Por enfermo
Tuve una experiencia sexual con mis amigos sin imaginarlo.
Esto ocurrió cuándo tenía quince años. Iba ya en tercero de secundaria, ya a punto de graduarme. Yo era de los alumnos más rebeldes y de peor promedio, por lo tanto no podía darme el lujo de saltarme los exámenes importantes. Y por ahí de los dos mil los maestros no eran nada tolerantes. Me había enfermado de una infección muy fuerte que causo una fiebre tremenda, justo el día de un examen importante. Me llevaron al doctor, y como era tanta la enfermedad, me recetaron unos supositorios que en aquel tiempo se utilizaban seguido para la fiebre. La verdad si me ayudo bastante, me bajo la fiebre ese mismo día y tenía que ponerme otros dos los siguientes días. Para el día siguiente que era viernes, me presente a la escuela, deje el justificante médico y me dieron la oportunidad de presentar el examen junto con los que habían reprobado la materia igual. Sólo éramos siete los reprobados entre ellos, mis dos mejores amigos que llamaré Pablo y Pedro para no revelar sus nombres. Ellos eran mis mejores amigos desde que entre a estudiar, los tres éramos el caso perdido del salón, y los únicos que reprobamos seguido porque casi no entramos a clases. Ese día solo fuimos los que presentaríamos el examen. Me platicaron como estuvo el día de mi ausencia y salió el tema de mi enfermedad. Cómo les tenía bastante confianza, les conté lo del supositorio. Se burlaron un poco y empezaron a molestarme con ese tema. Cómo me faltaban dos, Pablo dijo que él me lo iba a poner para no molestar a mis papás. Ignoré eso y seguimos la mañana normal. Presentamos el examen, salimos tres horas antes de la escuela y no teníamos que hacer, ya que solo asistimos los alumnos reprobados que éramos pocos. Pedro sugirió ir a mi casa, porque mis papás trabajaban y no había nadie durante las mañanas y la tarde. Fuimos a una tienda a comprar botanas y refresco, llegamos, nos pusimos a ver la tele todo tranquilo. Hasta que Pablo pregunto que donde estaba la caja de supositorios, le pregunte para que y respondió que ya me había dicho que él me iba a poner el de ese día. Creí que estaba bromeando, le conteste con algo de sarcasmo, pero él seriamente me dijo que iba en serio. En eso Pedro se le unió y casi en tono de regaño me dijo que deje de estar jugando, era por mi bien. Obviamente les dije que estaban pendejos, no lo iba a permitir, y enseguida, Pedro salto hacía a mí. Me agarro de los brazos, los entrelazo en mi cuerpo y me apretó fuerte con los suyos para que no pudiera soltarme. Además de que él tenía más fuerza que yo. Empecé a forcejear para liberarme, pero no podía. Me pidió que me controle, que era por mi bien. Ambos preguntaron por la caja, les tuve que decir en dónde estaba, Pablo fue por ella. Pedro me decía que estaba exagerando, no era nada del otro mundo, que eran mis amigos y solo querían ayudar a que mejore. Ya Pablo regreso con los supositorios, me dijo que me iba a bajar el pantalón y mis calzones para ponérmelo. Les dije que estaban locos y empecé a patalear para tratar de alejarlo, pero Pedro me apretó con más fuerza, Pablo molesto, me dio un golpe en los pies, no sé como hizo para sostener con un solo brazo mis dos pies y con la otra mano me empezó a quitar el pantalón, me bajo el calzón, yo seguía casi rogando que paparán con su juego, pero ellos tranquilamente me explicaban que era por mi bien, que me controle. No había necesidad de hacer tanto escandalo. Ya estaba sometido, así que me deje llevar, cedí un poco. Pedro me coloco boca abajo en el sillón, porque Pablo se lo indico, me sostuvo de las manos para que no hiciera más desmadre. Pablo sacó el supositorio del empaque, y me pidió que me calme para que pudiera ponérmelo. Dijo que él se los ponía a su hermanita y a su primo así que sabía como se hace. A pesar de la situación vergonzosa, intente relajarme para que él me lo pusiera, pero al sentir como sus dedos abrieron mis nalgas y pensar que me estaba viendo el ano, por inercia comencé a moverme de lado al lado, retrasando más el acto, ya medio molesto, fuertemente con su mano me detuvo poniendo fuerza en mi trasero para que dejara de moverme. Eso extrañamente se sintió bien, y sin darme cuenta tenía una erección enorme que por la posición en la que estaba no era visible. De repente Pablo escupió en mi ano, lo cual se me hizo asqueroso, le reclamo, y se justifico diciendo que era para que entre más rápido el supositorio sin tanto dolor. Volví a intentar liberarme, pero igual no quería que vieran mi erección y pensarán mal. Ya Pedro le dijo a Pablo que se apure y ya algo molesto de tanta presión, grito que ya todos nos controlemos. Si su voz nos impuso y me controle, no quería alertar a los vecinos. Ya después de tanto show, me estaba metiendo el supositorio. Fue despacio y lo sentí rico. No sé explicar de que manera movía su dedo mientras lo metía, pero no había sentido algo así. Sentí que mi semen estaba a punto de salir a chorros. Ya lo tenía adentro, saco su dedo y me dijo que era así de sencillo, solo hice un drama para nada. Pedro me libero, pero yo no quería pararme para que no vieran que estaba erecto. Quise cambiar rápido el tema, pero me gano Pablo quién le apretó los testículo a Pedro diciendo que él también la tenía parada. Pedro intento mentir, pero Pablo dijo que era normal, que igual yo la tenía parada. Le dije que no era cierto, y enseguida me volteó para que vieran mi pene erecto. No sabía que decir, y dijo Pablo que no pasaba nada. Es común en nosotros los hombres que por todo nos calentemos, sobre todo que cuándo nos tocan atrás. Nos recordó lo del punto G que vimos en una clase. Me volteó de nuevo y dijo que iba a hacer algo que me iba a gustar. Se escupió los dedos, los cuales obviamente me quería meter, pero le dije que estaba loco, eso si no. Y tranquilamente me dijo que confiara en él, que juraba lo iba a disfrutar y sino le dejará de hablar para siempre. Tal vez fue el morbo y la curiosidad que se apoderó de mí, o su tonta amenaza de dejar de ser amigos. Pero de nuevo cedí y empezó a meterme un dedo, lo movió suavemente en mi ano y sentía algo tan pero tan rico que nunca antes había experimentado. Luego con cuidado metió el otro y sentí como me fui del mundo por un instante. Estaba tan concentrado en el placer, que en ese momento ni me importaba que uno de mis mejores amigos me estaba dedeando y mi otro mejor amigo estaba siendo testigo de eso. Ni podía hablar, hasta estaba gimiendo, demostrando cuanto disfrute esa dedeada. No pude más y mi pene contra el sillón hicieron fricción haciendo que saque un buen de semen. Enseguida chorrio todo bajo mis piernas y a los lados. Pedro dijo: «No mames, ya te viniste», como regañándome, y Pablo me defendió diciendo que era algo normal, no tenía nada de malo, solo se limpiaba y ya. Nunca imagine que Pablo era tan mente abierta, para hacer estas cosas y encima de todo hacerlo sentir cómodo. Estaba demasiado excitado, pero me entro la pena y la culpa de estar delante de mis mejores amigos recién masturbado y mostrando mi culo que fue dedeado por uno de ellos. Pablo le pregunto a Pedro si el también quería experimentar eso, él dijo que no. Pero se le notaba la enorme erección que traía en los pantalones. Le dije que lo hiciera que era lo justo porque a mi me lo habían hecho. Pablo dijo que yo por que estaba enfermo, si Pedro no quería estaba bien. Pero que al menos se masturbara porque iba a dolerle los huevos más tarde por tanto semen acumulado. Él también nos mostró que estaba muy excitado, que él si se iba a masturbar, y le dijo a Pedro que hagan una competencia a ver quien duraba más. Aunque tenía algo de pena, yo la había pasado peor, y Pablo nos transmitía confianza, Pedro acepto. Los dos se bajaron el pantalón de la escuela, luego su calzón y salieron sus penes erectos. El de Pedro era grande, nos ganaba a Pablo y a mí. Nunca nos habíamos visto desnudos los tres, Pablo alabo su tamaño, diciendo que nos ganaba en eso, pero no en acabar después. Era algo competitivo. Se sentaron en el piso para no manchar los sillones, y ya cada uno comenzó a masturbarse. Cada uno tenía su técnica, Pablo se frotaba el trasero con el suelo, y Pedro se pellizcaba su pene y sus bolas. Igual comencé a excitarme de verlos, y me la empecé a tocar. Pedro me dijo que me una a ellos, me quede en el sillón y también me masturbe. Los tres estábamos en lo nuestro. Pablo fue el primero en venirse, luego yo y por último Pedro. Mi piso quedo batido de semen. Descansamos un rato después de eso. Prometimos nunca contarle a nadie, que sea solo algo de nosotros. Me ayudaron a limpiar el piso y el sillón. Lavaron sus camisas y pantalones que se cubrieron de semen igual. Mientras se secaban, nos pusimos a ver la tele como si nada. Y ya más tarde se fueron a sus casas. Al día siguiente mi papá me puso el último supositorio, no se sintió como lo hizo Pablo jajaja. Para el Domingo ya me encontraba bien, y el Lunes que nos vimos en la escuela, todo fue tan normal. Nadie comentó nada de ese día, solo me preguntaron si ya estaba mejor. Y ya. Y de ahí seguimos siendo mejores amigos, aun tengo contacto con ellos, recordamos ese día hace algunos años en una plática y los tres concordamos que fue un gran día.
👍❤️🥰