Quiero que me des el culo por las buenas o lo tomó a la mala
Un expresidiario que trabaja como guardia de seguridad, luego que un joven que trabaja en la misma fabrica le pide permiso para bañarse en el patio interior, el expresidiario a la fuerza le come el culo al joven.
Quiero que me des el culo por las buenas o lo tomó a la mala
Recién y había salido de la cárcel, después de un encierro de diez años, por robo, pero apenas salí, gracias a un conocido comencé a trabajar de noche, como guardia de seguridad en una fábrica.
Ese fin de semana, cuando llegué a tomar mi turno, un grupo de trabajadores terminaban de echar un piso, y apenas terminaron se retiraron inmediatamente, todos menos un joven que estaba a cargo de supervisarlos.
Como él también estuvo ayudando a echar el cemento, sudó y se ensució bastante, tanto que antes de marcharse, me pidió permiso para darse un baño, y poder cambiarse de ropa.
Yo como realmente eso en nada me molestaba, le dije que bien podía, usar la manguera que había en el patio interior, además, a esa hora de la noche, nadie lo vería bañarse aparte de mí, ya que tenía que abrir la puerta que comunica al patio.
El chico como de unos veinte años más, o menos, apenas llegó al patio, tomó una silla, comenzó a desnudarse, y a colocar su ropa sobre la silla.
Hasta ese momento yo me había limitado a indicarle donde se encontraba la manguera, y como abrir la llave.
Pero apenas vi como comenzó a mojar su delgado cuerpo, y a enjabonarse sobre todo sus blancas y pálidas nalgas, comencé a sentir algo, que desde que salí de prisión no sentía.
Tan solo ver sus nalgas, me recordaron el sin fin de culitos que me comí mientras estuve preso, la mayoría de ellos, de tipos recién llegados.
Yo lo seguía observando, al tiempo que él se dio cuenta y mientras lo miraba, él me dio la espalda mostrándome como enjabonaba sus paradas nalgas, por lo que más ganas me dieron de comerle el culo al flaco ese.
En ocasiones, mientras estuve preso, me comía más de dos o tres culitos a la semana, pero desde que salí a la libre comunidad, no había tenido nada de ese tipo de acción.
Así que de repente mientras él seguía enjabonándose las nalgas, me le acerqué, y al él verme frente a él volvió a darme la espalda, y continuó enjabonándoselas de manera insistentemente.
Yo me le quedé viendo fijamente sus nalgas, y a medida que me acercaba a él, fui sacando mi verga, y le dije casi pegado a su oído. “Quiero que me des ese culo por las buenas, o lo tomó por las malas, tú dirás.”
El chico de inmediato abrió desmesuradamente los ojos, en ese momento sin dejar ver sus nalgas, le propiné una suave nalgada,
El joven se quedó en silencio viendo mi verga, y seguramente pensando si yo era capaz o no de hacer lo que le había dicho, ya estaba por agarrarlo, cuando escuché su apagada voz diciéndome. “Si yo hago todo lo que usted quiera, pero no me haga daño.”
Al escucharlo, sentí una inmensa alegría, de inmediato comencé a desnudarme completamente, como lo hacía cuando estaba preso, consciente de que nadie nos podía ver.
No bien me había desnudado, le dije antes de darte por el culo deseo que me lo mames, y frente a él tomé la manguera, y el mismo jabón que usó para bañarse, y me enjaboné bastante mi parada verga, al finalizar de enjuagarla, me acerqué a su cuerpo, y tomándolo por el cabello dirigí su rostro a mi verga.
Tímidamente sentí sus cálidos labios, contra la cabeza de mi verga, pero al tratar de penetrar su boca, sus dientes se encontraban completamente cerrados, hasta que, cacheteándolo con mi verga, de inmediato reaccionó abriendo del todo su boca.
Al principio únicamente a manera de ir probando el terreno, me limité a meter mi glande, sentí su lengua sobre la cual mi verga comenzaba a deslizarse.
Poco a poco le fui introduciendo el resto, hasta que mi verga desapareció por completo dentro de su boca, el chico en cierto momento tuvo nauseas, pero tras darle un cariñoso coscorrón, las náuseas desaparecieron.
Por un buen rato, lo mantuve mamando, que para ser su primera vez lo hizo de maravilla.
Quizá estando en la cárcel, seguramente me hubiera venido dentro de su boca, como lo hice en un sin número de ocasiones con los recién llegados.
Pero llevaba tanto tiempo sin comerme un culo, que decidí que primero me volvería a dar ese gusto, y si me quedaban ganas, lo pondría a mamar nuevamente mi verga.
Su manera de mirarme era algo rara, pero poco me importó como él me veía, ni lo que pensara de mí en esos momentos, así que tomándolo nuevamente por uno de sus brazos lo coloqué en el piso, para luego pegar su pecho contra el suelo, dejando sus llamativas y pálidas nalgas al aire.
Por unos momentos pasé mi verga por la raja de sus nalgas, y sentí como su cuerpo se ponía tenso, y temblaba a medida que lo rosaba con mi verga.
Así que se me ocurrió decirle. “Relájate que, si te pones muy tenso, seguramente te dolerá muchísimo más que si te quedas quieto, pero relajado.”
Sus nalgas aún se mantenían bastante mojadas y enjabonadas, por lo que se me ocurrió, para excitarme un poco más, comenzar por jugar con su apretado culito, así que después de que me embadurné las manos de jabón comencé a pasar mis dedos por sobre su colorado, y oscuro esfínter.
Poco a poco comencé por ir introduciendo mi dedo índice, lo metía, y sacaba lentamente, mientras que él comenzó a gemir de placer, por lo que yo tan gustosamente le estaba haciendo.
Así que continué introduciendo mis dedos, dentro de su culo, de uno en uno, mientras que él se mantenía de rodillas, con las piernas algo separadas, su pecho al igual que su rostro, pegados al suelo del patio interior, y sus manos pegadas al piso.
Ya le había comenzado a introducir cuatro de mis dedos, dentro de su culo, y él aun ni se quejaba, pero daba muestra de que eso le gustaba.
Yo seguí divirtiéndome entre toquetear sus testículos, y acariciando su culo e introduciéndole rítmicamente mis cuatro dedos, con el fin de dilatarle un poco su apretado esfínter.
Recordé, las dos únicas veces que me castigaron en diez años, por hacerle eso a algunos de los recién llegados.
Uno era un tipo que sufría de hemorroides, y al clavármelo le rompí el culo, pero a pesar de los gritos que dio, ningún guardia se asomó a ver qué pasaba, y no fue después de que terminé, como vi que continuaba votando sangre, que decidí llamar al guardia.
Cualquiera se daba cuenta de que, si los dos estábamos solos y encerrados en la misma celda, el único que podía haberle hecho eso era yo, por lo que pasé par de días en el solitario.
El segundo fue un mariconcito que después de que le di por el culo se empeñó en que lo dejasen en mi celda, y al preguntarle por qué, el maricón les dijo lo mucho que yo lo había puesto a gozar a medida que me lo estaba clavando, por eso también dos días en el solitario.
Al terminar de recordar eso, me levanté del suelo, y colocándome frente a él, le volví a mostrar mi verga, sus ojos parecían que se le iban a salir de sus cuencas.
El ver su reacción en su rostro, me excitó bárbaramente, tanto que, sin demora, me coloqué tras él y nuevamente comencé a pasar mi verga por sobre su esfínter, y poco a poco comencé a penetrarlo.
Si grito de dolor, así como sus llorosos pedidos, para que le sacase mi verga de su culo, me excitaron muchísimo más.
A medida que continué penetrándolo, sus gritos de dolor, como los sollozos pedidos que me estaba haciendo, fueron perdiendo fuerza, hasta que se quedó en silencio.
Ya tenía toda mi verga clavada dentro de su culo, mis bolas chocaban con sus pálidas nalgas, pero cuando continué metiendo mi verga, y sacándola de su culo, sentí como él comenzó a mover sus caderas.
Yo en parte me quedé sorprendido, pero al mismo tiempo me alegré. Ya que para mí no hay cosa más sabrosa, que un culito apretado, se mueva como él lo estaba haciendo.
En cierto momento al tiempo que yo no dejaba de meter y sacar mi verga de su culo, con una de mis manos comencé a masturbarlo. Esa fue la gota que derramó el vaso, ya que él continuó moviendo sus caderas con más, y más fuerza.
Por lo que al ver cómo iba respondiendo, me detuve por unos segundos, dejé de masturbarlo él, buscó un mejor apoyo contra el piso, levantando su torso, pero sin dejar de mover sus nalgas.
Así que a medida que yo continuaba clavándomelo, nuevamente agarré su erecto miembro, y lo arropé con cuerpo, hasta que mi boca alcanzó su nuca la que suavemente mordía, al tiempo que sus gemidos de placer me embriagaban.
Así estuvimos por un buen rato, yo clavando mi verga dentro de sus paradas nalgas, y él moviéndolas como si en ello le fuera la vida, hasta que, finalmente apretándolo contra mi desnudo cuerpo, me vine por completo dentro de su culo.
Cuando me levanté él se me quedó mirando de una manera bien especial, casi se podría decir que con cierto grado de coquetería.
El joven se me acercó, y agarrando la manguera, se dedicó a lavar mí ya mustia verga, después de lo cual, sin yo ni tan siquiera insinuárselo, se arrodilló frente a mí, y nuevamente introduciendo mi verga dentro de su boca comenzó a chuparla de manera deliciosa.
Sentí nuevamente que mi verga se ponía dura, mientras él continuaba mamando, yo coloqué mis manos sobre su cabeza, y fui marcándole el paso, mientras que él continuaba mama que mama, hasta que nuevamente acabé.
Al terminar de venirme, saqué mi verga de su boca, y comencé a vestirme, mientras que él agarró la manguera, y se dedicó a expulsar lo que previamente le había dejado dentro de su cuerpo.
Yo lo seguí observando hasta que después de bañarse nuevamente, se vistió, y sin decirme nada se retiró.
Yo me quedé tranquilo, sabiendo que él no le diría a nadie lo que le había pasado, y hasta pensé que no lo volvería a ver más, pero me equivoqué, ya que el siguiente sábado en la noche, llegó me vio, y se encaminó al patio interior de la fábrica.
Cuando le di alcance, me encontré que ya había comenzado a desnudarse, para después ponerse en cuatro sin tan siquiera mirarme, hasta que me acerqué, y tras acariciar sus paradas nalgas también me desnudé.
Por un rato nos besamos, y acariciamos, hasta que de momento me ofreció sus nalgas las que no rechacé.
Yo sigo haciendo las guardias los fines de semana en la fábrica, mientras que él ocasionalmente pasa a visitarme.
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