PRIMERA NOCHE EN CARTAGENA
Un reencuentro con un ex termina en un fin de semana desquiciado..
Se llegaba la fecha del Congreso Internacional de Organización de Eventos, Protocolo y Culturas del Mundo, por lo que andaba corriendo con una agenda apretada. Las cosas con Raúl no estaban muy bien, pasábamos por una mini crisis, y los tres días del evento nos caerían bien a ambos, para estar solos. El viernes llegué al mediodía para tomar mi vuelo a Cartagena; aborde el avión y estaba acomodándome en mi asiento en primera clase, cuando reconocí a uno de los pasajeros que continúo hacia atrás. Era Arturo, quien había sido mi novio, antes de conocer a Raúl y casarme con el. Habíamos tenido una tórrida relación de cuatro años en la que los celos, las peleas y por supuesto, el sexo, habían predominado. De hecho fue el quien me terminó, y fue un tiempo donde la tusa hizo de las suyas en mi corazón y que me costó sanar, hasta que llegó el que ahora es mi marido. Le pedí una copa de vino a la azafata, y dormí prácticamente la hora y media de vuelo, en la que solo soñé recordando mis encuentros sexuales con Arturo.
Saliendo del aeropuerto, cogí un taxi que me llevara al hotel Las Américas, donde sería el congreso, pues había quedado de encontrarme con alguien. Después de dicha reunión, si me dirigí al Dreams Karibana Cartagena Resort, donde me quedaría, pues en el hotel del congreso no había logrado reserva de alojamiento. Me registré en el Hotel, y subí al quinto piso a la suite asignada, para darme un duchazo y prepararme para la primera sesión del congreso en la noche. Pensé en cenar temprano allí en el hotel, así que me dispuse a ir al restaurante.
Al salir de la suite, me encontré cara a cara con Arturo, que salía de la suite de enfrente. Nos reconocimos y nos dimos un abrazo. El también iba para el restaurante, así que nos acompañamos durante la cena, mientras charlamos y nos desatrasábamos, de los casi 29 años en qué no nos veíamos. Cenamos con mariscos y un buen vino blanco. Seguía siendo músico, y esa era la razón de estar en Cartagena pues esa noche lo habían contratado para cantar. Se había casado y divorciado, sin hijos. Le conté mi vida. Éramos más viejos, o quizá más maduros. Me alegro estar en ese momento, nuestra relación no la terminamos bien, y creo que podía ser un buen cierre.
Terminando de cenar, me invitó a que lo acompañara esa noche adonde tenía que cantar. Tenía el congreso, pero acepté; como él empezaba tarde a cantar, le dije que iba al congreso y luego le caía al sitio: Vueltabajero. Efectivamente, le llegué, él ya estaba cantando pero me había separado una mesa. Pedí un mojito, y disfruté de la música, revisando ocasionalmente si tenía algún mensaje de mi marido, pero nada.
Después de un primer turno de canciones, Arturo llegó a la mesa, y continuamos la charla que iniciamos en el hotel. Un mojito y otro mojito más, charla va y charla viene, cuando siento su mano sobre mi muslo, que me produjo un corrientazo a lo largo de mi cuerpo. Desde que me casé, no había vuelto a pensar en él, como si lo hubiera bloqueado. Trataba de recordar poque me había terminado, si aparentemente nos amábamos. Y esa mano en mi muslo, me lo recordó. Tenía un dominio brutal sobre mí, en todo, que cuando quise alejarme un poco buscando un respiro, él decidió terminar. Entonces sentía que era su esclava, al principio me gustó, pero de a poco me fui asfixiando, pues no tenía control de mi vida, todo era como él quisiera; y en el sexo, me convirtió en una perra literal, una perra ávida de sexo desenfrenado, hasta que me empecé a sentir vacía.
Seguía hablando sin retirar su mano de mi muslo. Su mano simplemente apoyada que me sacaba chispas a mi interior. Se acercó y me susurró que estaba hermosa, que me quedaban bien las canas, y que me había extrañado todos estos años. Abrí levemente mis piernas, y él aprovecho e introdujo aún más su mano hacia mi muslo. Disfrutaba sintiendo su mano allí. Yo en silencio escuchándolo y sintiéndolo. Con su otra mano, tomo mi rostro, lo volteo y me dio un beso en la boca. No protesté, solo disfruté sentir su lengua buscando la mía, y allí tuve un orgasmo. Sentí como me corría y se inundaba mi coño. En eso llegó un mesero, a decirle a Arturo, que lo esperaban para cantar de nuevo. Quiero que te masturbes mientras canto, me dijo, y se fue para el escenario. Terminé mi último mojito y pedí otro. Con mis piernas abiertas, y cubierta por mi falda, palpé mi coño por encima de los panties completamente emparamados. Los aparté y empecé a acariciarme, mientras miraba a Arturo cantar. Mi mano va ingresando delicadamente en mi vagina ya lubricada, las mucosas de mi concha se estremecen, con cada caricia de mis dedos.
Por la vulva me deslizo en un entra y saca orbitando mi punto g, amasando mi clítoris tratando de estimular el prepucio que lo cubre para dejarlo convertido en el centro nervioso de mi espoleado ser, me relajo, siento la electricidad que me acomete, me calmo pero regresa más intenso. Me conectó con los ojos de Arturo que me observa, y me sigue desde el escenario con la mirada. Mis dedos no dejan de moverse, penetrando mi vulva con delicia, y pronto un nuevo orgasmo me hizo gemir, e inundo de jugos mi coño derramándose por mis piernas.
Arturo terminó de cantar, y llegando a la mesa, me tomó de la mano para que lo siguiera. Entramos al baño de hombres, y entrando en un cubículo me hizo sentar sobre la tasa del inodoro, y abriendo su pantalón dejo salir su verga que se balanceaba sobre mi rostro. Una hermosa polla completamente depilada. Sin dudarlo, la cogí y me la metí en la boca; ya estaba mojada, y disfruté mamándola como hace décadas. Cerré mis ojos y disfruté de esa polla, que bese y lamia a más no poder, la chupe como si fuera la última polla en la tierra, chupe sus testículos, los estiré con mi boca, los engullía mientras Arturo gemía de placer. Me cogió con ambas manos de la cabeza, y rítmicamente empezó a follarme la boca, mientras me miraba a los ojos. Su polla me penetraba, y la tragaba lo más que podía; entraba en mi garganta, produciéndome horcadas que me hacían botar babas a montón. Arturo soltó un mugido, y con el un chorro de semen que inundó mi boca, tragándome lo que pude y cayendo sobre mi blusa. Chupé su verga que no quedara ni una gota de su leche que me quería tragar toda.
En eso entró alguien al baño, estaba cantando, tarareando, mientras se lavaba las manos. Arturo lo reconoció por la voz, y me dijo que era Samuel. Me cogió el rostro y me preguntó que quién era su perra, y mirándole, solo pude decirle que yo, que yo era su perra. ¿Segura? Me preguntó. Si, le confirmé. Abrió la puerta, dejándose ver con su verga en mis manos, y mi cara untada de su semen. Llamando a Samuel, que al volverse se sorprendió con la escena, le dijo que si quería probar a su perra. Samuel abrió los ojos, y sin decir nada, se acercó abriendo su pantalón, y sacando una polla negra inmensa, mientras Arturo salía para darle espacio. Sentada en el sanitario, y cogiendo con mis dos manos, esa fabulosa polla, me entregué a darle una buena mamada a ese moreno robusto, que me empujaba con su mano en mi cabeza. Mientras Arturo recostado afuera en el lavamanos se masturbaba. Engullía el glande de esa verga, con lujuria la lamia por doquier, mientras la masturbaba a la par y apretaba sus guevas, que parecían llenarse de leche. La mata de pelos alrededor de la verga me producía cosquillas. Arturo le dijo a Samuel que le avisara cuando se fuera a correr. Cuando llegó el momento, Arturo me sacó a la mitad del baño, y arrodillada recibí las descargas de semen de ambos en mi boca, sobre el rostro, en el pelo y en mi blusa.
Con mis manos me limpie el rostro, chupándome el semen que recogía con mis dedos. Arturo me dejo lavar la cara, pero no dejo que limpiara mi cabello ni la blusa.
Ellos se acomodaron y salimos los tres del baño.
Arturo, fue por sus cosas, y buscamos un taxi, que nos llevara hasta el hotel. Acurrucados en el asiento trasero, nos besamos todo el camino, chupando nuestras lenguas, y mientras me acariciaba las tetas por encima de la blusa, y me metía dedo al abrirme las piernas; mi coño completamente mojado, se abría permitiendo el ingreso de sus dedos. Allí en la parte trasera de un taxi, tuve mi tercer orgasmo de la noche; mientras el chofer nos espiaba por el espejo retrovisor.
Al llegar al hotel, Arturo le dijo al chofer que no nos dejara en la puerta, que por favor se parqueara un momento en el parqueadero externo del hotel. Al detenerse el auto, Arturo le dijo al chofer que no teníamos plata para pagarle, pero que si aceptaba le pagábamos con una mamada. Hágale dijo el excitado hombre. Me pasé al asiento del pasajero de adelante, y emprendí la mamada a la tercera verga de la noche. El chofer recostó el asiento mientras yo le mamaba su olorosa polla; mientras Arturo de nuevo se pajeaba sentado atrás. No demoró mucho en correrse y llenar mi boca con su semen, que no quise tragar, sino que escupí afuera del taxi. Arturo me llamó para que tragara su leche que ya estaba a punto de acabar, y efectivamente, no fue, sino que colocara mi boca sobre su verga y me lleno de nuevo con su precioso líquido. Nos despedimos del taxista, y nos fuimos para mi cuarto. En el ascensor, revise mi celular, ya iban a ser la 1:20 de la mañana, y no tenía ni un solo mensaje o llamada de mi marido. Arturo me dijo que me duchara que ya venía y fue para su cuarto.
Me duche con agua caliente, que me quemará, mientras repasaba la noche, evitando pensar en mi marido; recordando como hace casi 30 años Arturo era mi amo, haciendo conmigo lo que le daba la gana, y que por eso yo había querido de alguna forma huir, y estaba allí de nuevo. Me sequé, cayendo en cuenta no estaba depilada en mi pubis, me cepille los dientes, y me quedé en la bata de baño del hotel, sin nada más, aplicándome solo el perfume, a sabiendas de como continuaría lo que quedaba de la noche. Al rato llegó Arturo, también recién bañado, y tomándome de la mano y en silencio me llevó para su suite. Allí ya tenía en una mesita botella de champagne, dos copas y una maleta. Me saludó como corresponde: ¿cómo está mi putita? Solo le sonreí.
Sirvió las dos copas y brindó por el reencuentro. Me recostó en la cama, y me empezó a besar con delicadeza, sus labios se fundieron con los míos, mientras nuestras lenguas se trenzaban en una batalla de pasión. Me besaba el cuello, e iba bajando abriéndome la bata, lamiéndome toda, hasta llegar a mis senos donde se entretuvo con mis pezones, mordiéndolos con dureza con la punta de los dientes, lo que me producía una lujuria y un éxtasis, que él sabía porque lo aprendí con él. Nada me excita más que me muerdan los pezones. Estrujaba mis tetas con sus manos, mientras su boca se concentraba en mis pezones, y mis emociones se arremolineaban con placer y lujuria. Paso su mano por mi pubis, sobre mis vellos y exclamó: sabes que tienes que estar depilada. Asentí, se me olvido, dije. – Tienes que ser castigada, y quitándome completamente la bata me hizo apoyar sobre la cama, y medio una fuerte nalgada con la mano. Repitió el golpe en la otra nalga. El dolor se sintió, pero era un dolor esperado.
Me hizo recostar en la cama, con las piernas abiertas y mi coño expuesto. Arrodillado sobre el piso le dio unos cuantos lengüetazos y se retiró para el baño. Regresó con una cuchilla de afeitar, y embadurnándome de jabón, procedió a afeitar mi vello público, y con delicadeza y con firmeza me dejo completamente rasurada. Lamió mi pubis con su lengua para verificar que no quedaran vellos. Me acomodó sobre la cama, de forma que mi cabeza quedara colgando hacia atrás, y ubicándose en frente me ofreció su verga para mamarla. Ya estaba dura, mojada, y abriendo mi boca la fue introduciendo mientras yo sacaba mi lengua para que me penetrara mejor. Con paciencia y suavemente, la fue metiendo toda, hasta que sentí su pelvis tocando con mis labios. La había tragado toda, él poniendo su mano sobre mi garganta sentía el bulto de su polla, y se empezó a mover, mientras a duras penas respiraba con cierto grado de dificultad. Mucha saliva empezó a brotar de mi garganta lo que lubricaba aún más la penetración que cada cogía más velocidad. Tuve que empujarlo un poco hacia atrás, dándole señales que sacara su polla, porque literalmente me estaba ahogando. La sacó seguida de una gran cantidad de baba que brotó de mi boca.
De su maletín sacó unas pinzas conectadas con una cadena, y puso una en cada pezón, las apretó produciéndome un dolor que me encantaba, y de nuevo volvió a follarme por la boca. Su verga entró ahora con más facilidad, y de nuevo literalmente, follaba mi garganta. Con esa polla completamente adentro, empezó a halar la cadena de las pinzas, y mientras bombeaba mi boca con su verga, estiraba mis pezones, produciéndome aún mayor dolor, que me excitaba más. Mis pezones estaban completamente erectos, largos, duros, rojos del dolor, pero no quería que parara. Mi cuerpo tembló dando señal del cuarto orgasmo en esta noche. Sacó su polla aún sin correrse, y sentándome sobre la cama me ofreció una copa de champaña. Pasó su mano sobre mi coño, untando sus dedos con mis jugos, y luego me los llevó a la boca para que los chupara, dándome nuevamente a tomar champaña de nuevo.
Me hizo recostar sobre la cama, sobre mis rodillas y con el dorso sobre la cama. Sacando unas bandas de tela de su maleta, abriendo mis piernas lo más que pudo, amarro mis pies a cada esquina inferior de la cama. Así mi trasero quedaba expuesto en todo el borde de la cama, mientras mis manos las amarro a las esquinas superiores de la cama. Colocó otra amarra alrededor de mi cintura anclada a los lados de la cama, y de esa manera no podía moverme. A duras penas alcanzaba a levantar la cabeza, pero no podía erguirme completamente.
Colocando una silla detrás de mí y con el culo completamente levantado, comenzó a lamerme mi vulva, a lamer los jugos que me brotaban y corrían por mis muslos, hundía su cabeza para poder meter su lengua lo más profundo que podía, arrancándome sensaciones de placer indescriptibles. Mientras chupaba mi coño con una de sus manos halaba la cadena para estirar los pezones, mientras mis tetas se arrastraban sobre el colchón, lo que me enloquecía aún más.
Se apartó de mi para tomarse una copa de champaña, y llenando su boca, me compartió del licor que sabia delicioso. Se sentó frente a mí de tal manera que su polla quedaba frente a mi rostro, y tomando la botella de champaña empezó a derramarla sobre su erecta verga, y levantando mi cabeza y haciendo un esfuerzo lamia su polla chupándola y tomando del licor que caía. Al acabarse la botella, se levantó y bajándose de la cama se concentró en mi culo, lamiendo mi ano con su lengua, y después de ensalivar mi esfínter me metió dos dedos, con los que penetro en un rápido mete y saca por varios minutos. Sentí retirar sus dedos, y pronto fueron reemplazados por el cuello de la botella de champaña, que se fue introduciendo lentamente hasta no entrar más. El frio del vidrio calaba en mi intestino, mientras mi anillo anal se expandía con la penetración de la botella, poseyéndome así por varios minutos; cuando ahora sacándola la reemplazó por su propia verga, cabalgándome con brío, clavándomela totalmente mientras sus testículos golpeaban mis nalgas. Me ardía el ano con cada empujón de su polla, hasta que descargó su cálido semen dentro de mi intestino. Bajándose me dijo que tenia el culo muy apretado, y me preguntó si no hacia sexo anal con mi marido, a lo que le respondí que en todo el tiempo de casada lo habría hecho unas cinco veces. Mal hecho, dijo él.
Escuché que llamaba que trajeran una botella de champaña, luego de lo cual se acercó de nuevo, y empezó a acariciar mi coño con los dedos, mientras yo seguía sin poderme mover. Acariciaba circularmente mi clítoris, y empezó a follarme rápidamente con sus dedos, lo que me excitaba profundamente.
Tocaron la puerta, que Arturo abrió invitando al botones a seguir, dejando la botella de champaña en la mesa de la sala exterior, de donde se alcanzaba a ver mi cuerpo expuesto y vulnerable. Los escuche hablando sin entender lo que decían, para luego escuchar que cerraban la puerta. Por mi posición solo podía ver hacia la pared, escuché el abrir de la botella de champaña, las burbujas llenando una copa y Arturo se acerca y con su boca llena la mía con el burbujeante líquido.
Sacó de la maleta una mordaza de bola que me puso en la boca. Ajusto las correas para que la bola de silicona me entrara bien en la boca, con la que no podía hablar y cuando intentaba hacerlo, me producía babas. Su lengua me lame de nuevo, paseándose entre mi coño y mi ano, siento como se sube a la cama, y sin compasión me clava su polla en mi ano, al que entra ayudado por la lubricación de su semen en la última corrida. Debe estar excitado, porque me da con más fuerzas y siento su pene más grande que me penetra una y otra vez. Inmóvil como estoy, sin poder ni siquiera hablar, cierro los ojos, para sentir un nuevo orgasmo que se apodera de mi cuerpo. Vibro de placer, y siento como mis fluidos corren por mis muslos, mientras mi amante me culea sin piedad. Abro mis ojos, para descubrir, a Arturo sentado frente a mi masturbándose, mientras es otro el que me está culeando, lo que me pone más arrecha. Las guevas de mi amante misterioso, me golpean con cada empujón de su verga, mientras que Arturo, mirándome a los ojos y halando la cadena de las pinzas en mis pezones, me mira fijamente, mientras se continúa masturbando violentamente, hasta que levantándose se acerca y descarga su chorro de semen en mi cabello, que escurre por mi cara, mis ojos, hasta mi boca rellena con la boca de silicona. Casi al instante, siento el chorro del culeador que me inunda con su semen, que se desborda por mi ano abierto. Que delicia.
Arturo se levanta y va y despide al hombre, diciéndole tenga papi y no se olvide. Con la inquietud de que significan esas palabras, sigo tendida sin moverme sobre la cama, con la bola en mi boca que no me deja gestionar palabra. En poco tiempo, siento que llega otra persona, que desnudándose se monta sobre mi para culearme de nuevo, con fuerza, sin miramientos, clavándola hasta lo profundo. Arturo recostado en una silla, tomando champaña, solo mira cómo me culean inmisericordemente. Solo me dice que hoy me van a culear lo que no me culearon en 30 años. Solo cierro mis ojos y me dejo llevar al vaivén de los embates del macho que ahora me posee. Arturo me quita la mordaza, con la que botó una gran cantidad de baba y saliva acumulada en mi boca, y me libera de las manos, de forma que ya me puedo levantar, dejando que la gravedad actúe sobre mis tetas, que se bambolean con cada golpe sobre mi culo. Me quita también los ganchos de los pezones, y aprovecha él para chuparlos y morderlos para goce mío.
Se abre la puerta de la suite, y entra ahora una chica, que lleva también el uniforme del hotel, y que debe haber sido enviada por el primero de los botones. Se desnuda y se acerca a la cama, a lo que Arturo le dice que, a mamar, mientras continúa morreando mis tetas. La chica, una rubia tetona, de bonita cara, se acurruca sobre Arturo para mamarle la polla que ya está alicaída después de tanta faena. Mi cabalgador se baja, y yendo al frente, descarga su polla sobre mí, llenando de nuevo mi cara de semen, sobre el semen de Arturo que ya me cubría. Observo al dueño de semejante polla negra, grande, y es un moreno hermoso, de gran sonrisa y preciosos dientes blancos. Se la mamo hasta chupar toda gota de su leche, y lejos de disminuirse, esa polla parece que tiene cuerda para rato. Vuelve atrás pero ahora me penetra en mi coño, con más fuerza, tomándome de la cadera, mientras Arturo sigue mordisqueándome las tetas. Se levanta separando a la rubia de si, y le dice al mozo que me vuelva a culear, a lo que este accede sin contemplación.
Mientras esa polla rotura mi ano, siento la mano de la rubia que se empieza a introducir en mi coño guiada por Arturo. Le cabe perfecta en mi gruta, y empieza a moverla con rapidez, siendo doblemente penetrada, sincronizadas la polla y la mano. Arturo se ubica detrás de la rubia y la empieza a culear, que gime sin cesar de meterme mano. Un nuevo chorro me inunda, mientras simultáneamente un chorro sale de mí, con un nuevo orgasmo, cubriendo la mano que me penetra. El moreno, que se llama Cesar, saca su polla y la ofrece a la rubia, llamada Lady Elena, que se la mama sin dudar, hasta dejarlo completamente limpio. Se iba a retirar, pero Arturo le dice que no, que espere, por lo que se acomoda en un sillón para ser por ahora un espectador. Arturo mientras sigue culeando a la rubia, le dice que además de meterme mano en mi vagina, que con la otra me penetre el culo. Saca la mano completamente lubricada de mi vagina, reemplazándola por la otra, y con la primera empieza a meterme los dedos en el ano, que está completamente dilatado, hasta tener la mano entera adentro. Sincroniza sus manos para bombear mi culo y mi coño, sintiéndose rico; cada vez mete más profundo la de mi culo, hasta que tiene que casi al brazo metido hasta el codo, de forma que mueve la mano dentro mío, y mi vientre se hincha. Gimo literal de placer, haciendo coro a los grititos de Lady Elena que está siendo empalada por Arturo. Ese brazo me penetra con rapidez, mientras la otra mano entra y sale de mi vagina. Estoy viendo estrellas de la delicia. Arturo acaba en la chica, que, aminorando sus movimientos en mí, termina retirando sus extremidades, para descanso de mi ano completamente destruido.
Arturo le pide que me bese, y acercando su rostro, sus labios me besan, y delicadamente introduce su lengua, que busca la mía, para fundirnos en un intercambio exquisito. Procede después a limpiarme con su lengua mi rostro del semen que aún queda, lame mis párpados, mis mejillas, mi nariz, todo, hasta dejarme limpia y volver a darme un apasionado beso. Al terminar, se voltea y me ofrece su culo, de donde aún brota la leche de Arturo; abriendo sus nalgas con mis manos le lamo su ano y su coño, mientras ella gime con cada lambetazo que le doy. Allí, Lady Elena tiene un orgasmo, y sus jugos brotan justo cuando la estoy lamiendo, por lo que sorbo sus fluidos con avidez.
Arturo suelta las amarras de mis piernas, de forma que ya me puedo bajar de la cama y estirarme, mientras mi ano aún me arde de lo dilatado. Aprovecho para ver mi celular, siendo ya las 4.12 am, y sin tener noticias aun de mi marido. En esas, un nuevo actor llega a escena, otro empleado del hotel, más negro y más grande que el anterior y cuyo nombre es Guillermo. Arturo sirve champaña para todos y brindamos porque continuemos disfrutando esta noche de placer. El recién llegado, al desnudarse, deja ver una descomunal verga, que da hasta miedo. Lady Elena, se arrodilla y le da una corta mamada para dejarlo completamente erecto. Arturo le pide a Cesar, que se acueste sobre la cama, y una vez hecho, me indica que me acomode sobre su tranca. Coloco la punta de su polla en la entrada de mi coño y simplemente me dejó caer, para que me sature completamente, arrancándome suspiros de placer, lo cabalgo por unos minutos, mientras Cesar me chupa las tetas. Arturo se acerca y da una palmada fuertísima en cada nalga, que me las deja rojas, e invita a Guillermo a que me la clave por el culo, invitación que acepta encantado. Mi ano no le opone resistencia y su tranca entra rápidamente, mientras estoy quieta sobre Cesar. Con las dos pollas en mi interior, los tres nos sincronizamos perfectamente como una máquina de placer, mientras Lady Elena está en el sofá mamándole la verga a Arturo. La fricción con esas vergas penetrándome, me hacen sudar a montones al igual que a mis amantes, que sueltan bufidos de placer. Arturo deja a Lady Elena, y le ofrece a cada hombre un vaso con agua, y después subiéndose a la cama, me ofrece su polla para que se la chupe, y así, tengo mis tres orificios ocupados cada uno con una verga. Que placer tan indescriptible, como la más puta de las putas. Lady Elena se une para chupar mis tetas y morderme los pezones para mi satisfacción. Cada varón esta enfocado en su tarea, en follarme con su respectiva polla, y así, un orgasmo más en esta noche me inunda, que evidencio con temblores en mi cuerpo. Los hombres excitados casi al unísono empiezan a descargar sus chorros de semen en mi. Primero Arturo, que una vez más llena mi boca, tratando de tragarlo rápidamente; luego es Guillermo quien inunda mi intestino, y finalmente Cesar satura mi vagina con su leche.
Arturo nos conduce a Lady Elena y a mi al baño, y nos introduce en la tina, y rodeándonos los tres empiezan a orinar sobre nosotras, que abrimos nuestras bocas para tragar lo más que podemos, mientras el orín cae también sobre nuestros cabellos, caras y cuerpos. La rubia y yo nos trenzamos en un beso apasionado, mientras acariciábamos nuestras tetas y nos pasábamos la mano por nuestros coños. Ya empieza a amanecer, y Lady Elena y yo nos metemos a la ducha, y nos enjabonamos con delicadeza de todo los residuos de orín y semen que tenemos en nuestros cuerpos. Salgo en bata, a la sala donde están Arturo y Guillermo; Cesar ya esta vestido y esperando a Lady Elena, pues deben irse a descansar, pues al medio día entran de nuevo a turno. Ella sale arreglada, y se marcha después de despedirse de mí con un nuevo beso en la boca.
Arturo y Guillermo insaciables, están de nuevo con sus pollas listas para la batalla, por lo que me arrimo y arrodillada en el piso me turno mamando sus pollas, lamiendo sus glandes, chupando sus testículos, hasta alcanzar nuevamente su esplendoroso tamaño. Me siento de espaldas a Guillermo, introduciendo su polla en mi ano, y empiezo un sube y baja frenético sobre esa verga que estiraba mi ano, y que me producía un dolor que me gustaba. Arturo se acercó y levantando mis piernas, me follo de frente. Guillermo ahora tenia que levantarme desde las nalgas, y tenía así nuevamente dos pollas que me llenaban, a la vez que Arturo me besaba, y me decía que yo era una buena putita mientras pellizcaba mis pezones. La putita estaba arrecha y solo quería que me dieran más y más. Pronto tuve el último orgasmo, el octavo, mientras el semen de mis machos me inundaban y brotaba de mis agujeros.
Exhaustos quedamos recostados sobre sillones. Guillermo aún tenia su polla parada. Arturo me dice que lo hice muy bien, y que merezco un premio. Que algún día sería yo la que mandara y él simplemente obedecería. Le dije que porque no de una vez, que para que aplazar mi premio si me había portado bien. Aceptó. Le pregunté que si haría lo que yo le dijera sin chistar y dijo que sí. Me agache y le di una corta mamada a la polla de Guillermo, dejándolo listo para la acción. Le dije a Arturo que así como a mi en esta noche me habían culeado lo que mi marido no lo había hecho en 30 años, era su turno, y le dije que se sentara sobre la polla de Guillermo y se la metiera en el culo. Guillermo abrió los ojos, pero no protesto. Eso es lo que quieres? preguntó Arturo. Si, quiero que sientas lo que yo siento. De nuevo le di una mamada a Guillermo, y enseguida le lamí el ojete a Arturo embadurnándolo con saliva. Abriendo sus piernas Arturo se sentó sobre Guillermo insertándose su polla, y empezó a subir y bajar primero lentamente, para luego ir cogiendo velocidad. Excitado por ese sexo anal que estaba recibiendo, su polla se empalmo de nuevo. Los hice parar, y que se separaran. Llevé a Arturo frente a la mesa del comedor, para que se quedase allí parado recostado sobre la mesa, mientras Guillermo ahora era el que se movía penetrándolo, para yo poder arrodillada mamarle la polla a Arturo. Llegó un momento en que sentía los empujones de Guillermo en el culo de Arturo, al sentir el golpe de la polla de Arturo en mi boca. Arturo en un silencio estoico, aguantaba las embestidas de Guillermo, que con su verga dilataba el ano de Arturo a más no poder. La polla de Arturo estaba en su máximo esplendor, soltando liquido seminal con abundancia, que yo chupaba con gozo. Pronto por última vez, el semen de Arturo se descargó en mi boca y en mis tetas. Le dije a Guillermo que no fuera acabar dentro de Arturo, que cuando se fuera a correr le echara el semen en la cara. Minutos más tarde, Guillermo saca su verga del culo de Arturo, y arrodillándolo le vierte el chorro de semen en la cara. Al terminar le dije a Arturo que le mamara la polla y se la dejara limpia a lo que obedeció. Recosté a Arturo en el piso, para lamerle y limpiarle el rostro del semen de Guillermo, no sin antes decirle a este último que me diera la culeada de pa irse, y levantando mi culo, mientras yo me concentraba en la cara de Arturo, me dio una culeada poderosa. Estos hombres parecían vacas lecheras, pues un nuevo chorro de semen de Guillermo inundo mi culo.
Despedimos a Guillermo, y entré a ducharme nuevamente con Arturo, para darle una nueva mamada mientras el agua caía sobre nosotros. Salí de la ducha, y poniéndome la bata de baño, le dije a Arturo que me iba para mi suite, pues necesitaba dormir. Ya me iba a perder la primera sesión del congreso de esa mañana, pero quería tratar de ir a la de las diez de la mañana. Una sola noche de reencuentro con Arturo y le había hecho sexo oral a cuatro hombres (Arturo, Samuel el músico, el taxista, y a Guillermo), cinco me habían perforado el culo (Arturo, el botones, Cesar, Guillermo y Lady Elena), tres me follaron (Arturo, Cesar y Lady Elena), y recibí descargas de semen y trague de cinco hombres (Arturo, Samuel el músico, el botones, Cesar y Guillermo), pues el semen del taxista lo escupí. No quería pensar como sería el resto del fin de semana. Miré la hora en mi celular, 7:20 am, ni una llamada ni mensaje de mi marido, pero ya no quería que me llamara, por cabrón. Pensando en las vergas que me habían comido, me quede dormida, ilusionada con lo que podría pasar en el resto del fin de semana.
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