Sentí un momento de debilidad al verme desnudo y rodeado por esos tres peones.
Un comerciante va por negocios visitando haciendas, en una de ellas lo agarra un fuerte tormenta y se queda pasando la noche con tres peones bebiendo y jugando cartas, termina desnudo dejándose dar por el culo, y mamando vergas..
Sentí un momento de debilidad al verme desnudo y rodeado por esos tres peones.
Eso es lo que pienso que me sucedió, recientemente pasé por una situación sumamente vergonzosa y embarazosa.
A la que la única respuesta que tengo es esa, que pase por un momento de debilidad.
Hace unas semanas debido a mi negocio, me encontraba visitando varias fincas, algunas de las cuales, ya les prestó mis servicios, por lo que conozco a sus dueños o administradores, desde hace años.
Pero en una ocasión era la primera vez que pasaba por ese lugar, finalmente después de hablar con el dueño, me di cuenta de que no le hacían falta los servicios de mi compañía, por lo que pensaba retirarme.
Pero cuando llegué ya había oscurecido, y cuando ya me pensaba marchar, me sorprendió una tremenda tormenta.
Tan fuerte era el torrencial aguacero que el dueño de la finca me aconsejó que me quedase durmiendo en mi camioneta, esa noche, ya que con esas lluvias abundaban los golpes de agua y era mucho más seguro esperar a que escampase y amaneciera.
Yo la verdad es que, ante tal situación, acepté gustoso, pensé. “Me quedo durmiendo en mi camioneta y cuando amanezca, vuelvo a agarrar carretera.”
Así se lo comuniqué al dueño de la finca quien, después de eso me invitó a cenar, luego de cenar conversamos un rato y me invitó unas cuantas cervezas.
Después él me acompañó hasta mi camioneta y se fue a dormir, como apenas y eran las ocho de la noche, me di cuenta de que en un ranchón retirado de la casa principal.
En él se encontraban tres peones así que bajo la fuerte lluvia me dirigí al ranchón, ya que como no tenía sueño, busqué con quien hablar un rato, hasta que me dieran ganas de dormir.
Me quedé conversando con ellos tres, por un buen rato, después de estar escuchándolos hablar sobre su trabajo, uno de ellos propuso a sus compañeros y a mí, ponernos a jugar un partido de cartas, y de inmediato otro sacó una botella de aguardiente.
Entre partida y partida, yo me quedé sin efectivo, por lo que pensé retirarme a mi camioneta a dormir, ya con unos cuantos tragos encima.
Pero los tres insistieron en que siguiera jugando, pero al decirles que ya no tenía nada de dinero encima, me dijeron que jugase solo para pasar el rato, y que, si yo quería que apostase la ropa, solo por jugar, que al final si perdía me la devolvían.
Pienso que en ese momento debí irme a dormir, pero no lo hice continué jugando y de cuando en cuando me ofrecían uno que otro trago de aguardiente, el que yo tontamente me daba.
Entre partida y partida, fui perdiendo casi toda la ropa, hasta que finalmente me quedé en interiores. Ya que hasta los zapatos y las medias había perdido.
Al verme así, les comenté que me iba a retirar, pero uno de ellos me dijo. “Pero antes de irte, para que te entreguemos tu ropa, te toca hacer un pequeño trabajo para nosotros.”
Al tiempo que me volvieron a dar la botella para que me diera otro trago, cuando pregunté, qué era lo que tenía que hacer, me dijeron que era algo bien simple.
Bajo la lluvia me mostraron una carretilla que se encontraba como a unos cincuenta metros del ranchón donde los tres dormían, lo que me dijeron que debía hacer era buscarla bajo la lluvia, y traerla hasta el ranchón.
Pero justo antes de ir a buscarla, me dieron otro trago, yo me acuerdo de que salí dando tumbos bajo la lluvia, y que en par de ocasiones me caí embarrándome todo, pero finalmente agarré la carretilla y regresé al ranchón con ella.
Los tres al verme todo embarrado, me propusieron que mejor me quitase el barro bajo uno de los chorros que caía del techo del ranchón, lo que yo en medio de mi borrachera, alegremente me dediqué hacer.
Sentía la fría agua que caía sobre todo mi cuerpo, cuando uno de ellos me dijo que me quitase el interior, que se encontraba todo sucio y lleno de tierra.
Cosa que hice sin detenerme a pensar, casi de inmediato ese mismo tipo, se me acercó bajo la lluvia y me dijo que tenía toda la espalda todavía llena de barro al igual que mis nalgas.
Y sin más ni más me comenzó a pasar sus manos por mi espalda al principio, yo no dije nada, y así continuó tocándome hasta que salimos de la lluvia, en ese momento sentí sus manos que acariciaban mis nalgas, pero no sé porque no dije nada.
Otro de los peones, se me acercó con una vieja toalla, y comenzó también a pasarla sobre mi cuerpo como si me secase.
Mientras que el tercero me volvió a ofrecer otro trago de aguardiente, y que para que entrase en calor, y no me fuera a dar un resfrió.
A medida que me daba el trago, sentí que me seguían tocando las nalgas, pero ya de manera diferente, prácticamente uno de ellos, me estaban metiendo un dedo en el culo, cosa que en esos momentos traté de ignorar.
Yo me encontraba entre los tres peones, completamente desnudo, y dejándolos manosear casi todo mi cuerpo, en especial mis nalgas.
De alguna manera, me fueron llevando hasta uno de los camastros donde dormían, en esos momentos sabiendo que me encontraba completamente desnudo, y rodeado por ellos tres, me imaginé lo que me iba a suceder, y bien me pude detener, pero me dejé llevar.
Al tiempo que suavemente me iban llevando, me di cuenta de que se fueron sacando de sus pantalones sus verga, como ya dije bien me pude detener, pero algo raro dentro de mi hizo que no me resistiera.
Ya estando a un lado de uno de los camastros, me acostaron boca abajo, y casi de inmediato el más viejo de ellos tras bajarse los pantalones, separó mis piernas, y sin pérdida de tiempo sentí que me volvían a meter los dedos dentro de mi culo.
Aunque me encontraba algo mareado por lo que me había tomado, no estaba tan borracho que no pudiera reaccionar, en ese momento comencé a sentir dolorosamente, como me comenzaron a penetrar.
Del tiro, creo que se me esfumó lo mareado que me encontraba, pero ya era tarde, tenía toda una gran verga completamente dentro de mi culo.
Realmente seguía algo mareado, pero bien consciente de lo que estaban haciendo conmigo, mi cabeza me daba vueltas, a medida que el tipo que estaba sobre mí metía y sacaba su gruesa y larga de entre mis nalgas.
Yo no sé qué me sucedió, pero en esos instantes, lejos de molestarme más o sentirme mal por lo que me estaba pasando, a pesar del dolor, y la vergüenza que pude haber sentir al principio, comencé a moverme mis nalgas y caderas.
Mientras que el que me estaba clavando, dijo algo sobre mi culo, cosa que no le entendí, fue cuando otro de ellos se bajó los pantalones y quedando con su verga al aire la colocó frente a mi boca, la que yo en lugar de rechazar, me puse a mamar, casi de inmediato.
No sé qué fue lo que me pasó en esos momentos, nunca antes me había pasado nada igual.
Es más nunca antes había ni tan siquiera pensado, en lo que se pudiera llegar a sentir, estando con un hombre en la posición que me encontraba.
Pero ahora pienso que fue a consecuencia del aguardiente, que sentí esa gran debilidad por las vergas de ellos, por lo que me porté así, pero en innumerables ocasiones me he emborracho, pero nunca, nunca me había pasado nada igual.
Y lo peor o lo mejor de todo, era que lo estaba disfrutando, a pesar del dolor y de la vergüenza que pude haber sentido al inicio.
A medida que todo eso me sucedía el tercero de los peones también se quitó los pantalones, y tomando mi mano la llevó hasta su miembro, el que yo casi de manera automática me puse a pajear.
El primero de ellos el que me estaba dando por el culo, me tomó por las caderas y con mayor fuerza y ahínco me apretó contra su cuerpo, pero justo cuando iba a acabar, sacó su verga y se vino sobre mis nalgas, lo que después de hacer eso, me dio una ardiente nalgada.
Al que yo se la estaba mamando, aceleró sus movimientos y se vino dentro de mi boca, casi me hace vomitar, pero no sé cómo finalmente de manera gustosa, me pude tragar toda su leche.
Así me quedé acostado sobre el camastro, sin soltar la otra verga que tenía entre mis dedos, y al ver a su dueño a los ojos.
Yo mismo tomé un pedazo de trapo, me limpié las nalgas y prácticamente se las ofrecí, esa segunda verga dentro de mi culo ya no me causó tanto dolor, pero si mucho mayor placer.
Cuando desperté serían como las nueve de la mañana, aun continuaba lloviendo, y el tercero de los peones, llegó con una taza de café.
Yo continuaba completamente desnudo, con algo de dolor de cabeza, sin decir palabra me tomé el café, y muy avergonzado comencé a buscar mi ropa, fue cuando lo escuché decirme. “Aun llueve y los caminos están cerrados, si quiere aprovecha y date un baño bajo la lluvia antes de que se ponga la ropa, el patrón y los otros dos están buscando el ganado que con la tormenta se ha espantado.”
Mi cabeza era un torbellino de ideas, sabía lo que me había pasado, pero también sabía que no había hecho realmente nada por evitarlo, es más sabía que en gran parte lo había disfrutado.
Sin decir palabra me volví a meter bajo el chorro de agua que caía del techo de ese ranchón, cosa que entiendo en gran parte me ayudó a que se me quitase el dolor de cabeza.
Cuando regresé dentro del ranchón, el peón se quedó viendo mis nalgas, y no sé porque yo me le quedé viendo su verga.
Lo siguiente que sucedió, es algo que no me explico a mí mismo, ya que prácticamente me le ofrecí, colocándome de espaldas a él sin decir nada, a los pocos segundos sentí sus manos sobre mis caderas desnudas, y como su verga comenzaba nuevamente a penetrarme.
Ya no tenía la excusa de que estaba borracho, estaba bien consciente de lo que me estaba dejando hacer por ese tipo, que tan sabrosamente me enterraba toda su verga.
Por un buen rato disfruté de lo que estaba pasando, y a medida que más me movía más duro él me la metía.
Sus manos acariciaban mis nalgas, su boca mordisqueaba mi cuello, y lo más grande todo era que yo lo disfrutaba intensamente.
Así estuvimos hasta que él se vino dentro de mí, al tiempo que yo me masturbaba sabrosamente, para terminar, viniéndome también.
Después de eso me volví a lavar, me vestí y sin decir nada, me monté en mi camioneta y bajo la fuerte lluvia arranqué.
Hasta el sol de hoy no he vuelto a pasar por esa finca, aunque después de eso he vuelto a tener un sin número relaciones con otros hombres.
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