Retiros Espirituales – Capitulo 18 (primera parte)
Pablo logra ingresar a la parcelación donde se encuentra El Edén, pero antes debe pasar a la caseta de vigilancia a firmar su registro de ingreso… .
Me dirigí así como estaba a la portería de la parcelación, traté de acomodar como pude mi túnica, ya que esta se encontraba rasgada en toda la parte de adelante dejando mi verga completamente al descubierto, busqué el timbre que se encontraba en una de las columnas que enmarcaban la reja de acceso y después de sonar, pasaron varios segundos que se hicieron eternos, pensé que no había nadie por la hora o que el vigilante del lugar se encontraba dormido o haciendo ronda, cuando estaba dispuesto a tocar por segunda vez, una voz me interrumpió: “¡buenas, ¿en que le puedo colaborar?!, sin dejar de mirar mi incomodidad con la tela que medio cubría mi cuerpo, esto, obviamente inquietó a este sujeto y yo simplemente me limité a responder: “soy Pablo y estoy en estos momentos asistiendo a unos retiros espirituales en la finca El Edén, ¿me puede hacer el favor de abrirme?”, el vigilante era un negro de mediana edad, sin ser feo, no era un man bonito, bastante corpulento sin ser un cuerpo de gimnasio, con unos rasgos muy característicos de su raza y por su acento, pude deducir que era de a zona pacifica de mi país, pude ver además que llevaba una escarapela en su pecho donde se podía leer su nombre, Jesús Herrera, “claro que sí, pero antes debo verificar quien es usted y luego anunciarlo para que autoricen su ingreso, entenderá que es mi trabajo”, me dijo con algo de autoridad, yo inmediatamente asentí con la cabeza pero no sin antes pedirle: “entiendo que es parte de su trabajo, yo soy Pablo Aristizábal, lo puede confirmar en el registro, pero le pido por favor que no me anuncie, no quiero incomodar a Carlos, mi líder y además, con esto, me evitaría uno de sus severos castigos”, este sujeto carraspeó su garganta al escuchar lo último que dije y solo me preguntó: “¿castigos?, ¿a qué se refiere con castigos?, yo dude en la respuesta y solo pude contestar: “es una manera de llamarlos, pero por estar en unos retiros espirituales, hay ciertas reglas que debemos cumplir y al momento de no cumplirlas, vienen consecuencias para nosotros, es la manera de garantizar lograr el propósito de esta actividad”, este sujeto seguía inquieto con la situación y mas aún con el estado de mi túnica, al punto que logré ver como en un momento se acomodó su verga en su ajustado pantalón de su uniforme, “primero, ¿cuénteme el por qué usted no llegó con el grupo completo hace un rato?, y además ¿explíqueme el estado de su túnica’?”, fueron las siguientes preguntas que me hizo este personaje, yo le conté la misma historia que al camionero, sin entrar en detalles y aproveché para volverle a suplicar que me dejara entrar sin anunciarme en El Edén, que estaba dispuesto a lo que fuera, con tal de no enfrentar a Carlos, pude ver en el vigilante cierta cara de malicia y solo atinó a preguntarme “¿a lo que fuera?” y yo ya rendido y con ganas de llegar a mi cuarto y descansar, afirmé con mi cabeza, “¡perfecto, señor Aristizábal!, voy a revisar el registro para poder autorizar el ingreso y ya regreso con usted”, me dejó ahí parado unos minutos y luego regresó dándole movimiento a la reja corrediza.
Ya estando adentro, Jesús me indicó que debía pasar a la caseta de vigilantes a firmar el registro y luego poder dirigirme a la finca, y así lo hice, al ingresar pude ver como este sujeto no quitaba su mirada de mi culo y como volvía a acomodarse su verga en su pantalón, ya estaba sospechando de sus intenciones y al momento de agacharme en una de las mesas que allí habían para firmar, fui agarrado por este negro de la cintura, tirado hacia adelante en esa misma mesa y magreado por su verga que ya estaba en su máxima expresión: “a ver señor Aristizábal, esa historia que me acaba de contar está muy reforzada y desde hace un rato he notado como un líquido blanco resbala por sus piernas, es claro que este culo fue el que acabó de pagar por el aventón en ese camión y así como me acaba de decir que está dispuesto a lo que sea para no anunciarlo en El Edén, es momento de comenzar a cooperar con este humilde servidor”, esto fue lo que me susurró al oído mientras palmeaba con fuerza mi culo después de casi arrancarme de un jalón el pedazo de hilacha que tenía por uniforme.
Cuando el vigilante bajó con fuerza, no sin antes someterme más a esa mesa, a buscar con su boca chuparme el culo, descubrió lo que ya sospechaba: “¡veo, veo!, eran ciertas mis sospechas, este culito ya recibió su ración de verga y leche y ahora ya está listo para su segunda ración de la noche”, estas fueron sus palabras mientras seguía azotando con fuerza mi culo provocando en mi algo de dolor, “así me gusta que se quejen mis perras”, al decirme esto, yo intenté con rabia defenderme, el trato en femenino era algo que no me gustaba para nada, pero este sacó de su correa su arma de dotación y amenazó con golpearme si no hacia lo que él quería, me sentí rendido y dejé que hiciera conmigo lo que quisiera, obviamente él lo notó y de manera ceremoniosa se despojó de sus pantalones, era claro que se sentía orgulloso del tamaño de su miembro viril, ¿y quién no?, si por lo que pude apreciar, era una verga negra, venosa, gruesa y de unos 22cms de largo, tragué saliva a lo que pude, solo esperé la estocada y así fue, me enterró sin compasión alguna, ese pedazo de carne, yo sentí partirme en dos, el dolor fue insoportable pero no pude hacer más nada, solo aguantar y quejarme con fuerza, no me dio ni tiempo para amoldarme a este nuevo intruso, cuando comenzó un mete y saca salvaje, fue difícil llegar al punto en donde el dolor se convierte en placer, nunca en mi vida había sido culeado por una verga de ese tamaño, era mi primera vez y no lo estaba disfrutando a pesar de ya haber recibido una previamente, las lágrimas empezaron a caer por mis ojos, me estaba sintiendo violado, no estaba disfrutando de la situación, era claro que todo este tema de la sodomía, el sometimiento, la humillación y el masoquismo me llamaba la atención y me gustaba, pero esta situación en sí, me estaba superando, el dolor era insoportable y no pasaba a la fase del placer, por más que me relajara, este man estaba empecinado en su labor, solo quería satisfacer sus más primarios deseos, parecía una bestia en celo y sus estocadas no paraban, bufaba en mi oído y golpeaba de vez en cuando mi culo con sus manazas.
En esas estábamos cuando se sintió el ruido de un carro acercándose, Jesús inmediatamente me arrastró a la fuerza a un espacio al fondo de esta caseta, acomodó con rapidez su ropa y salió para ver de qué vehículo se trataba, yo observe este nuevo lugar, había una cocineta, una pequeña cama, un sanitario, un lavamanos y un espejo, una especie de perchero con ropa colgada, un pequeño televisor y un radio, pude deducir que se trataba del cuarto en donde los vigilantes del lugar pasaban sus noches, pero hubo algo que llamó más mi atención, en una de las esquinas había un escritorio en ele con tres monitores grandes en donde se veían una serie de recuadros con imágenes de diferentes lugares del condominio, pude deducir inmediatamente que se trataba del circuito cerrado de cámaras de vigilancia, la curiosidad me venció y comencé a manipular el mouse que ahí se encontraba y pude ver en cada uno de los recuadros, el nombre del lugar en el que estaba ubicada dicha cámara y ¡oh! sorpresa, pude leer en uno de estos “El Edén”, era claro que desde este lugar vigilaban todo lo que pasaba en cada una de las fincas que hacían parte de esta parcelación, le di clic en este recuadro y se abrieron varios recuadros más, mostrando todas las cámaras que vigilaban la finca de Carlos, detallé en cada una de las cámaras y sentí un escalofrió por todo mi cuerpo, las piernas me fallaron y creí desmayar, una de estas cámaras daban directamente al ágora y sus alrededores, inmediatamente reconocí el lugar y peor aún, reconocí el árbol donde en dos oportunidades había espiado lo que ocurría en dicho lugar, ¡nada que hacer!, quien haya estado de turno las noches anteriores a esta, había podido fácilmente observarme en mis andanzas nocturnas y podía fácilmente, usar ese material en mi contra, pero mis preguntas en ese momento fueron: ¿por qué no lo han hecho todavía?, ¿qué estarán esperando o qué o quién se los impediría?.
En esos pensamientos estaba cuando volví a la realidad, me asomé por la puerta de aquella habitación y pude ver hacia la entrada de la caseta, ahí estaba Jesús conversando con el conductor del vehículo, pude reconocer que se trataba de la camioneta de la policía del retén: “Herrera, hasta la fecha ha realizado muy bien su trabajo de mantenerme informado de todo lo que en este lugar ocurre, con el retén organizado hoy, pudimos lograr adentrarnos un poco más a la zona, próximamente estaremos de nuevo visitando El Edén, que es donde sospecho, más sucesos extraños están ocurriendo, debe usted entonces seguir informándome de algún suceso que le llame la atención, además, creo que del retén no volvieron todos los alumnos que iban en ese bus, para que por favor, esté muy pendiente si alguien llega buscando entrar a este lugar desde la autopista, son solo sospechas, pero si le pido estar muy atento, nos vemos pronto”, fueron las palabras del Coronel al vigilante y este solo le respondió:“¡claro que sí, mi Coronel!, así lo haré, lo que más me interesa es conservar mi puesto y poder llegar al fondo de todo esto”, yo me paralicé, lo que pasaba en esta parcelación ya era de conocimiento de la policía, pero, ¿qué de ilegal había en lo que estaba ocurriendo?, ¿acaso no estaba todo aceptado por nosotros al momento de firmar el contrato de asistencia a estos retiros?. ¿qué más cosas estaban ocurriendo que si podían ser ilegales y yo no me había dado cuenta?, con estas preguntas en mi cabeza estaba cuando el vigilante me tomó con fuerza del cuello, obligándome a ir directamente a la cama, que más que cama, parecía un catre, ahí me empujó con fuerza y se abalanzo como un depredador a su presa, mientras volvía a desabotonar su pantalón para dejar libre a su bestia, yo no aguantaría una embestida más con esa vergota, pero con todo lo que había acabado de descubrir, no debería tentar más mi suerte, entonces decidí seguir cooperando.
Con mis piernas ya en sus hombros y la punta de su miembro apuntando hacia mi culo, Jesús volvió al ataque y sin contemplación alguna, me penetró con tal fuerza y brusquedad, que mi quejido, creo yo, se escuchó en toda la parcelación, el dolor fue insoportable, volví a lagrimear con más ganas, pensé entonces comenzar a masturbarme para suavizar la culeada que me estaban dando, pero fue un error: “los putitos como usted no tienen derecho a usar sus vergas, mientras golpeaba con fuerza mi cara y ataba mis manos al espaldar de aquel catre con la ayuda de la correa de sus pantalones”, me dijo con rabia este negro que ya estaba detestando con mi alma, el mete y saca continuó, mi agonía aumentó, no solo por el dolor en mi ano, sino también en mis güevas, no poder eyacular desde el retén, me tenía con mis testículos llenos y cada vez el dolor era más insoportable, además, no creía que con ese salvajismo que estaba siendo penetrado, lograra un orgasmo anal, nunca lo había tenido y de esta manera, menos que lo iba a tener.
Llevábamos no sé cuantos minutos en esta tortura, la posición había apaciguado un poco el dolor, ya estaba acostumbrándome al tamaño de aquel animal, por lo que ya estaba comenzando a disfrutar un poco, solo un poco, trataba de poner mi mente y mi cuerpo en disposición, verme ahí, sometido y prácticamente violado por un vigilante de color me estaba llevando a recrear en mi mente una situación exageradamente morbosa, al punto que comencé a jadear con fuerza, Jesús lo notó y solo atinó a decirme: “así son todos los putos que he violado, comienzan llorando y después hacen de todo para que no pare de meter mi verga en sus culos, aunque no los culpo, debe ser muy “chimba”, siendo uno pasivo, que le revienten el culo con una vergota como la mía”, y aceleró el ritmo de sus embestidas, yo solo pude pensar: “negro engreído de mierda”, y solo pedía que acabara rápido para poder, por fin, llegar a descansar, pero que equivocado estaba, mi estadía en aquella caseta iba a demorar un buen tiempo más…
Continuará…
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