RITUAL Nº II El «Corazón de Acero»

El segundo ritual, conocido como «Corazón de Acero», se practicaba antes de expediciones militares importantes y servía para crear vínculos inquebrantables entre los miembros de un grupo de combate..
Diario de Guerra – Año 930 del Lobo Sangriento

Entrada 23 – El Corazón de Acero

Esta noche los dioses han sido testigos de la unión más sagrada que jamás haya experimentado. Veinte guerreros unidos en un solo cuerpo, una sola alma, una sola bestia de guerra preparada para conquistar las tierras sajonas.

El Corazón de Acero comenzó cuando el sol se ocultó tras las montañas. Bjorn el Líder, con sus 45 años y músculos duros como piedras, nos reunió alrededor de la antorcha ceremonial que ardería durante toda la ceremonia.

«Hermanos del acero», rugió su voz autoritaria, «mañana navegamos hacia territorio enemigo. Para sobrevivir, debemos convertirnos en una sola criatura de guerra. El ritual nos unirá más allá de la carne.»

Su polla colgaba enorme entre sus piernas peludas, al menos 20 centímetros de verga gruesa que había visto follar a más enemigos capturados de los que podía recordar. A su lado, Thorvald el Capitán se irguió imponente con sus 25 centímetros de carne venosa.

«Las reglas son simples», continuó Bjorn. «Formamos el círculo sagrado uniendo todos los cuerpos con nuestros falos. Nadie se corre hasta que la antorcha se apague. Quien falle, muere.»

Nos desnudamos en silencio religioso. Veinte cuerpos curtidos por la guerra quedaron expuestos a la luz dorada del fuego. Cicatrices, músculos, vergas de todos los tamaños preparándose para la unión más íntima.

Yo quedé colocado detrás de Ragnar el Veterano, un macho de 40 años con el cuerpo marcado por mil batallas. Su culo respingón me esperaba mientras detrás de mí se colocaba Erik el Joven, con sus escasos 19 años pero ya endurecido por tres campañas.

«¡Que comience el ritual!», rugió Bjorn.

La penetración simultánea

Al unísono, los veinte guerreros nos hundimos en el culo del compañero de adelante. El sonido fue indescriptible: veinte rugidos masculinos mezclándose mientras veinte pollas se hundían en veinte anos al mismo tiempo formando un gran círculo de cuerpos sudorosos.

Mi verga de 22 centímetros se deslizó en las tripas de Ragnar como una espada caliente entrando en su vaina. Su ojete me apretó como un puño mientras rugía de placer y dolor mezclados.

Al mismo tiempo, sentí cómo la polla de Erik me abría mi propio culo. Sus 18 centímetros me penetraron hasta el fondo, llenándome de una sensación de plenitud que me hizo temblar.

«¡Mantened el ritmo!», ordenó Bjorn mientras follaba salvajemente a Eriksson. «¡Como un solo cuerpo! ¡Como una sola bestia!»

El círculo comenzó a moverse en perfecta sincronía. Cuando yo embestía a Ragnar, Erik me embestía a mí. Cuando me retiraba, él se retiraba también. Veinte guerreros moviéndose como un solo organismo.

Los gemidos llenaron el aire nocturno. Ragnar jadeaba bajo mi peso mientras yo lo penetraba más profundo. Sus músculos se tensaban cada vez que le clavaba la verga hasta el fondo.

«Más fuerte, hermano», me gruñó por encima del hombro. «Rómpeme el culo como un verdadero vikingo.»

A mi izquierda, el joven Ulf lloraba de placer mientras Thorvald lo partía por la mitad con su verga monstruosa. Sus lágrimas brillaban a la luz del fuego, pero su polla estaba dura como el acero.

«¡Aguanta, muchacho!», le rugía Thorvald. «¡Si te corres antes de tiempo, te mato con mis propias manos!»

La resistencia

Los minutos se convirtieron en media hora. El sudor goteaba de nuestros cuerpos mientras manteníamos el ritmo implacable. Mis piernas temblaban del esfuerzo, pero mi polla seguía dura, penetrando las tripas de Ragnar una y otra vez.

El veterano empezó a gemir más fuerte. Su culo se contraía alrededor de mi verga, señal de que estaba cerca del orgasmo.

«¡No te atrevas!», le gruñí al oído. «¡Esperamos todos juntos!»

Detrás de mí, Erik jadeaba como un animal. Su polla palpitaba en mi culo, luchando por no explotar antes de tiempo. Sus uñas se clavaron en mis caderas mientras trataba de controlarse.

Por todo el círculo se oían súplicas similares:

«¡No puedo más!»

«¡Me voy a correr!»

«¡Ayúdame, hermanos!»

Pero Bjorn mantenía la disciplina férrea. «¡El primero que se corra muere! ¡Resistid como los guerreros que sois!»

El clímax colectivo

Cuando la antorcha finalmente comenzó a parpadear, todos sentimos que el momento había llegado. Treinta minutos de penetración continua nos habían llevado al límite absoluto de resistencia.

«¡Preparaos!», rugió Bjorn. «¡Cuando se apague la llama, nos corremos todos!»

La antorcha dio su último destello y se extinguió.

«¡AHORA!»

Veinte rugidos bestiales desgarraron la noche mientras nos corríamos todos a la vez. Mi polla explotó en las tripas de Ragnar, llenándolo de semen hirviendo. Al mismo tiempo, Erik se vació en mi culo, sus chorros calientes inundando mis entrañas.

Por todo el círculo, los guerreros temblaban en éxtasis colectivo. Veinte orgasmos simultáneos creando un vínculo que trascendía lo físico. Éramos una sola criatura, un solo corazón latiendo, una sola bestia de guerra.

Permanecimos conectados varios minutos más, sintiendo cómo el semen se mezclaba en nuestras tripas, cómo nuestros cuerpos sudorosos se pegaban unos a otros. El silencio sagrado solo se rompía por jadeos exhaustos.

La transformación

Cuando finalmente nos separamos, algo fundamental había cambiado. Nos mirábamos a los ojos y veíamos no solo compañeros, sino partes de nosotros mismos. Mis hermanos de batalla se habían convertido en extensiones de mi propio cuerpo.

«La unión está completa», anunció Bjorn, su voz ronca por el esfuerzo. «Ahora somos invencibles. En la batalla, actuaremos con una coordinación que ningún enemigo podrá anticipar.»

Tenía razón. En los combates que siguieron, nuestra sincronización era sobrenatural. Sabíamos exactamente dónde estarían nuestros compañeros sin mirar. Nuestras espadas se movían como extensiones de una sola voluntad.

El Corazón de Acero nos había convertido en la fuerza militar más letal que jamás había navegado hacia territorio enemigo.

Que los dioses bendigan el vínculo que hemos forjado esta noche. Que nuestra unión perdure hasta que Valhalla nos reciba a todos.

Todos nos retiramos sintiendo los chorros de lefa que salían de nuestro ano, resbalando por nuestras piernas hasta nuestras sandalias, era maravilloso sentir los dedos desnudos pegándose a la suela de nuestras sandalias, yo sabía que al llegar a casa, mi padre me dejaría beber ese manjar entre los dedos de sus pies.

Fin de la entrada.

Hákon hijo de Olsen

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