Por culpa de mi mujer me comieron el culo por primera vez.
Un tipo se deja depilar su cuerpo, y sacarse las cejas por su esposa, pero posteriormente en un viaje de trabajo, es secuestrado por tres tipos que le comen el culo, al verlo medio afeminado..
Por culpa de mi mujer me comieron el culo por primera vez.
Aunque me da mucha vergüenza el hablar de esto, llegué a la conclusión de que todo lo que me pasó fue por culpa de mi esposa, aunque en esos momentos ella, no estuviera presente por todo aquello.
Desde antes de casarnos, cuando éramos novios todavía, a mi novia le dio porque me convirtiera en un chico metrosexual, francamente la idea no me agradaba mucho.
Pero ante tanta resistencia de mi parte, ella comenzó a hacerme comentarios halagadores como. “De seguro si te depilas todo el cuerpo, te vas a ver mucho más bonito”. Y cosas como. “Si decides depilarte todo, soy capaz de darte una buena mamada”.
Ante una oferta como esa, acepté depilarme todo el cuerpo, y desde luego que recibí mi premio, que consistió en una tremenda mamada, apenas ella terminó de depilarme con una crema con olor a naranjas.
Fue algo fantástico, ya que, estando los dos solos, me encontraba completamente desnudo, acostado sobre el sofá en mi apartamento, mientras que ella comenzó por untar toda mi piel con ese producto.
En todo momento procuró que fuera sintiendo sus dedos por todos los rincones de mi cuerpo, colocando una buena cantidad en mis axilas, así como en toda mi área genital, a pesar de la gran erección de mi miembro, y hasta entre mis nalgas, me pasó la crema esa.
Lentamente después de esperar un corto rato, mi novia se dio a la tarea de ir pasando una toalla húmeda, para ir retirando la crema y todos aquellos vellos que se iban cayendo como por arte de magia.
Después de que me limpió todo con la toalla húmeda y se quitó lo que le quedaba de crema en las manos, se me acercó, y sin quitarse el vestido, que era lo que yo esperaba.
Tomó mi miembro entre sus dedos y lentamente comenzó a manosearlo lentamente, aunque ya me encontraba bastante excitado.
Apenas comenzó a tocar mi verga, nuevamente se me puso a millón, para luego, lentamente comenzar a vaciar por sobre todo mi cuerpo, y en especial sobre mi miembro, chocolate en crema que a ella le gusta mucho.
Lentamente me fue lamiendo todo, pero dejando para lo último mi miembro y mis recién depilados testículos.
Los que golosamente comenzó a lamer y posteriormente a chupar de manera insaciable, yo estaba que no cabía del placer que ella me proporcionaba con su boca.
Era algo único y sin igual, tanto que en esos momentos le dije, que bien había valido la pena, dejar que me depilase todo mi cuerpo, al momento en que me vine dentro de su boca, ella golosamente se ha tragado todo junto con el chocolate todo mi semen.
Tan bien me sentía que cuando me dijo que la dejase sacarme las cejas, y darme un tratamiento de limpieza facial, no vi nada malo en ello.
Al terminar me pidió que le modelase, lo que hice de buena gana, sus palabras de halago de lo bien que me veía me agradaron mucho.
Cuando ella se dedicó por un buen rato a decirme que ahora mis nalgas si se veían bonitas, y que provocaba tocarlas y agarrarlas, lo que hizo de inmediato, yo estaba tan complacido, que no lo tomé a mal.
Es más después de que nos casamos, continuamos mutuamente con esa práctica, pero, no me conformé con convertirme en un chico metrosexual, como dicen, sino que a ella le agrada comprarme ropa para que luciera mi cuerpo.
Por lo general pantalones bien cortos, camisillas sin mangas, y cosas así por el estilo, por lo que cuando me encontraba viajando en mi auto, con rumbo a una de las sucursales del banco donde trabajo como auditor.
Como pensaba llegar primero al hotel registrarme y al siguiente día presentarme en la sucursal, decidí viajar de manera fresca.
Por lo que, cuando se lo comenté a mi esposa, ella misma me buscó unos pequeños pantalones cortos, que desde el principio le parecieron demasiado cortos.
Ya que sentía parte de mis nalgas por fuera, pero como mi esposa me dijo que me quedaban bien, que mis piernas se veían estupendas, por lo que no pensé más en eso.
Al fin y al cabo, quien me iba a ver si iba a estar manejando, además de esos pequeños pantalones, me sacó también una camisilla sin mangas, que deja ver mis depiladas axilas, así como gran parte de mis pectorales y la totalidad de mis brazos, sin un solo vello.
Después de unas cuantas horas de haber estado manejando sin detenerse, como ya había oscurecido y tenía algo de hambre, me detuvo en un pequeño negocio, aunque la mayoría de las veces he disfrutado bastante, el que las mujeres me observen.
Esa noche ya dentro de ese negocio, me sentía algo incomodo por las miradas de parte de los presentes, por lo que sin llegar a pedir nada, me marché y decidí seguir hasta encontrar un negocio, con menos clientela.
Lo que ya en las afueras de ese poblado, después de conducir una media hora más, finalmente halló otro negocio de comidas, detuve mi auto, y sin ponerle mucha atención a los alrededores, entré al negocio, únicamente había tres clientes, pero uno de ellos, valía como por diez.
Al principio no me di cuenta, pero de momento me sentí que era observado, y al voltear la cabeza en dirección donde se encontraban esos tres tipos, los vi que me miraban las nalgas sin disimulo ni vergüenza alguna, por lo que decidí cambiarme de lugar y sentarme en una mesa.
Aquellos tipos se decían algo en voz baja, y de momento su fuerte risotada rompía el silencio del pequeño local.
Al principio me sentí bien orgulloso de lo bien que se veía mi cuerpo, sin un solo vello encima, pero después de un buen rato mientras terminaba de comer, me sentí incomodo por las insistentes miradas de esos tres, por lo que terminé de consumir lo que había pedido.
Pagué y me disponía a marcharme, cuando el tipo grande me interceptó en la puerta, tomándome por el brazo, mientras que uno de sus compañeros me tomaba por el otro.
Mientras que el tercero se colocó tras de mí, con una afilada navaja me puyó por las costillas diciéndole. “Mira caramelo, sigue caminando sin llamar la atención.”
Al verse en esa situación lo primero que pensé fue que se trataba de un secuestro, e inútilmente traté de llamar la atención de la persona que atendía el negocio, pero en todo momento se mantuvo de espaldas a la puerta, como no queriendo ver lo que sucedía.
Mis captores me obligaron a caminar, internándonos en la maleza, donde después de casi 10 minutos a pie, se detuvieron en medio de la nada, ni idea tenía hacía donde se encontraba mi auto, ni el negocio del cual habíamos salido los cuatro.
El gigante ese, le dijo. “Caramelo vete quitando tu ropita”. De inmediato traté de razonar con ellos, y comencé por decirle que se habían equivocado, que yo no era gay ni maricón, ni nada que se le pareciera.
Pero todo ese esfuerzo fue en vano, ya que cuando justo pensaba decirles, que se iban a meter en un problema, recibí un fuerte golpe en la boca del estómago.
Tan fuerte fue, que de inmediato fui a dar contra la tierra ya que apenas y podía respirar, entonces escuché decir al tipo grande, que me dijo de manera amenazante. “Haces caso, o te prometo que te parto el cuello, si no haces lo que te ordenemos”.
Aún me encontraba tirado sobre la tierra, retorciéndome del dolor, y apenas podía respirar bien, pero asentí con mi cabeza afirmativamente.
El más pequeño de los tres tipos, desapareció por un corto rato, pero al regresar traía unas cuantas botellas de cerveza, dentro de una cubeta de metal con hielo, de la que de inmediato los tres se pusieron a beber.
Al terminar con la primera botella, el grandote se me acercó y le dijo. “Caramelo que esperas para quítate esas pantaletas que tienes puesta.” refiriéndose a mis pequeños pantalones cortos.
No me quedó más remedio que obedecer, y apenas me quité el pequeño pantalón corto que tenía puesto, uno de los tipos me dijo. “Y la blusita esa también.” por lo que me quité, la camisilla sin mangas, que estaba usando.
Quedé completamente desnudo, y el más grande se colocó tras de mí y tomándome por el brazo me obligo a que se pusiera de pie.
Aunque insistí nuevamente, que se equivocaban que él no era maricón, y uno de ellos le preguntó riéndose. “¿Por qué tienes el cuerpo como el de una modelo?, ¿Por qué te sacas las cejas?”
“Además, te vistes como una puta, y eso sin contar la manera en que mueves las nalgas cuando caminas, no que va, tú no eres maricón, solo te gusta que te den por el culo”.
Al mismo tiempo que ese tipo me decía esas palabras sentí las manos del grandote acariciando mi piel, sobre mis desnudas nalgas, y dirigiéndose a su compañero le dijo. “Ves flaco, este maricón tiene las nalgas más lisas y la piel más suave que la de tu madre.”
Yo me quedé en silencio, sabiendo que era inútil el que les dijera que no era maricón, o que les explicase que ese era un antojo de mi mujer.
De inmediato le escuché decirme. “Caramelo, ponte en cuatro”. Desesperado traté de salir corriendo, pero fue inútil, él grandote me agarraba con fuerza por el brazo.
Mientras que el otro se colocó frente a mí con su navaja apuntando a mis costillas, mientras que el tercero se moría de la risa, sentado sobre una roca.
Ya ante la impotencia de poder liberarme, sumisamente me dejé caer al suelo, el grandote separó mis piernas, y con su otra mano continuó tocándome las nalgas, hasta que sus ensalivados dedos, hicieron blanco en el centro de mi culo.
Él otro tipo lo observé cómo se bajaba el pantalón, y sacaba su verga, la que mientras que jugaba con ella entre sus dedos, le fue diciendo. “Si me llegas a morder, te mueres”. Esas palabras me dejaron bien claro que era lo que me esperaba.
Cuando más distraído me encontraba observando el miembro del tipo que estaba frente a mí, el grandote se colocó tras de mí y comenzó a pasar la cabeza de su miembro por entre mis nalgas.
Mi esfínter comenzó a sentir el roce de esa cosa caliente y dura, y nuevamente sentí como me untaba otro poco de saliva.
Cuando comenzó a penetrarme, sentí que me desgarraban el culo, pero fue cosa de un instante, y aunque no se la había llegado a ver, le pareció que para su tamaño tenía una verga pequeña, algo gruesa pero pequeña.
Sus manos me tomaron por las caderas y apretando con fuerza su cuerpo contra el mío, terminó de penetrarme completamente, ya estaba comenzando a soportar el dolor, cuando frente a mi boca el otro puso su verga, y su navaja a la altura de mi cuello.
Desde ese momento me dije a mi mismo que saldría vivo de eso, por lo que, cerrando mis ojos, me dediqué a mamar y mamar, mientras que, sin hacerlo de manera consciente, comencé a mover sus caderas.
Me sentía muy avergonzado a medida que me sucedía todo eso, lo que eso dos desgraciados me estaban haciendo, el grandote seguía llamándome Caramelo, mientras que su compañero al que se la estaba mamando, le repetía una y otra vez. “Mama, mama, maricón que lo estás haciendo muy bien para no gustarte.”
La verdad es que sus insultos y palabrotas, no me molestaban, lo que me estaban haciendo me comenzaba a gustar, por lo que, dejándome de tontería, seguí moviendo mi culo de lado a lado, mientras que el grandote, metía y sacaba casi por completo toda su verga.
En medio de la noche y bajo las estrellas esos tres tipos, me lo estaban metiendo, en cierto momento parecía un lechón a la vara, ya que me entraba una verga por su boca, y otra por el culo, como cuando asan cerdos.
De momento al que se la estaba mamando se vino por completo dentro de su boca y parte de mi cara, después de eso el grandote, decidió ponerme boca arriba y agarrándome por los tobillos, separó mis piernas, y dirigió nuevamente su verga contra el hueco de mi culo.
Así permaneció hasta que a él le dio, por venirse sobre mi cara, cuando sacó su verga de mi culo, y colocó su verga a pocos centímetros de mi cara, tras lo cual sentí un chorro de semen pegar contra mi rostro.
Después de un corto rato, el tercero de los tipos tomo una cerveza y derramó parte de su contenido entre mis nalgas, las que limpio con mi camisilla.
Después de lo cual, sin que él me lo dijera coloqué mis nalgas al aire, y esperé a que me introdujera su verga dentro de mi culo para ponerme a mover mis caderas divinamente.
Mientras que el tipo grande, me tomó por el cuello, colocando su verga frente a mi boca, la que de inmediato me puse a mamar, hasta que su verga volvió a ponerse completamente dura.
En esos momentos, me sentía por una parte bien desgraciado, por lo que me sucedía, pero por otra parte esa sensación de que me agarrasen entre ellos dos, y ser penetrado salvajemente tanto por el culo como por la boca, fue algo increíblemente excitante.
Cuando por segunda vez me volvieron a penetrar, a pesar del dolor, lo disfruté intensamente.
El resto de la noche ellos tres se dedicaron a beberse las cervezas, seguir dándome por el culo u obligándome a que les siguiera mamando sus vergas, y burlándose de mí.
En cierto momento me quedé medio dormido, por todo el agotamiento que tenía mi cuerpo, cuando comenzaba a amanecer, de momento los tres desaparecieron.
Junto a mí se encontraban las llaves de mi auto, mi cartera y mi ropa, como pude volví a ponerse el condenado pantalón corto, la sucia camisilla sin mangas y procuré encaminarse hacia la carretera, salí como a unos cien metros de donde se encontraba mi auto.
De inmediato me dirigí al hotel, me di un buen baño, llamé por teléfono a la sucursal diciendo que se encontraba indispuesto que pasaría al día siguiente, para comenzar con la auditoría, lo que hice finalmente.
Cosa que le llevó varios días, pero al regresar a casa, me sentía mal, quería decirle a mi esposa lo sucedido, pero la vergüenza y el temor a mi rechazo me impedían que lo hiciera.
Hasta que una de las noches en que nos encontrábamos jugando en la cama, y tomándonos unos tragos.
Ella se colocó tras de mí, y colocando sus manos sobre mis nalgas, me las comenzó a tocar de manera lasciva, quizás fue un reflejo o que se yo, pero al sentir los dedos de mi esposa rosando mi esfínter y acariciando mis nalgas.
Se me escapó un profundo gemido, de placer, en esos momentos mi esposa, me sorprendió al decirme. “Mi amor me dejas que te dé por dé tras.”
De inmediato me hice el indignado, pero ella de inmediato me siguió diciendo. “Si quieres yo te lo hago a ti primero y luego tú me lo haces a mí después.”
Por curiosidad le pregunté riéndome, como ella me lo haría a mí, de momento me respondió, “Fácil amor con un juguetico que acabo de comprar el día de hoy.”
Y tras decir esas palabras sacó de su mesa de noche, unas finas correas de cuero y pegadas a ellas un pene de goma de regular tamaño.
Sin decirle que aceptaba o no, ella se colocó las correas alrededor de su cuerpo, y esa imitación de un pene quedó justo frente a su depilado coño, apuntando hacía mi cuerpo.
Por lo que simplemente me acosté boca abajo, separé mis piernas y de inmediato ella comenzó a pasar sus dedos acariciando mi esfínter y untándome vaselina.
Por un rato continuó acariciando toda mi área anal, y hasta comenzó a ir introduciendo sus dedos dentro de mí, y después de un buen rato, dejó de hacer eso y colocó su cuerpo sobre el mío.
Cuando ella dirigió su verga de goma al centro de mis nalgas, comencé a sentir como ante la presión de su cuerpo, mi esfínter cedía y comenzaba a tragarse todo su juguete.
Al tiempo que lentamente comencé a mover mis nalgas, ella me sujetaba sabrosamente por mis caderas, metiendo y sacando una y otra vez esa cosa de mi culo, mientras yo movía sabrosamente mis caderas.
Por un buen rato continuó haciéndome eso, y provocándome un intenso placer que no podía ocultar, hasta que me indicó que cambiase de posición, lo que hice encantado de la vida.
Acostándome boca arriba mientras que ella me tomaba por los tobillos y separaba mis piernas, no sé qué sucedió realmente, pero apenas me agarró mi verga, expulsé una gran cantidad de semen.
Después de esa noche, con regularidad cambiamos de papeles, si se le puede llamar así, a lo que hacemos ambos gustosamente.
Recientemente mi esposa me preguntó, que opinaba si en alguna ocasión incluíamos a otras personas en nuestros juegos, no le he respondido todavía, pero estoy bien seguro de que no se va a sorprender si le digo que, siempre y cuando esas personas sea un hombre, y que me lo meta a mí primero.
Pero lo principal es que esa primera noche, que mi esposa me dio por el culo le contó todo lo que me sucedió con lujo de detalles, durante aquel viaje, en el que le comieron el culo por primera vez.
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