Retiros Espirituales – Capítulo 13 (segunda parte)
La cabalgata continúa y ahora con unos intrusos en nuestros culos… .
Pasada una media hora de cabalgata y con mi mente llena de imágenes morbosas, Carlos pidió a Abel parar en una zona arborizada de la hacienda, quería que tomáramos algo de sombra y aprovechar para descansar y orinar ya que el constante movimiento generó en muchos este deseo de vaciar nuestras vejigas, así lo hicimos y cada uno de nosotros buscó un lugar para hacerlo, fue morboso ver a todos estos machos en esta posición, busqué como loco a Carlos pero vi que Abel se lo llevó más adelante a un lugar más privado y así evitar que lo pudiéramos ver, a mi lado se hizo Sebastián, era claro que quería continuar provocándome y le di lo que quería, no me perdí ni un segundo de su meada, no era este mi fetiche, pero el solo hecho de verlo así y buscando cualquier pretexto para mantener vivo el juego entre los dos, me calentaba sobremanera, del resto del grupo solo pude ver sus espaldas, algunos culos, sobre todo en aquellos que no llevaban ropa interior y escuchar sus chorros golpear algún árbol o la manga en el suelo.
Nos regalaron algunos minutos para deleitarnos con el lugar, el paisaje era bastante bonito, había que admitirlo, nos alejamos un poco de nuestros caballos caminando, nos adentramos un poco en ese bosque y a lo lejos pudimos ver como Abel y Carlos saludaban a algunos trabajadores de la hacienda que llegaban al lugar donde estábamos, pasado un tiempo en donde muchos nos acostamos en la manga a mirar a los árboles y al cielo, sentimos el grito del líder pidiendo que volveríamos para terminar con la actividad.
Al llegar a nuestros caballos, pude ver más de cerca a los trabajadores, eran 5 en total, típicos hombres de campo, llevaban puesto un overol pero dejando al descubierto sus torsos los cuales denotaban su trabajo pesado en la hacienda, aquí todo parecía hecho con casting previo, cuando nos acercamos más a nuestros animales, nos sorprendimos mucho con lo que vimos, parecía sacado de una película porno y de las baratas, de las sillas de montar de quienes no llevábamos ropa interior hasta ese momento, habían pegado unas especies de dildos, plugs o como ustedes los quieran llamar, pretendían que nos sentáramos sobre esto y continuar la cabalgata con esto penetrando nuestros culos, visto así, era algo súper morboso, siempre y cuando fueran otros los obligados a esto, pero cuando pensé detenidamente que yo era uno de los que estaba próximo a tener que sentarme en un dildo de esos, pensé que no iba a ser tan morbosa la situación, Carlos vio nuestras caras y yo pude ver en la de él su malicia tan característica, los que aún conservaban su ropa interior mostraron cara de sorpresa, angustia, repudio y hasta risa logré ver en algunos, yo tragué saliva y me comencé a hacer a la idea de aceptar mi castigo como todo un macho, Abel acosó azotando su fusta como siempre, atemorizándonos y buscando que montáramos los caballos y explicó al grupo que este artículo puesto en nuestras sillas era parte del castigo que merecíamos por haber incumplido las reglas de El Edén de alguna u otra manera y que si no queríamos seguir sumando faltas, nos aconsejaba que montáramos rápido nuestros caballos, acto seguido y sin ellos dos haber ni siquiera mostrado un ápice de resistencia, Esteban y Manuel reciben un golpe en sus culos por parte del “mayordomo”, yo ahí si sentí algo de rabia por la injusticia, ellos dos no habían manifestado que no lo harían pero sabía que esa era la manera de Abel, no solo de intimidarlos a ellos dos, si no al resto de nosotros.
Los manes sin castigo ya estaban en sus caballos, nosotros aún seguíamos debatiéndonos entre montar o no montar y recibir un castigo peor, Carlos le había cedido por completo el poder a Abel, los trabajadores sacaban de uno de sus bolsillos unos frascos con aceite, me pude imaginar su función y pude ver como Luis montaba su animal, cuando estaba a punto de sentarse, su dildo fue embadurnado con el aceite en los frascos al igual que su ano, con la ayuda de sus dos manos, abrió su culosy se dejó caer en la silla, ver ese dildo desaparecer y verle la cara a este señor con una mezcla de dolor y placer, fue casi un éxtasis para mí, el “mayordomo” aprovechó la escena para volver a agitar su fusta y advertirnos que esto podía ser por las buenas o por las malas, Sebastián fue el siguiente en trepar su bestia, en él hubo más dificultad incluso al punto que uno de los trabajadores tuvo que tener el dildo ya bañado en aceite con su mano y dirigirlo al culo del troglodita, este se quejó a sentirlo entrar en su ano, se quedó quieto por unos segundos buscando acostumbrarse a este intruso y al abrir sus ojos, con algo de lágrimas, miró a sus amigos diciéndoles con su mirada que lo hicieran, que no era tan grave como parecía y que se evitaran más golpes, estos dos así lo entendieron y se subieron rápido, pidieron la misma ayuda que recibió su amigo, arrugaron sus caras del dolor y pasados unos segundos ya se veían acomodados en sus sillas, yo solo pensaba en lo ingenuo que eran estos tres, les quería ver las caras cuando empezara de nuevo la cabalgata y ahí estaba yo comenzando mi ascenso a ese caballo, no quería recibir un maltrato por parte de Abel, no iba a ser fácil sentarme en esa silla pero tampoco imposible, aclaro que en varias de mis experiencias homosexuales he jugado de pasivo y lo he disfrutado mucho igual como disfruto cuando juego el rol de activo, estando arriba, imité el movimiento de los dos señores, quería hacerle honor a su experiencia, no sin antes pedir un poco de ayuda con ese aceite para que mi penetración con ese dildo no fuera tan molesta, recibí una buena dosis en mi culo por parte de uno de los trabajadores, sentí que este demoró un poco más su aplicación e intentó meterme uno de sus dedos, yo inmediatamente quite su mano, lo miré incisivamente y me dejé caer suave y lentamente sobre la silla, el dildo fue entrando, sentí un poco de dolor, logré abrir un poco mis ojos, pude ver la cara de Sebastián inicialmente, se le notaba el morbo, luego la de Carlos que no mostraba expresión alguna pero pude ver un leve moviendo de su mano en su verga, Esteban y Manuel mostraron en los suyos algo de empatía y no sé por qué terminé fijando mi mirada en Camilo y Ricardo, estos dos cagones me estaban llamando la atención más de la cuenta, no vi en sus rostros alguna expresión que los delatara pero si pude ver que no quitaron la mirada ni un segundo a todo lo que me estaba pasando.
Ahí estaba yo con un dildo en el culo, encima de un caballo, cuando sentí movimiento a mi lado, era David quien comenzó a correr queriendo escapar del lugar, los trabajadores intentaron frenarlo y salieron detrás, el trigueño corría más rápido producto de sus habilidades pero más que todo, producto de su miedo, Abel viendo a sus trabajadores superados por David, montó su caballo y cual vaquero, sacó su lazo ecuestre, hizo el lanzamiento perfecto y amarró a David obligándolo a caer al piso cual res en rodeo, esto me pareció algo extremo pero demasiado morboso, ver a una persona tratada como una res, me pareció algo súper arrechante, los trabajadores alcanzaron a David, lo levantaron del suelo, lo llevaron de nuevo a donde estábamos todos y ahí fue obligado a ponerse en cuatro patas para después ver llegar al “mayordomo”, bajar de su caballo y con fusta en mano comenzar los azotes, fueron más de diez azotes que ese culo recibió, el trigueño solo se quejaba y lagrimeaba, pedía que parara pero Abel solo le pedía que dijera que sí a montarse al caballo y continuar el recorrido, él solo respondía que él no era gay y que nunca había metido nada en su culo, que no lo obligaran a hacer esto, que podrían haber otro tipo de castigos, a lo que recibió varios azotes más, ya con su culo casi en carne viva y viéndose rendido, optó por aceptar e inmediatamente su culo fue bañado en aceite, su ano fue dilatado con varios dedos de dos de esos trabajadores, su cara denotaba dolor y humillación y cuando estos dos vieron que ese ano ya estaba listo, pidieron ayuda al resto de sus colegas y lo cargaron al caballo, David vio que podía caer de mala manera en esa silla y pidió que lo soltaran, que lo haría por su propia cuenta, logró poner sus pies en los estribos, abrir su culo y lentamente se dejó caer sobre su dildo, puedo jurar que ese dildo era el más grande de todos, ¡pobre hombre!, pensé yo, ya entendía la señal aquella de Carlos a Abel, pero que rico ver a ese macho sentado en ese objeto, ¡jijiji!, me reí malévolamente, esa sentada estaba demorando más de lo planeado y un con chasquido de dedos de Abel a sus peones, lo empujaron, obligando al trigeño a caer de un golpe en ese dildo y tragárselo sin contemplación, su cara se desfiguró, sus ojos lagrimearon, su dientes se apretaron y al intentar volver a pararse, dos de esos hombres se lo impidieron, obligándolo a permanecer sentado, dejaron que se acostumbrara un poco y al rato de este seguir con los ojos cerrados, lamentándose y acostumbrándose al dildo, Javier y Diego también montaron sus caballos con mucha dificultad, pero no querían recibir el mismo trato del trigueño y se tragaron esos dos dildos, ver dos machitos más cediendo a este tipo de trato me estaba llevando a una calentura de campeonato, ya con todos de nuevo en nuestros caballos, Abel arremetió con su fusta y comenzó de nuevo la cabalgata sin darle más tiempo a ninguno de acostumbrarnos a ese intruso en nuestros anos.
El resto de la cabalgata duró poco pero con un dildo en el culo entrando y saliendo según el ritmo que marcará el paso del caballo, duró una eternidad, debo reconocer que si hubo algo de placer, mi próstata fue estimulada por ese objeto, quise sacar mi verga y hacerme una paja para que no me molestara tanto lo que estaba pasando, Abel no dejó ni un segundo que nuestros caballos pararan, él quería que el castigo fuera constante, vi en Sebastián, Esteban y Manuel gran molestia, no la estaban pasando bien, Luis mostraba experiencia en montar caballos y en su dominio del brinco sobre el animal, pudo darle mayor control al dildo penetrando su culo, al punto que pude ver placer en su cara y sus verga, se veía erecta y la mostraban de manera descarada, por otra parte, quién estaba llevando la peor partes, era David, estaba padeciendo este castigo, nunca me imaginé verlo así, sabía que sus “ocurrencias” traerían consecuencias, pero no tan inmediatas, que equivocado estaba, el trigueño se quejaba, gritaba, lloraba e intentaba frenar y bajar de su caballo, pero dos de los trabajadores lo escoltaban, se habían unido a la cabalgata y obligaban a David a continuar y cada que intentaba algo para frenar o bajarse, estos dos hombres de overol, golpeaban su espalda con un flogger, el castigo estaba siendo severo, Sebastián tampoco la estaba pasando bien, es claro que un orgasmo reciente, este tipo de estímulo no era muy agradable que digamos y su cara lo demostraba, se le veía incómodo, adolorido y con una que otra lágrima en sus ojos, no solo por la molestia física, sino también por la moral, se seguía debatiendo en esa mente troglodita, retrógrada y machista que tenía, Esteban y Manuel sorteaban su castigo de mejor manera, buscaron imitar un poco a Luis y aunque sus caras mostraban molestia, pude ver en sus vergas un pequeño asomo de erección, evidenciando el buen estímulo que estaban recibiendo en sus culos y yo por mi parte, busqué la mejor manera de adaptarme a esa silla y a ese dildo para que al final mi castigo no fuera tan traumático, debo decir que al final de la actividad, me pude bajar de ese caballo con mi próstata bastante estimulada, una leve erección en mi verga y una buena cantidad de líquido preseminal, además que aproveché ese tiempo para deleitarme con el resto de castigados, sus reacciones, no solo en sus caras, sino también en sus culos y sobre todo, en sus vergas, estás al final nunca mienten, además que pude también notar como algunos de los otros compañeros, los que no iban castigados, se nos pegaron y cabalgaron muy cerca de nosotros para no perderse ni uno solo de nuestros movimientos, evidenciando que algo o todo lo que estaba pasando, les llamaba la atención, al punto que pude ver ciertos momentos en donde les tocaba acomodarse sus vergas debajo de sus túnicas por la leve erección que empezaban a experimentar, quizás para ellos no era ajeno el tema del punto g masculino, cómo estimularlo y encontraron atractivo este castigo, al punto que uno de ellos me logró preguntar mientras cabalgábamos que cómo se sentía, a lo que respondí, buscando que no solo él me escuchara, “si encuentras la manera que el trote del caballo no te maltrate y dominar este movimiento, aquí hice énfasis en mi moviendo pélvico, junto con el del dildo en tu culo, esto podría pasar de ser un castigo a un premio, tener algo que te esté estimulando tu próstata a buen ritmo y de un tamaño que uno pueda soportar, puede ser algo muy placentero”, obviamente yo buscaba de manera estratégica antojarlos, aprovechando su curiosidad y no quitaba mi mirada de Camilo y Ricardo quienes también estaban todo el tiempo cerca.
Por fin llegamos de nuevo a las caballerizas, Abel y Carlos se habían adelantado para recibirnos y al estar todos presentes, el “mayordomo” nos dijo: “bueno señores, espero que hayan disfrutado de esta cabalgata, para unos cargada de curiosidad, por lo que pude observar, para otros de placer, mirando algunas vergas a media asta por debajo de esas túnicas y con asomo de líquido preseminal en algunos, y para otros de dolor, espero verlos pronto por acá y ya pueden bajar de sus caballos” y así uno a uno fuimos bajando, para los castigados fue algo incómodo, sobre todo para los inexpertos, se les notaba dificultad para pararse, creían que se podían hacer daño al sacarse rápido el dildo de sus culos, Luis de nuevo fue el primero en mostrar cómo hacerlo, luego lo hicimos Sebastián, Manuel, Esteban y yo, Javier y Diego demoraron un poco más, se notaban incomodos, impotentes y con mucha rabia en sus rostros y por ultimo David, quien fue quien más demoró, creía yo que más por la vergüenza que por otra cosa, estaba con sus ojos llorosos, su cara denotaba impotencia y rabia, miraba a su alrededor con furia, no quería evidenciar el dildo que estaba en su culo, era su vergüenza, era su hombría hecha añicos y yo lo comencé a entender, pero no podía hacer nada, él solo tuvo que luchar con todo eso, pasados unos minutos y bajo la presión de Carlos por continuar la agenda, se logró bajar del caballo, mostrando dolor al caminar, yo sentí mucha más lástima por él cuando vi sangre mezclada con aceite en su dildo, busqué la manera de ir a algún baño, tomé algo de papel y antes de que llegáramos de nuevo al bus, se lo di a David para que se limpiara, lo dejé solo aprovechando que ya todos habían subido para que tuviera privacidad, me senté de nuevo en la parte trasera del bus, casualmente ahí estaba Sebastián, esta vez ni cruzamos miradas, estaba como perdido, lo saqué de su mutismo pero no dijimos nada y varios minutos después vimos subir al trigueño y sentarse para que Carlos diera la orden de arrancar el bus rumbo al complejo deportivo de la parcelación.
Continuará…
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