Retiros Espirituales – Capitulo 15 (segunda parte)
Carlos llega con sus alumnos por fin a la iglesia y en medio de una homilía, Esteban y Manuel comienzan su dominio en Pablo gracias a la ayuda de Pablo….
Con la sonrisa malévola de Carlos, comenzamos la caminata hacia la iglesia, yo recordé que también llevaba parte de mi túnica mojada, gracias a la jugarreta de mi líder, pero mi morbo por el exhibicionismo me permitió caminar sin taparme, cosa contraria hicieron el resto, incluso pude ver a algunos manes con sus túnicas secas, taparse con sus manos, creyendo que también podían ser vistos bajo esas telas por los transeúntes, claramente llamamos la atención de los pocos que ahí estaban, Adolfo seguía en su intento de espantarlos, yo disfrutaba de esas miradas, sentía que algunos manes me miraban con cierto morbo y eso me encantaba, miraba hacia atrás para poder apreciar a Camilo y Ricardo que no tapaban nada adelante por estar aun sobando sus culos recién azotados, eran un espectáculo, dos machos prácticamente en ropa interior y mojada, caminando por las calles de un pueblo tradicional de mi departamento, yo estaba en el paraíso, ¡jajaja!, muy atinado el nombre del lugar donde estábamos viviendo por siete días, El Edén.
Por fin llegamos al atrio de la Iglesia y la encontramos cerrada, Carlos mostró furia por haber llegado tarde pero aun así, tocó la puerta sin lograr que alguien nos abriera, se notaba su desespero y camino a un costado de la Iglesia, pude ver que se dirigió a una puerta más pequeña con un aviso que decía “despacho parroquial”, golpeó también ahí y al rato se abrió, al parecer era el Padre Samuel, pude sospechar que hubo una pequeña discusión y Carlos regresó con nosotros, al rato la puerta principal se abrió, quién nos recibió se presentó efectivamente como el Padre Samuel, todavía vestía una sotana color beige, se podía apreciar un hombre mayor, su pelo se veía un poco canoso, de expresión fuerte y autoritario, no me pareció atractivo pero su físico era imponente, una estatura por encima del promedio y se podía apreciar un cuerpo cuidado por debajo de su atuendo, aprovechó el momento para saludarnos a todos de mano y nos escaneó uno a uno, cambiando un poco su cara a una más amable y diciéndole al líder de El Edén: “veo el motivo de la demora” y con uno de sus dedos hace balancear la verga de Javier debajo de su túnica, este trata de esquivarlo pero fue más hábil el sacerdote, la escena más allá de ser morbosa, fue graciosa, robándonos una carcajada a más de uno.
Entramos a la iglesia, la puerta fue cerrada de nuevo, nos ubicaron en las primeras bancas, cerca al altar y el Padre Samuel le indicó a otro sacerdote que salía del despacho que dirigiera una pequeña homilía al grupo y así lo hizo, este se presentó como Elías, un hombre de avanzada edad, le calculé casi los 70 años, su pelo completamente blanco y se lograba dibujar una barriga considerable debajo de su sotana, yo me senté al lado de Sebastián, quería seguir el juego con él y más por el lugar en el que estábamos, Manuel y Esteban se sentaron al otro lado y estuvimos ahí por media hora o un poco más, el padre encargado se notaba algo inquieto con nosotros y nuestros uniformes, pero aun así logró terminar con su “discurso”, durante el tiempo que duró la “parla” del padre, yo aproveché para morbosear un poco al troglodita, comencé a sobar sus piernas por encima de la túnica, él intentó negarse, haciendo referencia al lugar en el que estábamos y yo solo le dije que eso lo hacía más morboso, él solo atinó a decirme: “me están cansando sus jueguitos y no se cuanto más vaya a aguantar” y solo respondí, aparentando de nuevo sus güevas: “tú ya no estás en condiciones de exigir nada, tu dignidad quedó degradada a un nivel incluso más bajo que el suelo, así que sin amenazas, sin advertencias y obedeciendo, los putitos como usted, solo están diseñados para esto y le doy gracias a Carlos y sus retiros por haber despertado en usted su real vocación, servir a sus superiores y quiero que le quede claro algo, Sebastián, a partir de este momento, yo soy su superior y usted solo esta para servirme y hacer todo lo que yo le pida, así que abra bien esas piernas que me voy a volver a dar gusto manoseando esa vergota que usted tiene”, pude notar su nerviosismo, también intentó negarse a lo que había acabado de escuchar, fui más rápido que su mente y aproveché lo que quedaba de esa tela roída y la rasgué dejando libre esa verga que tanto me gestaba, estaba a tope, se notaba que la situación le gustaba y aproveché para hacerle caer en cuenta que su verga no mentía y que él disfrutaba de ser sometido, sodomizado, humillado y rebajado al nivel de putito, escuchaba esto susurrado en su oído, tocaba hablar suave para no interrumpir al sacerdote, su verga palpitaba en mi mano, era claro que estaba más que disfrutando la situación, Manuel y Esteban estaban atentos, no podían creer lo que pasaba y menos por el lugar donde estábamos, yo logré acobárdame un poco llenándome de prejuicios morales, yo era creyente pero no practicante y esa posición frente a la religión me estaba pasando factura, me parecía extremo lo que hacía pero me ganaba el morbo, así que no paré y continué con mi sometimiento, estaba logrando llevar a este troglodita al terreno que quería y no podía ceder, continué con mi mano en su verga y diciéndole a su oído lo poco que valía, el trato que merecían los putitos como él, su verga lo seguía delatando aunque el negaba todo con su cabeza, aún le costaba entregarse a su destino, sus amigos seguían pendientes, pude ver como se acomodaban sus vergas debajo de sus túnicas, la escena estaba muy caliente, yo no podía del dolor en mi verga producto de una gran erección, no daba crédito a lo que estaba haciendo, nunca imaginé estar en una situación así, obviamente la había fantaseado desde que descubrí viendo porno, que me iba el fetiche KINKY, pero estarla viviendo ahí, en la realidad, me tenía salido de mí.
Hubo un momento en que el sacerdote caminó entre nosotros, yo logré acomodar un poco la túnica de Sebastián, tapé un poco su verga, pero la erección no lo permitía, él logró poner sus mano y yo quitar la mía en el momento exacto en que el Padre pasó por el lado, estoy seguro que no solo vio la verga erecta del troglodita entre sus dedos, sino la carpa de circo de sus amigos y la mía, pensé lo peor, pero solo vi una mirada morbosa de su parte y un gesto de aprobación, cosa que me hizo sospechar no solo de él sino también del Padre Samuel.
Aproveché la espalda del sacerdote para tomar de nuevo esa verga en mi mano y continuar en lo que estaba, Sebastián respiraba agitado, sabía que estaba a punto pero quería llevarlo a limite, interrumpí mi manoseo en su verga, me medio paré hacia Esteban y Manuel, simulé tropezar con los pies de su amigo y el reposapiés y al caer e intentar apoyarme con mis manos para no golpearme la cara, halé fuerte las túnicas de estos manes, rasgándolas en la zona que yo había desgastado contra la pared de ese baño, sus vergas erectas quedaron expuestas, sus ojos abiertos, asustados, tapándose inmediatamente con sus manos, preocupados por el lugar donde estábamos, se notaba en estos dos manes una religiosidad mucho más estricta, pero ya estaban jugados, nada podían hacer, solo seguir sentados y esperar que nadie los viera, yo volví a mi puesto y solo susurré al oído del Sebastián: «esto es lo que usted provoca en los hombres, los putos como usted solo sirven para esto, mire bien esas vergas, pronto estarán en su culo, tanto desear por años penetrar sus culos con esta verga y terminaran sus vergas perforando el suyo, ¡pfff!, es una lástima esperar tanto para nada, por ahí dicen que el que piensa, pierde y usted pensó mucho y perdió, ¡ehh, perdón!, se ganó las dos vergas de sus amigos para que le rompan el culo cada que ellos quieran, de aquí en adelante», todo este discurso lo decía con la intención de cumplirles a estos dos manes con lo hablado en el comedor y dejarles a su amigo servido, Esteban y Manuel estaban igual de excitados que su amigo con todo lo que veían y oían y comenzaron una paja lenta, yo aproveché para retomar la paja que le hacía a Sebastián, marcaba un ritmo lento, llevándolo al límite, el man bufaba, sabía que estaba a punto, iba a llegar su orgasmo y el sacerdote pidió que nos arrodilláramos para darle cierre a su homilía, ya de rodillas volví a la paja, incluso más cómodos en esta posición, se sentían las respiraciones agitadas de los cuatro y le hice señas a Esteban que estaba pegado a su «examigo», paré la paja y levanté su túnica por detrás, dejando expuesto su culo y escupiendo mi mano, pasándola por todo ese ano y sin dar tiempo a nada, introduje un dedo en ese culo homofóbico de manera suave pero contundente, este contuvo el grito, fue épico ver su expresión, los otros dos estaban estupefactos, sus vergas palpitaban en sus manos y luego de varios dedeos, ordené a Esteban masturbar a su examigo, este dudó un poco por su reacción, pero Sebastián ya estaba más que entregado, así continué yo con mi estimulo prostático y su amigo con la paja, haciendo que este eyaculara en cuestión de segundos, bañando en leche el segundo espaldar de una silla en un mismo día, menos mal la silla o banca de adelante estaba vacía, ninguno del grupo se había sentado ahí, donde si había quien no se perdía detalle de lo que estaba pasando, era en la banca del lado, estaba David con su verga erecta marcando una carpa con la tela de su túnica, pero no se atrevía a más, era claro que el castigo recibido en la cabalgata había surgido su efecto, solo miraba pero permanecía quieto, Manuel y Esteban aceleraron sus respectivas pajas, bañando en leche sus manos libres, me miraron al sentirse encartados con su propio semen y yo les hice señas para que pasaran esa mano por su boca, se resistieron un poco, pero terminaron cediendo y tragándose su propia leche, «que escena más morbosa con dos machitos recién descubriendo el mundo homosexual», Sebastián al parecer también se excitó al ver a sus amigos tragar su propio semen ya que seguía con su verga erecta y continuaba sobándola a pesar de recién haber eyaculado y yo por mi parte, disfrutaba toda la escena y todo el poder ganado no solo en el troglodita, sino también en estos dos otros manes, que sin agradarme físicamente, verlos hacer ese tipo de cosas desde su heterosexualidad, me arrechaban un montón, mi paja tenía que aplazarla para más tarde aunque ya me estaban doliendo las güevas de tanto retrasar ese orgasmo.
Elías dio por terminada la actividad, Carlos nos dio salida de la Iglesia, yo dejé en la banca sentados a estos tres manes para evitar que los vieran con sus túnicas rotas y acordando darles señal para salir cuando nuestro líder no estuviera pendiente, afuera de la iglesia, este nos dio a escoger, quedarnos orando un poco más, conocer el pueblo o regresarnos al bus a esperar mientras el resolvía un asunto con el Padre Samuel, los dos más adultos del grupo, Víctor y Luis, regresaron a la iglesia y el resto caminaron de nuevo hacia el bus, yo por mi parte volví por Sebastián, Manuel y Esteban y les dije que volvieran al bus, que yo iba a dar una caminata por el pueblo, aproveché para morbosearlos un poco más al verlos pararse con sus túnicas rotas dejando ver esas vergas rojas recién pajeadas, “wow, que imagen más morbosa”, sabía que me perdería su regreso al bus y su posible exhibición a gente del pueblo pero quería saber cuál era ese asunto por resolver entre Carlos y Samuel, desde el atrio pude ver cómo mi líder entraba al despacho parroquial, calculé varios minutos y me acerqué a la puerta de aquel lugar, estaba cerrada y no había cómo abrirla, no encontraba como poder ver hacia adentro, no había ventana, no había nada, solo a un lado de ese despacho, había otra puerta abierta un poco más grande con un letrero que decía “oratorio/capilla”, entré a este lugar y como su nombre lo decía, era una iglesia a menor escala, contaba con un pequeño altar con un crucifijo y solo 4 bancas típicas de iglesia ubicadas en dos filas por partes iguales, busqué por todo el espacio algo que comunicara con el despacho parroquial y logré ver en la parte alta de la pared que daba a este, una especie de respiradero, fui rápido y cerré la puerta para evitar visitas, igual por la hora se entendía que pudiera estar cerrado, corrí una de las bancas hacia esa pared, me paré sobre esta y al asomarme por aquellas rendijas, pude darme cuenta que si podía ver al otro lado, mi emoción fue mucha, allí se encontraban el Padre Samuel y Carlos en una discusión algo acalorada, producto de la llegada tarde del grupo a la celebración del día de San Antonio, la actitud del líder de El Edén era muy distinta a la que yo le conocía, su cabeza era gacha y aunque alzaba la voz de vez en cuando, el padre tenía más fuerza y dominio sobre él, en esas estaba cuando sentí que alguien intentó abrir la puerta, golpeó dos, tres veces y se escuchó la voz de Elías preguntar por el Padre Samuel, yo me quedé mudo y estático para evitar que me pillaran y este al no recibir respuesta, volvió a la iglesia principal, volví a asomarme por aquella rendija y lo que vi me dejó anonadado.
Continuará…
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