Placer Prohibido – Introducción
Lenta y suave… ¡Pero hasta el fondo!.
Estos relatos son un compilado de mis primeras aventuras sexuales, desde el comienzo de mi adolescencia hasta la universidad. Aquí les voy a contar cómo fue que cuando tenía apenas doce años, me hice adicto al acto sexual más erótico y tabú de todos, y nada menos que practicando con una gringuita preciosa, una Inglesita que tenía mi misma edad, y que también se hizo adicta a este lascivo y voluptuoso Placer Prohibido.
Empecé a escribir estas memorias especialmente a pedido de otra de mis “víctimas”, una rucia chica a la que conocí cuando ella estaba haciendo su primera práctica de asistente ejecutiva en la misma empresa en la que yo trabajaba.
Un día nos quedamos conversando en un café después de la oficina, y entre conversa y conversa, llegamos al tema de la iniciación sexual. Ella me preguntó cómo había sido mi primera vez, y yo le conté mi aventura con la Inglesita. Cuando le expliqué lo que le hice a la gringuita, le entró una curiosidad morbosa por saber cómo había aprendido tan chico el arte del acto sexual más voluptuoso y depravado que existe.
Ella no se había atrevido nunca a hacerlo de esa forma, pero siempre había sentido mucha curiosidad por saber cómo era, y me decía que de puro pensarlo se excitaba ene, pero le daba sustito, así es que me empezó a bombardear con preguntas, onda “¿Oye cómo aprendiste tan chico?” “¿Y cómo se lo hiciste a esa gringuita?” “¿Y a ella le gustó?” y dale y dale. Así que le dije: “OK, te voy a contar todo. Pero sabís qué más, mejor lo voy a escribir, para que leas la historia completa.”
La idea le encantó, y me pidió si podía leerla con sus amiguis, y yo le dije que sí, obvio.
Después que la leyeron, me confesó que con sus amigas casi se hicieron pipí de puro nervio. Las pobres quedaron todas tiritonas y más calientes que tetera hirviendo. Y obviamente, con la rucia chica terminamos practicando “a fondo” todo lo aprendido.
Estas memorias, por lo tanto, fueron escritas originalmente para esta minita y sus amigas, y por lo mismo están dirigidas al público femenino. Pero por supuesto, los lectores masculinos también son bienvenidos. Capaz que aprendan más de algo cabros.
En resumen, aquí les voy a contar cómo empezó todo, cómo aprendí los secretos de este prohibido y voluptuoso acto sexual cuando era un preadolescente, y cómo se lo hice a las pendex que se atrevieron a someterse a este negro caliente… Como podrán ver más adelante, no fueron muchas las valientes, pero las que se atrevieron jamás se arrepintieron… Y hasta hoy son adictas a este excitante y deliciosamente depravado Placer Prohibido.
Una última advertencia para todas las minitas que están leyendo ésto, antes que sigan: Lo que les voy a contar en los siguientes capítulos es súper sexual, súper erótico y SUPER FUERTE, no apto para niñitas santurronas y cartuchonas… Por lo tanto, si eres de las típicas niñitas ultra puritanas que le tienen miedo a todo y que nunca se atreven a hacer nada…
¡¡Deja de leer inmediatamente y arranca despavorida…!!
Porque el tema de estos relatos no es el acto sexual típico… Sino el mayor tabú sexual de todos los tiempos… Sí… El acto sexual más sádico, cruel, caliente y deliciosamente depravado al que una chica puede ser sometida por su hombrón… Sí, mis valientes y nerviosas niñas lectoras… Tal como seguramente ya intuyen las osadas que se atrevieron a seguir leyendo… Me refiero al voluptuoso, erótico e irresistible “popín” de las minitas… Con ese pequeño y sensual orificio de labios rosados, tímido y escondido, justo en el centro entre las bellas y redondas nalgas del precioso derriére femenino…
Paso a explicar más en detalle, por si alguna de Ustedes todavía no cacha (¿¿¿Habrá alguna pava que todavía no cache de qué estamos hablando…???).
Hay tres formas en que una chica puede ser penetrada por su macho caliente, sólo tres y nada más que tres. Estas tres vías de penetración, las únicas por donde el macho le puede meter bien metido el pirulón a su minita, son:
1.- Por la boca (oral)
2.- Por el “chochi” (vaginal)
Y finalmente, la más hot, la más erótica, la más voluptuosa, deliciosa y exquisitamente depravada de todas:
3.- Por el popó… (Sí, ANAL)
Yaaaaaa… No pongan esa cara de sorpresa… Y no me vengan a decir que no tenían claro que estábamos hablando del famoso “Orificio Prohibido”… Si se atrevieron a leer hasta aquí, seguro que ya lo estaban sospechando desde el primer párrafo… Porque no hay minita que no intuya lo increíblemente erótico que es su popín… Y todas lo intuyen incluso desde muy chicas.
Una vez fui a una interesante charla privada respecto a este tema, dictada por una psicóloga experta en sexualidad, en una presentación no oficial del libro “The Surrender” (La Rendición), las famosas memorias eróticas de Antonia Bentley.
Para las que no la conocen, Antonia Bentley es una buenamoza, espigada y aristocrática ex bailarina de ballet clásico del New York City Ballet, que bailó bajo la dirección de George Balanchine, ni más ni menos. Pues bien, resulta que esta buenamoza y aristocrática ex bailarina, escribió y publicó unas escandalosas memorias eróticas, en las que describe con lujo de detalles, cómo un amante al que llama el “Hombre A”, la sometió y la penetró por primera vez por el popó… ¡Y se atreve a confesar que sufrió y gozó y disfrutó tan intensamente, que para ella fue una verdadera experiencia mística…!
El libro “The Surrender” es una transcripción de su diario íntimo, y en él relata cómo después de aquella primera vez, su vida cambió, y se volvió a someter voluntariamente una y otra vez al acto sexual prohibido, cómo se preparaba con ansias para ser esclavizada y sodomizada de nuevo por este hombre, y cómo gozaba con esa mezcla de placer y dolor tan sublime, que trascendía lo meramente físico. Sus gráficas y detalladas descripciones de lo que ella sentía y cómo sufría y gozaba cada segundo cuando el “Hombre A” la penetraba por el popó, son de un erotismo tan potente, que uno teme que las páginas del libro “prendan fuego en forma espontánea”, como escribió respecto a “The Surrender” la famosa crítica literaria Nancy Friday.
Para muestra, un botón. Aquí van algunos párrafos del primer capítulo de este libro:
“El de él fue el primero. En mi poto. No recuerdo el tamaño exacto, pero era definitivamente demasiado grande. O sea, perfecto. De diámetro normal, ni demasiado delgado ni demasiado grueso. Precioso. Mi ano, pequeño, estrecho, muy apretado. Veinticinco años de enrollada, rígida, estricta, como buena bailarina clásica…”
“Con su voz varonil me ordena: ¡Date vuelta y agáchate! Tiemblo entera de excitación, y siento un cosquilleo en mi orificio trasero que me estremece hasta lo más profundo de mis entrañas…”
“A medida que él me penetra por el popó, me rindo y me dejo llevar, y siento, milímetro a milímetro, cómo cede todo lo tenso, lo apretado, lo estrecho…”
“Relajo mi popó, mis músculos, mis tendones, mi carne, mis rabias, mi ego, mis reglas estrictas, mis censores, mis padres, mis células, mi vida. Al mismo tiempo, empujo para que él entre…”
“Si tuviera que elegir un solo orificio para ser penetrada únicamente por ahí por el resto de mi vida, elegiría el orificio de mi popó…”
El libro recibió toneladas de elogios de la crítica literaria en Estados Unidos y en Europa, pero el escándalo fue mayúsculo: ¡Cuándo se había visto que una gringa cuica, de la más alta aristocracia de Nueva York, se atreviera a confesar que gozaba y disfrutaba intensamente cuando su macho caliente la penetraba por el popó!
Volviendo a la charla, a propósito de la valiente confesión de esta ex bailarina, la psicóloga explicó que todas las niñas, desde antes de la preadolescencia, comienzan a intuír que tanto su “chochi” como su “colita” son zonas súper erógenas, muy distintas de un brazo o una rodilla por ejemplo. Pero también perciben en forma natural e intuitiva que su colita tiene un erotismo distinto, especial, un erotismo con el atractivo de travesura prohibida, y al mismo tiempo con fuertes sensaciones de sumisión y sometimiento sexual sadomasoquista, tal como lo explica Antonia Bentley en su libro.
Ya sea en forma consciente o no, todas las niñas prepúber intuyen este fuerte trasfondo erótico de los juegos, bromas y castigos relacionados con su popín, aun cuando no tengan edad como para saber nada de sexualidad ni de erotismo. Y en muchos casos, esta intuición les provoca una curiosidad y atracción erótica tan intensa, que cuando comienzan a “jugar al doctor” con primos o con amiguitos del barrio, típicamente en forma instintiva la “paciente” se pone boca abajo, para que “el doctor” le baje los calzones y la “examine”, precisamente en la más perfecta posición de sumisión y sometimiento sexual: boca abajo y a potito pelado.
La psicóloga, a modo de ejemplo, contó un caso en Estados Unidos que salió en todos los diarios, en que dos mocosas de ocho años estaban “jugando al doctor” con un amiguito de la misma edad, cuando entró al dormitorio la mamá de una de las chicas y se encontró con que su hija estaba tendida de guata, con la faldita levantada y los calzones abajo, a potito pelado, y el pendex le estaba metiendo un dedo en el poto, mientras la otra chica le ayudaba abriéndole los cachetes a la “paciente”.
Se armó tremendo atado, la mamá llamó a la policía y quería poco menos que acusar de abuso sexual al cabro chico, el escándalo que armó fue tan grande que el caso trascendió a la prensa, pero al final la denuncia quedó en nada, porque todas las psicólogas y psiquiatras consultadas dijeron lo mismo: Este tipo de juegos de exploración erótica son absolutamente normales en la preadolescencia, y no tiene nada de raro ni extraño que la niñita en forma instintiva se haya tendido boca abajo y haya dejado que el caliente del pendex le subiera la falda, le bajara los calzones y le metiera el dedo en el poto, ni que se haya quedado toda quietita y sumisa mientras era sometida a esta mini penetración por el popín. Y tampoco tiene nada de raro que el mocoso, al ver a la pendex boca abajo y a potito pelado, entregada y dispuesta, no haya podido resistir la tentación y el impulso instintivo de meterle el dedo en el poto; ni que la otra mocosa haya estado colaborando y ayudando y mirando todo muy curiosa, porque posiblemente… ¡después le tocaba a ella…!
Según explicaba la psicóloga, pese a que estas intuiciones y juegos eróticos de exploración sexual-anal aparecen mucho antes que las niñitas preadolescentes puedan entender racionalmente la relación entre el deseo erótico, sumisión y placer anal sadomasoquista, ni mucho menos saber nada de sexo anal en forma explícita, todas las pendex perciben e intuyen el fuerte erotismo sado-masoca de su popó, y estas intuiciones infantiles y pre-adolescentes son confirmadas y reforzadas una y otra vez a medida que crecen, simplemente porque es cierto: El popó de las niñas es verdaderamente ultra erótico, y es también el lugar perfecto para que las minitas se sientan “castigadas” y “sometidas” en un contexto de subyugación sexual por parte de una figura masculina fuerte y dominante.
Por ejemplo, decía esta psicóloga, ¿A qué mocosa no la amenazaron más de alguna vez con que el papi u otra figura masculina dominante le iba a hacer “tan tan a poto pelado” por hacer alguna maldad o por desobediente?
¿Y a qué niña cuando chica no la amenazaron más de alguna vez con que el doctor la iba a castigar en el popín, diciéndole cosas como “Si te sigues portando mal, vamos a llamar al doctor para que te ponga una inyección en el poto”?
¿O a qué niña cuando chica no le daba un ataque de nervios cuando le decían que le iban a poner un supositorio? ¡¡¡Un supositorio!!! El torbellino de sensaciones de vergüenza, susto, excitación y nervios que siente cualquier mocosa pre-adolescente al escuchar que le van a poner un supositorio en el popó, es una reacción absolutamente normal y natural, precisamente porque todas intuyen y perciben el fuerte trasfondo de sumisión erótica y sado-masoquista que conlleva este acto.
Por todo lo anterior, como explicaba la psicóloga, la amenaza de ser “castigada en el popín” les despierta perturbadoras sensaciones intuitivas de subyugación y sometimiento sexual sadomasoquista a todas las niñas, sin excepción, especialmente si más encima el “macho” que las va a “castigar en el popó” representa una imagen masculina fuerte, un macho alfa, un hombre adulto dominante al que deberán someterse, quieran o no quieran, por las buenas o por las malas (por ejemplo, “El Doctor”).
Además, decía la psicóloga, es súper típico que a las niñitas preadolescentes en algún momento les guste algún compadre mucho mayor: Un tío buenmozo o algún primo grande por ejemplo, y no falta el caso en que la pendex lo pasaba bomba cuando el buenmozo hombrón le hacía cosquillas y le daba palmadas en el potito, y ella se ponía colorada de vergüenza, y se reía toda nerviosa, porque en el fondo le encantaba que ese tío o primo grande la “castigara en el popín”…
No hay minita a la que no le haya tocado vivir alguna de estas experiencias u otras parecidas cuando chica.
Por eso todas las niñas que tienen el popó virgen, se ponen súper nerviosas cuando el hombrón que les gusta, de repente les acaricia el potito y les pregunta si alguna vez se atrevió a hacerlo “por ahí”… No hay minita que no se sienta extrañamente perturbada y excitada con la idea, eso de sentirse de nuevo como una mocosa traviesa a la que van a castigar, haciéndole algo muy malo, prohibido e inconfesable… ¡En el poto!
En conclusión: Para las chicas, hay pocas cosas más perturbadoramente excitantes que ponerse en cuatro patitas, a poto pelado, parando bien el pompi, sintiéndose asustada y nerviosa como niñita chica, porque su macho caliente y dominante la va a someter y la va a penetrar… ¡Por el orificio prohibido…!
Según la psicóloga, esto explica también porqué Antonia Bentley dice en sus memorias que si tuviera que elegir un orificio para ser penetrada sólo por ahí por el resto de su vida, elegiría su popó sin dudarlo ni un segundo.
Esta fue la charla de la psicóloga, claro que con un lenguaje mucho más técnico y académico, yo sólo lo puse en una lenguaje más coloquial y resumido para no latearlas demasiado.
Al final de la charla, una minita del público, que se notaba que había quedado más tiritona que postre de gelatina, le preguntó a la psicóloga qué opinaba ella, porque “esa parte del cuerpo de las mujeres se supone que no está diseñada para hacer eso…”
La psicóloga le respondió que aunque obviamente no es la vía sexual tradicional, el popó de las niñas, desde un punto de vista físico, anatómico y sobre todo psicológico es absolutamente perfecto como vía de penetración, y es incluso mejor que el “chochi” en muchos aspectos, como los que menciona Antonia Bentley en sus memorias: Los orgasmos son muchísimo más intensos y con todo el cuerpo, la mujer siente la penetración mucho más íntima y profunda, se siente mucho más entregada a su hombre, y por supuesto es naturalmente anticonceptivo; pero obviamente siempre hay que seguir las recomendaciones típicas: usar un buen lubricante, hacerlo muy suave y muy lentamente, con mucho juego erótico previo, penetrar a la niña de forma tal que disfrute intensamente con la mezcla de placer y dolor, etc etc.
“¡Cuando se hace bien, es una experiencia increíble!”, dijo la psicóloga, con tal entusiasmo que a todos nos quedó claro que la comadre tenía “amplia y profunda” experiencia en el tema.
Y agregó algo que es súper cierto: Hay muchas cosas que los humanos hacemos y para las cuales nunca fuimos diseñados. Por ejemplo, los labios y la boca están diseñados para alimentarnos y no para besar, sin embargo es súper rico darse besitos, y no tiene nada de malo. Y qué decir de la natación: No hay ni una sola parte de nuestro cuerpo que esté diseñada para nadar, y sin embargo la natación es un deporte olímpico.
Y ahí una minita del público saltó y dijo “¿Te cachái que el sexo anal fuera deporte olímpico?” Todos se rieron, y otra minita miró a su hombrón y dijo con cara de pícara “Yo ya estoy entrenando hace rato… ¡Me encanta este deporte!” Risa general, y se cachaba que todas las minitas presentes (incluyendo la que me invitó) habían quedado más tiritonas y nerviosas que monja en el ginecólogo…
Así es que a mis curiosas y valientes lectoras, les sugiero que respiren hondo y se preparen, porque los relatos que siguen podrían provocarles los más perturbadores deseos eróticos por el “orificio prohibido” que hayan sentido jamás…
Por último, debo aclarar que aunque estos relatos son verídicos, todos los nombres son ficticios, para proteger especialmente la identidad de mis ex “víctimas”, hoy en día exitosas ejecutivas y profesionales que trabajan en importantes empresas, incluso algunas de ellas ya casadas hace rato y con hijos. Pero bueno, basta de comentarios introductorios y vamos a los relatos.
Afírmense los calzones niñitas, porque la cosa se pone SUPER HOT en el siguiente capítulo…
¡Espero que disfruten estos relatos casi tanto como las protagonistas!
Continuará…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!