Por ser un caballero, cumplí con mi palabra, y terminan comiéndome el culo, y poniéndome a mamar.
Un criador y jugador de gallos de pelea, como no tiene dinero para aposta, le da su palabra de que él haría lo que le pidieran si su gallo llegaba a perder, el gallo perdió y él el culo dio..
Por ser un caballero, cumplí con mi palabra, y terminan comiéndome el culo, y poniéndome a mamar.
En muchas parte se les conoce a las peleas de gallo, como el deporte de los Caballeros, ya que es el deporte donde usted apuesta verbalmente con otra persona.
Desde una pequeña cantidad hasta las más grandes cantidades, durante una pelea, sin tener que firmar documento alguno, empeñando solamente su palabra de Caballero.
Al final de la pelea el perdedor, muy caballerosamente paga al ganador o ganadores lo acordado.
Les hago saber todos estos detalles, para que se den una ligera idea de lo que me ha sucedido.
Yo a pesar de que soy una persona joven, desde bien adolescente, que se puede decir que fui gallero, es decir crie y tuve gallos de pelea, a los que ocasionalmente llevaba a una de las tantas galleras.
En otras palabras, era uno de los muchos fanáticos que tienen las peleas de gallo, una de las cosas que más me gustaba ver era como mi gallo, en una pelea vencía, al contrario.
Si el otro gallo salía flojo, o sea, que se queda echado como una gallina, y mi gallo se le montaba encima, como que lo disfrutaba mucho más.
Como ya les dije es un deporte de Caballeros, y en una ocasión estando en una retirada gallera en el centro del país, por cosas del destino, tuve una muy mala racha, perdí todos los encuentros en los que participaron mis gallos, por lo que me quedé sin un solo centavo encima.
Cosa que a mi realmente no me mortificaba mucho, ya que uno va a las galleras con dos sacos uno para ganar y otro para perder, y a mi esa noche me tocó perder.
Ya la gallera había cerrado operaciones, y casi todos se habían marchado, cuando uno de los jugadores iguales a mí, viendo que me quedaba un pollo que no había logrado castar, o sea ponerme de acuerdo para ponerlo a pelear, habló con el encargado de la gallera y le pidió que nos permitiera tirar una última pelea entre mi pollo y el suyo.
Yo realmente pensaba que mi gallo podía vencer al suyo, pero como ya no me quedaba dinero, estuve a punto de no aceptar la apuesta.
Fue cuando él y sus otros dos acompañantes, junto con el dueño de la gallera me dijeron que bastaba que yo les diera mi palabra de Caballero, de que en caso de que perdiera mi gallo, haría lo que ellos me ordenasen.
También debo decirles que, en esos momentos, aunque me encontraba algo tomado, pensé que sabía muy bien lo que estaba haciendo, y quizás por eso mismo supuse que mi pollo resultaría vencedor.
Como parte del proceso, el mismo dueño de la gallera hizo de juez, revisó a las aves, las pesó, y dio el visto bueno para que peleasen.
Colocamos a los gallos dentro de las cajas, y a la orden que dio el juez nos retiramos, dejando a los dos gallos frente a frente.
Fue una de las mejores peleas que hubiera dado mi gallo, pero finalmente, por cosas del destino, el otro gallo acertó a clavar sus espuelas directamente sobre su pecho, mi pobre gallo hizo un espasmo, brincó, y finalmente se quedó tirado sobre la arena del galerín, botando sangre, sin moverse.
Casi de inmediato el otro gallo se le montó encima y cual, si mi gallo fuera una gallina echada, le siguió picoteando el cuello, hasta que su dueño lo retiró.
Resignado a mi mala suerte, y con toda la intención de pagar mi deuda, les dije a mis tres acreedores que tomasen mi número de teléfono para que nos pusiéramos de acuerdo en la manera en que yo les iba a pagar.
Fue cuando el dueño del otro gallo me preguntó con una maliciosa sonrisa entre sus labios. “¿Tu eres un caballero, ¿verdad?”
A lo que de inmediato le respondí que sí, y continuó diciéndome. “Tú nos distes tu palabra a nosotros, de qué harías lo que te pidiéramos, ¿verdad?”
De inmediato le volví a responder de manera afirmativa, él sonriéndose maliciosamente me dijo. “Te ordenamos que te quites toda la ropa, nos des el culo, y también nos mames la verga.”
Yo me quedé como petrificado al escuchar sus palabras, y si era cierto que yo me había comprometido mi palabra de hacer lo que ellos me ordenasen.
Pensé que se trataba de la manera de pagarles, jamás me pasó por la mente que se trataba de hacer otra cosa que no fuera pagar.
Yo comencé a protestar, pero apenas les dije que yo no pensé que se tratase de hacer una cosa como esa, dueño del otro gallo me dijo. “Pues debiste haber pensado en todo, antes de comprometer tu palabra de Caballero.”
Yo con la mirada busqué el apoyo del dueño de la gallera, y al ver en su rostro una maliciosa sonrisa, supe que no podía contar con él, para nada.
Pensé en hasta salir corriendo, pero las puertas de la gallera estaban cerradas por dentro y el dueño o administrador mantenía las llaves fuertemente agarrada entre sus dedos.
Además, ellos eran tres, y mucho más altos y robustos que yo, aunque me pasó por la mente venderles muy cara mi honra, me llevé mi mano derecha a mi bolsillo del pantalón, y agarré mi navaja.
Pero al levantar la vista, me di cuenta de que uno de ellos tres se apoyaba en un bate de beisbol, otro tenía una navaja mucho más grande, larga y afilada que la mía entre sus dedos.
Él que llegó al acuerdo conmigo, me volvió a preguntar que, si yo tenía palabra, al tiempo que me hizo notar que en su cintura tenía una pistola, y aunque no soy fanático de las armas, conozco una pistola 9 milímetros, cuando la veo.
Por lo que no me quedó más remedio que comenzar a quitarme toda la ropa según, ellos me lo exigieron, y para colmo, ante la vista del administrador de la gallera.
Yo estaba que me moría de la vergüenza, de la indignación, de rabia conmigo mismo, por haber caído como un verdadero pendejo en la trampa, que ellos me habían montado.
Una vez que me quedé completamente desnudo, noté que el administrador de la gallera, que no dejaba de verme el culo, le dijo algo al oído del gallero, que me había ganado esa estúpida apuesta.
De inmediato alcancé a escuchar que el gallero le respondió, no te preocupes, que tú también le podrás comer el culo a este.
El tipo que me ganó la apuesta me ordenó que me arrodillase ante él, y sacando su verga del pantalón me dijo. “Ya sabes quiero que me la mames, pero cuidadito con morderme, porque te vuelo la cabeza, y al tiempo que decía eso agarró la cacha de su arma.”
Sumisamente y resignado a mi mala suerte, le obedecí. Por lo que comencé por agarrar su erecta verga entre mis dedos, y tímidamente fui abriendo mi boca al mismo tiempo que me la fui introduciendo.
El cabrón del administrador fue y hasta buscó una silla de metal, para que el tipo al que yo le estaba mamando la verga se pudiera sentar.
Así que, al inclinarme un poco hacia adelante, mis nalgas quedaron a la disposición de los otros dos tipos que lo acompañaban.
De reojo vi como uno de ellos dos se comenzaba a bajar los pantalones, cuando el administrador de la gallera acercándose a mis nalgas les dijo a los otros dos. “Espérense a que se los amansé.”
No entendía que quería decir con esas palabras, hasta que sentí sus gruesas manos acariciando mis desnudas nalgas, y con sus dedos, pasándolos llenos de algo grasoso insistentemente sobre mi esfínter.
Hasta que comenzó a ir enterrándomelos en el culo uno a uno, y aunque me sentía el ser más desdichado del mundo, en esos momentos, cuando comencé a sentir un dedo que se abrían paso suavemente dentro de mi culo.
Toda la tensión en que mantenía mis nalgas fue desapareciendo como por arte de magia, al principio sentí ese grueso y largo dedo, luego dos, después tres, luego cuatro.
Finalmente pienso que prácticamente tenía su mano completamente introducida dentro de mi culo.
Así que mientras yo me dedicaba a mamar, al mismo tiempo el dueño de la gallera mantenía una de sus manos introducida parcialmente dentro de mi culo, sacándola y reintroduciéndola nuevamente una y otra vez.
Al punto en que a mi lejos de dolerme o hasta molestarme sentía algo placentero, yo no me di cuenta, pero a medida que ese hombre me fue haciendo eso, al poco rato parece que comencé a mover mis nalgas, suavemente, y a apretar mi esfínter una y otra vez.
Hasta que lo escuché decirles a los otros dos tipos. “Ya está listo, así no le dolerá tanto a él, ni a ustedes.”
Sus dedos salieron de mi culo, y casi de inmediato sentí algo caliente, y bien duro que presionaba mi esfínter.
En cosa de pocos segundos, ese tipo ya me tenía pero que bien clavado, y lujuriosamente cabalgaba sobre mis nalgas.
Por mi parte, me di cuenta de lo mucho que estaba disfrutando de lo que ese hombre me estaba haciendo, es más hasta el hecho de estar mamado la verga del que me ganó la apuesta dejo de ser algo vergonzoso para mí, y aunque no lo crean también comencé a disfrutarlo.
A medida que fue pasando la noche, seguí mamando vergas, y dejándome dar por el culo viciosamente, incluso al administrador de la gallera, le mamé su verga y lo dejé que sabrosamente me diera por el culo también.
Había descubierto algo único, era como si viera en mí a esos gallos que perdían la pelea y se echaban para que los otros gallos los montasen.
En cierto momento escuché a uno de los tipos que me daba por el culo decirles a los otros. “Al principio pensé que nos haría frente, pero ahora veo que es de los que les gusta que le maten las lombrices a palo.”
Yo realmente estaba fuera de mí, en mi vida ni tan siquiera había pensado que algo así me pudiera suceder a mí, y lo mejor de todo era que me encantaba todo lo que me estaba sucediendo.
En nada me molestaba que entre ellos se refirieran a mí como maricón o gay de closet, o pato.
Estaba tan y tan excitado en cierto momento en que me tenían bien clavado al tiempo que le mamaba la verga a no sé quién de ellos, que de tan solo medio tocar mi propia verga, me vine de inmediato.
Disfrutando de una tremenda acabada, mis nalgas, muslos, cara, así como gran parte de mi cuerpo, estaba lleno de la leche de ellos, incluso de la del dueño de la gallera.
Yo me quedé dormido, en medio de la gallera, ellos tres seguramente se marcharon, y al día siguiente, al despertarme, frente a mi estaba el dueño de la gallera, con mi ropa entre sus manos, apenas vio que me desperté me la entregó y me indicó donde podía lavarme.
Tras hacerlo y vestirme, me juré que más nunca en la vida aceptaría ese tipo de apuesta, que, aunque internamente lo disfruté enormemente, no podía estar dejando que cualquiera que se antojase, me dieran por el culo, por puro gusto.
Desde luego que por esa gallera no volví a pasar por un buen tiempo, pero al mes más o menos, estando en otra gallera, fui yo quien le propuso a un par de galleros que después de que terminasen las peleas, echáramos a pelear a nuestros gallos, es cierto que andaba un poco bebido, pero igualmente pensé que mi gallo triunfaría.
No fue hasta el último segundo antes de realizar las apuestas que me di cuenta de que había extraviado mi cartera.
Por lo que así se lo hice saber a ellos dos, pero ofreciéndole la alternativa de que en caso de que yo perdiera, como caballero que soy estaba dispuesto hacer todo aquello que ellos quisieran que yo hiciera.
Como de seguro se lo han imaginado, perdí y de qué forma tan vergonzosa, mi gallo en lugar de dar la pelea como yo esperaba, salió corriendo, mientras que el otro se le montaba encima.
Esa noche en la parte trasera de esa gallera esos dos hombres se cobraron la apuesta, dejándome el culo tan abierto como la boca de un jarrón, y toda mi cara llena de su leche.
Así me siguió pasando las siguientes veces que fui a jugar gallos, hasta que una noche mientras disfrutaba tremendamente de pagar otra apuesta que había perdido, cuando el tipo que me estaba clavando me dijo. “Definitivamente esto para ti no se trata de jugar gallos, sino de que te den por el culo.”
Era el primer gallero que me comió el culo, estaba tan y tan absorto en buscar una buena verga, que ni me fijé que uno con los que había perdido era él.
Desde esa fecha más o menos dejé de pensar que yo era todo un caballero, que cumplía con su palabra, y me di cuenta de que algo había despertado el maricón dentro de mí.
Dejé de criar y jugar gallos, ahora prefiero pasar mi tiempo buscando o manteniendo un buen macho que me haga ver las estrellas del placer.
Me gustan mas este tipo de relatos en donde un hombre descubre los placeres de estar con otro hombre pero sin dejar de serlo… Esos en los que el man termina vestido de mujer y feminizado no me gustan… Ojala sigas por esta línea, son mucho mas arrechantes!