Por ser de salud delicada, mi padre criticaba, cuando me molesté con él, me metió en una clínica, para cambiar mi forma de ser.
Un chico de salud delicada, su padre se la pasaba criticándolo, el chico se molesta con su padre, y este lo internan en una clínica psiquiátrica, para que lo transformen en todo un hombre, pero en la clínica lo fastidian tanto, que el chico decide tener sexo anal y oral con los demás pacientes ..
Hace varios años, cuando apena había cumplido dieciocho, debido a que en mi niñes me la pasaba siempre enfermo, según mi padre yo hablaba y actuaba de manera muy delicada, por no decir que afeminada.
Por lo que constantemente me regañaba, y hasta me insultaba, diciéndome que me portase, y hablase como un verdadero hombre, y no como un mariconcito.
Lo cierto es que, estando en casa en medio de la cenar, accidentalmente derramé un vaso de agua.
Por lo que mi reacción fue la de pegar un fuerte chillido, chillido que para mi padre no era propio de un hombre, y comenzó insultarme y, a recriminar mi manera de actuar, comparándome con una chica.
No sé que me pasó, pero habían sido tantas las veces que el hijo de la gran puta, de mi padre, me había insultado tantas veces que, en un arranque de rabia, le dije que se fuera al carajo.
Eso bastó para que él se me fuera encima, y me cayera a golpes, dejándome de inmediato sin sentido, mientras que mi madre solo gritaba. “Lo mataste, lo mataste.”
Cuando recuperé el sentido, aunque tardé un rato en darme cuenta que no estaba en mi casa, sino en una clínica, sujetado por correas, en mis cuatro extremidades.
Al darme cuenta de mi situación comencé a pedir auxilio, que me atendieran, y al rato apareció una vieja enfermera, viéndome de mala manera.
Acompañada por un par de tipos mal encarados, me dijo. “El Doctor me dio la orden de que, si comenzabas a joder o alborotar, te pusiera una inyección en las nalgas.
En ese momento, aun me encontraba bastante confundido, por lo que como que no le puse mucha atención a lo que ella me dijo, por lo que seguí pidiendo auxilio a gritos.
Creo que nada más dije auxilio una vez más, cuando aquellos dos tipos, me sujetaron, me quitaron una de las correas de mis pies, y de inmediato me dieron media vuelta a mi cuerpo, quedando con mis nalgas al aire.
Aquella condenada vieja, sin decir más nada, de mala gana me ha puesto una fuerte inyección, y al poco rato nuevamente perdí el sentido.
Cuando me vine despertando, me di cuenta de que, si volvía a gritar, nuevamente me iban a inyectar, por lo que me quedé callado.
A media mañana, llegó un tipo bastante fornido, que de solo verlo me dio miedo, soltó todas las correas, diciéndome. “Si gritas, o haces alguna locura, te jodo.”
Eso bastó, para que debido al miedo que me dio ese tipo, en silencio, sin saber que hacer caminara delante de él, hasta que el tipo ese me dijo. “Vas a ver al director del hospital, así que compórtate.”
Lo cierto es que además del psiquiatra, había otras tres personas a las que nunca supe quienes eran, pero fue la que se identificó como trabajadora social, la que me leyó la cartilla, informándome a la vez que mis padres, me habían internado en la clínica, con el fin de reeducarme, ya que según ellos yo sufría de algo llamado disforia de género.
En otras palabras, para que me comportase como un verdadero hombre, y no un chico afeminado.
Debido a eso, aparte del sin numero de pastillas que me recetó el Doctor, me obligaron a tomar terapia de grupo, individual, y ocupacional.
Aunque el resto del día, me la iba a pasar dentro de la clínica, supuestamente siendo evaluado por el personal.
En esos momentos, mentalmente me le estaba cagando en la madre, tanto al Doctor, como a mis padres, como también a todo el personal de la clínica.
Después de mi breve encuentro con el Doctor y la trabajadora social, fui llevado al comedor.
Para esos momentos ya tenía claro, que el hijo de puta de mi padre, era el responsable de todo eso.
Rápidamente me adapté, a ese nuevo ambiente, pero me fui dando cuenta de que la supervisión era mala.
Por lo que, si asistía a todas las terapias, y hacía que me tomaba los medicamentos, el resto del día podía hacer lo que me viniera en gana, ya que nadie me decía nada, siempre y cuando no alterase el orden dentro de la sala.
En las terapias de grupo, me limitaba a escuchar al resto de los participantes contando sus tristes historias una y otra vez.
En la terapia ocupacional, hacía todo tipos de manualidades, pero sin ningún fin especifico.
Mientras que en la terapia individual, el terapeuta siempre me preguntaba si me gustaban los hombres, a lo que yo me limitaba a decir que no.
Cosa que me indignaba, pero que entendía que todo eso era porque mi padre les dijo que yo era afeminado.
Como desde el primer día únicamente me entregaron una bata de papel, por motivos de seguridad, ya que alguien había escrito en mi expediente, que yo era un riesgo suicida, lo que era del todo falso, razón por la que seguí usando esas batas de papel de las que se quedan abiertas por la espalda.
Pero un día me di cuenta de que en ocasiones algunos de los pacientes, y hasta uno que otro empleado de seguridad, se me quedaban viendo las nalgas, las que en más de una vez quedaban totalmente expuestas, sin ninguna mala intención de mi parte.
Pero como tanto en la terapia individual, como en las de grupo, siempre salía a relucir que yo me comportaba de manera afeminada, decidí comenzar hacerlo de manera intencional.
Hasta que un día un chico más o menos de mi edad, que había sido internado por excesivo uso de drogas, comenzó a enamorarme.
Al principio pensé mandarlo al carajo, pero como que no tenía más nada que hacer, aparte de ir a las terapias, por bacilar comencé a hacerle caso.
Hasta que comenzó a besarme, ocultos tras unos arbustos, que hay en el patio de la clínica.
Cosa que para mi propia sorpresa me excitó mucho, tanto que por primera vez desde que me encontraba internado tuve una erección.
No sé si fueron sus caricias, el sentir su lengua dentro de mi boca, o el trato que me daba, que cuando él sacó su miembro que, vendría siendo casi el doble del tamaño del mío, y me pidió que se lo mamase, no me pude negar, o mejor dicho no me quise negar.
Desde ese momento, como que comencé a disfrutar el ser tratado por él, como una chica, ya que eso de ponerme a mamar aquella cosa, fue algo que disfruté mucho.
Incluso cuando él se vino dentro de mi boca, y garganta, haciendo que yo me tragase todo su semen, lo disfruté y lo mejor de todo es que no me causó repulsión alguna.
Desde ese momento, comencé a actuar abiertamente de la manera más coqueta que pude, por lo que el resto de los pacientes, y del personal, lo vieron como algo completamente natural.
Al siguiente día, en lugar de ir al patio, después de salir de la terapia de grupo los dos nos escabullimos a el cuarto mío, y nuevamente comenzamos a besarnos.
Fue en esos instantes que a medida que él introducía su lengua dentro de mis labios, sus manos siguieron acariciando el resto de mi cuerpo, en especial mis paradas nalgas.
Por lo que yo, sin necesidad de que él me lo pidiera, me deshice de la bata de papel que tenía puesta, quedando por completo desnudito entre sus brazos.
Hasta esos momentos, nunca había ni tan siquiera pensado en dejar que otro hombre me penetrase.
Pero en esos instantes, fui yo quien se lo propuso a mi novio, quien, con una sonrisa de oreja a oreja, gustosamente me dijo que sí.
Así que me recosté bocabajo en mi cama, separé las piernas, y con mis manos separé mis nalgas.
Casi de inmediato comencé a sentir algunos de sus ensalivados dedos acariciando mi apretado esfínter.
Al poco rato, lentamente fui sintiendo como aquella cosa dura y caliente, poco a poco se fue enterrando dentro de mi apretado culito.
Es más hasta unas cuantas lágrimas, producidas por el dolor que llegué a sentir, rodaron por mis mejillas.
Ya que como les dije, nunca había tenido sexo, ni con mujeres, y mucho menos con hombres, hasta esos momentos.
Pero luego de que me penetró inicialmente, y los dos nos quedamos quietos, por un rato, cuando él comenzó a sacar y meter su verga de mi culo.
Creo que instintivamente comencé a mover mis nalgas, como buscando sentir aquella enorme cosa, más y más dentro de mí.
Mi novio no se conformó con eso, sino que después de un rato, me ha sacado toda su verga, para de inmediato volver a enterármela, pero estando ya en otra posición.
Desde ese día en adelante, se puede decir que como por arte de magia, me convertí por completo en su mujer.
Pero como que, al mismo tiempo, el resto de los demás pacientes, se fueron interesando más en mí, y aunque yo les coqueteaba a todos, no pensaba serle infiel a mi novio.
Pero un día, otro de los pacientes se me acercó y me ofreció una cajetilla completa de cigarrillos, si le mamaba su verga.
En principio le respondí que no, pero al comentárselo a mi marinovio, bastó que solo me dijera que desde que había ingresado no se había fumado ni tan siquiera una colilla.
Para que yo de inmediato me acercase al paciente que me ofreció la cajetilla de cigarrillos, y le preguntase si su oferta seguía en pie.
Gustosamente me dijo que sí, por lo que aprovechando un descuido de los guardias fuimos a su habitación, en principio yo iba con la idea de solo ponerme a mamar su verga.
Pero cuando ya la tuve dentro de mi boca, y se la estuve chupa que chupa, por varios minutos, se me ocurrió decirle. “Mejor me sentiría si la tuviera dentro de mi culo.”
Y cuando apenas se lo insinué, gustosamente me recostó en su cama, levantó mi bata, y separando mis piernas, y procedió a penetrarme.
De inmediato comencé a sentir como aquel gran pedazo de carne, me fue produciendo un inmenso placer.
Él me penetraba una y otra vez, al tiempo que yo movía mis caderas, como toda una loca, pidiendo que me diera más y más duro.
Desde ese momento, es como si me hubiera puesto un cartelito en mis nalgas, pidiendo a todo el mundo que me lo metieran.
Ya que, hasta algunos miembros del personal de seguridad, comenzaron a tener sexo conmigo.
En mi caso solo por el placer de que me dieran sabrosamente por el culo, o por mi simple gusto de mamar sus vergas, y me bañaran la cara con su leche.
Como me sucedió en más de una ocasión con varios miembros del personal de seguridad.
Ya que mientras uno me daba sabrosamente por el culo, al otro, gustosamente le mamaba toda su verga, e incluso hasta le lamía sus bolas.
Eso de sentir como entraba y salían esos pedazos de carne de mi cuerpo, ya fuera por la boca o por mi culo, me producía una gran satisfacción.
Lo mejor de todo era que cuando alguno de ellos me preguntaba que yo deseaba, a cambio de que me dejara dar por el culo o ponerme a mamar sus vergas, yo solamente les pedía que si podían me trajeran alguna ropita, ya fuera intima, o de vestir, para usarla.
Además, una de las cosas que descubrí, es que se me da muy bien el imitar a varias cantantes.
Pero no tan solo imitaba la voz, sino en la manera en que se mueven sobre el escenario.
Por lo que a medida que fue pasando el tiempo, también comencé a comportarme y vestirme como toda una chica, en todo momento.
Cosa que tanto el psiquiatra, como la trabajadora social, como los demás terapeutas, sabían que yo, además de que era la putita de la sala en la que me encontraba, también hago muy buenas imitaciones.
Nunca me dijeron nada, por lo visto tampoco le dijeron nada a mis padres, que al irme a buscar cuando me dieron de baja de la clínica.
Se sorprendieron al verme, ya que no esperaban a que de la clínica saliera toda una loquita.
A mi padre nada más le bastó verme, para saber que, en ese momento, yo no tan solo era todo un maricón, sino que además era travesti.
Mi madre con sus aspavientos, casi se desmaya, esa misma tarde ni tan siquiera me llevaron a la casa.
De inmediato, me dejaron en casa de una de mis tías por parte de madre, que gustosamente me recibió, ya que mi primo, al igual que yo disfruta mucho vistiéndose y actuando como mujer.
Yo seguí mis estudios, y como para ser programador, no tengo que ir a una oficina, ni ponchar tarjeta, por lo que trabajo desde mi propia casa, o mejor dicho desde la casa de mi tía, por los momentos.
Mientras que los viernes y sábados por la noche participo en un show, dándole vida a cantantes famosas que ya han fallecido.
Este cuento estuvo muy bueno. Quisiera leer mas sobre como fueron todos esos encuentros en la clinica. Lo que te falto contar es que paso con tu novio el que era drogadicto y te enamoro. De un punto para otro simplemente desaparecio?