Saga Infiltrado 6: gonzalo
este medico, si que sabe disfrutar..
Un nuevo día empezaba como cualquier otro, pero el Doctor Gómez como todos le conocían, presentía que sería uno de esos que son agitados. Una gran casa en Rio de Janeiro se alzaba, un poco solitaria entre las demás, en una zona exclusiva.
Gonzalo no se midió demasiado en gastar una gran cantidad de dinero en adecuar su hogar para satisfacer todos sus caprichos y necesidades. Una casa muy espaciosa y decorada con un gusto moderno, terminaciones de cromo y muebles de cuero caro adornaban la sala, mesadas de granitos y electrodomésticos de último modelo resaltaban en una cocina reluciente y pulcra. Estanterías de roble, muebles y algunos caprichos electrónicos que podía permitirse completaban el aspecto de la planta alta de la casa, en pocas palabras tenía un aspecto costoso, frío y elegante tal como era la personalidad del famoso médico.
Luego de tomarse un buen desayuno junto a un potente café, bajo por las escaleras sin mucha prisa y con un poco de desgana, esa propia de las primeras horas de la mañana. La planta baja de la casa había sido reformada a su petición, convirtiéndose en una moderna clínica que, aunque pequeña comparada con otras, no tenía nada que envidiarle. Con tecnología punta y un pequeño quirófano adaptado a las necesidades de sus clientes.
Miro la hora en su reloj y soltó una leve risa para sí mismo. Como todas las mañanas, exactamente a la misma hora, entraba por la puerta una mujer mayor con aspecto de Europa del Este. Ambos se dedicaron una mirada que sin ser intima denotaba el afecto de mucho tiempo juntos, pero con la fría personalidad de Gonzalo sumada con la aferrada personalidad rusa de Olga no los hacía demasiado demostrativos, pero entre ambos existía la confianza quizás algo similar a madre/hijo con sumo respeto.
Se dirigió a su escritorio a comprobar los últimos correos para confirmar alguna que otra cita especial.
El Doctor tenía dos tipos de pacientes A y B. Dos categorías independientes, pero básicamente su principal entrada económica y la que le permitía vivir de esa manera tan cómoda era proveniente de los pacientes de tipo A. Clientes que pagaban lo que fuera necesario por su profesionalidad, sus conocimientos, y su discreción. sobre todo, su discreción.
Los clientes tipo B, eran mas desfavorecidos. Gente con pocos recursos que pagaban con la voluntad, y en muchas ocasiones, si siquiera eso, al no tener nada con lo que pagar. Pero que siempre trataban de compensarle con algún favor, por mucho que Gonzalo se negase. Realizaba esos trabajos, porque nadie mas lo hacía, y estaba orgulloso de ello.
Tras unos cuantos minutos los pasos de Olga le notificaban que la acción se acercaba
-Paciente de tipo A en camino, llegaran cuando mucho en 15 minutos, preparare todo. Dijo con una notable marcación en las “r”
Recordó sus primeros trabajos con aquella curtida mujer “Sencillo o fácil no significa barato” comento cuando Gonzalo le planteo la tabla de clientes, refiriéndose a los tipo A.
Un grupo de tres hombres armados entraron rompiendo la paz y el silencio del lugar, con el tiempo aprendió que la gente envuelta en negocios torcidos es bastante débil respecto a resistir dolor, y es por ello que, aquel hombre se quejaba como un recién nacido por un disparo del día anterior. No era una herida que pusiera en riesgo su vida, no había bala en su cuerpo, puesto que había sido extraída el día anterior así que solo sería una cura y para contrarrestar posibles infecciones. Sus compañeros mostraban preocupación, propia de la camaradería, No fue nada demasiado complicado y tras regañar un poco al grupo, cosa que le encantaba, la sensación de dominio sobre esa gente tan poderosa y la recomendación de no dejar pasar ese tipo de heridas por complicaciones mayores.
Olga como era habitual tomo con desconfianza el fajo de $ y tras cerciorarse que estaba completo, dio su visto bueno para dejarlos marchar, esa mujer tenía algo que lograba intimidar a cualquiera, mientras organizaba todo el desastre Gonzalo comenzó a rememorar, por lo visto este también sería un día de recuerdos, que últimamente (no muy a su gusto) estaban siendo comunes.
Gonzalo Gómez no se consideraba un tipo especial, se podría decir que era el típico español promedio, una familia normal, unos padres católicos que desde joven le inculcaron importantes valores, una hermana un par de años menor. Físicamente también era promedio, cosa que no lo hacía demasiado destacable en nada salvo en una cosa Gonzalo era un empollón desde crío. Con notas por arriba de la media no se le hizo difícil entrar en una de las mejores Universidades de España y poco después obtuvo una beca que lo llevo a la Perelman School of Medicine de la Universidad de Pensilvania.
El mantener su éxito académico también entro en su normalidad, siendo un joven recién graduado como uno de los mejores de su corte amplio su campo de conocimiento a la cirugía general y especialización en cirugía vascular. En menos de un año logro establecerse como un respetado medico solicitado en Pensilvania para realizar complejas operaciones. Pero todo éxito tiene un precio, en su caso fue el hecho de ir perdiendo su fe en la humanidad. Poco a poco ese desprecio por la sociedad lo fue amargando y a su vez le desarrollo un pensamiento más amplio. Mientras los ceros en su cuenta corriente creían sin parar, y viendo los constantes documentales en la CNN, la reflexión se caló en su mente, algunos con tantos y otros con tan poco y sometidos a las barbaries de unos grupúsculos de maniáticos.
Tanta reflexión le empujaron a alistarse como voluntario del ejercito, para realizar lo que mejor se le daba, ser un gran cirujano y salvar vidas y países como Irak, Siria, Afganistán o Yemen dejan irremediablemente tocado a cualquiera que por algún motivo haya pisado esa tierra.
Recordaba el ruido de los disparos, el olor a pólvora y sangre que inundaba su hospital de campaña cuando le llegaban los heridos, que no siempre eran soldados ni tampoco adultos. Recordaba como en mas de una ocasión, le habían llevado alguna niña, violada, a la que tenia que examinar y reparar su desgarrada vagina. Durante esos años, fue donde aprendió todo lo que sabía de ginecología y pediatría.
Los siguientes pacientes, eran un grupo de una escuela cercana a los que aplicaría una vacuna para salvarles de las enfermedades mas virulentas de la zona. Los niños fueron pasando poco a poco para recibir su tratamiento y cuando vio los preciosos y enormes ojos oscuros de una pequeña de 8 años le transportaron de nuevo al pasado, donde descubrió su más oscura personalidad. En parte, todo lo hacia por eso. Por tratar de compensar, en cierta forma sus perversos actos que, irremediablemente cometía una y otra vez sin poder evitarlo.
Habían pasado por sus manos la mayor parte de los pacientes del día y seguía sin poder olvidar esos ojos, ni de recordar aquella primera vez, en India, cuando salvo la vida de todo un poblado contagiado de malaria, y se encontró como regalo, en su habitación, una preciosa niñita de 9 años, vestida como una princesa y que se le entrego de aquella forma.
Sus propios padres le rogaron que les otorgase aquel privilegio de bendecir a su pequeña, ofreciéndola el néctar de los dioses. Y vaya si lo hizo. No recordaba haber tenido una eyaculación tan potente como la que tuvo en la boca, vagina y ano de aquella pequeña, que le acompaño durante toda la noche. Aquella fue su primera vez, y por supuesto, que no fue la última. Por su mente pasaron las diferentes niñas— y también niños, que habían pasado por sus manos. Siempre sin forzar. Casi siempre sin causar dolor, al menos de forma intencionada, pero siempre con un gozo que rompía todas las escalas.
Olga le informo de que es siguiente paciente era de los especiales. Roberto, un jovencito de 8 años de piel morena y ojos despiertos y curiosos. Le recibió con una visible erección provocada por sus recuerdos y sus intenciones.
Examino al pequeño, tras indicarle a su madre que debía abandonar la consulta, y le retiro un pequeño pinchito que tenia clavado en la planta del pie, tras lo cual, procedió a continuar con la exploración desnudando al crio por completo con la ayuda de Olga y la completa colaboración de Roberto, que conocía a la perfección lo que venia a continuación.
Gonzalo examino el pene del crio, ya duro, y sin disimulo se lo metió en la boca iniciando una suave mamada. Succionaba el pequeño pene con suavidad y en ocasiones, deslizaba su lengua hasta su pequeño anito, estimulándolo y dilatándolo con sus dedos, arrancándole gemiditos de placer. Cuando su polla ya no aguantaba la presión, se bajo los pantalones y se la acercó a la boca del pre púber que se la quedo mirando.
“Vamos Roberto, que esta medicina es la mejor de todas” dijo al tiempo que presionaba con su pollon los entre abiertos labios de Roberto, el cual, cuando sitio las manos de Gonzalo en su cabeza, la abrió del todo para recibir la caliente y venosa polla de la que tan solo entraba poco más que el glande. El niño se esmeraba en succionar y lamer la polla de Gonzalo y, siguiendo sus indicaciones, lamer sus huevos y su ano, sintiendo en su frente cuando lo hacía, la presión de los testículos del médico. Era evidente que el niño estaba mas que habituado a aquel tipo de juegos y que le gustaba hacerlo.
Cuando el pollon de Gonzalo no podía estar mas duro, le indico con una caricia en la cara al peque que se detuviese y lo volteo, abrió sus nalgas y le paso la lengua por el culo, intentando penetrar su tierno anito con la lengua. Tras unos cortos minutos, Olga le paso un gel de lubricante con el que el doctor cubrió el agujerito de Roberto introduciéndolo en su apretado culito con un dedo. Segundos mas tarde, era el glande del doctor, el que se deslizaba por el prohibido agujerito del niño antes de penetrarlo de forma lenta pero implacable, arrancando un gritito del infante.
Cuando el culito del nene se acostumbro a la invasión, el medico inicio con un ritmo lento y pausado de penetración bajo la atenta mirada de Olga, que se bajo sus empapadas bragas y comenzó a masturbarse furiosamente disfrutando del espectáculo de ver al adulto, fallándose al nene mientras murmuraba obscenidades en ruso.
Las manos de Gonzalo sujetaron las caderas del crio mientras aumentaba la profundidad de su penetración. Le hizo un gesto a Olga, que se coloco frente el peque y sujetándole la cabeza con las manos, acoplo su cara a su peludo coño. Con cada penetración, los grititos de Roberto, eran sofocados por el coño de Olga, cuyos abundantes jugos eran lamidos por su pequeña lengua y no tardo en correrse empapando la carita del pre púber.
Al verlo, Gonzalo sintió una corriente eléctrica en sus cargados huevos y sacando con esfuerzo su pollon de su perfecto escondite, volteo al pequeño.
“aquí tienes tu medicina mágica….”
Y apretándose suavemente el glande para que el semen no saliese disparado con la potencia de un geiser, eyaculo en la boquita abierta de Roberto, que esperaba paciente a que el medico le diese su rica medicina.
Al terminar, retiro su palpitante verga y disfruto de la inmejorable visión de ver la boca del niño cargada de espeso y caliente semen antes de ver como la cerraba tragando su contenido. Tras un par de minutos, Olga limpio metódicamente el cuerpo del niño, le dio un caramelo y le ayudo a vestirse antes de ir en busca de su mama.
Durante toda la tarde, Gonzalo y Olga disfrutaron de otras dos niñas de otro nene de 7 años y una nena de 10, a la que su propio padre llevaba desde hacia tiempo, para ayudarle en su iniciación.
“Deberías rasurarte ese felpudo de una vez Olga. A los críos les pica, les molesta o les hace cosquillas. Ya sabes que si quieres te pago la operación. Conozco a un buen colega que…”
“Que se jodan críos” Le interrumpió Olga.
“Un coño tiene que tener pelo.”
Gonzalo suspiro resignado ante aquella afirmación y negó levemente con la cabeza ante su obstinación.
“Pásame las citas de mañana, anda”
“Eso necesitas. Una cita. Una mujer. Compañía. Amor.”
“Ya te tengo a ti, mi querida Olga”
“Idiota.” Fue lo que obtuvo como respuesta antes de salir de la estancia con paso decidido.
Gonzalo apreciaba muchísimo a Olga. Era como una hermana. De hecho era la única persona con la que lo compartía todo, pero la relación de amistad y hermandad entre ellos, unido a la condición homosexual de Olga, que solo se excitaba con mujeres afeminadas y niños, impedían cualquier tipo de relación amorosa entre ellos. Habían luchado juntos contra la barbarie en los hospitales de campaña de medio mundo hasta que Olga recibió una profunda herida en una pierna por bala y decidieron retirarse. Montar una clínica, en un lugar estudiado. Lejos de la civilización y a la vez, cerca Un lugar donde poder seguir ayudando a los mas necesitados y al mismo tiempo, seguir disfrutando de sus juegos prohibidos.
Estudiando la agenda vio que el día siguiente era tranquilo pero que dos días después, tendría a la pequeña Yara. Dama del agua. Una bebita de tres meses a la que su madre insistía en iniciar para poder disfrutar del amor libre en familia y hacerlo de forma correcta. Tres meses, era demasiado pronto, lo mirase por donde lo mirase. Le explicaría un par de cosas y le pediría al universo que esa familia supiese contenerse.
Muy prometedor, morbo y escabroso, espero continues👍
Hola.
Es una saga. Hay relatos anteriores.
Pon en buscador «infiltrado» y las veras.
Gracias por tu comentario.