Primera vez dominado por un verdadero macho.
La primera vez que un verdadero macho me hizo sentir su puntito, su sumiso, su calcetín de mocos. .
Esta fue la primera vez que mi macho al que sirvo aun en estos días como su fiel esclavo sexual, ocupó mi boca y culo para demostrarme que solo vine a este mundo para darle placer.
Me amarró a una silla, pies y manos.
Podía sentir la cuerda lastimando mis muñecas a lo que le pedí que las aflojar a un poco, su respuesta fue darme una bofetada.
-No, esto será tal y como yo quiera, tu no eres nada ni nadie para pedir algo, estas aquí solo para mí placer y no me importa que es lo que quieres.».
Sacos una mordaza mientras me decía, «así, no podrás decir que no a nada».
Cerré mis ojos y simplemente dejé que comenzará los preparativos.
Acercó una mesa, sobre ella había un bote de crema para afeitar, rastrillos, una máquina para cortar cabello y varias pinzas de ropa.
Tomó una pinza y la coloco en mi pezón derecho, sentí el dolor y gemí, no sabía que me sucedía, nunca había sentido esa parte de dolor, combinado con placer.
Tomó la segunda pinza, la puso en mi pezón izquierdo, sentí otra vez ese dolor, esa excitación.
-te comienza a gustar el dolor verdad putito?-me dijo mientras acariciaba su evidente verga erecta, se acercó a mí oído.
-pues entonces estas en el lugar correcto, aquí vas a servirme como un simple condón, en el que voy a aventar mis mocos y después a la basura, porque eso es lo que eres, un pedazo de basura-seguido de otra cachetada.
Mi pene comenzaba a escurrir, jamás había comenzado a escurrir de esa manera en tan poco tiempo.
-te voy a convertir en un puntito esclavo, vas a sentir con un verdadero macho te llena con su semen y vas a estar agradecido, porque este macho te va a enseñar que solo viniste a este mundo a complacerme, no eres más que un culo gordo al que me voy a coger cuando yo quiera.»-agarro mis testículos y los apretó.
Me perdí, en ese momento sentí dolor, placer, deseo. Solo quería ser penetrado, usado, sentir como ese macho me utiliza para su placer.
Si darme cuenta, comencé a gritar, pero al tener la mordaza, no se escuchaban mis gritos.
Soltó mis testículos y me dijo.
-Nadie te ha dicho que gritar es malo? Tendré que enseñarte lo entonces… Me quito la mordaza, bajo su cierre y sacó del pantalón de cuero, una verga dura, venosa, gruesa. Se me antojaba la gota de precum que escurría por esa cabeza brillante y suave.
Abrió sus piernas y se paro enfrente de mi, su verga quedaba a solo un palmo de mi cara, a lo que saque mi lengua para ver si podía alcanzarla.
-eso es lo que quieres verdad puntito? Quieres que te de a probar mi verga he?-asentí.
-Pues no te la has ganado aún cabrón! Aun te falta mucho para siquiera olerla-y me dio otra bofetada.
Me puso la mordaza de nuevo y tomó la crema para afeitar.
Te voy a enseñar como debe lucir un verdadero esclavo para que todos lo reconozcan y sepan que tiene un amo. Tomo la maquina de cabello, la encendió y comenzó a raparme.
Sentía el cabello caer por mi espalda, en mis hombros, en mi pecho. Sentí la crema en mi cabeza y el rastrillo siendo deslizado por mi piel.
Al tener la cabeza completamente limpia, sin un solo pelo, se apartó de mi.
Me miró por un largo momento y dijo. – Aun no pareces un verdadero esclavo, te sobran esas cejas. Me dejas quitartelas- yo no podía decir nada, pero negué con la cabeza. El río y se acercó a mí oído.
-No has entendido verdad? No cabe duda que eres un putito aún muy pendejo, estás aquí por mí y para mí! No te voy a pedir permiso de nada!
Tomo la crema de afeitar y la puso sobre mis cejas. Paso el rastrillo y de un momento a otro, ya no tenía cejas.
-Ahora si pareces un verdadero esclavo, solo falta… – se dio la vuelta y salió un momento de la habitación. Pasaron unos segundo y regreso con una cadena para perro y un candado.
-con esto, ahora quedará claro a todo el mundo, que tu eres mi puto esclavo. – puso la cadena alrededor de mi cuello y la cerró con una cadena.
-Ahora si… Ya que pareces un putito de verdad? Tienes derecho a olerla.
Sacó su verga, la acercó a mí y la restregó por toda mi cara. El olor era fuerte, a sudor, a precum, a macho.
-Aún te falta una cosa, esto es algo para que sepas, que aunque tengas una, no la volverás a usar, saco de su bolsa del pantalón un aparato raro, jamás había visto algo así, tenía forma de pene, pero con un aro, no sabía que era ni para qué servía.
-Abre las piernas, esto es una jaula de castidad, y te hará sentir aún más putito de lo que ya eres.
Jiro la llave y la jaula se separó,tomó el aro y lo pasó a Través de mi pene ya estando duro. – Esto te dolerá, pro tienes que aprender a que esta ver guita de puto ya no se debe de parar, será inservible. – . Paso a travez del aro mi testículo derecho y me dolió muchísimo, luego el otro e intento pasarlo, pero no podia, yo genia y me retorcía de dolor, pero el no se detuvo. Hasta que el dolor hizo que mi pene bajara su ereccion. Paso el segundo testículo.
Puso la segunda parte y coloco la llave.
-Ahora si, te lo has ganado, ya pareces un putito mamado. Pero ahora lo serás.
Me quitó la mordaza, me tomo de la cabeza y metió toda su verga hasta mi garganta. Así, de un solo golpe, sentí sus bellos públicos en mi nariz, sus huevos enormes en mi barbilla, no pude ni saborear su precum, ya la tenía hasta el fondo.
Me comenzaba a ahogar, pues no la sacó enseguida. Sentía sus manos acariciando mi cabeza recién rapada.
-Valla putito!!! , te la tragaste toda de una vez, ahora, levanta la lengua.
Levante la lengua y el saco un poco su verga, pude respirar, pero me concentre en saborear la, salada, carnosa, podía sentir sus venas en mi lengua, palpitando y sintiendo como se ponía aún más dura. Comenzó a meterla y sacarla de mi garganta. Yo no podía seguir, no podía respirar.
Tosia y jadeaba, pero pude sentir como mi garganta generaba mucha saliva, cosa que a él le gustó, porque comenzó a agarrarme con más fuerza la cabeza, empujaba más al fondo, su verga palpitaba, mis ojos llorando, mi lengua saboreando esa hermosa verga hecha piedra… Hasta que sentí un chorro, dos, tres… Dulce sabor del macho chorreando en mi garganta, la saco un poco y otro chorro cayó en mi lengua, la moví y sentí como se estremecía.
Mi macho me había dejado todos sus mocos en mi garganta.
-Eso es putito, tienes mis chamacos en la boca, tragatelos para que quedes marcado como mi puto esclavo, de ahora en adelante, me perteneces y harás todo lo que yo te mande, para que sienta placer.
Trague su semen y sentí exactamente lo que él dijo… Que le pertenecía, que no era nada más que un calcetín de mocos al que ese macho, fuerte, peludo, imponente, utilizaría solo cuando el quisiera para derramar su masculinidad donde el quisiera.
Me sentí tan sometido, tan pasivo, tan putito, que terminé enamorando me de ese macho de verdad, al cual, aún en estos tiempos, sigo intentando complacer a cualquier costo.
Amo, maestro, macho, todo lo hago por servirlo, por su placer.
Me excitó muchisimo. Me buscaré un macho que me haga su perra
Así se trata a las perras deben sentir quien es el macho y quien es el basura que solo está para comer verga y ser usado y humillando literal bolsa de semen