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Dominación Hombres, Heterosexual, Orgias

Por venir

Las ideas van y vienen, suben y caen pero la verdad siempre emergera con el tiempo. Pero aun existen lugares donde se demuestra quien esta arriba y quien en cuatro patas..
Hace un tiempo en plena efervescencia feminista y la ola woke donde la idea se irradiaba por el mundo también lo fue en el voluntariado a otros países. Para apoyar a los nacientes brotes en pro del empoderamiento femenino y la inclusión íbamos dando conferencias en universidades como dando entrevistas en la radio y TV. Terminada nuestra jornada decidimos ir de turismo a la selva como también para examinar nuestra influencia dentro del país.

Éramos 6 compañeras de lucha Sonia (26), Magdalena (27), Úrsula (28), María (24), Clara (25) y Sofía (28), que habíamos venido de España acorde con el idioma a donde iríamos a comunicar nuestra ideología en coordinación también con la LGBTQ+ internacional. Por eso estábamos con dos parejas de lesbianas, Sonia–Úrsula y Clara-Sofía representantes del movimiento LGBTQ+. Todo iba normal, fuimos a divertirnos de noche a discotecas, paseamos de día, comíamos, nos tomábamos selfis y alegres paseábamos en lanchas de rio. Hasta que alguien nos contactó en forma casual en una de las discotecas. Prácticamente fuimos a 3 en una noche y nos comentaron de un Tour por el rio rumbo a otra ciudad por el rio amazonas y nos pareció muy exótico como divertido. Así que fuimos dispuestas a viajar. El guía nos llevó a un puerto donde tomamos una lancha donde después transbordábamos una especie de ferry. No nada moderno como uno en Europa. Para nosotras fue como hacer un Turismo de aventura. Imagínense viajar en una Carabela como de Colon, quien no pagaría llenar su vida con una experiencia así. Cuando llegamos nos llevaron a bordo. Y como locas nos comenzamos a tomar fotos y más selfis. Siguiente cuando se suponía que nos llevaríamos a nuestros “camarotes”. Nuestra alegría se transformó en pánico y miedo.

No sabíamos cuánto tiempo paso, ni donde estábamos. Nos vimos en ropa interior y otras desnudas. Las desnudas fueron nuestras compañeras lesbianas. No nos sentíamos ultrajadas ni tocadas. Ya me suponía donde estarían nuestros celulares y demás equipaje. Y como dijo nuestro contacto no estábamos solas. Había 11 chicas más en la misma situación para acompañarnos. Nuestra líder, si bien temblaba, luchaba en ocultarlo. Sofía era la más veterana del grupo, pero esa cara decía otra cosa. Ella era la más aguerrida en las marchas por las calles contra los opresores machistas. Yo y otras compañeras le admirábamos su soltura contra la gendarmería antimotines. En fin, atadas y ocasionalmente amordazadas. Esas veces que no nos tapaban la boca con las mordazas, conocimos a las 11 primeras chicas. Eran de Colombia, Venezuela, Perú y Brasil. Todas fueron atraídas con la misma historia u otras y en diferentes lugares. La descarga de emociones se desato con nuestras preguntas a esas chicas. Eran de diferentes niveles socio económicos, alta media y baja. Más de media y baja. Las de alta estaban seguras que sus familiares pagarían el rescate desanimando a las demás que no llegaban a su nivel. Ocasionando más desesperación en la mayoría. Y en tanto a sus habilidades iban de universitarias a nada.

Pasaron 5 días, o eso creíamos, hasta que la embarcación se detuvo. Apenas comíamos unos baldes de fruta y el calor nos infringía sus consecuencias, sed y cansancio por la adrenalina que tensaba nuestros cuerpos desgastándonos. Practicábamos nuestras necesidades en un inodoro con caída directa al rio mismo. Y los mosquitos nos mantenía alerta hasta que caíamos dormidas por el cansancio o desmayo, creo.

No se por el resto de las chicas que encontramos, pero para mí grupo de una región desarrollada, esto era el infierno. Solo algunas veces que venían a vernos, sino se había muerto alguna, queríamos expresar nuestra rebeldía a viva voz ¿Que querían de nosotras? Pero no nos contestaban solo se reían y hablaban algún dialecto. Nos tocaban zarandeándonos para ver si reaccionábamos, pero ninguna violencia física hasta ahora.

Unas horas después, la actividad afuera se incrementó con más pasos y creíamos que nos habían encontrado y venía a socorrernos, pero solo eran maniobras de descarga. Esa sensación duro como dos horas, me parece, luego silencio.

Ya era de noche. Abrieron la puerta y nos ordenaban que nos paráramos mientras aseguraban las mordazas y las ataduras en fila india. Nos jalaron fuera del barco y la temperatura bajo algo al llegar a cubierta. Nos contaron y siguieron halándonos hasta la rampa donde varias miradas nos veían descender del barco. Allí se me confirmo la idea de que éramos.

—Dios, nos van a prostituir —dije descorazonada acercándome más a nuestra líder. Me agite que casi me desmayo tras Sofía.

Muchas sonrisas y jubilo en esas caras desnudándonos mucho más de la que ya estábamos. Jóvenes de más o menos de 17 a 20 años como de hombres de 40 nos daban la bienvenida en tierra. Creo como 20 hombres.

—Atrás animales! —grito un hombre fornido con un palo en mano riéndose de la situación mientras impartía directrices a unos subordinados que empezaron a zarandear a quienes se habían reunido —ya saben cómo es, así que agítensela por última vez que mañana será. ¡Ahora llévenlas al almacén!  —volvió a gritar, caminando hacia otro en la cubierta.

Se habían alejado, pero no mucho. Aun nos seguían con la mirada gesticulando y señalándonos.

—esa está bien, mañana empezara… —decían algunos mientras otros se frotaban los mentones como catalogándonos.

Almacén, bien podría decir era otra celda con otras tres mujeres en ella. Allí nos quitaron las ataduras y nos reunieron con las otras. Con caras de susto nos reunimos con las que estaban dentro. Según nos contaron ya estaban 4 días antes. Nos contaron según habían escuchado de los captores, que esta es la zona más alejada en medio de la selva. Y que todos eran delincuentes buscados por las autoridades y que se refugiaron aquí, formando una comunidad. Aquí no había una salida no había muros, rejas y nadie que vigilara. Solo la selva.

—nos dejaran libres entonces? —pregunto una del grupo de las tres. Solo se rieron de la ocurrencia en son de burla.

—Nos tienen para casarnos a la fuerza —le increpo algo nerviosa —Acaso no se han dado cuenta?

—De que hablas? —una pregunta salió detrás mío.

—mírense, míranos! —señalándonos —todas somos caderonas, buen culo y con buenas mamas. No hay flacas desnutridas, ni estrechas, ni bajas, menos chaparritas y bien parecidas. ¡Mírense!

—Aquí no hay salida —intervino otra de las tres —así que prepárate para atender al hombre que te toque y darle lo que quiera de ti. Piensa, si intentas escapar la selva te comerá. Ellos no necesitan vigilarte ya tienen con cultivar hierba, procesarla y venderla.

—parece que no eres de la selva chica. —le llamo la atención otra de las tres sonriéndose burlonamente de ella —Nosotras no sobreviviríamos allá afuera.

—hay Otorongos, serpientes, insectos que te meterían sus huevos para sus crías en tu piel pálida, cuando tengas sed te enfermarías y tendrías diarreas si tienes suerte, cruzas el rio y tendrás caimanes y pirañas hambrientos… —y siguió contando dejándonos desamparadas mirándonos las caras buscando una solución.

—No nos rindamos, siempre hay una solución no seremos tratadas por estos machistas siempre…—y bla, bla y bla que me sonaba a las arengas que nos impulsaban a la lucha por nuestro género en las calles, pero yo, ya no podía. Allí había reglas, leyes y aquí no los había, salvo las de nuestros raptores y de la selva. El contraste era claro como el blanco y negro. Como extrañaría a los gendarmes antimotines ahora.

Las preguntas iban y venían como las respuestas. Y ninguna nos eran favorables. Era como si nos hubiera tragado una dimensión primitiva. Si había alguien que quiera cambiar las tornas ya me imaginaba que no lo lograría. El hombre dice la mujer obedece. Esa iba ser nuestra vida. Según la información había de diferentes nacionalidades colombianos, peruanos, venezolanos, pero más peruanos. De todos había un médico como lo llaman, pero era un universitario de medicina casi por terminar buscado por abortista; abogado por corrupto, otros por asesinato, buscados por una mafia narco confabulado con la policía y demás tipos con fechorías. Personas que no los presentarías ni a tus padres. Ahora el destino los reunía como cultivadores y procesadores de marihuana y coca. Un trueno sonó a lo lejos y más adelante la lluvia cayó que tamborileaban el techo de calamina. Algunas chicas se tiraron al suelo a dormir, esperando despertar en donde quieran ellas abrir sus ojos.

A la mañana, fuimos llevadas a un estanque donde nos ordenaron bañarnos, dándonos jabones y calcetines usados para refregarnos la piel, siempre vigiladas. Ahora, completamente desnudas y en el almacén nos pintaron un numero en la frente. Mi grupo se negó y nos borrábamos lo pintado siendo imitadas por algunas.

Afuera, sobre una caja un hombre hablaba a un grupo informando como sería la cosa.

—Bien —empezó sonriendo a los hombres que tenía frente al almacén —aquí empezaremos con el sorteo. En este balde hay 20 fichas enumeradas. Sacaran una y ese número les corresponderá la mujer elegida por el destino. ¿Están de acuerdo? —pregunto al grupo que se miraron y arengaron en conformidad —o dejaran que ellas elijan?

Mas murmullos se oyeron entre ellos que duraron minutos hasta que uno dijo que no estaría mal.

—sería bueno inicialmente —adelantándose a los demás del grupo en proponer como forma inicial de emparejamiento la decisión de las féminas por si solas y las que no por sorteo.

—Si, que ellas elijan la carne primero y las que sobren por sorteo con los compañeros que no sean elegidos en la primera vuelta —respaldo otro acompañando al primero frente al jefe de la comuna. Nuevamente se miraron y asintieron en grupo.

—No somos animales que se aparean como ganado —se oyó otro tras el grupo.

—denles la oportunidad a elegir primero el resto a sorteo! —grito otro sonriendo.

El jefe al verlos asintió con la decisión y cuando estaba por poner nuevamente el orden le informaron que había una rebeldía dentro del almacén.

—que mierda! —lanzo una maldición y sonriendo se dirigió a los presentes informándoles lo que sucedía dentro. Se miraron y se pusieron a reír y bufaron en son de burla en coro por la ocurrencia de las mujeres.

—nosotros las pondremos en línea —dijeron algunos y otros respaldaban la idea —ya las arreglaremos con un palo.

— No importa!, sácalas para la primera ronda —arengaron todos. Así que las sacaron fuera del recinto y las pusieron en fila frente al jefe y entre el grupo de solteros que ya formaron fila hace rato. Los tíos se arreglaron lo posible hasta prestándose un peine. Las chicas no pudieron ocultar su culo frente a la fila de hombres que bailaban al aire frente de ellos mientras veían al jefe de frente. Algunas se daban cuenta y trataban con sus manitas tapar sus moles de carne que aireaban frente a los comuneros. Salimos tapándonos con nuestro brazo los senos y la otra mano el pubis y ahora descubríamos senos o pubis para tapar nuestro culo. Sí que estábamos rodeadas.

El jefe de la banda nos impuso las condiciones hasta que fue interrumpido por nuestras arengas contra el patriarcado machista esclavizador. La demás chica nos miraba y escuchaban sorprendidas como el resto de la gente. Unas iban hacer coro, pero decidieron seguir tapando sus partes. Repetimos como cuatro veces hasta que empezaron a reírse en forma descontrolada hasta la carcajada.

—Estas necesitaran palo —decían unos hombres atrás soltando comentarios y rizas.

—Silencio —grito el jefe sin efecto

Un hombre salió de la fila y se acercó mirándonos como escogiendo carne en la tienda y le dio una cachetada a Sofía cayendo al suelo. Ella lo miro con rebeldía y con la mano en donde recibió la bofetada, se paró y siguió arengando con nosotras. Se acercó al jefe y le dijo que se la llevaba. El jefe la miro y solo extendió la mano en dirección de mi amiga.

—Llévatela —le dijo recordándole las condiciones antes pactadas en la comuna. Y en forma burlesca mientras bajaba el tipo decía —los declaro marido y mujer —riéndose a continuación junto con el resto.

Sofía le agredió al tratar de apartarla del resto de nosotras y nos unimos a ella, pero fuimos reducidas por otros de similar contextura de quien se llevó a nuestra líder. Nuevamente estábamos enfrentándonos a lo inevitable. Mis amigas se descorazonaban al ver a nuestra jefa siendo arrastrada y cargada en los hombros del hombre aun desnuda. Sus gritos mermaban nuestra energía y algunas comenzábamos a llorar apretando nuestras manos de impotencia.

—Estas son las reglas —recomenzó saltándose ciertos pasos —mujeres escojan un hombre de los que están detrás o serán sorteadas. —dijo directamente a nosotras. Nada de vueltas al asunto.

Así una por una fueron a la fila masculina temerosas y nerviosas ante ellos. Algunas preguntas aquí y allá hasta que nos tocó a nosotras. Fuimos las ultimas junto a la chica de papa y mama que le iban a pagar el rescate. Lloraba como es lo común ahora. Yo estaba más nerviosa y en alguna parte de mi decía que debí ser la primera en escoger. Así que solo nos quedó seis hombres frente de nosotras. Lo peculiar era que todos eran negros. Sus cuerpos fuertes eran los indicados para el calor del lugar y las tareas que tenían que hacer. Algunas observaciones de mis amigas fijonas hablaban sobre las estrechas ropas que tenían, reluciendo partes de sus cuerpos como si fueran mayas. Como de otras que aseguraban que nos dejaron las sobras las demás chicas. Yo recordé una conversación escuchada mucho tiempo en un bar de Madrid, sobre lo largo que la tenían los negros en la cama. Quiera o no, tendría la oportunidad de verificarlo.

Estaban vestidos con diferentes tipos y color sus prendas. Pantalones de jean y buzo holgados con camisetas de manga larga remangadas sin cuello. Bueno no eran feos ni eran príncipes como ponían en las películas. Así que fui a uno con facciones menos marcadas de su raza.

—Cómo te llamas? —le pregunte, esperando que no saliera como un mono caribeño, pero si su hablar era armonioso no con el dejo bajo colombiano.

—Me llaman Jaicho —dijo sonriendo bonito —Y tú?

—Magdalena —respondí tratando de sonreír. Reconoció mi nerviosismo ladeando un poco la cabeza se acercó un poco.

—No tienes que preocuparte y mis hermanos —señalando a los restantes compañeros —no somos caníbales —marcando una sonrisa con los labios para bajar mi ansiedad. Luego dijo algo que me sonó lo oído en citas —¿Quieres almorzar? —asentí con la cabeza llevando mi mano a la boca por mis recuerdos en mi país.

—vamos! —apure como alguien que temía, pero lo tenía que hacer, entregándome su polo que me llego cubrir un poco más de mi pubis. Pero me detuve y me dirigí a los compañeros de quien elegí —Por favor ténganos paciencia y comprensión, déjenlas escoger.

Me dirigí a Jaicho mientras les agitaba el brazo a mis amigas para que fueran por ellos. Más adelante sentí el abrazo de quien sería mi pareja en este lugar. No podíamos hacer nada. Ya teníamos un ejemplo con nuestra líder. Solo nos quedaba adaptarnos o tienen otra opción. Si, tu que lees mis líneas.

La noche del poblado aparte de las cigarras no fue tranquila ni aburrida. Nuestra sorpresa fue que las casas como dice aquí. Son un rectángulo de 7 u 8 metros de largo por 5 m me parecen de ancho, con techos de PVC cubiertos de hojas de palmeras todo de madera y clavos. No tenían puertas que cerrar igual que las ventanas. Otras eran de menos área, pero todas juntas. Si se imaginaban una plaza, pues nada de eso. La vecindad era muy, muy próxima. Por eso decía que esta noche no era aburrida. La calle que comunicaba bien podría ser llamada De los gemidos. Algunas chicas salían corriendo perseguidas por sus nuevas parejas o se metían en otra casa donde estaban en plena tarea coital. Me recordaba a la fundación de Roma y el rapto de las sabinas.

De mi pareja, diría que tiene su lado romántico. Me cargo y pasamos el umbral de la puerta y me deposito en un colchón de 2 plazas en el piso de madera. Sentada, vi travesaños que cruzaban el ancho de la choza que usaba como depósito y colgador. No había armarios o cómodas para ropa y otras cosas. Tenía colgadores plásticos de ropa que descansaban en clavos incrustados en la pared de tablones verticales. Y las planchas de madera que hacían de piso no tenían su superficie realmente lisos. El cerro unas cortinas de plástico azul grueso que cerraban tanto puerta y ventanas como preámbulo a nuestra noche. Los gemidos y jadeos de los vecinos se oían sin tapujos y la oscuridad en la casa no me predisponía a un deseo de pasarla bien con un extraño que por las justas sabia su nombre y donde vivía.

Se sentó a lado mío tocándome accidentalmente mis dedos con los suyos. Como inicio de nuestro contacto más parecíamos niños. No parecíamos adultos con experiencia en tales materias. Me decía, es solo tener la actitud. ¿Hay acaso un impedimento? No hay como volver ni forma de escape. Y no creo tener la oportunidad de ser monja. Además, nunca pensé en tener familia o casarme, pero el destino parece tener otra opinión.

Así que di un paso, cerré los ojos y puse mi mano encima de la suya para empezar. No sabía cómo reaccionaría el a mi toque, pero esperaba que no fuera violento. Aparte de todo, es mi primera vez con un negro. Trate de masturbarme en mi mente con lo que recordaba de su fisonomía. Un moreno con 1.85 m, fornido de cabellos rizados que le caían hasta sus hombros sin llegar ser un rastafari, con brazos y manos grandes y fuertes que me brindarían seguridad y cobijo, sus labios capaces de lamerme y succionarme la vagina y mis tetas respectivamente y su falo que me llevarían al cielo de la lujuria y el morbo. Ya veía la imagen de un leñador fornido, pero, ¿porque me vino uno de dibujos animados? También que soy una loca si ya lo tengo conmigo. Abrí mis ojos y me dio mi primera orden como el hombre de la casa.

—mámalo —presentado a su amigote bien parado de casi una palma de largo y me pareció el grueso de mi muñeca. No tenía con que medirlo a la mano.

—Dios! —exclamé admirada, y más cuando comencé a masajear su tronco nervudo y lamer ese glande con el tamaño de una pepa de aguacate y forma de seta. Nunca paso por mi vagina tal alíen, fenómeno o monstruo. En esa admiración, me imagine que se había colado a la casa una gran serpiente oscura.

Seguí lamiendo con dificultad tratando de pasar con mi lengua cada área de tal verga. A veces me quedaba mirándola y más su punta.

—¿Cariño, me vas a meter esto?  —pregunte en broma y con dejo tradicional española. Se rio al oírme mostrando sus dientes blancos en esta oscuridad. Y me toco la frente con su seta.

—Es para hacerte sentir mejor, Cariño —me retribuyo riéndonos por el sarcasmo mutuo. Así nos sumergimos a nuestra pasión con un respeto que iba poco a poco desapareciendo hasta tomar la lujuria y morbo. Claro, mi morbo de lo que sentiré al ser penetrada por tal arma.

Me acomode boca arriba mientras abría las piernas y se sumergía en mi raja húmeda y afeitada. Jaicho sabía dónde y cómo lamer con su lengua. Paso por mi ano para remontar a la entrada de mi vagina haciéndome un batido que me recorrió un lujurioso escalofrió por mi espina. No quería que saliera de allí agitando mis caderas y gimiendo.

—Ah, aaah, oooiiih, OOoohhhh, siii, sisisiiigue! —gemía. Pero maldita sea no puedo meter o escribir lo grandioso que fue. Tendrían que experimentarlo. Que mierda, grité, gemí, jadié hasta la desesperación por lo que hacia ese hombre en mí. Su lengua me saco en corto dos orgasmos casi al hilo. Mi esfínter se contraía y soltaba de placer y en ese momento me hice un squirt que le dio en la cara a Jaicho. No se inmuto y trato de taponarlo con su lengua solo provocándome botarlo todo sin control. Lo mire y sacudía su cabeza con sus rastas sacudiéndose al aire botando gotas alrededor como un perro mojado. Extendí mis manos y se echó encima mío para besarnos y jugar con nuestras lenguas. De allí comenzó a lamerme chupando mis senos y estrujando mis pezones bien parados mientras iba bajando hasta mi botón. No parecía contento y con su gran lengua me lamio de arriba abajo mi abertura dejando otro pandemonio en mi vagina inundada. Lo veía en lo posible menos que lo que si sentía por causa de ese oso mielero que me succionaba mi todo allá abajo. Que hombre para lamerme y succionarme sin tener en cuenta el daño que me ocasionaba en mi cuerpo lujurioso. Sentí o me arranco dos orgasmos más y dentro de la choza chillaba hasta desarmarme por completo. Ahora estaba servida a él. Estaba con la espalda arqueada por esos orgasmos provenido por mi Jaicho.

Dios, en donde estaba viviendo. Como dicen, “Estaba ciega y ahora veo”. En este momento si me dijeran… o ¡no!, ¡no!, ¡no!  ¡Aquí abandono al movimiento! ¿Dónde firmo?.

Jadeando e indefensa sentí en mi vagina algo que abrió mis ojos. Vi a Jaicho que embadurnaba su pluma y firmaba con ella mi interior que era suya. Me penetro con suavidad agrandando la entrada de mi vagina y estimulando mis secreciones vaginales en su camino a mi útero. EL borde de su seta frotaba mis paredes como un masajista precipitando mis orgasmos. Jaicho no tenía comparación con los que anterior mente tuve relación. Me apoye en mis codos para ser testigo de mi proceso de pertenencia a un hombre, que busca mi goce con su verga dotada. Fue una tarea lenta para él, pero muy gratificante para mí. Llego hasta mi cérvix y comenzó a bombearme más rápido esta vez. Esa seta estimulaba más rápido mi interior que me vine y minutos más caí en otra. Prácticamente me sentía abotonada con ese pene que me cosquilleaba con cada bombeada que me propinaba. ¿Cuánto de su pene desaparecía en mi interior? No podía apreciarlo bien por la oscuridad y por el color de su verga, que se confabularon para no revelar su secreto. Solo con mi vagina seria el 50 o 70% de su falo nervudo. Mi ahora marido fácil podía llegar a mi útero y más cuando dome mi interior. Mi morbo fue imaginarlo sacudirme con más rapidez mi interior. Si ya lento me corrí, ¿Cómo sería mi Jaicho hecho un animal?  Me cubrí la cara con las manos ante tal idea, que gemí de nuevo por el orgasmo que se me venía por ambos frentes, tanto mental como físico.

—Ah aaaaah aaaah oing oooaaaah —me corrí jadeando como una loca. Esa verga me corría rápido, me tensaba hasta el punto de sudar más de lo normal. Mis pezones se hinchaban hasta el punto de pararse por completo, buscando un abejorro que las chupara. Jaicho me los apretó y lamio con avidez que me estímulo a apretarle la verga con mi vagina. Cada vez que se mueve dentro mío mi vagina no le quería que saliera de mí. Así que decidí ser activa en la acción —Jaicho, no lo saques tómame de mi cintura y a recuéstate conmigo encima de ti —le dije, riendo un poco sentí sus manos y brazos sujetándome y me coloco encima suyo. Tanteé nuestra conexión y comencé a cabalgarlo. Me dolió un poco, pero desapareció con más de mis sentones. Levantaba y bajaba mi trasero lentamente tratando de grabar en mi mente y cuerpo esa sensación dentro de mi vagina. Mis labios vaginales hinchados babeaban mis flujos cada vez que salía su verga de mí y se metían con su tronco. Estaba en una posición en que no salía por completo con mis sentones. Así que aceleraba hasta mojarme y correrme gimiendo y jadeando ambos en éxtasis hasta sentir su chorro caliente dentro llenándome y saliendo por la presión fuera de mi vagina. Y sabiendas me lo metí hasta el fondo sintiendo sus chisgueteos calientes contra la entrada de mi útero. Estaba cansada y a recostada encima de Jaicho, sintiendo su corazón a mil en su pecho transpirado por el esfuerzo en darme felicidad. A diferencia de otros, su pene no salió, siguió llenándome y agitándose dentro mío. Me quede un rato, acariciando su resbaladizo pecho de ébano y jugando con sus tetillas para luego darnos unos besos reconfortantes. Poco después su pene resbalo de mi vagina junto con una mezcla de jugos vaginales y pedazos de su semen espeso como la flema. No hace falta decir que mi abertura tardo algo en cerrar y aunque todavía no me paro, tal vez camine algo escaldada. Me sentía bien como me masajeaba mis glúteos mojados por el sudor. Sí, me entregue por completo y tal vez con consecuencias duraderas. Imaginaba a mis padres que dirían si estuviera preñada de un afro. Bueno, no me importa mucho, ya que dejamos de vernos al saber ellos de mi inclinación femininazi, como lo llamaban ellos.

Los gritos, rizas y gemidos seguían en la calle. Llegaron al punto de cachar fuera en la vía.

—Veamos afuera! —dijo Jaicho curioso de lo que sucedía.

—un ratito más —le pedí acurrucándome más en su amplio pecho oscuro buscando cobijo.

La bulla seguía sonando fuera, y no me llamaba salir a ver. Tenía a alguien que me prodigaba en este momento sus caricias y manoseos curiosos de mi cuerpo. Minutos después alguien toco llamando a mi hombre con mucha familiaridad. Ingresando no solo, sino con otras parejas que nos vieron bien acurrucados sobre el colchón.

—¡Uuuy, magi! —exclamo Úrsula viéndonos en nuestro plan. Los hombres empezaron a conversar mientras nosotras fuimos a una esquina a chismorrear mis amigas y la hija de papa.

—Por cierto, ¿cómo te llamas? —pregunte a la chica a lado de Sofía.

—Me llamo Liliana —dijo, ya tenía sus 24 primaveras y andaba en la universidad estudiando ingeniería agrícola.

—Pucha, aquí tendrás tu maestría jajaja —completo Clara señalando fuera de la casa riéndonos. Con las rizas, vi que a todas les chorreaba semen y me reí mucho más, acotando ellas el porqué, extendiéndonos en nuestras carcajadas. Llamando la atención de nuestros hombres que se sonreían entre ellos, pero por diferentes motivos. Así que salimos de la casa, previa consulta con Jaicho que asintió. Solas nos pusimos a conversar a pierna suelta.

La conversación ya no se centraba en escapar, ni más del asunto. Fue más picara, sobre nuestros hombres. Y asentimos que los afros, si la tenían grande y gruesa. Al menos es lo común en nuestras parejas.

—Qué suerte perra tuvimos! —dijo Sonia alegre por su experiencia de pareja que tuvo. Casi relatándonos con lujo cuando su hombre la cargo y la empotro contra la pared y bombeaba su vientre. Todas asintieron lo fuertes que son sus parejas.

—A mí me desvirgo —narro Lili bajando la mano a su pubis —y como un animal lamio y succiono mi vagina con sangre metiéndome su lengua al fondo. Me pareció un vampiro chupa vaginas.

Ese último comentario nos hizo reír a todas imaginándolo vestido como vampiro que chupa vaginas con sangre. Sofía se arrepentía de pagar en gimnasios y clases de defensa personal que no le sirvieron para nada contra su pareja. Igual a la mitológica Atalanta, que se casó por perder la carrera contra su prospecto de esposo.

—mi primera vez con él fue más una violación que un consentimiento —dijo con reproche en comparación con el resto de nosotras. Aun así, encontró la horna de su zapato, alguien superior a ella que vale seguir, según ella en sus cavilaciones. Las historias seguían en nosotras con rizas y sonrisas en nuestros labios mientras las nuevas parejas iban y venían por la calle sonrientes abrazados o de la mano. Las chicas iban con polones o camisetas de sus parejas que ya les cubrían. Fue una noche de descubrimiento por las circunstancias. Cosas del destino. Si, el destino esta tejido por hilos de circunstancias que encontramos en nuestras vidas. Una comparación a recordar son los múltiples matrimonios concertados por familias en las noblezas europeas. Y que suceden en otras partes del mundo, pero en extinción. Hemos sido emparejados por las circunstancias y solo tenemos que velar con nuestras parejas en encontrar…el amor o nuestra empatía entre los dos. Como decían en la antigüedad, “el amor llegara después”.

Poco después tres de las parejas de mis amigas salieron a algún lugar dejando implícito que ya regresaban. Seguimos conversando, saliendo al descubierto algo en común en esta tira de casas.

—Sí, las terminaron como 3 meses antes de hoy —nos dijo clara agachándose para tomar un guijarro que le llamo la atención. Ya me imaginaba.

—Vaya que estaban preparándose para darnos la bienvenida y la comodidad —observo María dándole una vista a la cuadra de casas —pronto nos entregaran el resto de nuestras cosas —se extendió un poco, alegrándonos a todas por dejar ser Evas desnudas —claro que no veremos los celulares. Mauro dijo que los arrojaron al rio.

Prácticamente nos pareció como si se nos hubiera muerto alguien.

—tenía muchas fotos! —se quejó Liliana por la noticia. Las demás estábamos en las mismas. La desintoxicación tecnológica había empezado. Y las caras largas se nos acentuaron cuanto recordábamos que más perdimos.

La piedra rodo de las manos de Clara por la pérdida de su cel. Ya me imaginaba, no, ya nos sentíamos con la pena acuesta. Suspiros y resoplidos de resignación se oían en el grupo. Nuestra conexión con nuestro mundo, perdido. Ya me quería ir a dormir. Fuimos dentro de mi casa. Pensando en lo dicho por Clara, ahora esta es mi casa propia.

Poco después los hombres que se quedaron se dieron cuenta que la alegría desapareció en nosotras. Un abrazo no iba cambiar la cosa. Y se enteraron la razón, pero no había porque ir en contra de la decisión de la comuna en cuanto a la seguridad. Esos cel eran un peligro de localización GPS insertados en los aparatos. No hay como. Había explicación, pero no cambio los ánimos.

Media hora después el grupo de Franco regreso con una caja de cerveza encorchados. Que supiéramos las botellas eran enchapadas no encorchados. Y los hombres dieron el ejemplo, tomando como los hombres lo hacen y dando muecas con cada trago. Pronto nos dejaron beber el menjunje.

—qué asco!! —dije escupiendo el rastro que se me quedo en la boca.

Pero poco a poco y no se sentía y todos libábamos del líquido. Se tomaba con botellas de plástico cortados en baja altura. Se tenía que tomar a pocos por ser fuerte. Jaicho me dijo que se llamaba RC en abreviatura. El nombre completo era Rompe calzón. Nos reímos del nombre por lo irónico puesto que no teníamos calzón alguno que nos cubriera. Un brebaje preparado en la misma comuna con hierbas afrodisiacas amazónicas maceradas con agua ardiente de caña. Sí que era trepador el trago. Las penas se fueron y la alegría regreso al grupo. La borrachera llego al punto que las inhibiciones se fueron y las primeras fueron con Sonia y Úrsula que empezaron a besarse seguidas por Clara y Sofía que llamaron la atención de sus parejas viéndolas como las lesbianas se atendían solas. Pero no significaba que las restantes no tuvieran iniciativa con sus parejas mientras veíamos gozar a nuestras hermanas. Yo metía mi mano dentro de short de Jaicho y se lo masajeaba. Los tragos seguían y yo tenía una vergota bien crecida sobando el glande de mi pareja. De repente creí estar sobando la palanca de cambios de un camión. Pronto resoplaba esa palanca con liquido pre seminal mientras no dejaba de mirar a las lesbianas chuparse los senos y las otras dos hacerse tijeras frotándose los labios de sus vaginas húmedas. Chillaban y gemían frente a sus parejas recostados sobre la pared, masajeándose sus varas. Las otras chicas iban un paso más adelante del mío. Ellas ya estaban mamándoles las vergas mientras las cuatro lesbianas seguían moviéndose y gimiendo por alcanzar el orgasmo. Y solo habíamos casi terminado media caja de RC.

Los jadeos entre cortados de las lesbianas con sus ondulantes cuerpos se hicieron más rápidos mientras le chupaba la verga a mi macho. María y Liliana ya estaba ensartadas propinando sentones a sus machos llenando la casa con más gemidos femeninos. Y cuando los cuerpos de las lesbianas cayeron saciadas entre ellas, pasaron por las armas excitadas de sus parejas. Escapando por todos los agujeros de la casa los gemidos y jadeos de 14 cuerpos vibrantes de lujuria y pasión. Yo bebía mi trago de turno mientras Jaicho me levantaba y bajaba mi trasero atravesando mi vagina tragona ya acostumbrada a su agresor con facilidad. Casi no podía beber por mis sentones y gemidos que se aceleraban cerca de reventarme en un orgasmo. Frotar esa seta y ese tronco con venas dentro de mi vagina arrancaban sonidos no familiares de placer de mi boca. Mis amigas no callaron tan poco las suyas, acompañados por los jadeos de sus maridos y risas. Franco se paró sin sacársela de Sofía y la puso de perrito pudiendo ver que tanto el grosor de su verga abría su vagina. Arremetiendo con furia contra la vagina de mi amiga que gritaba sus gemidos lujuriosos al aire.

—¡Ay ah aay aaah mmmh ya veeenntee! —mientras sus pechos se agitaban al aire con los pezones en punta al suelo. —¡mataaame, paaárteme, siii, siiiiii, maaasss!

Ver mis amigas me estimularon que caí en orgasmos continuos y estaba segura que ellas igual. El sexo en orgia si nos hace corrernos más seguido. Clara me chupaba una teta. Mientras Sonia y Úrsula se besaban en tanto eran agredidas por sus machos. Todos podemos ver los penes, glúteos, tetas y cuerpos sudorosos caer en el frenesí sexual, nadie se salva de la influencia y más con tragos afrodisiacos de RC.

Y así, cada pareja tomó diferentes poses según su placer esparciéndose por la habitación. Jaicho me llevo con su pene dentro de mí a nuestra cama sin desconectarnos. Me lleno ni bien caímos uno encima del otro. Y seguí gimiendo y pidiendo más sin parar aun con la vagina llena de su leche. Abofeteo mi culo que se movió como gelatina. Vista que lo excito consintiéndome con su furor. Estaba agradecida por mi secuestrador como todas con sus villanos. Váyanse a la mierda el feminismo, LGBT y demás. Nosotras las mujeres queremos un buen macho confiable, no importa la raza, religión ni otras pinturas.

—¡Oooh!, ¡Diooos! —alababa Lili de perrito bamboleando su cuerpo brilloso con cada empuje que le propinaba Goyo —¡preeeñameee yaaa, aay, Mmmh, si, si, siiiguee! —gemía con entrecortadas palabras aun con anterior leche derramándose de su raca o vagina. Sonriéndome y bajando su cabeza despeinada por el orgasmo que la invadía.

Estos hombres, sí que no la habían visto en muchos años pensaba. Descargaron en cada mujer sus ansias sexuales reprimidas con furor en cada coito. Si nos hubiéramos opuesto acabaríamos como Sofía o peor. Como esas películas, mujeres maltratadas, usadas y encarceladas en jaulas de madera. Una mujer no puede oponerse a la fuerza de un hombre. Como Sofía, que estaba entrenada en defensa personal e iba al gimnasio, no pudo contra su pareja. Ahora imagínese las restantes, peor.

Estábamos exhaustas y tiradas en el piso jadeantes y mirándonos sonrientes y algunas riéndonos de nosotras mismas por lo pasado. Mientras que nuestros hombres bufaban de igual condición tambaleándose algunos buscando el vaso para servirse un poco de RC. Conversaron un rato y bebieron mientras algunas de nosotras nos chupábamos su lefa derramada sobre nosotros cuerpos echadas en donde nos dejaron.

Úrsula le limpiaba la verga a Pedro su pareja, y con cada lamida emanaba de su glande un poco de leche. Yo lamia un riachuelo de leche que le escurría por la pierna de mi hombre hasta llegar a sus huevos, jugueteando con mi lengua con ellos. Terminando mi boca su recorrido hasta su pene vencido que le goteaba gotas de vida de su glande. Se lo deje reluciendo y golosa seguía succionándolo y sobándolo dentro con mi lengua, como una niña con su chupete. Siendo premiada de sorpresa con un chisguetito de lechada en mi campanilla que me hizo carraspear.

La reunión se puso interesante intercambiando anécdotas, partes de nuestra vida, comparaciones, risas y caricias ocasionales. Los temas e historias se acercaban de relatos entre chicas y chicos y aspiraciones en nuestras vidas. Hasta que llegamos en qué lugar se sentiría más placer.

Borrachos, Mauro cogió a María dándole vuelta y tantear su culo para darle una lengüeteada que la sintió placentera. Luego con ella tirada boca abajo sobre el suelo. Embadurno su glande con una metida de su verga en la vagina para luego metérsela por el ano. María chillo de dolor hasta que poco a poco su esfínter empezó a relajarse y dejar ingresar el glande. María quiso defenderse negándoselo, pero la fuerza pudo, sacándole una lagrima a María sin inmutar a su macho. Ella froto su clítoris con fervor mitigando la pena, mientras Mauro vio su glande lento desaparecer dentro del culo de su mujer. Permaneció buen rato quieto hasta domar la entrada de la hembra. Su verga sentía las palpitaciones del culo aprisionándolo, como queriendo ahorcar al intruso sin lograrlo. A María le ardía la cogida hasta que se relajó la intensidad. Después sintió la presión que le impuso su agresor queriendo más ingresar y detenerse en tramos y en tiempo. Ella trato relajarse. Mauro, no fue violento. Se tomó su tiempo sin apuros, esperando con paciencia que agradeció María para si misma. Después regreso su glande como recorriendo lo ya paseado. Unto su punta con más semen derramado y volvió a introducirla hasta donde se quedó repetidas veces. El siguió abarcando más de lo surcado y esperando. Ella movía su culo como podía, sometida con las piernas abiertas y el brazo doblado para atrás. Mauro dio una palmada a sus glúteos esperando su momento para el último tramo. El tiempo paso, y ella sintió lo último de su aprendizaje. Toda la verga estaba dentro. Quedo bien ensartada.

“No, gracias”, me dije, estoy feliz con mi servicio vaginal. Pero gustos son gustos y el morbo de uno no es la del otro. Aunque la cara de María decía algo diferente. Lo estaba disfrutando todo el largo de esa pinga metiéndose una y otra vez. Ahora María gemía y jadeaba casi como si se lo hicieran por la vagina. Las vergas se sobaban y nosotras, fuimos atrapadas en esa lujuria unilateral. Nos cogieron por el culo, por las piernas o los pelos para atraparnos y saciar su morbo lujurioso machista. Les gritábamos, les pateábamos, pero de todas maneras íbamos a pagar pato. Todo nos parecía concertado, coordinado. Ante los gritos y quejas ¿A quién le íbamos a pedir ayuda? A la Gendarmería, a los mozos de cuadra. ¿A quién?

No pudimos movernos. Si antes era una casa llena de gemidos y jadeos lujuriosos, ahora era la casita del terror. Así que le suplique que no lo hiciera, pero borracho y lujurioso, no me escucho. Me levanto en una del suelo poniéndome de cuatro sobre el colchón presionando mi espalda hasta besar la cama y mi trasero levantado a su merced. Dio una lamida de salvaje y me violo por atrás. Ya estábamos algunas llorando. Y a falta de lubricante estaban nuestras vaginas rellenas para untar sus puntas. Cada una fue tomada y puesta según el gusto de su macho violador.

Todas fuimos recordando consejos pasados, chismes o videos sobre el tema. No sé de las otras, pero trate de calmarme y relajar mi ano. La sola idea me fue difícil cuando tienes un cavernícola presionando en tu abertura. Hasta que cedió algo que no le satisfizo, presionando un poco más y mi ano tragar su glande. Ya tenía mi ano ahorcando el cuello de su glande e intente parar su ímpetu poniendo mi mano contra su vientre esperando que entendiera aun en su frenesí mental. Igual como a María, se detuvo el tiempo suficiente hasta que lo saco para untar su punta y la volvió a meter. Siguió así hasta que meter su punta era más fácil. Estaba en meter, untar y meter varias veces. Quisiera haberlo visto pero no tenía espejo o cámara para apreciarlo. El ardor desapareció hasta que Jaicho siguió penetrando más adentro. A veces me apuntillaba hasta que quería evacuar y allí sentía que se metía más. Así que trataba de evacuar cada vez que sentía su presión. Al menos funciono poco a poco tragando toda su verga. Cuando sentí sus caderas tocar mis glúteos dije “¡Por fin!” para mi interior. Sus caricias se acentuaron sobre mí, consolando mi cuerpo por el esfuerzo mientras se quedaba quieto dentro

—la próxima vez trae bastante lubricante o nunca la tendrás —dije mirándole seria y molesta a mi agresor sexual jadeante en tanto mi esfínter palpitaba lo que podía —no sabes lo que me haces.

Solo cacheteo mis glúteos en sonoro golpe que me arranco un ¡Ay! de mi boca mientras sonreía con satisfacción. Estuvimos, así como un minuto. El llenaba sus manos con mi cuerpo acariciando zonas que prodigaran mi lujuria y placer. Yo, si bien resbalo de mis ojos unas lágrimas iniciales, ya empezaba sentir ligera en la mente, mi papel como la hembra que realmente era. La puta, papel que sería de ahora y en adelante, como a mis compañeras. Era irrefutable que ya estábamos más que preñadas. Y ahora desvirginadas por completo.

Jaicho sobo mi espalda acariciando mis senos por mis lados hasta tomar mis caderas y proceder lento a bombearme un rato. Luego saco toda la verga y la unto con lefa que seguía saliendo de mi vagina y penetro mi ano hasta el final. En mi cabeza imaginaba un caballo que introducía su largo pene en la vagina de la yegua, en como desaparecía ese largo dentro de mí. Vi a mis amigas penetradas en diferentes poses entre sufriendo y gozando como sus machos les prodigaban suave y lento sus penes sin violencia agachando sus cabezas por el placer que las llenaban. Otras, vi como abrían sensuales sus bocas cuando sentían la verga entrar dentro de ellas y besarse con sus parejas. Tenían la impresión de haber descubierto esa otra forma de placer. La pareja de Úrsula escupió varias veces su apertura para luego meter su falo dentro de ella. Ella ya gozaba su introducción arqueando su espalda y sacudiendo su culo como quien busca un orgasmo. Estaba gustosa, le encontró el gusto gimiendo. Su pareja consiente, bombeaba lento y a veces intentaba abarcar más de su interior. Atalanta, digo Sofía, se puso hacer sentones sobre Franco, arremolinando su culo en círculos sobre el pene de su compañero. Sonia, echada de misionero, recibía de Juanco su ración de satisfacción mientras se apretaba los senos y miraba a su pareja. María se corría de perrito mientras Mauro le cepillaba su interior con cabeza gacha bailando sus senos en el aire. Andrés le propinaba una introducida al trasero de Clara que gemía y a veces ella retrocedía su culo para sentir el pene violador del ultimo santuario que tuvo y ahora ardía de placer. Y Liliana, la hijita de papa, pues lo que veía no se portaba como la hijita linda y santa. Era la cara de una puta que gemía desbocada y se besaba con Goyo, su agresor sexual. ¡Qué tal imagen para sus padres! Me reía al verlas. Hasta que me llego. Me corrí y gemí por primera vez de un placer conseguido con mi ano. Y el muy desgraciado se rio de mí y de mis amigas que gemíamos acompasadas. A algunas se nos salió un pedito mientras nos metían sus buenas vergas.

Escupió su verga y siguió propinando mi ración de su virilidad domando mi culo. Algunas ya gemían muchas más veces y sus parejas ya aceleraban el paso. Yo acalorada, sentí igual. Estaba soltando su perversión sobre mí, agito mis caderas, abofeteo mis glúteos y yo frotando mi clítoris para llegar al orgasmo. Sí, me estaba gustando. Aunque el inicio fue con miedo, me gusto al final y el efecto orgásmico fue más duradero que el vaginal. Aunque desearía haber tenido algún lubricante. Ya me venía de nuevo y quería echarme a la cama, pero tomo de mis caderas con fuerza y rugió de placer al correrse un poco después de mí. Agito mi trasero con tres arremetidas hasta su raíz y su verga agitarse en mi interior. La acción arrebato mis gemidos, porque sentí la verga reclamar más terreno de mi interior. Una sensación caliente invadió mi interior. Descargo su semilla en torrente caliente en mi recto. Esa fue una nueva vivencia para mi mientras retenía mi trasero y soltándolo solo al resbalarse su verga expulsada por mi culo. Abrió mis glúteos y se regocijo al ver el desastre que dejo y su semen salir de mi orificio desvirgado y sometido. Ya lo dije, al final me gusto. Maldito desgraciado.

En los estándares actuales fue mejor que ser obligadas y con violencia. Se podría decir que, por ser casi consentido, CASI, fuimos mejor tratadas que la otra opción. Finalizamos todas chorreadas, sudadas y con rostros acalorados. Algunas nos veíamos los culos de curiosas por chismes pasados. Si, las teníamos algo flácidas, algo abiertas por tremendo grosor y chorreando leche, pero pasara y se recuperara.

Nos quedamos todos en mi nueva casa. Estábamos más que borrachos y extenuados. Los hombres siguieron un rato más chupando el licor mientras que nosotras nos tendimos sobre el colchón como pudiéramos y nos dormimos. Soñé sobre una chica solitaria y una flor que florecía y daba luz a mas flores alrededor de ella. Un campo que luego se llenaban de más flores naturales que me recordó a Cataluña. ¿Mi recorrido de vida terminaría aquí? Y una tristeza con nostalgia me invadió. De una vida estéril, como muchos me decían incluidos mis padres, como militante feminista en España a una prolífera que deseaban ellos. Era todo lo contrario a los ideales que seguía. Pero, ¿Por qué me sentía más realizada y curiosa de lo que seguía? Como si fuera una telenovela interesante que hacía sentir en mi interior curiosa y anhelante por el siguiente capítulo ¿Sería lo que las imágenes de mi sueño me decían? Dios, que me deparas, Señor.

PD: Por favor, comentar, asi me ayudas e incentivas a seguir publicando mas relatos y saber sus gustos. Gracias.

7 Lecturas/11 noviembre, 2025/0 Comentarios/por berlith
Etiquetas: hermanos, hija, mama, mayor, orgia, papa, recuerdos, sexo
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