Perdónenme, solo me equivoqué de habitación….
Un borracho confundido en lugar de entrar a su habitación entra en la de otras personas, un par de tipos quienes después de despertarlo, al él verlos besarse pregunta cual es la mujer, y ellos molestos por el comentario se lo cogen a la fuerza y lo ponen a mamar. .
Perdónenme, solo me equivoqué de habitación….
Me encontraba asistiendo a la convención de vendedores de productos industriales, representando mi compañía que, en lugar de irme al centro de convenciones, me quedé en el bar del hotel donde me encontraba alojado, a ver si encontraba alguna puta.
Pero no fue así, por lo que cuando comencé a sentirme muy mareado, pagué, y me marché a mi habitación.
Salí del ascensor, y con la tarjeta que sirve de llave para abrir la puerta, estaba a punto de pasarla para que abriese la puerta, cuando la encargada de la limpieza salió con su carro de limpieza de la habitación, y al verme con la tarjeta en la mano, simplemente me dio paso, y cerró la puerta una vez que yo entré.
Así que, aunque estuve a punto de preguntarle cuanto cobraba por acostarse conmigo, pero la vi tan vieja, que francamente no me gustó.
Así que ya estando solo en la habitación, apenas me quité la ropa, me tiré sobre la cama, donde seguramente de inmediato me quedé dormido.
No sé cuánto tiempo llegué a dormir realmente, ya que, de momento, me desperté, cuando sentí que me habían dado una ardiente nalgada.
A un lado de la cama se encontraba un tipo alto corpulento, que parecía levantador de pesas.
Diciéndome que me vistiera, y saliera de su cuarto, yo como aún estaba algo borracho, no pensé en ponerme a discutir con él, así que como pude tras recoger mi ropa, ya estaba por comenzar a ponérmela, cuando salió otro tipo del baño casi desnudo, tan grande, y musculoso, como el que me había despertado, pero llevando un enorme y negro bigote.
Los dos se vieron de frente, y sin importarles nada que yo estuviera ahí, se han abrazado, y han comenzado a besarse de manera bien salvaje.
Yo que apenas mido como un metro setenta, y mojado no llego a pesar ni setenta kilos, al ver a ese par de monstruos, abrazándose, y besándose como lo estaban haciendo.
En lugar de quedarme callado, y seguir vistiéndome para salir lo más pronto de esa habitación, comencé a reírme a carcajadas, y cuando ellos dos dirigieron sus molestas miradas a mi persona, nuevamente en lugar de quedarme callado, tontamente se me ocurrió preguntarles “¿Cuál de los dos era la hembra?”
Terminé de decir eso, y que entre ambos me hayan agarrado, y tirado sobre la cama, como que fue lo mismo.
En ese momento fue que me di cuenta de que había metido las dos de abajo, o sea las patas, y lo único, que se me ocurrió decirles, fue. “Perdónenme, solo me equivoqué de habitación…”
Cosa que por lo visto no entendieron, o no les dio la gana de hacerme caso, ya que ambos aún muy molestos conmigo, me preguntaron “¿Quién es la hembra?”
Yo me quedé callado, sonriendo tontamente, cuando el de los bigotes me respondió. “Ya te vamos a decir quién es la hembra pendejo. Tú eres la hembra.”
Al escuchar eso, traté de salir corriendo, pero mis pantalones se me enredaron entre mis piernas, por lo que me caí de la cama, rodando por sobre la alfombra de la habitación.
De inmediato ambos me volvieron agarrar por los brazos, y antes de que yo pudiera decir, o hacer algo por escaparme de ellos dos, uno de ellos me ha soplado un fuerte golpe en la boca del estómago, haciendo que de inmediato me quedase sin aire.
Casi perdí el sentido, cuando uno de ellos, le dijo al otro. “Antes de que lo hagamos mujer, vamos a darle un buen baño, ya que tiene una peste a borracho, insoportable.”
Así que sin soltarme entre los dos me han metido bajo la ducha, al tiempo en que me comenzó a caer el agua fría sobre mí, me han arrancado el interior, la camisa, la camiseta, y hasta las medias, dejándome completamente desnudo, a medida que, con sus grandes manos, comenzaron a enjabonar violentamente todo mi cuerpo, en especial mis nalgas.
De nada sirvió que, casi llorando, les pidiera perdón, y que les dijera, que no se lo iba a decir a ninguna persona.
Ya que nuevamente me han soplado otro fuerte golpe en la boca del estómago, que hasta vomité todo, lo que aún me quedaba en el estómago.
De la misma manera que me metieron en la ducha, así me sacaron, y en la misma puerta del baño. El que no tenía bigotes, en un tono amenazante, me dijo. “Tienes dos opciones, o haces lo que te ordenemos por las buenas, o te vamos a dar una paliza entre nosotros dos, que ni tu madre te va a reconocer, y encima de eso, de igual forma te vamos a dar bien duro por ese culo.”
Completamente asustado, trataba de controlar mi llanto, resignado a mi suerte les dije que estaba bien, que no hacía falta que me golpeasen más, que yo haría todo lo que me ordenasen.
Así que me soltaron los brazos, y el de bigotes, me dijo. “Acuéstate en la cama, y prepara ese culo.”
Por un instante pensé, en tratar de salir corriendo nuevamente, pero el que no tenía bigotes, me cerraba el paso hacia la puerta, pensé en ponerme a gritar, pero si hasta esos momentos por lo visto nadie me había escuchado, seguramente si gritaba me volverían a golpear.
Por lo que sumisamente tan desnudo, y mojado como me encontraba me dirigí a la cama, me acosté, y me quedé esperando.
Lo primero que uno de ellos dos me hizo fue que me separó las piernas, y casi de inmediato comencé a sentir como sus gruesos dedos, aparte de acariciarme las nalgas, los comenzó a ir introduciendo a través de mi esfínter dentro de mi culo, que aún se encontraba bastante enjabonado.
A medida que él me fue metiendo sus dedos dentro de mi culo, me volvió a preguntar, ¿quién es la hembra? A lo que yo tragando en seco, y procurando no seguir llorando le respondí que yo.
Por un rato seguí sintiendo como con casi todos sus dedos me iba abriendo el culo, hasta que el de bigotes, dijo. “Yo creo que esta puta ya está lista.”
Fue cuando sentí que uno de ellos se trepo sobre la cama, y poco a poco fue colocándose sobre mí, hasta que comencé a sentir como su caliente y duro glande, comenzó a presionar mi esfínter, por un momento pensé que me iba a morir del dolor, pero a medida que él continuó penetrándome, ya con sus labios cerca de mi oído comenzó a decirme. “Relájate, o te va a doler más.”
Y era cierto estaba tan tenso, que cuando haciéndole caso comencé a relajarme, su verga prácticamente atravesó mi culo sin mucho problema.
Ya con su cuerpo totalmente sobre el mío, y su verga por completo dentro de mi culo, él comenzó a moverse, metiendo y sacando casi por completo todo su miembro de entre mis adoloridas nalgas.
Yo lo único que estuve haciendo por un rato, fue morder la almohada que estaba bajo mi cara, cuando él otro tipo, después de que se quitó toda su ropa, colocó su verga frente a mi cara.
Y bueno no me tuvo ni que decir que era lo que él quería que yo hiciera, así que mientras el de bigotes me daba por el culo, yo comencé a mamar la verga al otro.
A medida que seguí mamando, fue que me di cuenta de que también estaba moviendo mis nalgas, a medida que el de bigotes, seguía enterrándome toda su verga, una y otra vez, sin detenerse.
Ya en cierto momento, aquel insoportable dolor, había desaparecido, y le había dado paso a un extraño y nuevo placer que jamás había sentido antes.
Yo me encontraba de lo más entusiasmado mamando, cuando el dueño de la verga que tenía dentro de mi boca, la sacó, diciéndome. “Quiero darme el gusto de darte por el culo.”
Al poco rato, el de los bigotes, me apretó con fuerza contra su cuerpo, viniéndose por completo dentro de mi culo.
Tras lo cual, al sacar su verga de mi culo, sonó como quien descorcha una botella de champan.
Por un corto rato, permanecí recostado, hasta que una ardiente nalgada hizo que me levantase, y sin que me dijeran nada, entré al baño, y tras expulsar lo que me había dejado el de los bigotes, me lavé muy bien las nalgas con mucho jabón.
Para luego regresar a la cama sin atreverme a decir nada, pero antes de acostarme, mientras aun me encontraba sentado en el borde de la cama, se paró a mi lado el que no tenía bigotes, y sin decirme nada, me agarró por los tobillos, al tiempo que, separando mis piernas de forma brusca, las fue elevando.
Me quedé recostado en el borde de la cama boca arriba, hasta que él acercó su erecto miembro, a mi culo.
Yo llevado por la curiosidad, levanté un poco mi cabeza, justo a tiempo para ver como con suma facilidad, y ya sin tanto dolor, como su verga comenzó a penetrar mi culo.
En parte me sorprendí, al ver cómo me iba tragando todo aquel grueso, y largo pedazo de carne, cuando su compañero que se había colocado al otro lado de la cama, hizo que recostase mi cabeza sobre la cama, para de inmediato ponerme sus peludos testículos sobre la boca.
Los que suavemente me dediqué a chupar, hasta que él mismo agarró su verga, y retirando sus testículos de mi cara, me la puso a mamar.
En cosa de breves momentos, sentí como aquella verga en reposo, se volvió a poner bien dura y firme a medida que yo seguía mamando.
Al tiempo que su compañero no paraba de meter toda su verga una, y otra vez entre mis nalgas.
Yo seguía mama que mama, a medida que también comencé a mover mis caderas, de un lado al otro, una y otra vez.
Pero a diferencia de la primera vez, en la que el dolor al principio me paralizó, en esa segunda ocasión, a medida que me seguían dando por el culo, yo comenzaba a disfrutarlo más, y más.
Por lo que no sé por qué, lo que me provocó en esos momentos fue ponerme a masturbarme, al tiempo que me seguían dando por el culo, y mamaba aquella otra verga.
Quizás estaba tan emocionado en esos momentos, que cuando me vine a dar cuenta de que el de los bigotes se había venido dentro de mi boca, ya me había tragado una gran cantidad de su leche.
Al tiempo que yo me venía entre mis dedos, y el otro no paraba de seguir dándome por el culo salvajemente.
Apenas el que no tenía bigotes se vino dentro de mi culo, hicieron que me vistiera de inmediato, sin tan siquiera dejar que me lavara.
Y tal, y como me encontraba, el de los gruesos bigotes negros, me condujo hasta la puerta, y ya a punto de salir me preguntó. “¿Ahora quién es la hembra?”
Yo pensaba decirle que yo, pero antes de yo responder, él me dijo. “Aquí no hay ninguna mujer, solo hombres que nos gusta disfrutar de algo diferente.”
Al terminar de decirme esas palabras cerró la puerta, quedando yo fuera de la habitación, finalmente me di cuenta, de que me había equivocado de piso, por lo que pude llegar a mi propia habitación, y tras volverme a duchar y sentarme en el inodoro, me fui a la cama.
Pensando en todo lo que me había pasado, y si algo aprendí es a no juzgar a nadie, y mucho menos reírme, de otras personas por sus preferencias sexuales.
Además de que descubrí lo mucho que me gustó que me dieran por el culo, claro que eso no lo voy contado por ahí a todo el mundo, solo se lo cuento a quienes me pueden entender, y complacer……
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