Por cumplir con mi palabra de hombre, termino dejando que me coman el culo, y poniéndome a mamar verga.
Un piloto de motos de carrera, como no tiene dinero para aposta, le da su palabra de que él haría lo que le pidieran llegaba a perder, él perdió y él el culo dio..
Hoy en día en muchas partes ya no se acostumbra a dar la palabra de hombre, pero en algunas carreras de motocicletas, acostumbraba a realizar apuesta verbalmente con otros corredores.
Desde una pequeña cantidad hasta las más grandes cantidades, durante una carrera, sin tener que firmar documento alguno, empeñando solamente nuestra palabra de hombre.
Al final el perdedor, muy caballerosamente paga al ganador o ganadores lo acordado.
Les hago saber todos estos detalles, para que se den una ligera idea de lo que me ha sucedido.
Yo a pesar de que fui un piloto joven, desde bien adolescente, se puede decir que me encontraba envuelto en todas las carreras de moto, a las que asistía.
En otras palabras, era uno de los más fanáticos que tenía las carreras, una de las cosas que más me gustaba sentir, era como vencía, en una carrera a mis contrarios.
Si los otros pilotos eran flojos, o sea, que no se arriesgan y se quedan corriendo como si anduvieran de paseo, no lo disfrutaba mucho.
Pero si por lo contrario se esforzaban mucho y aun así les ganaba, me sentía en la gloria, era un tremendo placer el ganarles.
Como ya les dije es un deporte de hombres, y en una ocasión estando en una retirada carrera en el centro del país, por cosas del destino, tuve una muy mala racha.
Por pequeños detalles perdí todos los encuentros en los que participaba con mi motocicleta, por lo que me quedé sin un solo centavo encima.
Cosa que a mi realmente no me mortificaba mucho, ya que uno va a las carreras con dos sacos uno para ganar y otro para perder, y a mi esa noche me tocó perder.
Ya la pista había cerrado operaciones, y casi todos se habían marchado, cuando uno de los corredores iguales a mí, me retó a una carrera, nos pusimos de acuerdo para realizar una carrera clandestina, él habló con el encargado de la pista y le pidió que nos permitiera realizar una última carrera entre nosotros.
Yo realmente pensaba que podía vencerlo, pero como ya no me quedaba dinero, estuve a punto de no aceptar la apuesta.
Fue cuando él y sus otros dos acompañantes, junto con el dueño de la pista me dijeron que bastaba que yo les diera mi palabra de hombre, de que en caso de que perdiera, haría lo que ellos me ordenasen.
También debo decirles que, en esos momentos, aunque ya me había fumado un gran tabaco de marihuana.
Pensé que sabía muy bien lo que estaba haciendo, y quizás por eso mismo supuse que yo resultaría vencedor.
Como parte del proceso, el mismo dueño o encargado de la pista, hizo de juez de pista, revisó a las motos, y dio el visto bueno para que corriéramos.
Colocamos a las motos en la rampa de salida, y a la orden que dio el juez los dos arrancamos.
Hubiera sido una de mis mejores carreras, de no ser porque mi moto en una de las curvas derrapó, perdí el equilibrio, fui a dar a la tierra, por lo que perdí la delantera, y el otro piloto me sacó una gran distancia cuando finalmente me pude levantar.
Resignado a mi mala suerte, y con toda la intención de pagar mi deuda, les dije a mis tres acreedores que tomasen mi número de teléfono para que nos pusiéramos de acuerdo en la manera en que yo les iba a pagar.
Fue cuando el otro piloto me preguntó con una maliciosa sonrisa entre sus labios. “¿Tu nos distes tú palabra, ¿verdad?”
A lo que de inmediato le respondí que sí, y continuó diciéndome. “Tú nos distes tu palabra a nosotros, de qué harías lo que te pidiéramos, ¿verdad?”
De inmediato le volví a responder de manera afirmativa, él sonriéndose maliciosamente me dijo. “Te ordenamos que te quites toda la ropa, nos des el culo, y también nos mames la verga.”
Yo me quedé como petrificado al escuchar sus palabras, y si era cierto que yo me había comprometido mi palabra de hacer lo que ellos me ordenasen.
Pensé que se trataba de la manera de pagarles, jamás me pasó por la mente que se trataba de hacer otra cosa que no fuera pagar.
Comencé a protestar, pero apenas les dije que yo no pensé que se tratase de hacer una cosa como esa, el otro piloto, me dijo. “Pues debiste haber pensado en todo, antes de comprometer tu palabra.”
Yo con la mirada busqué el apoyo del dueño de la pista, y al ver en su rostro una maliciosa sonrisa, supe que no podía contar con él, para nada.
Pensé en hasta salir corriendo, pero las puertas del estacionamiento de la pista estaban cerradas por dentro y el dueño o administrador mantenía las llaves fuertemente agarrada entre sus dedos, además mi carro y mi moto se encontraban dentro, y no hubiera podido atravesar la verja.
Además, ellos eran tres, y mucho más altos y robustos que yo, aunque me pasó por la mente venderles muy cara mi honra, me llevé mi mano derecha a mi bolsillo del pantalón, y agarré mi navaja.
Pero al levantar la vista, me di cuenta de que uno de ellos tres se apoyaba en un bate de beisbol, otro tenía una navaja mucho más grande, larga y afilada que la mía, entre sus dedos.
Él que llegó al acuerdo conmigo, me volvió a preguntar que, si yo tenía palabra, al tiempo que me hizo notar que en su cintura tenía una pistola, y aunque no soy fanático de las armas, conozco una pistola 9 milímetros, cuando la veo.
Por lo que no me quedó más remedio que comenzar a quitarme toda la ropa según, ellos me lo exigieron, y para colmo, ante la vista del administrador de la pista.
Yo estaba que me moría de la vergüenza, de la indignación, de rabia conmigo mismo, por haber caído como un verdadero pendejo en la trampa, que ellos me habían montado.
Una vez que me quedé completamente desnudo, noté que el administrador, no dejaba de verme el culo, le dijo algo al oído de mi contrincante, que me había ganado esa estúpida apuesta.
De inmediato alcancé a escuchar que este le respondió, no te preocupes, que tú también le podrás comer el culo también.
El tipo que me ganó la apuesta me ordenó que me arrodillase ante él, y sacando su verga del pantalón me dijo. “Ya sabes quiero que me la mames, pero cuidadito con morderme, porque te vuelo la cabeza, y al tiempo que decía eso agarró la cacha de su arma.”
Sumisamente y resignado a mi mala suerte, le obedecí, por lo que comencé por agarrar su erecta verga entre mis dedos, y tímidamente fui abriendo mi boca al mismo tiempo que me la fui introduciendo.
El cabrón del administrador fue y hasta buscó una silla de metal, para que el tipo al que yo le estaba mamando la verga se pudiera sentar.
Así que, al inclinarme un poco hacia adelante, mis nalgas quedaron a la disposición de los otros dos tipos que lo acompañaban.
De reojo vi como uno de ellos dos se comenzaba a bajar los pantalones, cuando el administrador, acercándose a mis nalgas les dijo a los otros dos. “Espérense a que se los amansé.”
No entendía que quería decir con esas palabras, hasta que sentí sus gruesas manos acariciando mis desnudas nalgas, y con sus dedos, pasándolos llenos de algo grasoso insistentemente sobre mi esfínter.
Hasta que comenzó a ir enterrándomelos en el culo uno a uno, y aunque me sentía el ser más desdichado del mundo, en esos momentos.
Cuando comencé a sentir un dedo que se abrían paso suavemente dentro de mi culo.
Toda la tensión en que mantenía mis nalgas fue desapareciendo como por arte de magia, al principio sentí ese grueso y largo dedo, luego dos, después tres, luego cuatro.
Finalmente pienso que prácticamente tenía toda su mano completamente introducida dentro de mi culo.
Así que mientras yo me dedicaba a mamar, al mismo tiempo el encargado de la pista, mantenía una de sus manos introducida parcialmente dentro de mi culo, sacándola y reintroduciéndola nuevamente una y otra vez.
Al punto en que a mi lejos de dolerme o hasta molestarme sentía algo placentero, yo no me di cuenta, pero a medida que ese hombre me fue haciendo eso, al poco rato parece que comencé a mover mis nalgas, suavemente, y a apretar mi esfínter una y otra vez.
Hasta que lo escuché decirles a los otros dos tipos. “Ya está listo, así no le dolerá tanto a él, ni a ustedes.”
Sus dedos salieron de mi culo, y casi de inmediato sentí algo caliente, y bien duro que presionaba mi esfínter.
En cosa de pocos segundos, ese tipo ya me tenía pero que bien clavado, y lujuriosamente cabalgaba sobre mis nalgas.
Por mi parte, me di cuenta de lo mucho que estaba disfrutando de lo que ese hombre me estaba haciendo, es más hasta el hecho de estar mamado la verga del que me ganó la apuesta dejo de ser algo vergonzoso para mí, y aunque no lo crean también comencé a disfrutarlo.
A medida que fue pasando la noche, seguí mamando vergas, y dejándome dar por el culo viciosamente, incluso al administrador de la pista, le mamé su verga y lo dejé que sabrosamente me diera por el culo también.
Había descubierto algo completamente nuevo y único para mí.
En cierto momento escuché a uno de los tipos que me daba por el culo decirles a los otros. “Al principio pensé que nos haría frente, pero ahora veo que es de los que les gusta que le maten las lombrices a palo.”
Yo realmente estaba fuera de mí, en mi vida ni tan siquiera había pensado que algo así me pudiera suceder, y lo mejor de todo era que me encantaba todo lo que me estaban haciendo todos ellos.
Para nada me molestaba que entre ellos se refirieran a mí como maricón, o gay de closet, o pato.
Estaba tan y tan excitado en cierto momento en que me tenían bien clavado al tiempo que le mamaba la verga a no sé quién de ellos, que de tan solo medio tocar mi propia verga, me vine de inmediato.
Disfrutando de una tremenda acabada, mis nalgas, muslos, cara, así como gran parte de mi cuerpo, estaba lleno de la leche de ellos, incluso de la del administrador de la pista.
Yo me quedé dormido, ellos tres seguramente se marcharon, y al día siguiente, al despertarme, frente a mi estaba el dueño de la pista, con mi ropa entre sus manos, apenas vio que me desperté, me la entregó y me indicó donde podía lavarme.
Tras hacerlo y vestirme, me juré que más nunca en la vida aceptaría ese tipo de apuesta, que, aunque internamente lo disfruté enormemente, no podía estar dejando que cualquiera que se antojase, me dieran por el culo, por puro gusto.
Desde luego que por esa pista no volví a pasar por un buen tiempo, pero al mes más o menos, estando en otra carrera, fui yo quien le propuso a un par de chicos, que después de que terminasen las carreras, echáramos nosotros una carrera clandestina, cierto que yo me había fumado un buen tabaco de marihuana, pero igualmente pensé que yo triunfaría.
No fue hasta en los últimos segundos antes de realizar las apuestas que me di cuenta de que había extraviado mi cartera.
Por lo que así se lo hice saber a ellos dos, pero ofreciéndole la alternativa de que en caso de que yo perdiera, les daba mi palabra, de que estaba dispuesto hacer todo aquello que ellos quisieran y como quisieran ellos que yo lo hiciera.
Como de seguro se lo han imaginado, perdí, pero fue de una forma tan vergonzosa, mi motocicleta ni siquiera pudo arrancar, se había quedado sin gasolina.
Esa noche en uno de los montes cercanos a la pista, esos dos chicos se cobraron la apuesta, dejándome el culo tan abierto como la boca de un jarrón, y toda mi cara llena de su leche.
Así me siguió pasando las siguientes veces que fui a correr, hasta que una noche mientras disfrutaba placenteramente de pagar otra apuesta que había perdido, cuando el tipo que me estaba clavando me dijo. “Definitivamente esto para ti no se trata de competir, sino de que te den por el culo.”
Era el primer piloto que me comió el culo, yo estaba tan y tan absorto en buscar una buena verga, que ni me fijé que uno con los que había perdido era él.
Desde esa fecha más o menos dejé de pensar que yo era todo un hombre, que cumplía con su palabra, y me di cuenta de que algo había despertado el maricón dentro de mí.
Dejé de participar en las carreras de moto, ahora prefiero pasar mi tiempo manteniendo un buen macho que me haga ver las estrellas del placer.
Si non e Vero e bene trovato. En todo caso interesante apuesta para conseguir una buena culiada. De verdad que es de copiar.