Por la ley y el orden, dejé que mi supervisor me diera por el culo….
Un policía que en secreto es gay, entra a la unidad de detectives, su supervisor le requiere que se disfrace de travesti para solucionar un caso, pero eventualmente el mismo supervisor le da por el culo y lo pone a mamar su verga..
Por la ley y el orden, dejé que mi supervisor me diera por el culo….
Por razones que espero les sea obvias, no doy mi nombre, ni mayores datos, desde hace unos varios años, prestó servicios en el honorable cuerpo de la policía.
Mis precauciones, quizás para algunos sean algo exageradas, pero tengan en cuenta, de que supuestamente, no hay homosexuales dentro del honorable cuerpo de policía.
En mi caso, soy de los llamados de closet o tapaditos, aunque en mi trabajo, siempre he procurado mantener una imagen de hombre serio, o mejor dicho de hetero.
Pero después de varias solicitudes para entrar a la unidad de detectives, finalmente me aceptaron, solo que tuve que realizar muchas investigaciones como encubierto, sin arma, ni identificación alguna.
Por lo general entraba en contacto con la persona o grupo de delincuentes investigados, como si fuera uno de ellos, y de esa forma se recoge bastante evidencia, como para llevar a esas personas a juicio.
Hasta que un día nuestro supervisor, en una de las reuniones en las que nos asignan los casos, pidió un voluntario para que se vistiera de mujer.
Yo al igual que el resto de mis compañeros, pensamos que se trataba de una broma, por lo que le dije en tono de broma que me apuntara.
Pero cuando me di cuenta de que eso era en serio, inútilmente procuré renunciar a esa misión.
Pero cuando el supervisor me dijo. “Si renunciaba a ese caso, tu siguiente puesto dentro de la policía, será el de dirigir el tránsito, pero por el resto de tu vida.” Por lo que me vi obligado a aceptar.
En realidad, no era disfrazarme de mujer, sino hacerme pasar por un travesti, ya que el caso que tenía que investigar era uno de múltiples agresiones, realizada por un solo individuo, pero únicamente sus víctimas habían sido los travesti, que trabajaban como prostitutas en las calles.
Lo cierto es que cuando comencé la investigación, y me tuve que vestir con ropa de mujer, cosa que ocasionalmente ya hacía, pero únicamente cuando estaba a solas en casa, esperando a uno de mis amiguitos íntimos.
Pero regresando a los hechos les diré que estando en la calle vestido de mujer, debía dejar que otros de mis compañeros haciéndose pasar por clientes, me tocasen las nalgas, o fingieran salir conmigo en sus autos.
Yo disfrutaba de todo eso, claro, pero sin demostrarlo o decírselo a mis compañeros.
Eventualmente se atrapó al agresor, y el caso se dio por concluido, pero mi supervisor en las semanas previas a que eso finalmente sucediera se presentó una noche, en la calle en la que yo junto a un sin número de otros trasvestis, caminaba supuestamente buscando clientes.
Al verme se dirigió directamente a mí, portándose como si fuera mi chulo, pidiéndome cuentas de lo que había hecho durante esa noche.
De inmediato pensé, que eso era para consolidar mi pantalla ante el resto de las putas y travesti, por lo que le seguí la corriente.
Pero cuando ya estando frente a mí, sin aviso alguno me ha plantado tremendo beso, al mismo tiempo me ha dado un profundo y tremendo apretón de nalgas.
Lo que me dejó entre turbado y sorprendido, pero en esos momentos, cuando lo escuché decirme en un tono de voz apenas audible. “Tranquilo, sígueme la corriente.”
Seguí pensando que era parte del teatro que estábamos montando, por lo que yo continué también actuando, pero seguí sintiendo una de sus manos prácticamente entre mis nalgas, mientras que, con la otra mano, me subía la corta falda que yo estaba usando y descaradamente me acariciaba los muslos, frente a las putas y travestis que se encontraban cerca de mí.
Lo cierto es que, en medio de todo, el que el teniente me hiciera eso, y de la manera en que lo estaba haciendo, me comenzó a agradar mucho, tanto que sin querer dejé escapar un profundo suspiro, tras otro de los agarrones que les dio a mis nalgas.
Yo realmente estaba como en las nubes, el teniente mi supervisor, es un tipo de cuerpo atlético, más alto que yo, con su cabeza completamente rapada, y con sus gruesos brazos me tenía sujeto contra su cuerpo.
Lo que hasta el momento en que comencé a sentir sobre mi descubierto ombligo, su grueso y duro miembro oculto bajo la tela de su pantalón, estuve pensando que todo era parte del montaje, pero al palparlo con una de mis manos, me di cuenta de que sus intenciones eran las que yo en el fondo de mi ser deseaba intensamente, en esos momentos.
Cuando el teniente me dijo al oído, que me agachase, de tras de su auto, supe de inmediato cuáles eran sus deseos, creo que me pude negar, pero no lo hice ya que también eran también los deseos míos.
Así que, ante la vista de algunas de las chicas, coqueta y seductoramente me agaché, y con toda la calma del mundo, bajé la cremallera de su pantalón y como por arte de magia apareció su erecto miembro.
Él que, sin vergüenza alguna de mi parte, tomé entre mis dedos, y lentamente comencé a juguetear con él.
Con lo parado y duro que se encontraba su verga, no valía la pena perder mucho tiempo jugueteando con eso entre mis dedos, por lo que, sin pensarlo mucho, lo primero que comencé a hacer fue, el pasar mi lengua lentamente sobre su colorado glande, tal como si fuera una gran barquilla de helado.
Sentir su sabor, su aroma a macho, su calor, me derritieron, y me torné goloso, por lo que después de esas primeras lamidas, introduje casi por completo su verga dentro de mi boca, lo sentía que me llegaba hasta mi garganta.
Por lo que moviendo mi cabeza de adelante hacia atrás comencé a darle una tremenda mamada, sin pensar en las consecuencias de mis actos.
Pero mientras yo se lo mamaba profundamente, mi supervisor, colocó sus manos sobre la peluca rubia que yo estaba usando, y guiando mi cabeza, continuó disfrutando de lo que yo tan sabrosamente con mi boca le hacía.
Una que otra puta, así como uno que otro travesti, que se encontraban cercanos a nosotros, comenzaron a decirnos nos que nos fuéramos a un motel, que espantábamos a los clientes que, de ver un miembro como ese, de seguro se acomplejarían.
Cuando mi teniente me indicó que lo seguiríamos a solas, me emocioné más todavía, así que cuando me ordenó secamente que me detuviera, sumisamente lo obedecí, y sin decir palabra lo seguí, hasta el asiento del auto después de que ocultó su miembro dentro de su pantalón.
Ya en el auto no me atreví a decir una sola palabra, hasta que llegamos al motel, donde una vez que traspasamos la puerta de la habitación, mi teniente me volvió a tomar entre sus gruesos y fuertes brazos y comenzó a besarme de manera desesperada, hasta que me dijo. “Nena no sabes lo mucho que he esperado este momento, desde que te vi por primera vez.”
Yo no había salido de mis primeros asombros, cuando escuché semejante cosa, por mi parte reaccioné con todo el deseo de acostarme con él, y respondí a sus besos y caricias como si fuera su mujer.
Mi supervisor continuó acariciando mi cuerpo, sin quitarme la ropa, tocando mis nalgas, besándome por casi todas partes, mientras que yo me moría ya por sentir su miembro dentro de mí.
Así que lentamente le fui dando la espalda, hasta que mis nalgas quedaron frente a su verga, sentí sus calientes manos, subirme la falda y posteriormente bajarme los pantis, dejando mis nalgas al aire, y bajo su total control.
Sus dedos, exploraban mi esfínter una y otra vez, mientras su boca me mordisqueaba el cuello, todo ello produciendo en mi cuerpo, un gran placer.
Pero de momento sentí su caliente miembro comenzando a traspasar mi esfínter, mientras que sus manos, me apretaban mis planos pechos, como si realmente fueran un buen par de tetas.
Yo estaba que me moría, pero de la felicidad, no estaba pensando en que él era mi supervisor, y que ambos éramos policías.
A medida que seguía sintiendo como su buen pedazo de carne se abría paso entre mis nalgas, mis gemidos y profundos suspiros, así como las palabras que le fui diciendo con afeminada voz, a medida que él continuaba enterrándome todo eso, lo excitaron más todavía, y dejando mis pechos, me tomó por las caderas y con una divina fuerza, terminó de penetrarme.
Me imagino que mis ojos casi se salen de sus orbitas, no grité, pero de que lo sentí lo sentí, bien adentro de mí.
Por un largo rato ambos nos quedamos quietos, hasta que yo, no sé cómo ni de donde saqué las fuerzas necesarias y comencé a mover mis caderas, y a los pocos segundos él comenzó a meter y sacar casi todo su miembro de mi culo.
En mi vida en muchas ocasiones me han dado por el chiquito, pero como lo hizo mi supervisor nadie, por lo que yo deseaba que no terminase nunca.
A medida que él metía y sacaba su verga de entre mis nalgas, no dejaba de decirme lo puta que yo era, que desde que llegué a la unidad mi manera de verlo a él, lo tenía loco.
Yo ignoraba todo eso hasta esos momentos, pero escuchar su ronca voz hablarme de esa manera y decirme eso, me derretía.
No sé cuánto tiempo permanecimos en la habitación de ese motel, pero cuando finalmente salimos, él me dejó y yo regresé a la esquina donde se supone me mantuviera, pasó un hombre con pinta de ejecutivo, y tras preguntarme cuanto cobraba, y yo responderle.
Me indicó que aceptaba, y sin detenerme a pensar, me fui con él, así como con otros más, ha de paso al hijo de la gran puta que se la pasaba agrediendo travestis, lo capturaron, resultó ser un pastor evangélico.
Pero yo no he dejado, de mantenerme yendo a seguir haciendo la calle, solo que con el dinero extra que he ganado, discretamente estoy en un tratamiento de estrógeno, hormonas femeninas.
Pienso que cuando ya mis senos sean más evidentes, quizás me den de baja en el cuerpo, pero mientras tanto mi supervisor se hace de la vista larga, con ese pequeño detalle.
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