Retiros Espirituales – Capítulo 10
El castigo continúa mientras Pablo es sorprendido por alguien más en su escondite… .
Me encontraba al límite detrás de ese árbol espiando la escena más morbosa que mis ojos hayan visto y adicional a esto, siendo espiado, hasta donde podía ver, por un extraño hetero que llevaba 3 días de conocerlo, ¡uff!, ¿qué más podía pedir?, hacía de todo para alargar mi paja, no quería perderme nada de aquella situación, en el ágora continuaban los castigos para Sebastián, Manuel y Esteban, los últimos dos sufrían el constante estímulo en sus próstatas por parte del dedeo de los monitores y sus bocas eran penetradas violentamente por los dos cocineros, el troglodita padecía de ese orgasmo retrasado por parte de Carlos mientras continuaba recibiendo azotes en su culo por parte del tercer cocinero, todos tres se quejaban, bufaban y se dividían entre el dolor y el placer, Adolfo continuaba atado en su sitio mientras se masturbaba lentamente y yo en la misma dinámica del anciano sin despegar los ojos ni un instante de aquella maravillosa escena.
Pasados varios minutos, el líder obligó a Daniel a ponerse en cuatro frente a Sebastián y del lugar donde se guardaban todos los objetos, sacó un frasco que regó en el culo del monitor, supuse yo que era algún aceite o lubricante, luego comenzó a preparar ese culo introduciendo uno, dos y luego tres dedos y al sentirlo lo suficientemente bien dilatado, lo acercó lo más que pudo a la verga de Sebastián y este sin dudarlo comenzó un mete y saca salvaje, se notaba el deseo de penetrarlo, de poseerlo, de culearlo y de llenarle rápidamente el culo con su leche, Carlos aprovechó el momento en el que estaba el troglodita y vacío una buena cantidad del líquido del frasco en la espada de este para luego comenzar a untar su culo y sin que este pudiera revirar, introdujo uno, dos y luego tres de sus dedos en ese culo virgen, Sebastián bufada de dolor y placer, no daba crédito a lo que estaba pasando, sentía toda su hombría de años, hecha añicos, pero no estaba en condiciones de reclamar nada, no podía zafarse de aquel dedeo intenso, solo podía continuar su mete y saca en el culo de Daniel y esperar el desenlace, era claro que se avecinaba una penetración, yo deseaba que fuera Carlos quien hiciera aquello para poder disfrutarlo por fin completamente desnudo, después de dejar ese culo bien dilatado, Carlos se paró frente a todos y se quitó su túnica, “¡Dios mío!”, susurré yo solo desde mi escondite, el cuerpo de ese man parecía tallado por los mismos Dioses, cada músculo en su lugar, unas piernas largas y definidas con una capa de pelos que le daban ese toque masculino que tanto me gustaba de él, un culo redondo y trabajado que se lograba ver debajo de la tela blanca de sus slips, un bulto que dejaba ver una erección hacia un lado, revelando una verga, aún tapada por esa tela, de un buen tamaño, un abdomen definido cuadro a cuadro con algo de pelos más hacia el inicio de la ingle y una “cresta iliaca” definida que bajaba hasta perderse en el elástico de aquella prenda interior, su pecho igual de trabajado con más pelos que el resto de su torso y una espalda ancha reafirmando el trabajo en el gimnasio, por fin estaba viendo a este macho en ropa interior, verlo en slips blanco era más de lo que podía pedir, estuve a punto de venirme en ese instante, tuve que hacer un esfuerzo grande para no eyacular, fue mi momento de mayor concentración, al punto de olvidar por completo lo que pasaba a mi alrededor.
Carlos comenzó a caminar así como se encontraba rodeando a todos los participantes de esta “orgia” bondage y de manera talentosa, corrió a Daniel a punto del orgasmo de Sebastián, este volvió a bufar desesperado al ver su eyaculación nuevamente interrumpida, luego ordenó a los dos cocineros que penetraban las bocas de Manuel y Esteban que pasarán adelante para que comenzaran con la penetración anal de los mismos, estos fueron corridos de nuevo hacia adelante en aquellas piedras cúbicas, sus rostros recuperaron apoyo y mostraban mucho temor, negaban con sus cabezas y gritaban a lo que las mordazas los dejaban, pero su destino ya estaba marcado, los cocineros tomaron su lugar y sin contemplación alguna, penetraron esos dos culos que llevaban tiempo siendo dedeados y dilatados por parte de los monitores, los dos sometidos solo podían gritar, llorar y quejarse del dolor, sus culos estaban recibiendo por primera vez en su vida una ración de verga tan salvaje que no le desearía a nadie que así fuera su primera vez, Sebastián estaba loco, bufaba como una bestia en celo, ver a sus amigos en esa situación lo sacó de si, quería ser él, el que estuviera desvirgando a sus amigos, lo había deseado por años, pero Carlos le había acabado de arrebatar ese privilegio, entre los tres se miraban, Esteban y Manuel mostraban vergüenza ante la mirada de su gran amigo y este mientras tanto, mostraba rabia, impotencia y a la vez deseo y excitación, Carlos hizo un amague de bajarse su ropa interior, yo ya no podía más, cuando de repente sentí la presencia de alguien a mis espaldas, de inmediato intenté bajar mi túnica para taparme pero una mano me detuvo y al oído una voz me dijo: “¿con qué a esto es que dedicas tus horas de sueño?”, inmediatamente volteé a ver quién era y me encontré con el rostro inexpresivo pero esta vez con cierta picardía de Santiago, intenté hablar para explicarle, ¿qué?, no sé, era muy obvia la situación, pero él me cayó recordándome que nos podían descubrir, se pegó un poco más a mi para poder sacar su cabeza y así poder ver hacia el ágora y al ver la escena, solo dijo: “wow, esto sobrepasa todos mis límites, yo he visto castigos pesados en mi vida, pero este ya sobrepasa todo”, pensé que se iba a devolver a su cuarto pero continuaba ahí, detrás mío, yo estaba cortado, se me había bajado la excitación, estaba maldiciendo su presencia y por esta razón me atreví a preguntarle qué por qué continuaba entonces ahí, él solo me respondió: “quiero saber a qué me enfrento si alguno de esos días en los retiros me tocará experimentar uno de esos castigos, ¿sabes algo, Pablo?, estoy seguro que casi todos, por no decir que todos los que asistimos a este evento, saldremos salpicados e involucrados directa o indirectamente por las raras prácticas de Carlos, yo ya me estoy haciendo a la idea, tú deberías hacerte también a esta idea y continúa en lo que estabas, por mí no te cortes”, yo solo me atreví a continuar viendo lo que allí pasaba, miré de nuevo a la casa y vi la ventana vacía pero aún con la luz prendida, me pregunté a donde habrá ido David y volví la mirada al ágora.
Carlos continuaba con sus manos en el elástico de su ropa interior, amagando con bajarlos, pero lo sentí más alerta, miraba a todas partes y sentí temor de que nos haya escuchado a la llegada a mi escondite del rugbier, los dos cocineros continuaban penetrando a Esteban y Manuel, Carlos no bajo sus slips, “¡maldita sea!”, maldije en ese instante y Santiago solo rió, volvió a acercarle el culo de Daniel a la verga de Sebastián e inmediatamente ordenó algo al oído del tercer cocinero, el moreno más fornido y dotado de los tres presentes y este de inmediato se posó detrás del troglodita y de un solo golpe lo penetró sin contemplación alguna, Sebastián gritó a lo que le dio su gag ball, de sus ojos salieron lágrimas, su cara se tornó roja de la ira y la vergüenza y movió sus manos con fuerza buscando soltarlas para poder hacer algo pero era imposible y en cuestión de segundos, el cocinero lo sometió y como a un caballos salvaje, lo fue domando, al punto que solo se limitó a seguir con su penetración al culo del monitor mientras recibía por primera vez en su vida, una verga de un tamaño bastante considerable, Carlos miraba la escena con demasiado morbo, se podía ver en su ropa interior una mancha de presemen, Adolfo comenzaba a bufar y a botar leche de su verga de manera abundante, Andrés, resignadamente, había comenzado también a pajearse al ver que no iba a tener más participación en esta escena, los dos cocineros comenzaron a pajear a los dos castigados buscando que sus vergas se pararan, la “orgía” bondage continuaba, yo volvía a excitarme al 100% y se me estaba olvidando quien recién había llegado por detrás de mí, pero comencé a sentir muy cerca de mi oído una respiración algo agitada, no quise decir nada, solo seguía con mi masturbación sin levantar mi túnica del todo, no quería exponerle mi culo a Santiago así haya acabado de vérmelo.
Pasaron varios minutos y Andrés fue interrumpido en su paja por Carlos quien lo empujó cayendo al piso y dirigió su cara a la verga de Daniel, tal cual lo había hecho Adolfo días pasados, este comenzó a mamar esa verga hasta que la tuvo completamente erecta en su boca, el rubio comenzó a bufar de la excitación y varios segundos después, llenó la boca de su colega con su leche, su orgasmo hizo presionar su culo lo que provocó el orgasmo de Sebastián quien ya estaba entregado a su destino y encontrando algo de placer en la violenta culeada que le daba el cocinero, al llenar ese culo de leche, producto de ese orgasmo, tuvo que reconocer en su mente que nunca en su vida había tenido un orgasmo de ese calibre, su cabeza estaba ida, desconectada de la realidad y solo pensaba en lo mucho que acaba de disfrutar y en esa realidad estaba cuando comenzó a sentir su culo llenarse de leche del cocinero, eso lo sacó aún más y quizo sacudirse para evitar ser “preñado” pero la fuerza del moreno era superior, este terminó de venirse y retiró su verga ya casi flácida de ese culo, escurriendo leche y algo de sangre, yo ahí sentí lástima por ese man, debo confesarlo, pero al verle su cara, pude ver algo de placer, cosa que me dio tranquilidad y mayor excitación, hubiera deseado ser yo quien desvirgara ese culo y así bajarle esos humos de macho recalcitrante que tenía.
Los otros dos cocineros continuaban con su tarea, Manuel y Esteban parecían estar ya disfrutando de tan violentas culeadas y varios minutos después comenzaron a eyacular, casi al unísono, esto hizo que ambos cocineros también comenzaran a llenar esos culos de leche y con casi el final de la escena, yo estaba a punto también de terminar, aceleré el ritmo para poder irme rápido a mi cuarto cuando sentí que Santiago se recostó más de la cuenta sobre mi espalda y no sé si fue impresión mía, pero logré sentir su verga erecta en mi culo y su respiración aún mucho más agitada, esto hizo que yo parara mi culo para sentir más esa verga, él no hizo ningún amague para quitarse y yo solo pude alzar un poco más mi túnica por delante para luego vaciar mi leche en el tallo de aquel árbol, me vine de forma abundante, perdí un poco el equilibrio y la mano del rugbier me logró sostener por el pecho, atrayéndome mucho más hacia él y pudiendo sentir mucho más esa erección, no había duda, Santiago había logrado excitarse con lo que había acabado de ver, yo me logré recuperar, quería alargar ese momento aún más, pero sabía el riesgo y decidí sacarnos del trance, advertir el peligro y salí sigilosamente hacia mi habitación, Santiago me siguió dejando la escena sin saber que iba a pasar con Carlos, solo logré ver al final los rostros desencajados de los castigados y de Andrés en el piso, y de placer y éxtasis del resto, ¿iba a pasar algo más?, no sé, pero no iba a ponerme más en riesgo por presenciarlo, rogué porque ahí terminara esa escena para no arrepentirme luego y de camino a la casa, vi de nuevo a la ventana y David de nuevo marcando una paja salvaje y diciéndome mil cosas con la mirada, llegué a mi cuarto, solo vi como Santiago entraba al suyo y cerraba la puerta, yo hice lo mismo y corrí a la ventana y al mirar al ágora vi que estaban desatando a los tres castigados y Carlos ya vestía de nuevo su túnica, me dio un parte de paz saber que no me había perdido de mucho, me di una ducha y me fui a mi cama, dormir fue casi imposible con todo lo que había acabado de presenciar pero al final el cansancio me venció.
Continuará…
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