¿Quieres agarrármelo? Continuación de: Fui yo quien dio el primer paso para dejarme comer el culo.
Un chico que comenzó a tener sexo con el dueño de una tienda de alimentos, en el vestidor del instituto donde estudia se le queda viendo la verga a un compañero, que se da cuenta y se aprovecha de la situación, al igual que un conserje..
¿Quieres agarrármelo? Continuación de: Fui yo quien dio el primer paso para dejarme comer el culo.
Me encontraba en las duchas, encargado de recoger las toallas del equipo, debía ser el último en bañarme, o por lo menos en salir de las duchas, para no quedara nada regado.
Yo comencé a enjabonarme, cuando uno de los defensas, entró en la ducha colocándose prácticamente a mi lado, de inmediato comenzó a enjabonarse, pero haciendo mucho énfasis en su enorme verga y testículos, los que, sin darme cuenta, capturaron por completo toda mi atención.
Su miembro prácticamente era el doble del tamaño que el mío, yo me sentía acomplejado a su lado, hasta que dirigiéndose a mí me preguntó, descaradamente. “¿Quieres agarrarlo?”
Me sentí sumamente avergonzado y sin decir palabra, comencé a retirarme, es más hasta me sentí ofendido, por la pregunta, ya que a pesar de tener sexo con el dueño de la tienda cercana a mi casa, y hasta vestirme de nena para él, no me consideraba maricón, me decía a mí mismo que estaba experimentando.
Pero de momento sentí que el defensa me abrazó por la espalda, eso me dejó petrificado, en mi vida jamás pensé que eso me fuera a pasar a mí, de inmediato su boca se apoderó de mi oreja y al tiempo que la medio mordisqueaba me decía suavemente. “No te de vergüenza, sé que te gusta mi verga, yo solo quiero que pruebes la mía.”
Como si yo fuera un muñeco de trapo, inclinó mi cuerpo hacia adelante y haciendo que separase mis piernas, comenzó a pasar la cabeza de su verga completamente enjabonada entre mis nalgas.
Mientras que yo no sabía ni qué hacer ni cómo actuar, estaba a punto de darme un ataque de pánico, mi respiración se aceleró tremendamente, mi corazón parecía ser que se me quería salir por la boca, todo mi cuerpo temblaba, sin que yo pudiera hacer algo para evitarlo, era como si me estuviera muriendo de frio.
Pero cuando uno de sus enjabonados dedos, penetró mí ano, como por arte de magia todo mi cuerpo se quedó tranquilo, casi de inmediato sentí esa cosa caliente y bien dura que se abría paso dentro de mis nalgas, aunque sentí un fuerte dolor, que hizo que se me brotasen unas cuantas lágrimas, no fue hasta que terminó de penetrarme del todo, que comencé a sentir otras cosas.
En mi vida había sentido algo parecido, yo pensaba que mi mayor satisfacción hasta esos momentos era, dejarme penetrar por el dueño de la tienda, mamar su verga, además de ponerme pantis y sostén, cuando a solas me masturbaba viendo videos porno.
Pero en esos instantes, el sentir los constantes golpes de este chico contra mi cuerpo, me producían una satisfacción superior a la sentida antes por mí.
De manera involuntaria comencé a mover mis nalgas, al tiempo que él me decía una y otra vez. “Ves cómo te gusta que te lo clave, tienes un culito sabroso, mi reina.” El que me tratase de reina, en nada me molestó, yo seguí moviendo mis caderas, mientras que él extraía por completo su verga de mi culo, y nuevamente me la volvía a enterrar divinamente por completo.
En ciertos momentos me decía a mí mismo que eso no podía estar disfrutando todo eso, que yo era un hombre, pero nada más bastaba que me apretase entre sus brazos, y nuevamente me enterrase su pedazo de carne, para que me derritiera prácticamente.
Yo gemía de placer, en cierto momento, pero al levantar la vista me encontré con la seria mirada del conserje, quien desde una esquina de las duchas nos observaba detenidamente, aunque mi amante al parecer no se dio cuenta de su presencia.
A pesar de eso, seguí disfrutando de lo que el defensa me hacía, hasta que finalmente se vino dentro de mi culo, apretando con fuerza todo mi cuerpo contra el de él.
Después de eso al volver a levantar la vista, ya el conserje no se encontraba, el defensa tomó su toalla, y tras un corto duchazo se marchó.
Yo me quedé con mi culo bien abierto, hasta que la naturaleza hizo que expulsara lo que mi repentino amante dejó dentro de mí.
Ya estaba por ir a buscar mi ropa, cuando apareció nuevamente el conserje, se me quedó viendo de pies a cabeza, caminó a mí alrededor, y en tono amenazante me dijo. “Ya sabes o me das el culo y me mamas mi verga, o le cuento a todo el mundo como te encontré dejándote dar por el culo, y lo mucho que lo disfrutabas, tú decides.”
Definitivamente lo que me terminaba de decir, no era en tono de juego, yo que me encontraba extremadamente confundido, por no entender que eso me hubiera gustado tanto.
El conserje me tomó por el brazo, como sabiendo la respuesta que yo le daría, así desnudo como me encontraba, después de abrir su covacha me hizo entrar, cerrando la puerta tras de nosotros.
Él antes de tomar asiento en una vieja silla o poltrona reclinable, me colocó las manos sobre mis hombros, y haciendo un pequeño esfuerzo, logró que yo me arrodillase frente a él.
Casi de inmediato extrajo su verga y la colocó frente a mis ojos, resignado a mi suerte, no me quedó más remedio que abrir mi boca y comenzar a mamársela.
La verdad es que me sentí, sumamente sucio, al tener su miembro dentro de mi boca y chupárselo, hasta que él agarrándome por la cabeza, comenzó a movérmela más y más rápido hasta que de momento se detuvo en seco, fue cuando sentí ese chorro de semen invadiendo toda mi boca.
De forma involuntaria me tragué una gran cantidad de su leche, y aunque traté de vomitar, apenas salí de la covacha, escupí lo poco que aún me quedaba dentro de mi boca y en repetidas ocasiones me enjuagué la boca, hasta que él dándome una nalgada me dijo. “Mañana te espero, cariño a esta misma hora, no faltes.”
Me sentía atrapado, entre la espada y la pared, por una parte, el defensa del equipo, y por otra el conserje.
Esa noche en mi habitación no dejaba de auto recriminarme el dejar que me penetrasen, pero también pensé en lo rico que me había sentido cuando me daban por el culo, sin que yo opusiera resistencia alguna, y que para colmo de males el conserje me pusiera a mamar nada más diciéndome que se lo contaría a todo el mundo, después fue que me di cuenta que lo del conserje utilizó eso para presionarme.
Durante el resto del día procuré no encontrarme ni con el defensa ni con el conserje, por miedo, por vergüenza, o porque quizás no supiera decirles que no nuevamente.
En cuanto al conserje, simplemente no pensaba presentarme a su covacha, pero ya había terminado con todos mis compromisos, cuando al darme cuenta de que ya eran casi las ocho de la noche, salí como un desesperado corriendo hasta que llegué a la covacha.
Apenas llegué el conserje cerró la puerta tras de mi nuevamente, y sin que él me dijese nada, me desnudé completamente.
Era algo que yo no podía controlar, sabía lo que me esperaba y con todo y eso me presenté, así que cuando el conserje me comenzó acariciar y buscó mi boca para besarme, lo dejé que me hiciera lo que se le antojaba.
Sin que él ni tan siquiera me lo insinuase, me agaché y comencé a mamar su verga, hasta que en cierto momento escuché su ronca voz diciéndome. “Mamacita quiero darte por ese culito, ahora.”
Su manera de decirme eso, hizo que dejase de mamar y sumisamente me colocase en cuatro patas esperando ser penetrado por él.
Sentí sus gruesas y tocas manos acariciando mis nalgas, una y otra vez, hasta que comenzó a presionar suavemente la cabeza de su verga contra mi palpitante esfínter.
Nuevamente sentí ese sabroso dolor que me volvía loco, y al cual ya con una vez bastó para sentirme adicto a eso.
El conserje metía y sacaba todo su miembro de entre mis nalgas, mientras que yo como poseído, movía mis caderas buscando una mayor satisfacción y deleite.
A medida que me continuaba dando por el culo, el conserje me fue diciendo un sinfín de cosas, que jamás pensé que me agradaría escuchar de la boca de otro hombre.
Sus brazos me aprisionaban fuertemente contra su pecho, mientras que yo con fina voz le decía que me diera mucho más duro.
En esos instantes sentí que una de sus manos me agarró mi verga y al tiempo que me continuaba clavando por el culo, comenzó a masturbarme, hasta que a los pocos momentos hizo que me viniera salvajemente.
Él también se vino, pero dentro de mi culo, cuando nos separamos, mientras que yo expulsaba lo que él me había dejado dentro y me lavaba el culo con agua, me dijo. “La verdad es que eres todo un maricón, te encanta que te den por el culo verdad.” a lo que yo no pudiendo negarme, y algo avergonzado finalmente le dije que sí.
Luego de eso me indicó que para la próxima vez me vestiera de nena, a lo que sin más ni más le respondí que sí.
Desde ese momento me di cuenta de que por más que yo lo niegue, me gusta que me claven una buena verga dentro de mi culo, mamar, y vestirme de chica.
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