Retiros Espirituales – Capítulo 17
Pablo emprende camino a pie hacia El Edén, aprovecha para recordar uno de sus mayores fetiches, pero es interrumpido y auxiliado por un personaje bastante especial….
Y ahí agachado y con una paja a medias, con mi verga semierecta, en túnica, sin ropa interior, en medio de la noche y de la carretera y a varios kilómetros de distancia de El Edén, quedé yo, Pablo Aristizábal, asistente y alumno de los Retiros Espirituales más extraños, pero a la vez morbosos que alguien como yo pudiera asistir, me gustaba lo que había acabado de hacer, pero también sentía un poco de miedo, estar solo, en medio de la nada, de noche y con esas fachas, me aterraba un poco, pero a la vez también me arrechaba, aún con la verga erecta y con más calma, lo primero que hice fue analizar dónde estaba, era claro que la carretera en la que me encontraba no era muy transitada, esta había servido por muchos años para comunicar mi ciudad, capital del departamento, con municipios de esta zona, pero recientemente se había construido una mucho más moderna y que acortaba mucho el camino, por lo que está solo se usaba para caso extremos, personas que aún conservarán sus tierras o fincas por esta zona o para desvío de camiones de carga en operaciones retorno u otras situaciones, ahí entendí por qué en el tiempo que estuve en esa camioneta, no pasó ni un solo carro, era de noche y día de semana, por ende era mucho más difícil que transitara alguien por allí, ahí el terror me volvió a invadir, no había opción de “echar dedo” para buscar algún vehículo que me diera un aventón hasta la entrada a la parcelación donde se encontraba El Edén, era claro que me iba tocar caminar y bastante.
Antes de iniciar la caminata, recordé a Carlos y su paja contra el árbol, y de una corrí hacia allá, efectivamente encontré su leche fresquita escurriendo en ese tallo, ¡ufff! que afortunado era, poder disfrutar de esto a mis anchas, ¡Dios!, debo reconocer que no soy el más amante al semen, se me dificulta un poco tragármelo, no sé si por sabor, asco, prejuicio o por mi reflujo, pero no era muy común en mi tragarme la leche de mis amantes, pero era LA LECHE, de Carlos, mi líder, el man que me traía loco hace 4 días, no podía desaprovechar esta oportunidad y obviamente tomé lo que más pude con mi mano, una parte fue a dar a mi boca, la pude saborear con lentitud, sabía algo salada, pero para mí era maná del cielo, la otra fue a dar a mi verga que aún continuaba en erección, me sirvió de lubrificante y comencé una paja intensa recostado sobre aquel árbol.
En esas estaba, cuando pensé que debía darme prisa, decidí entonces detener mi masturbación y emprender camino, en medio de la nada, solo una que otra luz a lo lejos de algunas casas y fincas de la zona, estaba yo, caminando y buscando la entrada a dicha parcelación, algo recordaba de lo que vi por la ventana del bus, reconocí algunas partes de la carretera y sabía que estaba aún muy distanciado del lugar donde debía llegar, traté de volver al calmarme y así lo hice, pero también estaba con la excitación a mil y recordé mis andanzas de adolescente, cuando en el barrio vecino al que yo vivía, aprovechaba mis hormonas traviesas típicas de la edad y mi gusto por la exhibición, para machacarme alguna paja en algún árbol del lugar, preso a que alguna persona, vecino, “rondero” o vigilante, me pudieran ver, esa era la adrenalina, ser visto, ser pillado por alguien que pasara por ahí y que eso provocara algo, que esa otra persona se quedara a lo lejos viéndome, que también buscara que yo lo viera y comenzara a pajearse igual o quizás, acercárseme y provocar un tocamiento, “¡ufff!, que buenos recuerdos”, pensé en ese momento y de inmediato subí mi túnica y comencé a masturbarme mientras seguía caminando, el aire fresco me daba en verga y güevas, se sentía rico, se sentía la adrenalina de que alguien pasara y me viera, adelanté varios metros tocándome, ya estaba con la túnica casi en mi cuello, me pellizcaba las tetillas, bajaba mi mano a mi culo sin descuidar ni un segundo mi paja, las piernas me temblaban y más cuando comencé a acercarme a un caserío no muy grande, no estaba al borde de carretera, pero si a una distancia que si alguien se asomaba, podía ver claramente lo que hacía, pasé despacio, expuesto a que me vieran y eso era lo que quería, que algún campesino decidirá asomarse y se encontrará con un citadino semidesnudo y pajeandose, pero no ocurrió así, pasé de largo y nadie se asomó, me sentí algo frustrado por lo que traté de hacer algo de ruido pero no pasó nada, pero eso no me detuvo, por el contrario, aumentó mi adrenalina.
Metros más adelante, continuaba en lo mío, rogaba que pasara algún vehículo, ya estaba cansado de caminar y sabía que aún faltaba un tramo largo para llegar, pero mi exhibición no paraba, estaba a mil, quería que alguien me viera a lo lejos, pero el lugar estaba muy despoblado, seguía concentrado en lo mío, cuando ocurrió el milagro, sentí a lo lejos y detrás de mí, el ruido de un motor, volteé a mirar y pude ver las luces de un camión, sabía que terminaría viéndome por lo que disimulé que no escuchaba nada y seguí en lo mío, el camión obviamente me alcanzó y al adelantarme unos metros, se detuvo, yo corrí inmediatamente y al llegar, la puerta del copiloto estaba abierta y una voz adentro: “señor, ¿qué hace usted por acá a estas horas?, puede ser peligroso y agradezca que me tuve que desviar, porque normalmente no es la vía que uso para llegar a la ciudad”, yo le respondí, acomodándome la túnica: “claro que sé del peligro que corro pero no me quedó otra opción que caminar, es una historia larga y voy de camino aquí cerca”, el camionero me responde: “súbase que yo lo puedo acercar y en el camino me cuenta lo que le sucedió” y así lo hice.
Ya en camino este sujeto, aparecido como un milagro, se me presentó como Luciano, me pareció un nombre muy raro para alguien como él, el típico camionero, desarreglado, de pelo y barba mal tenidos, robusto, con barriga y de modales burdos, iba con una camisilla o esqueleto blanca, unos jeans bastante desgastados y botas tipo grulla, le calculé unos 45 años, la cabina olía a sudor y cigarrillo, olores que no soportaba, pero no me podía quejar, me había salvado de una larga caminata, “bueno, ¿y cuénteme qué fue lo que le ocurrió para estar en medio de la nada y en esas fachas?”, interrumpió Luciano mi silencio, “estoy en unos retiros espirituales en una finca cercana y hoy fuimos al pueblo a la misa de San Antonio, de regreso nos paró la policía en uno de sus retenes de rutina, me descuidé un poco al alejarme para orinar y al volver, el bus en el que venía ya había arrancado junto con la patrulla, me dejaron y ni cuenta se dieron”, le mentí un poco obviamente, “¡entiendo!, un poco reforzada la historia, ¿no le parece?, esas fachas y cómo es esos de unos retiros espirituales?, me siguió preguntando, yo un poco molesto le dije: “no es mi problema si no me cree y la facha es el uniforme de dicho retiro, nos uniformaron a todos lo que ahí estamos durante el tiempo que dura el evento y es un lugar que uno busca para su crecimiento personal, emocional y espiritual, ¿nunca había escuchado de esto?”, “pues, la verdad, poco, no tengo tiempo para ese tipo de cosas, eso debe ser para mujeres y maricas, lo machos como yo no necesitamos de eso”, me increpó Luciano, ya me estaba molestando su actitud y se me notó en la cara, por lo que le dije: “eso no es solo para mujeres ni para maricas como dice usted, es para personas que estamos en búsqueda y tenemos una mente un poco más evolucionada, es claro que para manes como usted, no son”, le respondí ya con rabia, el camionero frenó en seco y también con rabia en su cara me dijo: “¿me está tratando de insultar?, veo que el poco evolucionado es usted hablándole así a la persona que lo está auxiliando, yo de usted mediría más sus palabras si no quiere que lo baje inmediatamente de mi camión”, yo lo interrumpí pidiéndole disculpas, no quería que me dejara de nuevo tirado en medio de esa carretera y agaché un poco la cabeza, “además asegura que esos tales retiros no son para maricas, ¿cómo me explica entonces la manera como lo acabo de encontrar, con su culo al aire, provocando al primero que pasara y luego lo veo en esta facha y con su verga a todo dar?, me gritó mientras me agarraba con fuerza mi verga, yo intenté defenderme, pero él con más fuerza, me agarró del cuello, apretó más mi verga y me continuó gritando: “mire, mariquita, yo a ustedes les conozco sus métodos, les encanta buscar carreteras, paradas de camión y hoteles de la vía para pasearse semidesnudos y provocar a los colegas que por ahí andamos, muchos de mis compañeros han caído en sus trampas, yo reconozco que he dudado ante un buen culo, pero soy un macho y me encantan las mujeres, así que bájese ya mismo si no quiere que lo muela a golpes, ¡marica de mierda!”, yo asustado, inmediatamente lo hice y me quedé paralizado de nuevo en medio de la nada mientras el camión arencaba.
Decidí caminar de nuevo y seguí mi camino por varios metros más, ya no tenía ganas de morbosear, se me había bajado toda la arrechera, en esas estaba cuando me tocó atravesar una zona bastante oscura, me atemoricé un poco pero decidí acelerar el paso para cruzar rápido por ahí y de la nada, sentí una mano que me cruza la boca desde atrás y me arrastra hacia una zona aún más oscura, yo intenté gritar pero esa mano no me dejaba y escuché como una voz me decía a mi oído: “¡shh, shh!, putita, no grite y más vale que coopere si no quiere que esto sea a las malas, además usted y yo sabemos que lo está deseando, ese culazo en medio de la carretera parecía un espejismo y aunque nunca he cedido a las tentaciones que aparecen por ahí de mariquitas busconas como usted, llevo varias semanas por fuera de mi casa y lejos de las atenciones de mi mujer, así que es su día de suerte, maricón, me agarraste caliente y urgido, y le voy a dar lo que tanto quiere, verga por ese culo”, yo estaba aterrado pero logré reconocer esa voz, era claro que el camionero se había detenido más adelante y me había agarrado por sorpresa producto de no poder ver nada, traté de soltarme usando toda mi fuerza, pero era imposible, aun sabiendo que soy un man grande y de mucho gimnasio, Luciano me tenía sometido, aproveché que quitó su mano de mi boca, no sin antes advertirme que no gritara si no quería que me golpeara y le comencé a decir con fuerza: “no se equivoqué conmigo, yo no soy de ese tipo de mariquitas que menciona, nunca he ido a esos lugares a provocarlos a ustedes y si hoy estoy por esta carretera, es por lo que le dije, no es mi problema que no me crea…”, me tapa la boca de nuevos y me dice con rabia: ¡cállese!, no me interesan sus excusas y cuentos, solo quiero ese culo de putita, de marica o de lo que sea, así que a cooperando” y terminó de arrastrarme a la parte trasera del camión donde nos esperaba la puerta de este ya abierta, “suba, suba pues perra, o que pensaba, ¿qué le iba a dar por ese culote en medio de la carretera?, no soy como usted que se exhibe en público”, mientras me decía eso, logró palmearme muy duro la nalga dos veces, estaba entre asustado y excitado, el trato verbal me molestaba un poco pero el maltrato físico me comenzaba a gustar, no podía creer en lo que terminaría mi aventura, violado por un camionero.
Ya por fin arriba de ese vehículo, Luciano prende la luz interna y por fin pude ver con claridad, aquel hombre se encontraba sin camisilla y en una de sus manos sostenía una cruceta, imaginé que como arma de amenaza por si yo intentaba algo, ahí asumí que no tenía escapatoria y acto seguido, fui agarrado por el cuello con fuerza y llevada mi cara a la verga de mi agresor, “comienza a mamar, perra, necesito despertar mi bestia para poder taladrar ese culo que tanto desea ser usado por una verga de verdad, de macho”, mientras restregaba mi cara en toda su verga, yo obedientemente, desabroché ese jean y bajé ese bóxer blanco bastante curtido para encontrarme con una verga completamente flácida y en medio de un matorral de pelos, su olor era orina muy fuerte y a sudor, estuve a punto de vomitar pero no quería enfurecer más a este sujeto, así que con su misma camisilla, le limpié la verga y sin pensarlo mucho, comencé a mamar.
Varios minutos pasaron y esa verga nada que despertaba, yo ponía mi mejor empeño pero nada, este man parecía muerto, me cachetea la cara y me dice: “a ver perrita, he escuchado que las mariquitas maman verga mejor que las mujeres, pero al parecer, eso es puro cuento para convencer a machos como yo a qué caigamos en sus redes, ya me está aburriendo esto, así que se esmera o esto puedo terminar peor”, remanga mi túnica para dejar mi culo al aire y en pompa, yo me esmeré mucho más en esa felación, tragaba esa verga completa y Luciano aprovechaba para agarrarme la cabeza desde atrás y pegarme la nariz a esa mata de pelos, olía a sudor fuerte y a orina, el aseo personal no era lo de este man, ademas que supuse que llevaba un buen tiempo en carretera, tiempo que llevaba sin asearse, hacia esfuerzos para no trasbocar, no quería enfurecerlo más, comencé a sentir sus manos en mi culo y a parecer, esto lo estaba calentando porque ese verga comenzó a crecer en mi boca, yo aceleré mi mamada y mientras descansaba y tomaba aire, lo masturbaba con fuerza para lograr su máxima erección y así fue, esa verga llego a su punto máximo, de un tamaño promedio, unos 15 cms, sin circuncidar, pero eso sí, bastante gruesa, al punto que logré preocuparme de cómo iba a entrar en mi culo, todo esto acompañado de unas güevas peludas que colgaban bastante, el macho este me estaba logrando arrechar, era testosterona pura y me estaba llevando a un punto que me gustaba, sus dedos comenzaron a buscar mi ano y así, en seco, intentó meter el primero de sus dedos, yo grité inmediatamente y le pedí que fuera más delicado, que por lo menos usara saliva, ahí logré ver un poco asustado a Luciano pero me dijo: “esto es nuevo para mí, así que debe entender”, yo solo le respondí: “culo es culo, así que trátelo como trata al de sus amantes”, y así lo hizo, de un rincón de ese camión, sacó un tarro de grasa industrial, me embadurnó todo el culo y comenzó a dedearme, esos dedos burdos y gruesos me estaban llevando al cielo y se lo hice saber con un quejido de placer, esto pareció que lo prendió un poco más y con toda su fuerza me giró bruscamente y me dejó acostado boca arriba, tomó más de esa grasa industrial y se la pasó por toda su verga, me tomó por mis piernas llevándolas a sus hombros, rasgó lo que me quedaba de túnica y sin contemplación alguna, me ensartó esa verga en el culo provocando en mi un grito que se escuchó hasta en El Edén, intenté zafarme pero fue imposible, ese man pesaba una tonelada y para que no gritara más, me embutió en la boca su camisilla toda sudada y con la que acababa de limpiar su olorosa verga.
Ya no había vuelta atrás, estaba completamente sometido por este camionero, eso me pasaba por andar de arrecho y exhibiéndome en público, no me podía quejar, solo quedaba echarme a mi suerte e intentar disfrutar, pero no estaba siendo difícil, Luciano estaba marcando un muy buen ritmo en sus embestidas, yo estaba excitadísimo y con el orgasmo de la camioneta policial acumulado, no creía que pudiera aguantar más y comencé a pajearme, pero esto pareció molestar a mi “violador” diciéndome: “tengo entendido que las perras como usted no pueden usar su verga, solo su culo, además que no quiero que me ensucie mi camión ni mucho menos a mí, con su cochina leche, así que deje esas manos y esa verga quieta”, era claro que solo me veía como un objeto para tener placer, como nada más y para asegurarse de que no lo volviera a intentar, sacó de otro de los rincones una soga con la que amarró mis manos a una de las paredes que aquel camión, nada más podía hacer, solo dejarme poseer por aquel macho y así lo hice.
Pasaron varios minutos de mete y saca salvaje, yo continuaba con mi verga a mil, al punto que pensé que me correría sin tocarme, nunca he experimentado algo así, jamás en mi vida, pero pensé que esta podría ser la primer vez de un orgasmo anal, pero no lo pude lograr porque ya Luciano se estaba vaciando en mí, bufó como un toro, era verdad que llevaba semanas sin sexo, porque vi en su orgasmo el acúmulo de muchos días sin ni siquiera tocarse, ni una paja ni nada, se derrumbó sobre mí y luego de unos segundos, su verga comenzó a perder rigidez, se recuperó un poco, se sentó a un lado y prendió un cigarrillo mientras yo seguía ahí amarrado, con el culo engrasadoy escurriendo semen.
El camionero fumó todo su cigarrillo, mientras me advertía que no hiciera nada en su contra cuando me soltara, acordamos que me llevaría hasta la entrada de la parcelación y así lo hizo, el muy “carechimba” me dejó ahí atado el resto del camino y al frenar y desatarme, solo me dijo: “la única parcelación que conozco por esta zona es esta, así que aquí debe quedar la finca que menciona, este es el fin de su viaje putito, ya entendí que no le gusta el otro trato, además que me gustó bastante probar culo de man y el suyo fue una delicia, me habían dicho mis colegas que probara, que me iba a gustar y así fue, que razón tenían esos güevones”, yo me pasé por ahí mismo para la silla del copiloto, mi túnica estaba rasgada en la parte de adelante, abrí la puerta y al intentar bajar, recibo otra fuerte palmada en mi culo, “que chimba de culo el suyo, quedé con ganas de volver a taladrarlo, usted verá si quiere darme su teléfono y cuadramos un próximo encuentro, además que me interesan esos retiros en lo que usted esta, veo que son bastante especiales”, yo volteé y le afirmé con la cabeza, “puede ser”, le dicté mi número de teléfono y remate diciéndole: “pero solo espero que la próxima vez me culee de verdad porque hoy parece que me culeó un aprendiz”, la cara de Luciano se transfiguró, ese man echaba humo por boca y nariz, mientras que yo simplemente me bajé del camión y cerré la puerta con fuerza, lo había logrado, había herido su ego de macho alfa y con eso, aseguraba que si o si me contactara para un próximo encuentro.
El camión se demoró unos segundos en arrancar, yo quedé ahí parado, tapando mi desnudez con lo que me quedaba de túnica, la verga de dolía pero la güevas más, ya no aguantaba más, solo era tocarme un poco para eyacular inmediatamente, pero debía entrar ya y por eso me dirigí a la portería de la parcelación así como estaba, era claro que ese era el lugar al que tenía que llegar, lo recordaba tanto del primer día que llegamos a los retiros como de la salida más temprano de ese mismo día del condominio.
Continuará…
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