Por curioso, terminé dejando que me penetrasen…
Un empleado se da cuenta que su jefe y su compañero de trabajos son amantes, pero le sorprende que a ellos les encanta que les den por el culo, por lo que debido a su curiosidad eventualmente permite que le hagan lo mismo, y le encanta..
Por curioso, terminé dejando que me penetrasen…
Mientras estudiaba en la universidad, comencé a trabajar para una empresa, en la que me asignaron al área de correo pesado.
Que a diferencia del correó, y mensajería regular, únicamente nos encargamos de recibir, distribuir y entregar bultos y paquetes dirigidos a distintas áreas de la empresa.
Pero el movimiento es tan poco, que la mayor parte del tiempo me la pasaba estudiando, con la autorización de mi jefe, y sin que otro compañero dijera nada, o se quejase por ello, lo que en medio de todo me llamó la atención.
A las pocas semanas descubrí que era lo que sucedía entre, mi compañero de trabajo, y nuestro jefe.
Los dos eran amantes, en cierto momento cuando me levanté de mi escritorio para estirar las piernas, escuché a mi compañero de trabajo, gimiendo, y diciendo un montón de cosas raras.
Por lo que lleno de curiosidad me asomé de manera discreta, y es cuando me doy cuenta de que nuestro supervisor se encontraba dentro de uno de los almacenes completamente desnudo.
Al tiempo que mi compañero de trabajo se lo estaba clavando bien duro por dé tras.
Quizás si el supervisor hubiera sido un poquito más discreto, ni me hubiera dado cuenta, de lo que ellos dos estaban haciendo.
Pero cuando pasé frente a la puerta, del almacén en donde ambos se encontraban, escuché claramente la voz de supervisor, pero a toda boca, con su voz algo aflautada, o afeminada.
Lo que más me sorprendió, fue que hasta esos momentos ni idea tenía de que, al supervisor, le gustase que le dieran por el culo.
Pero al pasar y escuchar cosas como. “Papito dame más duro, que verga más sabrosa tú tienes, me vuelvo loco por ella, dame más.”
Al principio pensé que se trataba de una broma que querían gastarme. pero al ligeramente asomarme a la puerta, los vi.
Pero lo que más me sorprendía era la manera en que supervisor gritaba de placer, a cada fuerte embestida que le daba mi compañero por el culo.
No lo podía creer, ya que evidentemente por lo que decía el supervisor a toda voz, no tan solo le encantaba, sino que disfrutaba al máximo, lo que mi compañero le estaba haciendo.
Pero a un grado tal, que para mí era algo inconcebible, por lo que me hice el desentendido, ya que definitivamente, eso no era problema mío.
Pero al rato, me llamó el supervisor a su despacho, y me dijo, sin andarse por las ramas, que seguramente me había dado cuenta de lo que sucedía entre mi compañero y él.
Yo pensé en decirle que no, pero apenas afirmé con mi cabeza, le dije. “Pero eso no es problema mío.” él sonrió, y me dijo. “Está bien, sigue estudiando.”
Por su parte, mi compañero actuaba de manera normal, sin hacerme comentario alguno con respecto a eso, es más hasta tenía novia.
Pasaron los días, y uno de esos días en que mi compañero salía más temprano, el supervisor se me acercó y me buscó conversación.
Y en cierto momento me dijo sin vergüenza alguna, que a él le encantaba que le dieran bien duro por el culo, así sin más ni más, sin yo preguntar nada, o pedirle alguna explicación.
Yo como no me esperaba eso, sonreí, y le dije que eso no era de mi incumbencia, cuando de momento vi que se bajó los pantalones, y mostrándome sus blancas y bien paradas nalgas, me dijo. “Cuando quieras probarlas, nada más me dices.”
Yo la verdad es que en esos momentos, debido a mis estudios y a que me mude a la ciudad, tenía más de dos meses que no veía a mi novia, la única mujer con quien me he acostado.
Él alargó su mano, y de manera que no se describir comenzó a acariciar mis bolas y mi verga por encima de la tela de mi pantalón, pero de una manera tal, que no pasaron ni cinco minutos, que yo ya me lo estaba clavando.
Pero vuelvo y repito, lo que me impresionó fue la manera en que mi supervisor, al parecer disfrutaba de todo lo que yo le estaba haciendo.
Constantemente me fue diciendo, que mi verga era bien rica, el escucharlo alabarme tanto, y la manera que constantemente decía lo sabrosa que era mi verga, y lo mucho que le gusta, la verdad es que me quedé impresionado.
Así como todas otras las veces que yo por quitarme el verano que tenía encima, sin chistar, se lo enterraba, una y otra vez al mismo tiempo que él no dejaba de repetirme, lo rica y sabrosa que era mi verga.
Para colmo, en otra ocasión vi al supervisor clavándose a mi compañero, y el que gritaba de placer era mi compañero, pero no tanto como lo hacía el supervisor.
Yo continué clavándome al supervisor, ocasionalmente, hasta que un día por curiosidad le pregunté si realmente eso le gustaba, digo eso de dejarse dar por el culo.
Y él hasta me lo juró por su madre, diciéndome que sí, realmente no sé si fue la curiosidad, o que.
Pero en otro momento en que el supervisor no se encontraba, le pregunte a mi compañero de trabajo, si eso dolía.
Sonriendo, me dijo. “Eso depende de cómo lo hagas. Si te buscas un cualquiera, seguramente te va a doler, pero si por ejemplo lo haces conmigo, yo primero, te voy dilatando primero su esfínter. Y luego con algo de agua y jabón te preparo el camino.”
La cosa es que, por curiosidad, más que todo fue que permití que mi compañero me comiera el culo, y tal como me dijo, hasta lo disfruté.
Aunque no quería aceptar que eso me había gustado tanto, casi como a él, solo que yo en lugar de expresarlo como él lo hacía, procuraba no abrir mi boca.
Hasta que en otra ocasión en que yo estando completamente desnudo, mi compañero que estaba vestido, me lo tenía bien metido, y yo lo disfrutaba al máximo.
Pero sin expresar palabra alguna, fue cuando escuché la voz del supervisor diciéndome. “No te cohíbas, exprésalo.”
Al levantar la cara que me encuentro con su verga frente a mi cara, la verdad es que apenas pude se la mamé, y de la misma manera que mi compañero, me mamaba la mía a mí.
A medida que mi compañero de trabajo seguía metiendo sabrosamente toda su verga dentro de mi culo, al principio comencé a decirle lo mucho que me gustaba, que me hiciera eso.
Pero al poco rato, yo gritaba de placer, de la misma manera que gritan ellos cuando yo se los entierro.
wow ke rico edas cosas verdad