, comenzaron ellas a usar para estar cada tarde ahí en el maldito balcón a la hora en que yo de mi trabajo volvía. Y además…unas remeritas súper escotadas, que les ponía prácticamente las inmensas tetas de afuera , cosa que por gusto me mostraban acomodándose de tal suerte en el balcón, para que yo viese ese espectáculo. Y, obviamente, comenzaban con su pléyade de chistidos, palabrotas y dichos cada vez más obscenos yá.
Yo…¡no cedía!
-"Ya vas a entregarte y vas a subir calieeeeennnnte aquí para que "te cochemos" bieeeeeeeennnncochadito entre todas!!!" -Ay..! qué rabia sentía yo!!!-
Una tarde, cuando una de ellas se subió bien arriba la minifalda y giró para mostrarme el culo, esa tarde, yo…giré para mirarla…y me detuve sin poder resistir el deseo de mirarla… Todas, soltaron las risas.
Al siguiente día…otra vez! Yo, quise esta vez resistir mi deseo de voltear para mirarla y seguir ufano y altivo, pero…no pude.
Con una fortísima ereccción en mi pene ya de por sí superdotadamente inmenso caminé hasta mi casa tapándome como podía con un balde de albañil que llevaba, y esa vez, no logré bajar mi erección hasta bien entrada la madrugada cuando el sueño me venció. ¿Si me masturbaba? Por ellas: NO!!! No, no, y no!!! Ello, significaría una entrega también! un triunfo para ellas, que yo no estaba dispuesto a dárselo a esas cerdas!!! Por lo tanto, la abstinencia rigurosa, formaba también parte invitada en esa guera que yo, contra ellas luchaba.
Una mañana -no lo olvidaré nunca-, ay!!! amanecí con los huevos del tamaño de un meloncito, y el chorizo como uno de esos inmensos salchichones, y todo mi ser como poseído en ardores de lujuria exorbitantemente monstruosa.
Debo reconocer…que había despertado soñando con las cerdas inmundas, en un pervertido sueño donde me veía esclavizado sexualmente a todas!!!
Esa laboral jornada, me lo pasé íntegra echándole mente a las puercas inmundas.
Al salir, a última hora…un presentimiento invadía mi cuerpo entero: algo…iría a pasarme!!! esas cosas que uno a veces siente como irreversibles, y como que el destino ya las tiene para uno signadas.
No me equivoqué.
Iba acercándome a la casa de las cerdas cochinas donde las siete ya estaban todas esperándome con sus miradas viéndome llegar de lejos por aquella angosta y solitaria callecita,ya las siete cómodamente sentadas ahí en el balcón, y…al acercarme más y más…mi alocada verga se empinó bruscamente y de una como endemoniada manera rompiendo aquel finito y gastado shortcito viejo que inoportunamente aquella tarde vestía, escapándoseme toda ella en su total longitud hacia afuera y hacia arriba como saludándolas, y todas, entre perplejas y eufóricas, comenzaron a estallar en las más extravagantes carcajadas, al tiempo que una de ellas me gritó:
-"Arriba!!! ¡arriba inmediatamente!!! ¡te lo ordenamos!!!"
Recuerdo, que comencé a llorar con un sentimiento de derrota en la cual una calentura sexual monstruosa la aderezaba completa. La muchacha me mostraba su dedo indicámdome autoritaria la órden de ascender, y yo…
llorando, con la verga de afuera y escandalosamente empalmada y con una longitud y grosor como en la humanidad no se estila, así…comencé a encaminarme hacia la escalera que llevaba hasta ellas. Todas, en un eufórico coro de risas y exclamaciones, ya se movilizaban preparando "la recepción".
Llego -me acuerdo-, viéndolas reír y venir hacia mí con las más puercas y mordaces de sus más lujuriosas expresiones. Me atrapan, y…me les entrego ardiendo en calenturas como volcánicas.
Jamás había yo imaginado, que pudiese una persona quedar completamente desnuda en tan poco tiempo:
Me desnudaron al capturarme, creo…en no más de …un segundo!
Siete mujeres comenzaban a abusar a sus más completas anchas, de un hirviente jovencito vergudo.
Mi verga era el centro de la más escandalosa disputa entre catorce manos y siete bocas, catorce tetas y siete culos, siete coños y una infinidad de dedos…
Me habían colocado sobre una gran alfombra en un espaciado ambiente, y ahí…la orgía había ya comenzado!
Yo gemía y bramaba y suspiraba y chillaba, pedía clemencia ante tanto abuso y las cosquillas que me hacían me enloquecían y no podía coordinar ya palabras, y todo yo era ya un ser poseído por la más absoluta dominación de las mujeres que me habían vencido.
Yo ya no sabía qué culo lamía, coño o tetas…qué axila de cuál de ellas se apoyaba en mi cara o cuál de ellas era la que me estaba mamando o follando, haciéndome qué cosquilla o por qué cosa mis orgasmos comenzaban a reventarme haciéndome largar aquellos ríos de leche que una vez tras otra ellas me hacían largar verga afuera entre sus más estridentes carcajadas de lujurioso gozo triunfal.
Sin consultarme si lo permitía yo o si nó, me inyectaron con una cosa que multiplicó mi ya exorbitante calentura erótica poniéndome como a un monstruo poseídamente caliente en una sobreexcitación desmedida, que comencé a sentir mi cuerpo como en medio de un despampanante infierno de lujuria irrefrenable, que aquellas siete mujeres podían dar las más descontroladas riendas sueltas a sus deseos, sin tener de mí mermas en mi rendimiento, aunque aquella calentura me sumergía en los más indecibles placeres donde el goce se entremexclaba con la desesperación y la locura que ya, la veía como atrapándome entre sus risas sornásticas.
-"¡Ayyyy, basta por favoooooor!!!!"-recuerdo que fué lo que quise exclamar, cuando un cómico guturalismo ininteligible fue lo único que de mi boca pudo salir, haciendo estallar en carcajadas a todas. Estaba…perdido!
Fue aquel el insólito e inicial momento, en el que aquellas mujeres, comenzaban a poseerme por completo y para siempre. Comencé entonces a ser cosa de ellas, y un objeto con el cual a sus anchas, se divertirían.
Todo mi orgullo quedó como mantequilla untado en sus pies, que tuve que comérmelo lamiéndoselos a cada una que por completo me lo hacían lamer, lamer y lamer…cada vez que lamer me hacían sus pies.
Cada vez que ellas lo deseaban, debía yo satisfacer sus antojos, y pasé a ser de ellas, el esclavo que me habían ellas anunciado ser.
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