SIU
El pequeño Siu se pierde en la frontera del río Tumen y empieza una nueva existencia.
Siu estaba escondido junto a su hermano entre la vegetación a la espera del momento en que dejaría su país natal para alcanzar la libertad junto a su familia.
Siu era el pequeño de los 7 vástagos que hasta el momento había tenido el matrimonio, 5 niñas y tan solo 2 niños, el primogénito de 19 años y Siu de 8. La pobreza y la falta de libertades obligaron al padre de Siu a tomar la decisión de abandonar Corea del Norte por la frontera natural del río Tumen, menos vigilada que la frontera entre las 2 Coreas.
Con 7 hijos, la madre de Siu se mostraba reticente a mantener relaciones sexuales con su marido y éste, desesperado, no tuvo mas remedio que recurrir a su hijo pequeño para satisfacer su natural calentura. A sus 43 años seguía necesitando deslecharse de 2 a 3 veces por semana. Sus hijas debían mantenerse vírgenes hasta el matrimonio, su hijo mayor ya era un hombre y Siu siempre había sido dócil y un tanto amanerado ,por lo que no le quedó más remedio que inculcar en su pequeño la idea de que le debía satisfacer y le adiestró desde muy pequeño en el arte de las mamadas. El padre dejó que el cabello del niño creciera para mantener la ilusión de que sodomizaba a una de sus hijas, solía llevar al pequeño a la parte baja de la casa donde estaban los animales, se situaba en una esquina, en la penumbra. Siu se arrodillaba y chupaba la polla de su padre sin hacer ruido, se afanaba en su trabajo siguiendo el ritmo que le marcaba hasta que su boca se inundaba de caliente leche o hasta que lo ponía contra la pared y lo penetraba suavemente para que el niño no se quejara y lo bombeaba sin pausa hasta llenarle las tripas con su leche. Siu se había acostumbrado a tragar la lefa que brotaba de aquella polla que le dio la vida, del mismo modo que se había acostumbrado a recibir la minúscula polla de su padre. Siu sentía la satisfacción de ser un buen hijo y hacer lo que su padre le pedía, más que placer, ya que las penetraciones eran un acto mecánico que duraban poco tiempo . En silencio veía a su padre ordenar su ropa y alejarse del lugar mientras él permanecía allí un tiempo para no despertar sospechas.
En su inocencia, Siu se ofreció a su hermano una mañana que vio la carpa que se le formaba en el pantalón. Atónito, el joven se dejó hacer y supo del placer que puede dar una boca bien entrenada. Su hermano con las hormonas en plena ebullición no tardó en pasar de la boca al culito ya adiestrado de su hermanito. Pronto se acoplaron el uno al otro y ya no fue necesario alejarse de la casa para follárselo. Prácticamente cada noche hundía su polla en el culo de su hermano, lo follaba con suavidad y en completo silencio se corría en su interior.
Siu vivía su existencia con la mayor de las naturalidades, era un niño normal y corriente, pequeño para su edad, que corría y jugaba, con la salvedad que ocupaba parte de su tiempo atendiendo las necesidades de su progenitor y de su hermano.
Ahora, entre la vegetación se sentía incómodo e inseguro. Llevaban esperando el momento oportuno unos cuantos días, observando la rutina de los soldados. Siu estaba cansado y aburrido por lo que aceptó de buen grado la demanda de su hermano de seguirlo hasta unas rocas en la misma orilla del río que impedían que fueran vistos por su familia. Allí le quitó los pantalones. Su hermano, aprovechando la distancia con el resto de la familia y seguro de que el niño no haría ningún ruido, se propuso matar el tiempo de espera con una follada rápida. La verdad es que Siu se había acostumbrado a recibir el falo de su hermano sin inmutarse debido al escaso tamaño del mismo. Tanto su padre como su hermano tenían pollas muy discretas que no causaban ninguna molestia al niño.
Desde el otro margen del río un gigantón se frotaba la entrepierna mientras observaba a un joven follándose a una niñita, la más pequeña del grupo.
El hermano de Siu apresuró su follada para acabar lo antes posible. Nada mas correrse se levantó e indicó a Siu que lo siguiera. El niño tardó mas de lo previsto en seguir a su hermano y cuando se dispuso a hacerlo las voces de los soldados coreanos le asustaron y volvió a esconderse. Ruido, voces, disparos y de pronto el silencio. Siu permaneció inmóvil a la espera de que fueran a buscarlo, pero no ocurrió como él pensaba.
Maxim, un trampero ruso, fue testigo de la rápida follada y de la captura de la familia por los soldados. En su mente se fijó la idea de ir a por la niña y follársela unas cuantas veces antes de dejarla marchar. Cuando llegó el ocaso decidió cruzar el río, atrapar la niña y satisfacer la calentura que le había provocado aquella escena. La visión de la follada lo había puesto a mil. Maxim solamente se acercaba a la civilización cuando tenía que vender sus pieles y conseguir todo aquello que la naturaleza no le proporcionaba. Llevaba 6 de sus 37 años viviendo en el bosque y las pajas eran su único consuelo.
Encontró a la que creía una niña agazapada entre las rocas, la cargó bajo el brazo y la llevó a su pequeña y oculta cabaña. Siu atemorizado y sumiso por naturaleza no opuso ninguna resistencia, ni siquiera cuando aquel hombre lo dejó en el suelo, le quitó la ropa y lo puso sobre la cama. De alguna manera se tranquilizó, Siu sabía que ocurriría lo mismo que pasaba con su hermano. Maxim quedó perplejo al ver que en vez de un coñito la criatura tenía un penecito diminuto, pero la calentura era mucha y sin pensarlo le dió la vuelta y decidió encularlo. Siu notó como se la ponía en el culo y seguidamente notó lo mismo que con su hermano, algo que entraba y salía de su ano. Se sorprendió cuando al poco tiempo su ojete era desocupado y se alegró. Pobre Siu, pensó que todo había terminado, confundió el dedo invasor de aquel hombre con la polla del adulto.
Maxim hacía honor a su nombre, el más grande. Era un hombre grande, alto y más bien delgado. Parecía un gigante junto a Siu, un niño de 8 años, pequeñito y enclenque con un buen culo. Maxim escupió en su mano y embadurnó el ano del niño y apuntó su nada despreciable polla a la cuevita húmeda del niño. Presionó con fuerza y consiguió romper la resistencia del culito ya usado. Un grito ensordecedor rompió el silencio de la noche. La polla de Maxim era enorme, gigante comparada con la del hermano de Siu.
Maxim se apiadó del niño y le obligó a beber vodka para calmarlo porque estaba decidido a encularlo como fuera.Su palpitante polla desprendía litros de precum a la espera de probar el hueco que tenía frente a él. Ya no podía esperar más y volvió a presionar aquella entrada que prometía un placer casi desconocido para el formidable hombre. Consciente de que su polla era demasiado grande para aquella entrada se detenía un instante cada vez que el niño gritaba. La sensación en la polla de Maxim le nubló el sentido y siguió empujando hasta desgarrar al niño. El terrible dolor y el vodka hicieron que Siu perdiera el sentido. Maxim aprovechó, dio rienda suelta a su lujuria y rápidamente descargó toda la leche que acumulaban sus gordos huevos.
Cuando se apartó del niño vio que su esperma se mezclaba con la sangre que brotaba del desgarrado ano. Maxim sentía la satisfación de haberse deslechado y el color de la sangre le producía un extra de satisfacción por haber » desvirgado» aquel culo. En ese mismo instante decidió que lo que la vida le ponía por delante debía aprovecharlo, limpió el ensangrentado culo, lo untó con grasa de oso para ayudarlo a cicatrizar y lo dejó descansar a regañadientes pues su polla había vuelto a empalmarse mientras le untaba la grasa.
Maxim se sentó, se lio un cigarrillo y mientras fumaba no dejaba de tocarse la polla babeante. Observaba al niño mientras su imaginación se puso en marcha. Ya se veía disfrutando de aquel culito cada vez que quisiera, sería cuestión de tiempo que terminara por acostumbrarse a su polla. También tomó en consideración utilizarlo como moneda de cambio si lo necesitaba, estaba seguro que alguno de los leñadores que en verano talaban los árboles muertos estaríangustoso de darse el gusto de follárselo. Incluso pensó ofrecerlo como pago del suministro de vodka y tabaco.
En esos pensamientos estaba, sobándose la polla cuando Siu recobró el conocimiento y vio a aquel gigante con su monstruosa polla en su mano, palpitante, deseosa de volver a entrar en el roto culo que tenía delante. El niño instintivamente se levantó y renqueante se acercó al hombre, se arrodilló y tomó la descomunal polla con sus manos. La besó y se esmeró mucho en chuparle el glande. Cuando intentó abarcar más de aquel miembro vio que tenía que abrir tanto la boca que casi no podía mamarla y aceptó que el hombre le presionara la cabeza y marcara el ritmo. Siu sentía agarrotada su mandíbula pero cuando notó que el hombre le tocaba el culo recobró fuerzas, intentó engullir al máximo aquella polla e imprimió mayor velocidad a la mamada consiguiendo que eyaculara abundante leche que tragó solo en parte.
Maxim sintió un placer infinito mientras se corría y notaba que su leche se abría paso a través de la garganta del niño y veía como parte de ella se escapaba por el escaso espació que quedaba entre la boca del niño y su polla. La falta de aire hizo que el niño intentara inhalar consiguiendo que un nuevo chorro de lefa pasara por su garganta. Maxim le apartó para que respirara mientras se deleitaba con la imagen del niño tosiendo, exhausto, supurando leche por su boca y su ano.
Un gran relato, ojala halla continuación.
La vdd que si una segunda y tercera parte, pero está vez que el hombre se enamoré del Niño y viceversa