Proceso se selección
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Pimpollomaduro.
Proceso de selección
Estaba, por enésima vez, en una salita de espera de una oficina tan corriente como cualquier otra, escuchando como una secretaria impecablemente vestida, llamaba a los candidatos que estábamos allí en busca de un empleo precario.
Otra vez aspirando a un curro de mierda que me permitiese pagar el alquiler del cuchitril en el que llevaba viviendo diez años
Uno a uno iban desfilando hacia el despacho del jefe de recursos humanos de la empresa.
Llevaba más de dos horas esperando cuando llamaron al penúltimo candidato.
· Muy bien, soy el último.
Ya empezamos de puta madre.
Por fín, me nombraron y me apresuré hacia el despacho en donde habían entrado los anteriores candidatos.
· Eh, tú, ahí no, entra por esa puerta.
Te están esperando.
Sorprendido, seguí las instrucciones de la secretaria y abrí la puerta que me indicó.
Al entrar me encontré un despacho bastante lujoso con una mesa de escritorio central imponente, un recibidor con varios sillones y una silla alta y giratoria de ejecutivo ahora orientada hacia el lado opuesto de la mesa.
Sobre el escritorio se apoyaba una placa que ponía “Director General España”
Una voz femenina que me resultó familiar al instante y que procedía del sillón de ejecutivo me indica:
· Por favor, cierra la puerta con llave.
¡Qué cierre la puerta con llave!, joder, que extraño.
Me dí la vuelta y me limité a cerrar el pestillo interior de la puerta.
Me dirigí hacia el escritorio y me quedé allí parado de pié porque no había sillas para sentarse enfrente de este pez gordo.
Un director, bueno, en este caso, una Directora General Nacional, ¿qué coño hacía yo ahí, codeándome con las élites?
La mujer que estaba sentada de espaldas hacia mi y que no podía ver su cara, tenía una conversación telefónica con otra persona que, deduje, era otra mujer.
· Ja,ja,ja, sí, querida, es cierto, tu marido es un inútil total.
No sabe ni lavar su ropa interior.
Dios mío, que demonios veremos en los tíos para que nos casemos con ellos.
¡Tonta juventud! No te preocupes, te recomendaré la abogada que llevó mi divorcio y verás como a tu maridito no le quedará ni la ropa interior para lavar, ja,ja,ja, .
Menuda tía más cañera, no paraba de insultar a cualquier tío del que hablaba; maridos, amantes, empleados, .
no quedaba títere con cabeza.
De vez en cuando, giraba la silla y podía ver sus piernas cruzadas.
¡Que piernazas!.
Tenía unas piernas bien definidas y estilizadas con unos zapatos de tacón alto enfundadas en unas medias semitransparentes de color oscuro.
Creo que la enésima patada que recibiré en los procesos de selección me la va a dar un pibón.
¡Bueno, así el dolor es más dulce!
Cansado de esperar de pié me dirigí hacia uno de los sillones del recibidor.
· Chu,chu,chu, no te sientes ahí, espera que acabe y te atiendo.
Me giré y vi salir un brazo por detrás del sillón señalándome el lugar que ocupaba antes.
¡Que borde la pava! Me dirigí otra vez enfrente del escritorio y esperé de pié pacientemente.
Por fin, después de veinte minutos de pié, cuelga el teléfono, se da la vuelta girando el sillón y sin levantar la cabeza me dice:
· Hola Manolito, cuanto tiempo.
¿Cómo va todo?
Me quedé helado un buen rato mirando para ella.
Era una mujer tremendamente atractiva, tendría aproximadamente mi misma edad, morena, de piel clara y bien cuidada, una buena delantera, ojos negros y una boca muy bien definida con una dentadura perfecta de muchos miles de euros de dentista.
· ¿No te acuerdas de mi?
· Pueeeeees, lo siento pero no consigo reconocerla.
· ¡Que decepción, no te acuerdas de tu novia de séptimo curso!
· ¡No puede ser!, ¿eres Arancha?
· Tú me llamabas “blanquita gordita”, ¿no te acuerdas?
¡Mierda, se jodió cualquier posibilidad de encontrar un trabajo en esta empresa! Cuando dijo “blanquita gordita” resurgió en mi un remordimiento de culpabilidad que llevaba enterrado en mi memoria muchos años.
Son de esas malos recuerdos que el mismo subconsciente elimina para no auto lesionarte.
“Blanquita gordita” era una niña muy buena que salió conmigo a los trece años.
Siempre había sido encantadora conmigo y con todos.
Estaba siempre pendiente de mi, que si quería un trozo de su bocadillo, que si necesitaba que me ayudase con alguna asignatura, que si quería que me limpiase las manchas del mandilón, etc.
Es decir, lo que ahora, desde una perspectiva de adulto, se consideraría la pareja ideal.
Sacaba las mejores notas de la clase y, además, a pesar de sus quilitos de más, era una buena deportista, sobre todo nadadora.
Les ganaba a todos, menos a mi, por unos centímetros.
Con el tiempo y, sobre todo, cuando la vi nadando en la televisión unos años después, luchando por el campeonato de España junior, me di cuenta que me dejaba ganar para no herir mi orgullo de macho.
Pero, ¿cómo no?, tuve que cagarla en octavo curso.
Apareció Mónica, una chica, sí, chica, ya no niña, que nos dejó embelesados a todos.
Vestía, hablaba, se movía como una chica mayor de instituto.
No quiero justificarme ahora pero, esto para un niño de catorce años recién cumplidos, es la confirmación definitiva hacia una adolescencia exitosa.
La muy puta, conociendo la buena relación que tenía con Arancha, utilizó sus armas de mujer mejor calibradas que las de mi novia, aún en desarrollo, y me embaucó en una relación repleta de infidelidades.
Noté como Arancha padecía estoicamente mis desagravios y esto me rompía el corazón pero estaba en juego mi éxito personal y me decanté por dejar la relación con ella.
La veía en el patio sentada con semblante triste y no tuve los cojones suficientes para hablar con ella.
Me limité a desaparecer de su vida sin dar explicaciones.
Es decir, me comporté como un auténtico cabrón.
¡Joder, me ahogo solo con recordarlo!
Ahora la tenía ahí delante, espectacular, segura de si misma, en una posición labrada a base de trabajo duro, acostumbrada a la competitividad feroz de los cargos directivos.
No tenía ni puñetera idea que decir, ni hacer, me quedé completamente bloqueado.
Noté como me repasaba de arriba abajo con su mirada y mordiéndose el labio inferior me miró fijamente a los ojos con una leve sonrisa en la cara.
· Bueno, cuéntame, ¿qué tal está tu amiguita Mónica?
¡Joder, esta gente no se anda por las ramas! Cuando ven a alguien herido se lanzan a su yugular.
· Eh, bueno, eh, ya sabes, eh, .
· Ja, ja, ja, .
, que gracioso eres.
Dime, ¿os casasteis?
· Bueno, eh, eh, en fin, eh .
· Ja, ja, ja, .
, detecto que te cuesta hablar del tema.
· No, bueno sí, es que, eh, eh,
· Déjalo ya.
Veo que la oratoria no es tu fuerte.
En esta entrevista voy a intentar detectar tus potenciales habilidades y averiguar si esas habilidades las podemos utilizar para maximizar la productividad de la plantilla.
¿Entiendes lo que te digo?
· Eeeeh, sí claro.
· En tu currículo nos dices que has adquirido experiencia en empresas de actividades outdoor y que has competido a nivel federativo en muchos deportes.
¿sigues haciendo deporte?
Ya un poco más relajado siento que puedo mantener una conversación natural.
· Sí, todos los días que puedo.
El deporte es mi vida.
Volviéndome a mirar de arriba abajo noto que susurra algo que no consigo entender.
· Perdona, no te he oído.
· No me dirigía a ti.
· Oh, Perdón
· A ver, ponte aquí a mi lado.
Quiero verte de cuerpo entero.
Giró su silla hacia un lateral de la mesa y me señalo enfrente de ella para que me colocase allí.
Desde mi nueva posición podía contemplar todo su atlético cuerpo.
Era una mujer que transpiraba elegancia por todos los poros de su piel.
Uuuuffff, ¡que presencia!.
Esta posición de total exposición a ella me puso cachondo y noté como ella miraba disimuladamente mi entrepierna bien abultada en ese momento.
¡Joder, ya la había cagado otra vez!
Se gira para ver mi currículo y me pregunta:
· Uno de los deportes que más has practicado es el ciclismo, ¿verdad?
· Sí.
Dije con orgullo y añadí:
· He hecho en bicicleta más de tres vueltas al perímetro de la tierra, ahora estoy por la cuarta.
· Estupendo, enséñame las piernas.
¡Ostias, menudo momento de mierda para enseñarle las piernas!
· Eh, eh, seguro que .
Su cálida sonrisa se convirtió en una expresión facial dura que yo desconocía.
Me miró a los ojos y me dijo.
· ¿Hay algún problema? Si prefieres terminamos aquí el proceso de selección.
Hasta ahora nunca había estado tanto tiempo hablando con el personal de selección, me largaban a la primera, además necesitaba el dinero urgentemente.
A lo mejor, Arancha, ya una mujer madura, dejaría su pasado a un lado, trabajando como una buena profesional para captar mi potencial y lo que me pedía era necesario para la selección.
¡Que coño, una mujer hermosa me decía que le enseñase mis piernas! Quizás no se de cuenta del empalme que tengo.
· No, no hay ningún problema.
Perdón.
Me saqué los pantalones y no se podía ocultar lo evidente.
Esta hembra me estaba poniendo cachondísimo y no podía ocultar mi empalme debajo de los bóxer.
Fui hasta los sillones a dejar el pantalón con el fin de alargar el tiempo del que disponía para relajar mi polla antes de exponerme así a Arancha.
Todo fue en vano, me coloqué enfrente de ella otra vez con mi considerable empalme y noté como su semblante se volvía a relajar.
Mirándome fijamente el paquete y las piernas me dice:
· Sí, sin duda aún estas en forma, esto te aporta muchos puntos para el proceso de selección que tenemos previsto.
· ¿En que consiste el trabajo?
· Las personas que estamos buscando se encargarían de facilitar y acomodar la estancia de nuestras directivas en sus desplazamientos.
Tendrías que buscarle hoteles, restaurantes, spa.
Llevarlas al cine, al teatro, a espectáculos deportivos, lo que a ti se te ocurra o lo que pida la directiva.
Tienes que estar a su plena disposición las 24 horas del día.
Al final de la estancia redactará un informe comunicándonos si le ha gustado el servicio.
· Me parece muy bien.
Parece agradable.
· Uno de los caprichos que solemos tener las directivas es que nos hagan un buen masaje en los pies.
Estamos siempre con zapatos de tacón y nos destrozan los pies.
¡Ostias que cachondo me acabo de poner! Arancha mirándome fijamente a mi abultado paquete me dice:
· Ahora quiero que empieces conmigo, arrodíllate delante mía.
Necesito comprobar tu potencial como masajista.
Sin dudarlo un momento, me arrodillé, ella se sacó los zapatos y me puso un pié a cinco centímetros de mi boca.
Podía disfrutar plenamente de su aroma embriagador y excitante.
Cogí delicadamente su precioso pie y lo masajeé como si masajease el pie de una diosa.
¡Que empeine tan bonito y marcado tenía! y ¡que dedos tan delicados! Disfruté plenamente de todo el contorno de su pié.
Cuando levante la vista me fijé que me miraba con una sonrisa de satisfacción en su cara.
· Muy bien Manolito, ahora prueba con el otro.
Me está gustando como lo haces.
Repetí la operación con el otro pié deseando que nunca acabase este momento.
Pero al poco tiempo me dice.
· Levántate, no me gusta nada esa ropa que llevas.
No puedes dar esa imagen de la empresa.
Quítatela toda y tírala en el baño, mañana la vendrán a buscar.
Me desnudé bajo su atenta mirada, dejándome puesto solo los bóxer.
· ¿Eso por qué no te lo quitas?, quieres que te lo quite yo, ¿verdad?.
Acércate.
Introdujo un dedo de cada mano en los laterales de mis bóxer y me los bajó forzando mi polla empalmada hacia abajo.
· Aaaaayyy
· ¡Vaya!, se resiste a salir, ja, ja, ja,.
Ahí estaba, totalmente en pelotas con un empalme de campeonato, delante de esa bella mujer que me observaba con ojos lujuriosas, mordiéndo y relamiéndo el labio inferior de su boca.
Cogió mi polla con una mano y los huevos con la otra y los tanteó con mucho interés como si estuviese analizando el estado de conservación de un alimento.
Después de un rato observándome, levanta su mano derecha y con el dedo índice extendido, dibuja una circunferencia en el aire indicándome que me dé la vuelta.
Obedecí fielmente, estaba totalmente excitado por su comportamiento dominante.
· Uuuuuffff, este culito te acaba de proporcionar más puntos para el proceso de selección.
Esto es algo que las ejecutivas valoramos muchos de nuestros acompañantes.
¡Dónde haya un buen culo que se quite todo lo demás! Ja,ja,ja,.
Me sorprendía el lenguaje sucio que iba incorporando progresivamente a su vocabulario y lo desinhibida que se estaba volviendo.
Me manoseó el culo como si estuviese moldeando una figura de barro.
Abrió mis nalgas y con los dedos exploró mi ano concienzudamente, con una soltura que denotaba cierta experiencia en tales artes.
Mientras seguía de espaldas a ella, oí el deslizar de, lo que creía eran, sus medias bajando y rozando sus piernas.
· ¡Date la vuelta y arrodíllate delante mía!
Al darme la vuelta vi que ya no tenía las medias puestas, estas estaban encima del escritorio junto a sus bragas de encaja negras.
· Como veo que ya estás cansado de masajearme los pies con tus manos, ahora quiero que utilices tu lengua.
Necesito sentir el frescor de una buena lamida de pies.
Introduje su precioso pie en mi boca para saborearlo con gratitud.
Lamí cada uno de sus dedos, entre los dedos y su precioso empeine.
· Aaahhhh, muy bien Manolito, mételo todo lo que puedas en la boca, quiero saber de lo que eres capaz.
Introduje su pie hasta el fondo de mi garganta y cuando estaba allí, ella movía su pierna de un lado a otro, obligándome a seguirla con mi cabeza.
Cuando abría las piernas podía observar su coño debajo de su falda.
¡Joder, que puto placer!
La humillación que me infringía Arancha estaba totalmente justificada y producía en mí una sensación placentera de redención por mi comportamiento egoísta de hacía 30 años.
Todo lo que quisiera hacer conmigo lo aceptaría sin rechistar y, lo mejor de todo esto, es que ella lo sabía y lo iba a aprovechar.
Se lo debía.
· Ja, ja, ja, .
que gracioso estás así.
Me gusta que seas tan complaciente con tus superiores.
Esto te ayudará a progresar en la empresa.
Voy a hacer una llamada, quiero que sigas chupando hasta que yo te lo diga, ¿vale?
· Gluu, gluu, glale.
· Ja,ja,ja, .
Se colocó en la cabeza un auricular inalámbrico con micrófono incorporado he hizo la llamada.
· Hola Maite, soy Arancha otra vez.
Perdona por colgarte antes pero aún estoy en el proceso de selección de los acompañantes.
Al otro lado del hilo telefónico Maite respondía.
· Ya sabes que todas las directivas estamos encantados con tu iniciativa de los acompañantes.
Ya era hora de obtener gratificaciones realmente satisfactorias por parte de la empresa.
· En eso estamos y por eso te llamo.
Estoy aquí con un candidato en fase de pruebas y necesito que las directivas me comentéis cuales son vuestras preferencias sexuales para adiestrar convenientemente a los acompañantes seleccionados.
Quiero clasificarlos en función de sus potenciales sexuales para que vosotras podáis elegir sobre seguro.
No quiero directivas insatisfechas en mi plantilla, no es bueno para la empresa.
· ¡Divino! Dime, ¿a quien tienes ahí?
· No te lo vas a creer.
· A ver tía, dímelo.
· Te acuerdas ese amor de infancia que te había comentado hace unos días.
· ¡Manolito!
· Sí.
· ¡No me jodas! ¿Y ahora lo tienes en tus garras? Ese idiota sabe donde se ha metido.
· ¡Qué va! Como tu bien dices es un idiota redomado pero tiene un cuerpazo que vale la pena exprimir.
· Para ser sincera creo que es el candidato ideal para experimentar.
Todo lo que le hagas se lo merece con creces.
· Ya lo creo, veremos si ahora es tan chulito como lo era de pequeño, ja ja ja, .
· Ja,ja,ja, .
Ya me das miedo hasta mi.
· Bueno, ahora dime, que te gustaría que te hiciesen.
· Uuuuufff.
Tantas cosas inconfesables.
· De eso se trata, tenéis que ser sinceras con vuestros gustos sexuales.
Es la única manera de procuraros un acompañante que os satisfaga plenamente.
· ¡Joder tía, que bien suena eso!
· Ya sabes que busco la perfección en todo lo que hago.
· Bien, pues me gustaría que al acabar la jornada me adorase los pies.
Me gusta que los tíos se arrodillen ante mí y me den placer.
Un buen masaje y unas buenas lamidas me animarían bastante.
· Ya lo creo, lo estoy contrastando empíricamente ahora mismo.
· ¿No me digas que tienes a Manolito comiéndote los pies ahora mismo?
· Lleva una media hora adorando mis pies.
· Muy bien Arancha, ¡que te los coma y se joda!
· No te preocupes, ya lo voy a joder yo, ja,ja,ja,
· Ja,ja,ja, .
Pues ya que estás en ello te voy a marcar la hoja de ruta.
Después del masaje de pies una directiva necesita ratificar su poder hacia sus empleados y no hay nada mejor que simbolice este acto que una buena comida de culo.
Quiero que memoricen de por vida el olor y sabor de mi culo.
Es un instinto animal de superioridad que se debería recuperar en la sociedad.
Los animales no lo han abandonado.
· Estoy de acuerdo, ya había pensado ello.
Sin duda nuestros acompañantes deben ser unos come culos de primera.
El que no esté dispuesto a dar ese servicio se va a la calle.
Yo, que solo podía escuchar entrecortada la conversación de Arancha, no me estaba enterando de nada mientras saboreaba el fresco sudor de sus pies.
En este momento retiró sus pies, me cogió por la polla, se levantó tirando de mí y me dirigió hacia los sofás del despacho.
Me arrodilló frente al sofá, ella se quitó su falda de ejecutiva, se arrodilló encima del sofá y me puso su espectacular culo a la altura de mi cara.
¡Dios, era el puto paraíso!
· Manolito, ¿a ver si sabes que tienes que hacer ahora?
Planté mis dos manos en este escultural culo y lo atraje hacia mi boca para saborear esos estupendos glúteos esculpidos por años de dura natación.
· Maite, ya lo tengo manos a la obra.
No quiero perder ni un segundo, el tiempo es oro.
Ja,ja,ja, .
· Si, es cierto, ja,ja,ja, .
· Oooohhhh, muy bien Manolito, así, así, sigue, ooohhhhh.
· Tía, eres una zorra.
Me estas poniendo caliente con tus gemidos.
· Pues aprovecha, tonta, usa tus juguetitos, esos que tu marido no sabe que tienes y acompáñame en este proceso de selección, ja,ja,ja,.
· Buena idea, voy a buscarlos.
Mientras Maite iba por sus juguetitos yo pensaba: Joder, que culo más prieto y respingón tiene esta hembra.
Metí mi cara estre sus dos glúteos y la meneé con fuerza.
· Aaaahhhh, aaaaahhhhh, te gusta tu trabajo, ehh.
· Fuuu, fuuuu.
· Ja,ja,ja, eres un encanto.
· Arancha, ya estoy aquí.
Cuéntame que te esta haciendo ahora.
· Me chupa y menea los glúteos.
· Ufffffff, dile que te abra los glúteos y que te huela el culo.
Que memorice el olor de su jefa.
Ya veras, cada vez que te vea, recordará ese olor y lo mantendrás mansito para toda la vida.
Como ya te dije antes, es un comportamiento animal infalible.
· ¡Joder tía, como controlas del tema! Me alegro de que estés asesorándome.
Manolito, quiero que me introduzcas tu preciosa nariz en mi delicado culo y memorices su olor.
Quiero notar tus aspiraciones en mi ojete.
Después tendrás que redactar un informe con tus conclusiones, por lo tanto, tómate tu tiempo.
· Ja,ja,ja, .
Así, así, que aprenda a valorar las cosas.
Introduje mi nariz entre sus dos duras nalgas y olí sumisamente el ojete de la Directora General.
Este era un placer reservado a unos pocos privilegiados y esta vez yo era uno de ellos.
Dios, que delicia.
Me embriagaba su olor y deseando desesperadamente saborear este elitista ojete me dice:
· Muy bien, ya es suficiente.
Ahora que ya me conoces mejor, chúpamelo.
Si consigues agradarme con tu pericia en el arte del cuniligus te garantizo un puesto en la empresa.
¡Joder, por fin tenía la oportunidad de demostrar mi valía haciendo algo que me motivaba en una entrevista de trabajo!¡Que bien me conocía, sabía lo que me gustaba!
Lamí lentamente el contorno del ojete para saborear el sabroso sudor que se genera en esta zona tan íntima de las mujeres.
Uuuuuffff, estupendo, que manjar; que deleite.
Poco después, fuí introduciendo mi lengua viperina en su ojete al ritmo de los gemidos de esta Diosa.
Más y más adentro al ritmo de su dilatación.
· Oooh, ooooh,oooooh, ooooooh, oooooooh, …
Me encanta hacer disfrutar así a una mujer y más a este pedazo de mujer y, aún diría más, al pedazo de mujer al que le debía una explicación desde hace muchos años.
¡Que redención más dulce!
· Arancha, que cachonda estoy, dile que te la meta más, más, más.
Que te dé todo el placer que te a negado durante tantos años.
Pídele que te enseñe la polla para comprobar que está empalmado.
Si no lo está mientras te hace el cuniligus, pégale una ostia por no saber valorar lo que estás haciendo por él.
· Ooooh,oooooh, me gusta, me gusta; joder, Manolito como me estás poniendo.
Sabes adorar a una mujer, eres un buen lame culos y a mi me gusta rodearme de ellos.
Quiero mantenerte cerca de mi de ahora en adelante.
Ahora enséñame tu polla.
Saqué mi lengua de su exquisito culo y me incorporé.
Ella se dio la vuelta y sentándose en el sillón con sus largas piernas abiertas, la miró, comprobó que estaba más tiesa que un bolardo, me dirigió una estupenda sonrisa, me la cogió y la empujó hacia abajo con fuerza, soltándola cuando escuchó mi grito.
· Aaaaaaayyyy, Arancha, me haces daño.
· Lo siento, ja, ja, ja, .
tenía que comprobar si valoras lo que estoy haciendo por ti.
· Muy bien Arancha, lo estás domando como a un corderito.
Este acompañante va a tener mucho trabajo de ahora en adelante, ja, ja, ja, .
· Me has puesto muy cachonda y por tu culpa tengo mi coño empapado, ¿lo vés? No me gusta sentirme incómoda o sea que ahora vas a limpiar mi coño hasta que me sienta cómoda otra vez.
Cogió mi pelada cabeza por la nuca y me pegó la cara a su mojado coño.
Me hundió la boca entre sus labios genitales.
Uuuuffffff, que bueno.
Estaba muy cachonda y olía a hembra en celo.
Para ir tanteando, comencé a lamer sus caderas desde la cintura hacia el coño con largos lengüetazos, siguiendo por el contorno de su coño, para llegar a sus labios carnosos y palpitantes.
Recorrí sus labios de arriba abajo sucesivas veces y cuando la notaba retorcerse de placer en el sofá comencé a frotar y lamer su clítoris con admiración espiritual.
Comencé a ayudarme de mis dedos para penetrarla, primero utilicé uno pero en poco tiempo ya podía introducir hasta cuatro.
Movía los dedos al mismo ritmo que la lengua y sus movimientos de cadera.
Había una simbiosis absoluta que provocó el único final posible.
· Aaaaaaaaaahhhhhh, ooooooooooooohhhhh, ¡joder, que cabronazo el Manolito!
Se corrió con semejantes convulsiones que no me dio tiempo a sacar mis dedos de su dilatado y húmedo coño, quedando atrapado entre sus piernas.
Intenté sacarlos pero ella no me dejaba lanzándome una mirada de duelo.
· Arancha, seguro que ha estado cojonudamente bien, casi me corro oyéndote, pero ahora, ya sabes, dale una buena ostia para que no se le suba el ego de macho.
Estos pollos se creen que cuando nos corremos debemos alzarlos a los altares.
¡Ponlo en su sitio ya!
· Maite me has leído el pensamiento.
Manolito, ¿adonde te quieres ir? Ahora me vas a dejar tirada otra vez, ¿verdad?.
Levanta la cara para que te la vea bien.
Con sus dos manos primero limpió mi cara de los abundantes flujos vaginales y, después, la acarició con ternura y gratitud.
Ipso facto, la expresión de su cara se transformó en dureza y crueldad, recibiendo una bofetada brutal que retorció todo mi tronco hacia un lado.
No obstante, la mano no zafó de su coño, provocando una nueva posición ideal para recibir otro impacto.
No se hizo esperar, llegó un segundo bofetón incluso más potente y certero que el primero pero peor que el tercero.
· Aaaayyyyy, jooooodeeeeer, Aranchaaaaaaa, me haces daño.
Mis intentos por defenderme con una mano eran en vano, además, la tía está fuerte de cojones e hizo de mi un auténtico pandero.
· ¿Crees que te hago daño? Tú no sabes lo que es el dolor, cabrón de mierda.
Ahora ya eres mayorcito para aguantar las ostias de la vida pero cuando una tiene 13 años la marca de por vida.
Me quedé helado, no tenía réplica para ese argumento desgarrador.
Arancha tenía toda la puta razón y yo no podía privarla de su venganza.
Enseguida se dio cuenta de mi rendición y comenzó de nuevo a sacudirme sin ninguna resistencia por mi parte.
Después de varios minutos llevando ostias sin parar, caí exhausto a los pies de mi redentora.
Ella se mantuvo sentada en el sofá, con mi mano aún en su coño, jadeando por el esfuerzo.
· Tía, contrólate.
Lo vas a matar.
Cálmate un rato, deja a ese mierda ahí y tómate una copa mientras descansas.
Has tenido muchas emociones contrapuestas en poco tiempo.
· Uuufff, tienes razón.
Este cabrón me ha sacado de mis casillas.
Aún tenía la desfachatez de flirtear conmigo después de lo que me había hecho.
· Ya le quedó claro quien manda ahí.
Aprovéchalo para tu placer y cuando acabes con él nos lo pasas y ya nos encargaremos las demás de ponerlo en su sitio, ja, ja,ja,.
Arancha cogió un whisky escocés de precio prohibitivo para la mayoría de los mortales, se sirvió un vaso de tamaño considerable hasta el borde, hizo el gesto del brindis y lo bebió de un sorbo emulando a los intrépidos cosacos.
· ¡Maite, me lo voy a follar hasta romperle el culo! Este cabrón va a conocer el dolor de una vez por todas.
· Contrólate tía, zúrrale pero sin pasarte.
Tengo unas ganas locas de follarme a tu Manolito y si lo rompes me quedo con las ganas.
En mi aturdimiento, oí como se acercaba a mi.
Me cogió con suma facilidad, me apoyó en el reposa brazos del sofá a la altura de mis caderas boca abajo.
Estiró mis brazos hacia el otro reposa brazos para poder estabilizarme en un ángulo aproximado de 90º con el culo alzado.
Empezó a atarme, con pañuelos de seda muy elegantes, a las patas del sofá con las piernas suficientemente abiertas y los brazos a las patas opuestas.
Empezó a cachetearme el culo con tanta intensidad que el sonido retumbaba por toda el despacho.
· Uuuuffffff, que culito tienes cabrón.
Supongo que hasta un idiota como tú sabe que te voy a follar hasta que me canse de tu culo.
Te lo voy a follar con tanta pasión que no vas a querer que te hagan otra cosa a partir de hoy.
Al poco rato, noté una sustancia fresca y gelatinosa en mi ojete.
Me penetraba con uno de sus dedos con facilidad, metiéndolo y sacándolo cada vez a mayor ritmo.
¡Repitió el mismo proceso con dos y hasta con tres dedos!
· Aaaaaahhhhh, ooooooooohhhhhhh, ay, ay
Se inclinó hacia delante y susurrándome en el oído me dice:
· Te gusta eh, putita.
A partir de ahora vas a ser mi putita, te follaré cuando me plazca y te follarán todas las mujeres que me lo soliciten.
Te dejaré marchar cuando ya no sirvas ni para ser enculado.
¡Lo has entendido!
· Sííííííííííííí.
Se alejó, se volvió a poner los zapatos de tacón, abrió un cajón de su enorme escritorio, sacó un cinturón con dos consoladores a ambos lados, se introdujo uno de ellos en su coño y se lo ató a su cintura.
Se dirigió hacia mi haciendo un inquietante ruido con sus tacones sobre el parquet.
Apuntándome con el otro consolador, se puso enfrente mía, me levanto la cabeza con fuerza y me introdujo con violencia la totalidad del juguetito en la boca.
· Chupa cabrón, no querrás que te lo meta en seco ¿verdad? Ja, ja, ja, .
Moviendo sus caderas de adelante atrás me penetraba hasta chocar contra el fondo de mi garganta.
· Gluuuu, gluuuuuu, aaajjjjjj, aaaajjjjjj.
· ¿Tienes arcadas, eh? Ja,ja,ja, .
eso es una falta de consideración hacia tu superiora.
¡Chupa coño!, ¿o es que no sabes ni hacer eso?.
Venga, venga, que aún queda mucho que evaluar.
Me tuvo así un cuarto de hora hasta que se dio cuenta que llevaba tiempo sin poder respirar adecuadamente.
Estaba mareado y ya casi no tenía consciencia.
· Arancha, despacio, despacio.
Aprieta sin ahogar.
Recuerda que detrás de ti vamos muchas, ja,ja,ja, .
· Creo que ya tengo mi juguetito suficientemente engrasado.
Se coloca a mi espalda, me coge las caderas con firmeza, las orienta a su gusto y me penetra tanteando mi dilatación.
Mi ojete se contrae ante semejante invasor, ella espera pacientemente que me vuelva a relajar y embiste ahora con mayor empuje.
Adelante atrás, adelante atrás, adelante atrás.
Cada vez conseguía introducirlo más adentro e incrementaba el ritmo de las embestida.
Pronto recibía una embestida cada dos segundos al unísono con su respiración jadeante que resonaba por todo el despacho.
· Aaah, aaah, aaah, aaah, aaah, muy bien Manolito, ¿ves?, sabía que esto te iba a gustar.
Aaah, aaah, aaah, Lo primero que deduje de ti es que tu culo tenía un potencial de penetración digno de elogios, ja ,ja, ja, .
· Dale, dale, dale, ooooooohhhhhh, me corro, me corro, aaaaaaaaahhhhhhh.
Joder tía, como me ponen tus jadeos sabiendo que te estas follando el culo de ese cabrón.
· Oooooooohhhhhh, aaaahhhhhhhh, uuuuuuufffffffffff, ¡que corrida más relajante y satisfactoria! Ha sido como quitarme un enorme peso de encima.
¡Dios existe!
Me sacó el consolador del culo, inspeccionó mi ojete y me metió la mano en la polla y los huevos.
· Manolito, no ha sido para tanto ¿no es así? Aún conservas el culo y tienes un buen empalme y los huevos llenos de leche.
Te voy a desatar, me voy a sentar en este sofá, vas a venir a cuatro patas hasta mi lado y te vas a hacer un paja delante mía.
Quiero que te corras en mis pies.
· Eso, deja que se desahogue, quiero oír como se corre tu Manolito.
Me coloque en la posición que me indicó, se sacó el cinturón y me introdujo en la boca el consolador que tenía metido en su coño.
· ¡Que!, ¿está rico, eh? ¿a que te gusto mucho?, ¿a que me prefieres a mi más que a esa puta zorra de Mónica? Venga, dale , dale que no tengo todo el día.
¿quieres que te eche una manito o sabes tu solito?
Con el calentón, había generado cantidades industriales de leche en mis huevos.
Me pajeé como se me ordenó y me corrí donde se me indicó.
· OOOOOOOOOOOOOHHHHHHHHHHHHH.
· Oh, delicioso sonido.
Arancha quiero ser la primera en la lista.
Necesito oír ese rugido en mi cama.
· Uuuuuuuh, cremita para mis zapatos.
Extiéndela bien y luego sácale brillo con la lengua.
Quiero que queden impecables, ja, ja, ja,.
· Que limpie lo que ha ensuciado, ja,ja,ja,.
Lamí laboriosamente toda mi leche de sus zapatos hasta dejarlos relucientes.
Levante la cabeza y me fijé que Arancha tenía una mirada de absoluta satisfacción, esas miradas que solo pueden proyectar los ganadores después de haber avasallado a su rival.
Después de descansar un rato, me levanté cabizbajo y humillado.
Me dirigí al baño para vestirme e irme sin decir una palabra.
Había recibido el castigo que me merecía y no estaba legitimado para pedir explicaciones de ningún tipo.
De echo, sentía fuertes dolores físicos pero una paz interior que me serviría para auto exculparme del mal hecho a Aracha en su infancia.
Sin esperarlo, oí la voz de Arancha que me decía con dulzura.
· Manolito ven aquí, por favor, quiero que me pongas las bragas y las medias.
Anda, hazlo tú, estoy muy cansada.
Me puse de rodillas delante de ella y mientras le ponía las bragas, me limpiaba los restos de leche de mi cara y me acariciaba la cabeza con una expresión facial de ternura y pena a la vez.
Me agarró por la barbilla, levantó mi cara para que le mirase a los ojos y me dijo susurrando:
· Manolito, no te enfades conmigo, esto era necesario.
A partir de ahora, borrón y cuenta nueva.
Te voy a dar una semana de vacaciones pagadas para que te recuperes pero te quiero aquí sin falta.
Por favor, no me vuelvas a fallar.
Quiero que sepas que estoy muy ilusionada de tenerte en la empresa y que dispones de un buen enchufe para lo que desees.
Acercó su cara a la mía y me dio un beso tan auténtico que provocó una explosión de felicidad en mi interior.
· Ahora vístete y a casa.
Te quiero aquí dentro de una semana.
Mientras me vestía en el baño Arancha seguía hablando con su subordinada.
· Oh, que bonito es el amor.
Pero mi importa un bledo tía, tu me dejas a Manolito para que me lo folle o no te vuelvo a hablar.
· A ti y a toda la plantilla de directoras de zona.
Este tío sabe servir a una mujer y para mi lo primero es la productividad de la empresa, después ya vendrá el amor, ja, ja, ja, .
· Ja, ja, ja, .
Fin.
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