Por culpa de un ratón me salió lo de maricón…
Un chico se da cuenta de que su compañero de clases le tiene pánico a los ratones, de lo cual se aprovecha haciendo que su compañero de clases además de que lo obliga a vestirse de mujer lo obliga a mamar su verga, y posteriormente lo sodomiza, convirtiendo a su compañero de clases en su esclava..
Por culpa de un ratón me salió lo de maricón…
A ciencia cierta no sé qué me causó la fobia que les tengo a los ratones, ratas y demás alimañas semejantes.
Lo que, si se es que, al igual que a mi madre, ante la presencia de esos animales, me dan unos profundos ataques de pánico e histeria, y hacía lo inimaginable, por no verlos.
Aunque desde niño, siempre actué de la misma manera, cuando veía un animal de esos, lo cierto es que nunca me había causado un mayor problema, por lo menos hasta que llegué a la universidad.
En donde yo tenía un amigo que estudiaba la misma carrera que yo, solo que él era o mejor dicho es medio sinvergüenza, y siempre se la pasa metido en problemas ya sean de falda, o de dinero.
En una ocasión en que habíamos terminado de jugar un partido de futbol, al entrar al baño para darme una ducha, encontré a mi amigo con su miembro por fuera, de tras de un chico, completamente desnudo que tenía fama de maricón, mi amigo estaba a punto de clavárselo por el culo.
Los dos al verme se cortaron, mi amigo trató de disimular, ocultando su erecto miembro dentro de su pantalón, mientras que el chico corrió a vestirse.
Mientras que yo sumamente indignado y molestó por su acción, le dije a mi amigo, que hablaría tanto con el entrenador como con el capitán y el resto del equipo, si él seguía haciendo esas cosas, con el mariconcito ese.
Mi amigo me dijo que todo era un mal entendido, que él solo estaba vacilando al maricón, mientras que yo le advertí que dejase de hacer eso o le retiraría mi amistad.
Como a la semana nos pusimos de acuerdo para estudiar juntos en mi casa, ya que mi madre y me hermana mayor, se encontraban en otra ciudad visitando a mi abuela, y no regresarían en varios días.
Realmente esa noche estudiamos mucho, ya algo cansados, mientras nos comíamos un sándwich en la cocina, no sé de dónde ni como apareció un ratón, caminando por el piso bien pegado a la pared.
Cuando él me lo señaló diciéndome al mismo tiempo, que sería bueno que pusiera una pequeña trampa.
Yo nada más de verlo, entré en pánico, me puse a gritar como un desesperado, al mismo tiempo que me trepé en una de las sillas de la cocina.
Al principio mi amigo pensó que se trataba de una broma mía, pero al ver la manera en que yo gritaba y prácticamente lloraba, pidiéndole que se deshiciera del ratón, agarró una lata de no sé qué, que estaba a su alcance y de un certero tiro, le dio al ratón.
Luego se acercó lo tomó por el rabo, lo levantó del suelo y como si fuera un trofeo, se acercó a mí para mostrármelo, fue cuando sentí un pánico mayor.
Del miedo que me dio, que no fuera a tirármelo encima, le pedí que se deshiciera de eso, él en lugar de ocultarlo continuó mostrándomelo, y yo actuando como un desesperado, gritando y llorando, pidiéndole que lo retirase de mi vista.
Fue cuando en medio de mi desespero cometí el tremendo error de decirle llorando. “Por lo que tú más quiera deshazte de eso, y te juro que hago lo que tú quieras.”
Mi amigo se me quedó viendo, y de inmediato me preguntó con cierta sonrisa en su rostro. “¿O sea que, si guardo, tú harás todo lo que yo quiera, incluso si te digo que te vistas de mujer y me des el culo?”
Yo ni pensé en lo que me había dicho, sencillamente le respondí que sí, pero como para asegurarse me lo volvió a preguntar, y tras escucharlo a pesar de mi lloriqueo, y quedar bien claro que lo había entendido, me dijo. Está bien cuando lo guarde, vamos al cuarto de tú hermana y te pones su ropa, y después me vas a dar el culo y harás todo lo que yo te ordene.”
A lo que yo a pesar de mi lloriqueo resignadamente le respondí, repitiendo sus palabras diciéndole. “Te prometo que me voy a poner la ropa de mi hermana y haré todo lo que tú me órdenes.”
Cuando terminé de decírselo, agarró una bolsa de papel donde estaban los sándwiches que nos habíamos comido y guardó al ratón muerto dentro.
Una vez que dejé de ver al ratón, comencé a calmarme, dejé de llorar, y me bajé de la silla, cuando mi amigo me tomó por el brazo y me dijo. “Vamos al cuarto de tu hermana.”
En ese momento, me quedé paralizado, y apenas pude decirle, con mi voz entrecortada. “Deja el juego.”
A lo que él acercando la bolsa a mi rostro me dijo. “Tú lo prometiste, y lo prometido es deuda, así que, a cumplir, o te tiro el ratón encima.”
Al tiempo, que me dijo eso, comenzó a mover la bolsa, y dentro podía escuchar como el cuerpo del ratón golpeaba el papel.
Lo que me asustó más todavía, ya que pensé que en cualquier momento ese animal saltaría encima de mí, por lo que, de manera sumisa, comencé a caminar en dirección al cuarto de mi hermana, pero sin dejar de decirle. “Yo soy tu amigo, no me hagas eso.”
Él simplemente me mandó a callar, y me recordó el incidente en las duchas, diciéndome. “Por culpa tuya no pude comerle el culo al tipito ese, ahora aguántate y cállate la boca.”
Al llegar a la habitación de mi hermana, levantando la bolsa de papel, frente a mi cara me dijo. “Quítate toda la ropa.”
Lo que de inmediato, a pesar de lo asustado que me encontraba, hice, ya completamente desnudo, me dijo. “Búscate, alguna panti y sostén de tu hermana, que te sirvan.”
Yo a pesar de la vergüenza y el miedo que sentía, iba abrir una de las gavetas donde ella guarda la ropa íntima, pero él de inmediato me dijo. “No de esa no de la que ya está usada, para que no se dé cuenta de que te la pusiste.”
Y tal como él me lo ordenó, busqué en la cesta de la ropa sucia, y saqué varias prendas íntimas de mi hermana, las que el desgraciado ese señalándola con el dedo me indicó cuales agarrar, y ponerme frente a él.
Una vez que me puse el panti y el ajustado sostén, con una gran sonrisa dibujada en su rostro, me dijo. “Asómate al espejo para que te veas.” Y tal como él me lo ordenó así lo hice.
Lo cierto es que parecía una chica, por mi abundante cabellera, luego nuevamente me dijo. “Ahora ponte esa faldita corta, esa blusa, las medias tobilleras esas, y cuando termines de ponerte todo, te sientas frente al espejo.”
A medida que me fui vistiendo, me sentía algo raro, nunca había ni tan siquiera soñado con que algo así me pudiera pasar, al terminar al verme en el espejo, parecía más a mi hermana que a mí mismo.
Él personalmente me pintó los labios, y me puso algo de color en la cara, diciéndome. “Ahora si pareces una verdadera chica.” Yo traté nuevamente de convencerlo de que no siguiera con eso, pero apenas comencé a hablar, colocando la bolsa frente a mi cara la abrió y cerró, y yo por el miedo de que me tirase el ratón encima, de inmediato me quedé callado.
Después de eso, me ordenó que me pusiera unos zapatos de taco de mi hermana, pero me quedaban muy chicos, así que él mismo fue a la habitación de mi mamá y agarró unos parecidos, los que para mi sorpresa me sirvieron.
Ya así vestido, y maquillado, el muy hijo de la gran puta, llevando la bolsa en su mano izquierda, me agarró por el brazo con su mano derecha y de esa manera me condujo a la sala de mi casa.
Donde prendió el equipo de sonido, y con la amenaza de tirarme el ratón encima, me obligó a que bailase con él, a medida que comenzamos a bailar, metió la bolsa con el ratón en uno de sus bolsillos, y de inmediato me agarro con ambas manos, las nalgas.
Yo trataba de no bailar tan pegado, pero en un descuido mío, me ha plantado un tremendo beso, y cuando traté de zafarme, solo dijo. “Saco el ratón.”
Por lo que yo de manera resignada lo dejé que me continuase besando, por lo que introdujo su lengua dentro de mi boca, al mismo tiempo que acariciando mis nalgas, y apretándome contra su cuerpo, fui sintiendo la erección de su miembro.
Yo prácticamente ya me había entregado entre sus brazos, a pesar de que nada de eso me gustaba, comencé a sentir algo raro, hasta el momento en que sus manos bajaron los pantis.
Traté nueva e inútilmente de zafarme, mientras que él, apretándome con más fuerza me dijo. “Ahora tu eres mi mujercita, acuérdate que debes hacer todo lo que yo te ordené.”
Nuevamente insistí en que no me hiciera eso, que yo era su amigo, fue cuando me dijo. “O te callas o te meto el ratón en la boca, o mejor aún, quiero que te metas mi verga en tu boca y me la mames.”
Apena dijo eso, me soltó las nalgas, y colocó sus manos sobre mis hombros, al tiempo que me fue obligando a que me fuera arrodillando frente a él.
Yo realmente no ofrecí resistencia, por el temor a que cumpliera su amenaza de meterme el ratón en la boca, así que cuando mi rostro se encontró a la altura de su miembro, rápidamente extrajo su miembro del pantalón, y colocándolo frente a mi boca me ordenó primero que se lo besara.
Lo que como ya les dije, por el miedo a que cumpliera su palabra de ponerme el ratón en la boca, aunque con algo de asco de mi parte, coloqué mis labios contra su glande, lenta y suavemente comencé a besarlo, hasta que él mismo, me ordenó que se lo comenzara a mamar.
De manera sumisa y bien obediente le hice caso, abrí mi boca, y poco a poco comencé a chupar su erecto miembro, y a medida que lo iba haciendo él procuraba meterlo más y más dentro de mi boca.
En esos momentos me sentía sumamente desgraciado, y más molesto estaba conmigo mismo que con él, por no tener el valor de enfrentarlo, por miedo a que me tirase el ratón encima.
Pero a medida que yo seguía mamando su verga, colocó sus manos sobre mi cabeza, y presionándome fue haciendo que yo introdujera más adentro de mi boca su verga.
Hasta que de momento me dijo. “Ya está bien, lo que quiero realmente es comerte ese culo, así que vete poniendo en cuatro patas.”
Sollozando, pero sin dejar de hacer lo que él me ordenaba, se me ocurrió preguntarle por qué me estaba haciendo eso, fue cuando me dijo. “Te acuerdas del mariconcito al que se lo iba a meter en el baño, por eso él iba a completarme la matricula del próximo semestre. Pero ahora gracias a ti, no lo va a hacer.”
Fue cuando yo pensando que, si era por cosa de dinero, yo le daría lo de su matrícula y ya, pero al decírselo, me respondió. “Es que como sea tú me la tienes que pagar, así que calla boca y no aprietes el culo porque te va te va a doler.”
En ese instante me encontraba sobre el sofá de la sala con mis nalgas al aire, los pantis en uno de mis tobillos, y la corta falda de mi hermana prácticamente doblada sobre mi espalda.
Fue cuando sentí sus dedos, embadurnados en algo grasoso, que después me enteré que era vaselina, lentamente me los fu pasando por sobre mi esfínter, y de la misma forma comenzó a ir introduciéndomelos dentro de mi cuerpo.
Al principio uno, luego fueron dos de sus dedos, luego tres y finalmente cuatro, los metía y sacaba, mientras que yo me encontraba como paralizado, esperando sentir un dolor mucho más intenso.
Después de un buen rato me dijo. “Procura relajarte, y no aprietes que entonces si voy hacer que te duela.” Casi de inmediato sacó sus dedos, y comencé a sentir su caliente glande contra mi hueco, la presión que él comenzó a ejercer permitió que mi esfínter cediera y se fuera abriendo, y dejando que su verga me penetrase.
Aunque si llegué a sentir dolor, quizás por la vaselina, y por haber estado metiendo y sacando sus dedos de mi culo, esté se fue dilatando.
Hasta el punto de que finalmente sentí todo su cuerpo en contacto con el mío, por un rato se quedó quieto, pero luego comenzó a sacar y meter una y otra vez todo su miembro nuevamente dentro de mi culo.
Yo de momento tenía una gran confusión en mi cabeza, no quería que me hubiera hecho eso, pero de momento, como que a pesar de todo lo avergonzado que me sentí por lo que me estaba pasando, comencé a mover mis caderas, casi sin darme cuenta.
Él me apretaba más y más contra su cuerpo, y yo a pesar de todo comenzaba a disfrutar en parte todo lo que él me estaba obligando hacer, hasta que de golpe me apretó con tanta fuerza que pensé, que me partiría las costillas.
Después de un rato extrajo su miembro de mi culo, y me dijo. “Ahora ve al baño y lávate, que luego quiero que me lo vuelvas a mamar.”
Yo de manera obediente le hice caso, expulsé todo lo que había dejado dentro de mi cuerpo, y después de lavarme regresé a la sala, fue cuando me entregó los pantis y me ordenó que me las pusiera nuevamente.
En ese instante me dijo. “De ahora en adelante cuando te lo ordene, te vistes y ya sabes lo que yo quiero, de lo contrario le cuento a todos los chicos del equipo, que tú me distes el culo, y que porque le tienes miedo a los ratones.”
Yo entendí claramente que, si yo le desobedecía cumpliría con su palabra, Así que, a pesar de no querer, tuve que complacerlo en todo aquello que me ordenaba hacer.
Como por ejemplo depilar todo mi cuerpo, y andar todo el tiempo con la ropa íntima de mujer puesta bajo mi ropa.
Durante las siguientes semanas, por lo menos una o dos veces, ya fuera en mi casa o en la suya, yo me veía en lo obligación de vestirme de mujer y dejar que me hiciera lo que a él se le antojase, bajo la amenaza constante de contarles a nuestros amigos lo que él me había hecho.
Posteriormente, sin que yo me enterase, un día compartió nuestro secreto con uno de los chicos del equipo, esa noche apenas llegué a su casa, me ordenó que me vistiera como de costumbre.
Pero al regresar a la sala me sorprendí al encontrarlo acompañado por uno de los chicos del equipo de futbol, por lo que me vi obligado también a dejar que entre los dos hicieran conmigo lo que les dio la gana.
Al principio se puso a bailar conmigo, mientras el otro chico nos observaba, pero al rato el otro chico, se colocó tras de mí, y mientras uno me besaba, el otro levantó la pequeña falda que yo estaba usando, y comenzó primero acariciar mis nalgas, para luego dedicarse a pasar su desnuda verga por entre ellas.
Hasta que después de un rato, los dos se desnudaron por completo, pero me ordenó que me quedase así vestido, y que para mantener la ilusión de que yo era una mujer.
Mientras uno continuaba pasando su verga por entre mis nalgas, hasta que finalmente me penetró y sentí como me enterraba toda su verga por el culo, al tiempo que él me obligó a que yo le mamase su verga.
El resto de la noche, se la pasaron cambiando de lugar, obligándome a que yo indistintamente les diera el culo o les mamase sus vergas.
A los pocos días me volvió hacer lo mismo, pero con otro chico del equipo, hasta que finalmente, la mayoría de ellos terminaron conociendo nuestro secreto y dándome por el culo salvajemente.
Luego a los pocos meses, una noche me ordenó que me vistiera lo más linda que pudiera, y me llevó a pasear en un auto que le habían prestado.
No fue hasta que nos detuvimos en una casa a las afueras de la ciudad que me dijo que me iba a costar con un viejo muy rico, y de esa manera prácticamente se convirtió en mi chulo, y yo en su puta, todo por el pánico que les tengo a los ratones…
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