Retiros Espirituales – Capitulo 2
Pablo descubre en el conductor de bus de El Edén un personaje bastante sucio y desagradable pero que le regalará las mejores escenas de sexo sucio de su vida…de su vida… .
Retiros Espirituales – Capítulo 2
Yo seguía sintiendo la mirada desafiante de Sebastián en mi espalda y no sabía el por qué, no sabía cuál era la fijación de ese man en mí, está bien que me había pillado mirándolo mientras Carlos lo humillaba delante de todos, pero puedo asegurar que ante semejante escena, la mayoría de los que ahí estábamos, ninguno quitó la mirada de ese bulto, de ese bóxer desgastado y de esa escena tan morbosa, por más heterosexual que fuera, no creo que sea algo que uno normalmente vea en su vida diaria, por lo menos, yo no. Antes de ingresar al comedor, me atreví a mirar hacia atrás para asegurarme que no siguieran asesinándome con la mirada y grave error el mío porque volví a encontrarme con la cara del mandamás de estos tres manes y en esta oportunidad no pude evitar bajar mi mirada a su verga, pero es que se seguía marcando un bulto bastante grande y yo no lograba entender si yo había imaginado una semierección en este man o realmente estaba muy bien dotado, cuando volví a subir la mirada, me encontré con una cara roja de rabia, un dedo apuntándome simulando una pistola y a sus dos amigotes escoltándolo como si fueran sus lavaperros, “maldita sea”, dije en voz baja y pensé: “¿qué hace un man de este tipo en un lugar como estos?, este man se nota que tiene cero trabajo personal y emocional como para pagar por un retiro de este tipo, ¿a qué habrá venido o quién se lo habrá recomendado u obligado?, ¿por qué no decidirá irse?”.
Al fin llegamos al comedor y dejé que esos tres escogieran mesa primero para yo escoger una en la que no los tuviera en frente para evitar nuevos cruces de miradas, las mesas iban por 4 puestos y busqué una que ya tuviera tres de sus puestos ocupados, ahí estaban un man que se me presentó como Gabriel, otro como Santiago y el tercero como Sergio, recordé que se habían presentado en la actividad anterior como hombres casados y con hijos, tres manes normales, nada del otro mundo, ¡bueno! Santiago si lograba resaltar porque se le notaba una cara muy masculina, con rasgos fuertes pero que sin ser bonito, lo hacían ver un man muy atractivo, un muy buen cuerpo, se notaba que practicaba algún deporte o iba al gym, lo constaté después cuando nos dijo que practicaba rugby desde niño, de ahí entendí también su volumen muscular, aunque me pareció que le faltaba más masa, le logré preguntar por ese detalle y me respondió que como ya no lo practicaba profesionalmente, había perdido mucha de la masa que algún día tuvo. Los otros dos si se notaban con cuerpos normales, típicos de manes casados, con hijos y vidas rutinarias, yo me volví a presentar sin entrar en detalles y esperamos que nos sirvieran el almuerzo.
Algo que no había notado a la hora del desayuno es que los meseros del comedor vestían las mismas túnicas que nosotros, sólo que estas eran azules claras y llevaban un gorro que les cubría todo el pelo, me imaginé que por aquello de la asepsia con la manipulación de alimentos, me entró la duda y alcé la mirada hacia la cocina y pude ver que los cocineros también llevaban la misma túnica azul clara, “¿pero qué es esto?”, pensé, ¿son todos hombres en esta casa finca?, ¿no hay ni una sola mujer?, ¿es así siempre o cómo habrá sido cuando mi amiga estuvo en su retiro?, tenía la cabeza llena de preguntas cuando en la mesa del frente, que a ese momento se encontraba vacía, se sentaron Carlos y sus dos monitores, pensé que almorzaban en otro espacio o en otro horario, ¡pero no!, ahí estaban los tres, Andrés daba la espalda, se le marcaba un muy buen culo en la parte trasera de la silla y pude constatar que realmente si usaba suspensorio como prenda íntima, me logré sobresaltar con eso y me pregunté si alguien más lo notaba o solo era yo que desde mi bisexualidad estaba pendiente de ese tipo de detalles, Carlos y Daniel se sentaron a lado y lado de Andrés lo que me permitió ver un poco más de piel del líder, solo un poco cuando al sentarse se le recogió la tela de su túnica y dejó ver parte de su muslo, yo agradecí a la vida por regalarme ese detalle, así fuera mínimo, lo agradecí, en Daniel si no agradecí nada, ¡jajaja!, habrá a quien le guste este tipo de man, pero a mí en lo personal no me atraía, el cuarto puesto de esa mesa duro unos minutos vacío, ya estábamos almorzando cuando alguien interrumpió y se sentó junto al líder y monitores, era un señor ya mayor, le calculé aproximadamente unos 60 años, bastante descuidado en su físico, el típico man que sin ser gordo, posee una barriga bastante prominente, burdo en sus modales y en su hablar, la verdad es que generaba “asco” solo al verlo, llevaba también una túnica, está era de un café oscuro, no entendí el color y además había una particularidad en él y era que por su prominente barriga, el largo de la prenda sólo le alcanzaba a cubrir hasta la mitad del muslo, no era muy alto, debía llegar a los 1,70cms.
Al “desparramarse” en su silla con las piernas abiertas y quedar a todo el frente mío, pude ver por debajo de la mesa como se le recogió su túnica dejando ver unos calzoncillos típicos de alguien de su edad, todo en él era un descuido, su bigote, su pelo, sus modales, su ropa interior, unas chanclas viejas que dejaban ver unos pies y uñas cochinos y hasta su túnica que se veía sucia y desgastada. Claramente al poder ver su ropa interior también pude observar su bulto, no marcaba gran cosa y me van a decir ustedes que hacía yo mirando eso, pero ese tipo de detalles no se le escapan a un man que le gustan otros manes por más corriente que sea el otro man, ¡jajaja!, además que noté mucha tensión en Andrés y Daniel con la llegada de este hombre, se notaban nerviosos, se miraban entre sí, aceleraron su almuerzo, se notaban raros, algo pasaba entre esos tres y mi sospecha aumento cuando empecé a ver al hombre mayor tocarse su verga más de lo normal por encima de la tela, obviamente de una manera burda y ordinaria, no le importaba si alguien lo pudiera ver, lo hacía de manera descarada y me sorprendía mucho que Carlos lo permitiera estando sentado en la misma mesa con él, una de dos, no se daba cuenta, o se lo tenía permitido.
Yo trataba de disimular no mirando la escena, seguí en mi almuerzo y me seguía preguntando si este tipo de detalles sólo eran obvios para mi o había alguien más pendiente de esto, hice un recorrido por todo el comedor y ¡sorpresa!, desde una de las mesas pude ver como tres manes estaban mirando la escena, se les notaba que algo de todo eso les gustaba porque los vi acomodándose las vergas paradas en sus túnicas y cuchicheando entre sí, inmediatamente los recordé porque en sus presentaciones de la actividad de introducción a los retiros se presentaron frente a todos abiertamente gays, uno se presentó como Mario, un man de 50 años, con pareja pero una infidelidad de él y una posible ruptura, lo había obligado a buscar ayuda para evita reincidir y que su pareja lo perdonara, otro se presentó como Hernán, un man de 28 años, confesó que a sus últimas tres parejas les había pegado y que recurría a este retiro buscando mejorar ese patrón violento en él y no repetirlo en sus próximas relaciones y el tercero se presentó como Eduardo, un man de 56 años que nos contó que estaba soltero pero destrozado porque su pareja se había suicidado recientemente y necesitaba ayuda de donde fuera para superar ese gran golpe que la vida le había dado.
Yo volví la mirada a la mesa de los monitores, centré mis ojos en la cara del señor y logré recordar que había sido el chofer del bus que nos llevó a la casa finca, recordé su nombre, Adolfo se llamaba, este seguía en su escena burda de tocarse sin ningún pudor, pude notar una erección en ese calzoncillo, no marcaba un gran bulto, como ya les los dije, este señor no se veía muy dotado que digamos y cuál iba a ser mi sorpresa, cuando vi que posó su mano en la pierna de Daniel y sin importar su reacción, subió hasta tocar su verga por encima de la tela blanca y con el pie despojado de su chancla, a todo el frente, estaba tocando la verga de Andrés por debajo de su túnica, “¿pero qué es lo que pasa en este lugar?”, me volví a preguntar yo, “¿no se supone que es a este tipo de espacios a los que uno asiste para calmar ese tipo de comportamientos y callar ese demonio que lo insta a uno a dejarse llevar por sus deseos más primarios?”. No podía dejar de reconocer que la escena estaba de lo más morbosa, ver a ese señor tan basto manosear de esta manera a estos dos monitores tan finos, que aunque ya se los he dicho, no son de mi gusto, reconozco que son dos manes lindos en su estilo y adicional no saber si el líder era ajeno o cómplice de esta situación, me tenía a mil, estaba excitadísimo para ese momento, ya era la segunda vez en el día que tenía una erección y si esto era sólo el comienzo, “¿cómo iban a ser el resto de los 6 días?”, me dije a mi mismo, traté entonces de acelerar mi almuerzo y retirarme del comedor directo para mi cuarto, nos habían anunciado un descanso de una hora y media para reposar el almuerzo y continuar con las jornadas de la tarde.
Antes de llegar a mi habitación decidí salir de la casa finca con la intención de despejar mi mente, afuera vi la zona de parqueo a todo el frente de la puerta de El Edén, a mano izquierda las ventanas de los salones y auditorio donde se realizaban las actividades del retiro y a la derecha los ventanales de las siete primeras habitaciones, caminé a mi derecha en donde empecé a visualizar un terreno llano con una manga verde muy podada, llegué al extremo, giré de nuevo a la derecha, pude ver otras seis ventanas y pude reconocer que en estas se encontraba la de mi habitación, seguía visualizado el amplio terreno llano y al final una especie de jardín con arbustos y árboles de varios tamaños, algo llamó mi atención, me dirigí a ese lugar y al llegar pude ver una especie de ágora, unas piedras en forma de cubos de diferentes alturas ubicados circularmente para uno sentarse, dejando un espacio en el centro, incluso unas más altas detrás de unas más bajas simulando espaldeares para comodidad de los que allí se reunían, recordé entonces que en el cronograma teníamos actividades citadas en este lugar, en esas estaba cuando una voz me sorprendió: “no debería usted estar en este lugar sin la compañía del líder o sus monitores”, yo me asusté y giré para ver quien me hablaba, se trataba de Andrés y continuó diciéndome: “vi que salió rápido del comedor y quise saber qué le había pasado, por eso lo seguí hasta aquí, sabe que estos recorridos deben ser autorizados y acompañados”, yo me disculpé y prometí que no volvería a pasar, volví mi mirada al ágora y le dije al monitor que me gustaba ese lugar, él me respondió que las actividades de la mañana del lunes estaban citadas ahí por lo que debía tener paciencia, logré adentrarme un poco más y notar que detrás de los árboles que rodeaban aquella especie de plaza, se visualizaba una edificación modesta, supuse yo que una casa para empleados y para el mayordomo, Andrés me sugirió entonces volver a la casa, yo quise terminar de rodearla por completo y fui a la parte de atrás, él me acompañó y pude ver las otras siete ventanas de los cuartos restantes, para completar 20 en total, la ventana de un baño social, luego las de la cocina y para terminar las de otros salones de clases y reuniones. Me contó Andrés que la casa siempre fue de un piso, era una casa tradicional con varios cuartos, varias salas, comedor y cocina, pero que cuando Carlos la compró para realizar sus retiros y alquilarla para otro tipo de alojamientos y actividades, la adecuó dividiendo los cuartos en unos más pequeños para alojar más personas, conservó el comedor, la cocina, amplió el baño social y las salas las convirtió en salones y auditorios y decidió construir dos pisos más sólo sobre la zona de las salas para contar con más salones, consultorios, su habitación y la de los monitores, terminando de rodear la casa volvimos adentro para dirigirme a mi cuarto a descansar el resto de tiempo que me quedaba, me despedí de Andrés y él se dirigió a su cuarto el cual se encontraba en el tercer piso de la zona edificada.
Estaba caminando a mi habitación cuando vi entrar a Sebastián a la habitación 9, a una puerta de la mía, “casi me lo acomodan de vecino” pensé yo, su amigo Alejandro estaba entrando a la 8 y Manuel a la 10, este último si era mi vecino y era tan gris, la verdad, que no me importó, me incomodaba más la cercanía de Sebastián, con esa ubicación concluí que esos tres pidieron ser ubicados uno al lado del otro, eso era seguro, a las habitaciones 12, 13 y 14 entraban Eduardo, Hernán y Mario, los tres personajes del comedor que habían hablado abiertamente de sus sexualidad frente al grupo, me pareció curiosa esta ubicación pero no le di trascendencia, entré a mi cuarto, quería aprovechar de pronto para hacerme una buena paja y calmar la arrechera que me había dejado los eventos de la mañana y el medio día, pero preferí echarme un sueñito de media hora y recuperar energía para la jornada de la tarde.
Continuara…
Espero sus comentarios y calificaciones para poder saber en que debo esforzarme para las próximas entregas.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!