Retiros Espirituales – Capítulo 15 (primera parte)
El recorrido al pueblo se torna bastante morboso y excitante para Pablo y recurre a una pequeña maldad para exhibir más a sus compañeros cuando estén en la iglesia….
Ese viaje estaba resultando muy agradable para mí, tenía a seis machos parados al lado mío, unos completamente desnudos y otros solo en ropa interior emparamada, ¿qué más podía pedir?, Camilo y Ricardo seguían distraídos sin darse cuenta como yo estaba embobado con sus respectivos bultos, era obvio que sus tamaños estaban reducidos por el frío en el que estábamos y aunque el clima de la zona no era frío precisamente, ya se estaba aproximando la noche y la temperatura comenzaba a bajar un poco, además sus prendas iban mojadas y sin más nada que los cubriera, hubo un momento en que Camilo bajó la mirada y se encontró con mi cara de güeva pegada a su paquete, lo que hizo que inmediatamente se tapara e intentara moverse de lugar, pero chocó con Ricardo que siguió fijo en su puesto y al otro lado, estaba Esteban que al parecer percibía lo que estaba pasando y guiñándome un ojo, no se movió de su lugar, obligando a Camilo a continuar donde estaba, yo solo le alcé la ceja agradeciendo su gesto y pensé que lo hacía para sumar puntos para que yo los ayudara más adelante con su plan venganza hacia Sebastián.
El trayecto continuó, Carlos se paró de su silla a revisar cómo iban los seis castigados, no quería encontrárselos sentados, quería confirmar que continuarán en su lugar y al ver que se tapaban con sus manos sus bultos y vergas, se acercó al conductor y le hizo una seña en su hombro, Adolfo aceleró el paso del bus y comenzó a coger las curvas de la carretera de manera más cerrada, lo que obligó a estos seis manes a usar sus manos agarrando el tubo central para no caer, pero para Camilo no hubo tiempo y en una de esas curvas cayó hacia adelante a la silla donde yo estaba, yo lo recibí con algo de susto, no pensé que fuera a caer sobre mí, pero sentí todo su abdomen y bulto sobre mis piernas, ¡ufff, que buena suerte la mía!, cuando intentó pararse de nuevo, volvió a perder el equilibrio producto de una brusca maniobra del conductor, demorando ese roce de su piel y prenda íntima con mis piernas, mi verga estaba comenzando a reaccionar y al parecer el deportista la empezó a sentir, volteó su cara mirándome con mucha rabia, yo solo evité su mirada y esperé que él por sí solo se pusiera de pie y cuando lo estaba logrando, yo de manera “intencional” y por un frenazo en seco del bus, apoyé mis manos en su culo para no irme hacia adelante, obligándolo a seguir acostado en mí, ¡Dios mío!, sentir esa verga, así fueran dormida y ese abdomen duro sobre mis piernas me estaba llevando al límite, Camilo se sentía incómodo pero no era culpa mía la situación, o bueno, si, en parte, pero tanto movimiento brusco del bus nos tenía ahí, Camilo sin poder pararse y yo buscando donde apoyarme para no estrellar con la silla de adelante, Adolfo, al parecer tomó una recta larga, lo que estabilizó el movimiento del bus y fue así que el “CrossFitero” logró volver a su sitio, me miraba con rabia, se tapaba su verga y yo simplemente pensé: “¿por qué no me da la espalda y ya?”, pero era darme la vista de su culo en ese slip mojado y quizás sentía más tranquilidad estando de frente a mí y taparse con sus manos.
El bus paró unos minutos después, yo me acerqué a la ventana pensando que ya habíamos llegado, pero estábamos parqueados en una estación de servicio, Carlos se paró y nos anunció que bajaría al minimercado a buscar unas chanclas, ya que no podía llevar a los seis castigados ante el Padre Samuel con sus respectivos tenis emparamados, además también argumentó que esto podía aumentar el riesgo de resfriado, lo vi bajarse del bus y al verlo por la ventana caminar hacia este lugar, vi como llevaba en sus manos las túnicas mojadas, esto me generó mucha duda, no entendía el por qué bajar estas prendas, entró a la tienda, demoró unos 5 minutos y salió con bolsa, al parecer metió ahí las 6 túnicas y se podía apreciar el talle en el plástico de las chanclas que dijo que compraría, yo pensé que regresaría de nuevo al bus, pero lo vi desviarse hacia la parte trasera de la tienda, yo inmediatamente prendí mis alarmas y le informé a Adolfo que iba para el baño, que necesitaba orinar urgentemente y que no aguantaría hasta llegar al pueblo, este intentó ponerme trabas, pero yo salí del bus corriendo.
Llegué a la parte trasera de la tienda y me encontré con los baños públicos del lugar, era obvio que Carlos estaba ahí y decidí entrar, al hacerlo me sorprendí mucho con lo que vi, el líder de El Edén tenía las seis túnicas “ensurulladas” dentro del lavamanos, con la “canilla” o “llave” del agua abierta, pretendiendo, obviamente, que estas telas no perdieran humedad, al verme entrar sintió susto y algo de pánico, está no era una emoción muy común en él, pero al ver que era yo quien entraba, solo sacó las telas del lavamanos, estás escurrían agua y me preguntó que estaba haciendo ahí, yo solo respondí que tenía ganas de orinar y me dirigí al uno de los orinales, Carlos me sorprende tirándome las túnicas emparamadas y diciéndome: “tu cómo siempre tan impertinente, ve a lo tuyo y te espero en el bus con las seis túnicas, no quiero olvidos”, yo las logré agarrar en el aire, pero golpearon en todo mi abdomen mojando claramente mi túnica, “maldita sea”, dije en el momento, llegué al orinal y al subir mi túnica, me di cuenta que mi uniforme estaba chorreando agua, tomé las otras túnicas con mi mano izquierda y con la derecha dirigí mi verga hacia el orinal y así poder vaciar mi vejiga, al bajar de nuevo mi túnica, me di cuenta que ya nada quedaba a la imaginación, yo también estaba con la tela transparentada dejando mi verga a merced de cualquier ojo que quisiera mirar hacia esa zona de mi cuerpo, me entró algo de pena pero también un poco de morbo al imaginar mi camino de nuevo hacia el bus, lavé mis manos, mojé de nuevo las seis túnicas que me había acabado de entregar Carlos, me sumé a su “maldad” y antes de salir del baño, vi una pared de cemento, sin adoquinar, en obra negra, aproveché y tomé una a una cada túnica y de manera suave, desgasté esas telas en las zonas delanteras donde calculaba yo estarían las vergas y bultos de estos seis manes, cuidé no romperlas, pero si desgastar lo suficiente para que esa tela se transparentara más y así poder exhibirlos cuando llegáramos al pueblo, “ufff, que morbo tan grande me estaba dando imaginarme esa situación”.
Salí del baño y me crucé con uno de los “isleros” de la bomba de gasolina, un man de unos 27 años, de belleza normal, nada del otro mundo, pero sin ser feo, trigueño, de estatura promedio, en su uniforme llevaba el nombre Cesar y este dejaba ver un cuerpo normal, de buen ver, pero nada de músculo y me detuvo preguntándome: “señor, “¿usted qué hace en esta zona?, le respondí: “estaba en el baño”, me dice: “eso veo, pero ¿cómo hizo para entrar si le habíamos prestado las llaves a otro man con una túnica bastante peculiar?, mmm, veo que usted también lleva una igual, ¿de qué va todo esto?, yo le explique: “ese señor es nuestro líder en unos retiros espirituales que realizamos en una finca cerca y estás túnicas son los uniformes que nos “obligan” a llevar durante el tiempo que duran estos retiros”, yo estaba jugando con las palabras para generarle curiosidad, él pregunta: “¿obligan, cómo es eso?, mientras detallaba tanto las túnicas que llevaba mojadas en mi mano como la que yo llevaba puesta, le expliqué entonces: “obligan es un decir, es un uniforme que nos hacen llevar pero no es que lo llevemos con mucho agrado, pero es que de no hacerlo, podemos incumplir el contrato que firmamos cuando decidimos ser parte de esto y nos podría acarrear, aparte de un buen castigo, una gran multa económica, por eso es mejor llevarlo si o si”, mientras le hablaba, el no dejaba de reparar mi túnica, sobre todo la zona que había acabado de mojarse, era obvio lo que estaba viendo, pero yo lejos de apenarme, sentí mucho morbo, al punto que mi verga comenzó a reaccionar un poco y esto no fue ajeno para este man, “veo que no llevar calzoncillos hace parte del uniforme, ¿o cómo explica esto?, agarrando mi verga con su mano, yo me sobresalté un poco y le logré decir: “es una historia larga, pero para resumírsela, incumplí alguna de las reglas del lugar y este fue el castigo”, sorprendido me dice: “¿otra vez la palabra castigo?, veo que ese lugar es muy severo con sus reglas, mientras seguía con su mano manoseando mi verga que ya se encontraba erecta del todo, veo también que usted disfruta mucho de no llevar nada bajo esta tela”, yo lo interrumpo mandando mi mano a su verga que ya marcaba una buena erección en ese pantalón y le digo: “el que está viendo que a usted todo esto le llama la atención, soy yo, además su verga delata que lo está disfrutando y lamento interrumpir su excitación pero debo regresar al bus antes que mi líder regrese por mí y me gane un problema con él, no querrá conocerlo cuando se sale de la ropa”, lo dejé ahí con su erección y corrí hacia el bus, detrás de mi corrió también el “islero” preguntándome por mi nombre y solo le respondí: “pregunte por la finca El Edén, seguramente alguien sabe dónde queda, visítelo un día de estos y viva la experiencia de unos excelentes retiros espirituales, estoy seguro que le encantarán”, logré ver a Carlos en la puerta del bus con cara de pocos amigos y al llegar, me agarra del brazo reclamándome por la demora, la cual justifiqué con el encuentro con Cesar, diciéndole que me había detenido preguntándome cómo había logrado entrar al baño sin llaves y terminé retándolo: “¿vio?, quien lo manda a dejarme en el baño solo y sin la llave” y le entrego las túnicas emparamadas mojando también la de él, lástima que su color y su trusa no dejaran ver lo que llevaba días deseando ver, al buscar sentarme de nuevo, veo cómo los seis manes que iban de pie, ya llevaban puestas sus chanclas, busqué de nuevo mi silla pero ya Camilo no estaba parado al lado de esta, había aprovechado mi ausencia para cambiar de lugar, «una lástima», pensé, pero seguía Ricardo con su bóxer blanco escurriendo agua y su cara completamente ida, al parecer los azotes recibidos recientemente, lo tenían bastante distraído, yo aproveché su estado para morbosearle ese bulto que se le delineaba perfecto en esa tela blanca el resto de camino hasta llegar por fin al pueblo.
Adolfo buscó un lugar donde parquearse, no estábamos muy cerca de la Iglesia, lo cual nos obligaría a caminar un poco para llegar hasta allá, todos bajamos del bus menos los seis que iban sin sus túnicas, Carlos los esperaba abajo con estas en su mano, era clara su intención, pero era obvio que estos manes no iban a bajar desnudos en pleno pueblo que nos encontrábamos, Carlos le entrega las túnicas a Adolfo y sube por los seis manes, pero antes pasa por la silla del conductor tomando de nuevo la correa que usó con Javier y Ricardo, su intención era intimidarlos, se entró al interior de bus agitando fuertemente este elemento en el aire y segundos después vemos salir a Sebastián tapando con sus manos su verga y su cabeza agachada, era notoria su vergüenza, menos mal por la hora, las 6:15pm, ya estaba un poco oscuro y no había casi gente, uno que otro personaje del lugar y visitantes de otras partes, algunos de estos si pararon a ver lo que pasaba y al intentar grabar con sus celulares, no es normal ver a un grupo de hombres en túnicas y uno de ellos completamente desnudo, el conductor del bus corrió a espantarlos, asegurando que se trataba de un accidente con su prenda de vestir que lo obligaba a estar así, luego bajaron Esteban y Manuel, agitados al parecer huyendo de los correazos de Carlos y se pararon de igual forma al lado del resto del grupo, ya eran tres los desnudos incrementando la curiosidad de los que por ahí pasaban, después fue Javier quien bajó, este solo tapaba su verga con una mano porque con la otra maseajaba su culo recién azotado, se quejaba del dolor y maldecía a Carlos por su castigo, se ubicó donde estábamos todos y la gente alrededor seguía inquieta con lo que pasaba, hubo una espera de algunos minutos y aparecieron en la puerta del bus, Camilo y Ricardo con sus caras rojas de ira, con algunas lágrimas en sus ojos y sus manos sobando sus culos por encima de su ropa interior, sus movimientos eran lentos, se notaban molestos, Carlos los alcanzó y empujándolos, los ubicó con el resto del grupo, era claro que estos dos manes habían acabado de recibir una buena cantidad de correazos en sus culos y yo solo pude pensar: “par de güevones, se ganaron estos golpes por pendejos, eran los que más «fácil» la tenían al estar aún con ropa interior, pero se pusieron a poner resistencia y ahí se llevaron sus buenos correazos, ni Sebastián ni sus “amigos”, que estando completamente empelota, se negaron a exponerse así en plena vía pública”, obviamente el riesgo era mucho pero nuestro adorado líder le entregó la túnica a cada uno de estos manes y al ponérselas, pude comprobar mi “maldad”, aparte de estar emparamadas, dejándolas completamente transparentes, la tela roída en las zonas de sus vergas y sus bultos, dejaba ver todo claramente, “que gran truco el mío”, lo estaba disfrutando y esbocé una sonrisa pícara, Carlos observó detalladamente estas seis túnicas y pudo darse cuenta de sus estados, volteó a mirarme, dándose cuenta de mi gesto pícaro, me mira al principio molesto, pero luego también esboza una sonrisa igual o más malévola que la mía.
Continuara…
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