retorciendome la voluntad. Episodio IV
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por marinerosado.
Retorciéndome la voluntad. Episodio IV
Salimos del salón de visita, seguí a mi esposa con la vista, pero ella no volteo su mirada. El impacto de lo que había visto, supongo, fue muy fuerte para ella. Es que lo que estoy viviendo no cabe en la mente de nadie. El amo me llevaba agarrada de mi codo por el pasillo, pasando puertas de barrotes y caminando entre otros presos que también los devolvían a sus celdas. Un negro fuerte de unos 45 años se acercó al amo. Y hablo con él. No escuche de qué se trataba. Pero se pusieron de acuerdo. Este se dio media vuelta y me dijo: ahora te entraremos a la etapa inicial de sometimiento para doblegar tu mente de hombre y convertirte en una puta. Desprenderte de las ataduras de ese hombre que eras. No entendía que significaba esto. Estaba muy asustada pues entendía que iba a ser un castigo físico grave. Algo tan fuerte que me doblegara a aceptar lo que ellos quisieran hacerme. Pero qué más podría ser? Que más bajeza puede haber?.
Con ese pensamiento fui casi arrastrada por un pasillo que va cerca del área de salida de la prisión. Entramos a un cuarto con un banco en el medio y lockers alrededor, este cuarto es donde revisan a las visitantes que vienen a ver sus familiares presos.
Allí dentro me obligaron a acostarme boca abajo en el banco. Me ataron de manos y pie al banco quedando mis rodillas y mis manos pegadas al suelo con en el banco en el medio de las piernas y mi barriga descansando sobre él. No atrevía a preguntar que hacia allí, ni ofrecer resistencia pues esto traería graves consecuencias y castigos para mí. El negro me sube la falda para dejar descubierta mis nalgas, con el panty colaless metido entre ellas. Él no hacía nada más. En el frente tenía un guardia de la prisión. Este se bajó la cremallera del pantalón y saco su pene frente a mi cara. El negro de atrás me soltó una tremenda nalgada y ordeno: ¡chúpala!.
El guardia aprovechando mi inmovilidad lo acerco a mi boca y dijo: ¡mámamela! Yo sabiendo las consecuencias de desobedecer abrí mi boca para dejar entrar este miembro que aún estaba flácido. Comenzó el movimiento de meter y sacar produciendo este roce el crecimiento y endurecimiento de tremenda pieza. El negro por detrás comenzó a golpear mis nalgas con su pene. Ese si la tenía ya bien erecta. Jugaba con golpearme con ella y pasármela por mí ralla presionando la entrada en mi hoyo. De repente se abrió la puerta y 2 guardias entraron con mi mujer. Ella entro y vio el escenario, se tapó su boca para no gritar.
Su panorama era indescriptible e increíble. Yo atado, vestido de niña y con tremenda pieza en la boca. No emitió palabra, solo trato de soltarse de los brazos pero no pudo. El amo le dijo: vez eso es lo que le gusta a tu marido. Ya no será hombre nuevamente eso te lo podemos asegurar. Aquí dentro es una puta. Queríamos que la vieras. Fíjate que el mismo lo pide. El amo dijo: puta pídele que te lo metan por detrás. Yo seguía con el miembro del guardia en mi garganta pues aun con la presencia de mi esposa este no paro de meterla. Se detuvo, cuando oyó lo que decía el amo. Me dejaron para que pudiera decir las palabras que me indicaban. Quede callada, no quería decirlo, pero igual me iban a obligar. Ellos querían doblegarme y lo iban a lograr. Pronuncie titubeante las palabras: señor por favor métamelo por detrás lo suplico. Y así fue. El negro le dijo a mi esposa: sino no quieres que se lo meta, ven ponte tú aquí. Ella no dijo media palabra. Yo preferí que así fuera, pues yo ya había sido violada y usada en innumerable ocasiones. Que más daba.
Era una puta más obligada a servir sexualmente en este antro. Bueno sino aceptas, disfruta mirando cómo le rompo el culo a tu puta esposo. Y agarro con sus manos el falo erecto y presiono mi ano, que ya no tiene la fortaleza natural para resistir la entrada de nada. Ya ha ido perdiendo la fuerza para aguantar hasta las heces. Lo metió de un solo sopetón hasta el fondo, me produjo dolor pero la verdad es que estaba acostumbrándome a recibir estas embestidas de estos degenerados. El guardia por su parte también introdujo su miembro en mi boca y comenzaron a violarme sexualmente por ambos huecos. El negro me daba nalgadas fortísimas para marcar sus manos y abusar más de mí. Pude ver la cara de mi esposa, en sus mejillas corrían lagrimas supongo que de coraje, de tristeza, incapacidad y de odio. Ellos siguieron dándome, haciéndomelo lo más fuerte posible para demostrarle que ellos mandan y que harán conmigo lo que quieran o quizás lo que ya tienen planeado. El negro lo sacaba de mi culo y se lo mostraba a mi esposa y le decía: vez mira el tamaño tronco que tu puta se deja meter. Y fíjate que ni siquiera protesta. Que puta es. Así siguieron ambos hasta que el guardia comenzó los movimientos frenéticos de una venida. Dijo entrecortado: chúpala coño que me vengo y en dos últimos embates se derramos dentro de mi boca dejando su pene en la puerta de mi garganta. No hubo más opción que tragarla tratando de no ahogarme.
Saco su miembro de mí y me dijo: límpiala con la lengua puta. Nunca yo había intentado hacer que mi mujer aceptara que eyaculara en su boca mucho menos que se la tragara. Eso era vedado para nosotros. Imagínense ella ver que yo tuve hasta que limpiar ese pene con mi lengua. Por detrás seguían rompiéndome el culo. Ese negro tenía un poder de retener la eyaculación que me tenía cortado el esfínter. Un dolor tremendo y ardor por las fisuras que tenía, pero él seguía acabando conmigo. No podía aliviar las penetraciones pues estaba atado y comprimido entre los enviones que me daba y la madera rustica que estaba acostado.
Al final de la más larga cogida que me habían dado había dado. Se vino dentro de mí con movimientos brusco que me levantaban con todo banco. Quede con el culo destrozado, lleno de leche y derramando el semen depositado por este hombre. Así quede destrozado, vejado y vuelto un guiñapo de persona, sometida y abusada. Eso querían demostrar y sobre todo frente a la persona que amaba, que me recordaba tantos buenos momentos. Ellos pretendían desilusionarla, alejarla, separarla de lo que yo representaba. Me desataron y me obligaron a incorporarme frente a ella. Para que me viera como la puta que ellos me habían convertido, vestida de mujer. El amo le dijo: esta es la última vez que la veras con algún rastro de hombre. Mírala bien pues en futuro próximo aceptara ser tan mujer como tú. La sacaron del salón, y a mí me llevaron nuevamente hacia adentro llevándome a la celda donde otro hombre había pagado por convertirme en su esclava sexual.
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