Solo quería saber… Y me prostituí.
Dicen que “nunca te acostarás sin saber algo más”. Yo me acosté ese día con la mejilla hinchada y el culo abierto a tope. Pero aprendí mucho más de lo previsto..
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Antes de nada, pedir perdón a aquellas personas que se sientan ofendidas por la palabra «maricón» y otras que expresaré, pero son de uso común en todo el mundo, y no las utilizo ni las utilizaré nunca como ofensivas.
Hace tiempo, a mis ya próximos 16 años, medía 173, era un guaperas (según decían mis amigas), pelo castaño tan rebelde como yo, ojos castaños, y una hermosa polla de 18 cm (lo sé porque me la midieron unas amigas y que ahora tiene 23 cm) y relativamente gruesa. Pertenecía al club de natación, y se por las duchas que la tenía más grande que los demás amigos y colegas, incluyendo bastantes adultos del personal técnico. Mis amigas más liberales y un par de sus madres, también lo aseguraban.
Desde finales de Abril, me gustaba pasear después de las actividades vespertinas, por una zona de prados y arboleda en las afueras de mi población, a unos 35 km de la capital ¿por qué? Pues porque yo quería ir a la universidad y hacer Económicas, pero eso no eliminaba otras posibilidades… Y como he sido, soy, y seré, muy rebelde y de mente fría y calculadora, pues me dedicaba a relajarme de las clases y entrenamientos deportivos para pensar en mi futuro, dando largos paseos y meditando posibilidades…
Dado que estaban haciendo unas importantes obras en la zona (en mi población y otras dos cercanas), más de 200 hombres se movían entre almacenes provisionales, oficina de control, camiones, maquinaria, materiales y polvo, y con el buen tiempo que hacía, bastantes trabajadores iban sin camisa, con el torso descubierto para no ensuciarse. No todas las casas que habían alquilado tenían duchas, y menos, en los barracones que se habían montado para alojar a la mayoría de ellos, que solo venían a trabajar en las obras los días laborables.
A mí, los torsos desnudos y los músculos de esos hombres o su edad, me daba igual, pero algunas de mis amigas y algunas mujeres mayores, hablaban de esos hombres, de su fuerza, su olor a suciedad, a machos primitivos, las formas en cómo las miraban, los bultos en sus pantalones cuando se fijaban en ellas, las palabrotas que les decían como si fuesen putas y todo lo que les harían follándolas. A ellas, eso las calentaba y les hacía sentir el deseo de ser suyas y de ser folladas y usadas sin limitaciones.
Yo solo estaba allí para distraerme y relajarme. Paseaba o me sentaba en algún banco pensando en mis cosas y los ya próximos exámenes. Hasta que una tarde, ya en Mayo, estaba sentado en un banco mirando sin mirar, es decir, con la mente en blanco, cuando un hombre se sentó a mi lado y un brazo se apoyó en mi hombro.
–¿Qué haces aquí Rafa, estás pensando en cómo dejar que te follen todos esos machos?
Conocí su voz, no hizo falta que me girase para saber que era Pascual, un almacenista bastante conocido de mis padres y que vivía en una gran casona en las afueras, muy cerca del límite del prado, es más, había oído desde hacía mucho tiempo que él y su mujer, Rosa, más que del comercio vivían y muy bien, por tener una de las tres casas de putas del pueblo y sobre todo, se decía que disponían de las mujeres más jóvenes, más viciosas, y más caras ¡casi niñas! Cómo no le di importancia a que me cogiese del hombro, aún se acercó más a mí, me estrechó más a él, y como yo seguía en silencio, me cogió mi brazo y puso mi mano sobre su bragueta y joder, ¡menudo bulto tenía! Pero aparté mi mano de allí, le miré, y sonriendo le dije:
–Lo siento Pascual, pero no soy maricón.
–Pues es una lástima, porque ahí hay más de 100 hombres deseando culos jóvenes como el tuyo, y a solo 8 km, hay un complejo que están ampliando, con más de 1600 machos y todos pagan muy bien por esos culos como el tuyo. Hay una gran demanda de chicos.
–Entonces ¿es verdad que Rosa y tú tenéis una casa de putas como dicen?
–Pues si. Además de chicas adultas, tenemos jovencitas entre los 14 y 18 años, y 5 de menos de 14. Muchas de ellas sé que son amigas tuyas, las he visto contigo. Pero necesitamos más jovencitas y con menos edad ¡las pagan muy, pero que muy bien! Y también necesitamos varios chicos como tú, sobre todo viciosos, para dar abasto a tantos hombres. No necesariamente tenéis que ser maricones, sino solo viciosos con ganas de satisfacerse sexualmente y de ganar dinero con hombres y mujeres. A estos hombres les gusta que el chico que folle con ellos, activo y/o pasivo, sea pervertido y muy vicioso, capaz de hacer lo que sea por dinero y vicio.
***Y también tenemos muchas clientas, mujeres maduras y no tan maduras, que quieren jovencitos pervertidos que se las follen. Con estos hombres y estas mujeres, encajas tú. A más vicioso y más joven el chico, más dinero ¿Seguro que no te gustaría tener sexo a tope y ganar dinero?
Y ahí cometí el error o la virtud de mi vida al preguntarle:
–Pascual, tú bien conoces a mi familia, a mi grupo de amigos y amigas, sabes que la mayoría somos estudiantes, y sabes cómo me han educado en mi casa, y por lo tanto, no se nada real de la prostitución ¿qué es eso tan criticado por todos y tan buscado y bien pagado a la vez? Todo el mundo critica a las putas… pero todo el mundo las busca.
–Bueno, eso es un poco largo de contar, pero si lo quieres saber en serio, te quieres fumar un potente purito y beber una cerveza o un whisky, ven a mi casa y entre Rosa y yo te lo explicaremos todo. Básicamente se trata de una operación comercial… tú prestas tu cuerpo a una persona y esta paga por usarlo sexualmente un rato o unas horas. Cuando salgas de mi casa, te prometo que ya no tendrás dudas sobre eso.
Se hizo un silencio pero no nos fuimos enseguida. Volvió a coger mi mano con fuerza y se la llevó de nuevo a la bragueta y allí la mantuvo un rato, moviendo con su mano la mía y recorriendo una y otra vez todo el paquete que le estaba creciendo. Por encima del pantalón era tan enorme el bulto, que deseé verla y tocarla directamente. Al notar él como mi mano empezaba a acariciarla por mi cuenta, soltó mi mano y yo, de forma autónoma, la seguí acariciando lentamente y en detalle, para apreciar bien su tamaño y grosor. Él puso su mano sobre la mía, pero despasó mi bragueta, metió su mano dentro, y yo me dejé hacer, la dejé crecer, y la dejé tocar sin reparos.
Lo creáis o no, yo solo deseaba tocar y ver su polla, porque si la mía era la más grande que conocía, y la suya me parecía enorme ¿cómo era realmente? ¿por cuánto me ganaba? Sin embargo, era él quien jugaba directamente con la mía y yo seguía tocando la suya por encima del pantalón. Le vi sonreír, y al ver un pequeño grupo de trabajadores que se aproximaban, aún apretó más su mano sobre mi polla ¡y la sacó casi toda! Al acercarse los trabajadores, nos miraron sonrientes y le preguntaron:
–Hombre Pascual ¿Por fin tienes chaperos nuevos y jovencitos? ¿Cuándo nos podremos follar a ese? Tiene buena pinta y buena polla pero ¿tiene buen culo y aguante?
–Pronto chicos, pronto, primero tiene que aprender conmigo, para que esté entrenado y lleno de deseos de complaceros ¿verdad Rafa que pronto follarás con ellos?
Sorprendentemente no le rechacé, no aparté mi mano de su polla, no miré al suelo para esconder mi cara, ni tampoco alejé la mano de Pascual sobre mi polla, ni la escondí en la bragueta, solo me sonrojé intensamente. Pascual me miró sonriente y delante de todos, mientras me seguía masturbando, me dio un intenso beso en la boca entre las risas del grupo.
Me miró, vio que yo estaba como desorientado por lo ocurrido y no desaprovechó la ocasión. Acarició mi rostro y al notar que yo no me oponía a sus caricias, me besó de nuevo y yo me dejé… Intentó meter su lengua en mi boca… y yo la dejé entrar. Siguió besándome mientras me masturbaba hasta que me corrí. Él mismo me la limpió con su boca, la metió dentro del pantalón, se levantó, me ofreció la mano, yo la agarré, y así, cogidos de las manos y en silencio, fuimos a su casa.
Antes de llegar doblamos la esquina del gran caserón y en la parte de atrás había un alto muro de piedra, con una doble puerta de hierro que tenía una lámina fina de metal para tapar la visión del patio interior. Abrió Pascual la puerta, muy bien engrasada, y entramos en el patio donde habían aparcados cuatro coches pero cabían al menos 6 u 8 más. Nos dirigimos a una puerta de madera pintada de rojo granate con un doble farol en los laterales y abrió con el pomo. Me detuvo, me miró y me dijo:
–Estas son las entradas de las putas y de los clientes especiales, y en esa calle sin tránsito nadie nos mira. Cuando las veas, sabrás que todas son chicas muy conocidas, muy viciosas y con ganas follar y de ganar dinero. No se niegan a nada si se les paga bien. Todas han venido por su voluntad y espero que tú te unas a ellas. Pero antes, tú y yo nos lo pasaremos muy bien esta tarde. Porque estoy seguro que me dejarás follarte.
Y diciendo eso, me cogió por el culo, me apretó contra él y lentamente, mirándome a los ojos, acercó su rostro al mío y aplastó sus labios en los míos. Sé que lo pude evitar, sé que él lo hubiese comprendido, sé que en el banco de la pradera podía no haberle acariciado su polla ni dejarle jugar con la mía, pero no se, ni siquiera estos años después, porque no lo hice. ¿Fue mi carácter rebelde y antitodo? ¿O simplemente fue un deseo animal de experimentar algo desconocido? Solo recuerdo que le dejé besarme, que le dejé introducir su lengua en mi boca, que le dejé sacar mi polla y volver a masturbarme… y yo, no solo me dejé hacer, sino que devolví cada uno sus besos. De repente, me llevé un susto de cojones al aparecer en la puerta su esposa, Rosa, que nos preguntó:
–¿No estáis un poco incómodos en la puerta para follar? Anda Pascual, llévate a Rafael a la cama y hazle hombre para siempre. Cuando acabes con él, me lo dejas a mí, porque por lo que se, ya no es virgen y sabe hacer gozar a una mujer ¿no Rafael? Lo que no me extraña con esa polla que veo. Haz que cuando esta noche salga de aquí, salga satisfecho y con ganas de volver.
–Rosa, mi amor, vamos a subir arriba y quiero que nos acompañes. Rafa no sabe lo que es la prostitución y desea saberlo. Además, dado que él repite una y otra vez que no es maricón, tenemos que enseñarle la diferencia entre ser gay, y ser bisexual y un vicioso pervertido.
Rosa se rio, subió delante de nosotros por una escalera lateral, la que conduce a su zona privada y la observé atentamente. Alrededor de 50 años, unos 165 cm, rellenita pero no gorda, preciosas tetas que exhibía en un enorme escote y sin sujetador, precioso culo y muy buenas piernas y muslos. Si no tenía ya mi polla dura del todo, ella me la puso. Y como no os he hablado de Pascual, tendría unos 60 años, sobre 180 cm, robusto, fuerte, y extraordinariamente peludo en todo su cuerpo. Su polla era de más de 25 cm y gruesa.
Al llegar al dormitorio-saloncito, abrió un pequeño frigo y sacó tres cervezas que repartió. Nos sentamos los tres y encendimos un cigarrillo. Yo seguía con mi polla fuera de la bragueta y no sabía qué hacer. Creo que empecé a arrepentirme de haber subido al ver el poderoso torso desnudo de Pascual y recordar sus besos. Pero ese cuerpo, su fuerte olor corporal, su intenso sudor, y el enorme bulto de su entrepierna, empezó a atraerme, por otra parte, su mujer me gustaba y en ese mismo momento me la hubiese follado. Mi mente era así de contradictoria… pero mi polla creció y se endureció como nunca.
Pascual contó con pelos y señales a Rosa, que me había visto varias veces por la pradera y creyó que yo buscaba hombres entre los trabajadores para follar (como hacían otros jóvenes), pero que yo no estaba allí para eso. Sin embargo, no tuve reparos en acariciar muy bien su polla, ni en que él me cogiera la mía, ni me espanté cuando me dijeron los trabajadores de follarme, ni mucho menos rechacé sus besos ni en el prado ni en la puerta. Por su parte, Rosa me empezó a explicar lo que era la prostitución y creo que se remontó a cuando los homínidos poblaban la Tierra.
Me dejó muy claro que las mejores prostitutas y prostitutos, son aquellas y aquellos que lo hacen por vicio, no por necesidad económica, porque los que lo hacen por vicio, por depravación, no ponen trabas ni barreras a nada que se les proponga, se divierten, porque para eso son viciosos y además, ganan más que nadie. Y me puso como ejemplo, las chicas adolescentes que trabajaban con ellos, todas habían acudido a su casa por referencias de las que ya estaban o habían estado, incluso aconsejadas por sus hermanas mayores y alguna madre.
Porque lo que verdaderamente les importaba no era el dinero, que para ellas era solo un complemento, sino la cantidad de hombres que se las podían follar cada día y hacerlas cumplir todos sus caprichos sexuales, convirtiendo sus cuerpos en simples objetos de uso. Incluso las niñas de menos de 14 años, habían ido allí acompañadas por sus madres, antiguas putas de reconocido prestigio y hoy día, felizmente casadas… A ninguna le importaba nada el ser reconocidas por sus clientes, en la calle, bares, o discotecas. Estas crías solo follan por vicio, puto vicio.
Fue muy explícita contando cosas y detalles mientras su mano acariciaba su coño bajo la falda. Poco a poco, un calor interior, totalmente desconocido para mí, pero muy grato, me envolvió y nubló mi mente. Los dos lo notaron, los dos sonrieron, y Pascual se levantó, se quitó los pantalones y los calzoncillos y allí pude apreciar ¡por fin!, aquella maravilla de polla. Era inmensa, gruesa, oscura, llena de enormes venas y con una bolsa testicular enorme. Se acercó a mí y se paró a cosa de medio metro, empezó a acariciársela y a echar la piel hacia atrás mostrando totalmente su cabezota, que formaba como una pirámide con una base que debía tener alrededor de un centímetro más gruesa que el tronco, y me dijo:
–¿No la querías ver? Pues es toda tuya, cógela con la mano o con las dos manos, juega con ella, mastúrbame si te apetece, llévatela a la boca y mámala como quieras, y si la quieres dentro de tu culo ¡te juro que te la enterraré entera! En culos más jóvenes y estrechos ha penetrado y se ha vaciado.
–Eso no puede entrar dentro de mi culo Pascual ¡es imposible!
Pero Rosa se levantó, se inclinó apoyándose en los brazos del sillón, Pascual le levantó la falda, tampoco llevaba bragas, con sus manos le separó los glúteos, apoyó la polla en la entrada del ano de forma que yo no perdiese detalle y poco a poco empezó a empujar. Yo veía cómo su ano se iba abriendo y acogiendo sin problemas la gruesa polla ¡jamás lo imaginé posible! Un segundo empujón y la enterró totalmente. Rosa empezó a mover sus caderas, sus glúteos subían, bajaban, derecha, izquierda, y mientras, Pascual se la sacaba, se la metía, la cogía de las caderas y lo hacía con fuerza. Sus tetas se habían salido del escote y se movían en todas direcciones y yo ya no me pude aguantar.
Me levanté, me despasé el cinturón del pantalón y me los bajé junto con los calzoncillos y me volví a sentar. Mi preciosa polla estaba a punto de derramarse y yo también quería jugar, así que me empecé a masturbar furiosamente.
Al verme, los dos se pararon, me miraron y sonrieron. Rosa se quitó el vestido quedándose desnuda y me dijo que hiciese yo lo mismo, y sin reparo alguno lo hice. Chaleco y camisa del uniforme de la academia, fueron a parar al sillón y yo me quedé allí, de pié, desnudo frente a ellos, los tres desnudos. Rosa se acercó a mí, acarició mi polla y me dijo:
–Esta polla es preciosa y enorme, sobre todo por tu edad. Podemos hacer de ti un buen prostituto bisexual y sabemos que eres vicioso, solo tenemos que re-educarte, depravarte, y dirigir tu nueva vida sexual. Quiero ahora que Pascual folle contigo y dejarás de ser virgen por tu culo. Rafa ¿quieres dejar tu aburrida vida heterosexual y convertirte en un puto vicioso lleno de permanentes deseos de follar, de ser follado, y de entregarte a complacer todos los vicios nuestros y de tus clientes?
***Pero date cuenta que serás un puto a nuestras órdenes, cono lo están todas las otras chicas. Somos los putos Amos de este corral y tú nos tendrás que obedecer mientras trabajes aquí. Nosotros te educaremos para que hagas lo que te ordenemos. Y pronto, muy pronto, lo harás para complacer tus propios vicios.
Yo les miré a los dos. Miré a Pascual detenidamente y sobre todo, miré y admiré su polla. Y tomé la decisión de mi vida.
–Sí, quiero que me enseñéis ese estilo de vida y os prometo que haré todo lo que me digáis, sea lo que sea. Mi cuerpo os pertenecerá y seréis mis Amos. Follaré con hombres y mujeres y haré todo lo que me pidan sea lo que sea, pero que no sean de este pueblo, no quiero que lo sepan mis padres.
–No te preocupes -dijo Rosa- a varias de nuestras putas solo las follan los forasteros y todos los clientes habituales de confianza. Al igual que ellas, tú podrás elegir con quien si y con quién no. Pero puedes estar seguro de que folles con quien folles, nadie dirá nada a tus padres. Y ahora prepárate, porque en menos de dos semanas empezarás a complacer a hombres y mujeres. Y algunos hombres y mujeres, pueden ser vecinos tuyos e incluso familiares. Nunca te olvides que sea quien sea el que folle contigo, te paga para que le hagas feliz.
***Y una cosa muy importante. Cuando trabajes como puto y estés reunido con las putitas en los salones, no solo follarán también contigo si lo deseáis, sino que todos vosotros seréis vuestros propios confidentes. Ya que de todo esto nada queréis que sepan vuestros padres, os lo confiareis entre vosotros y vosotros mismos os jaleareis para hundiros más y más en el pozo de las perversiones, y nos pediréis consejo a nosotros, que seremos vuestros verdaderos maestros y padres y os daremos todo lo que necesitéis. Cuando termine este verano, ya nunca volverás a ser el mismo que eres.
***Somos una gran familia, pervertida eso sí, pero una gran familia desde hace muchísimos años. Entonces y solo entonces, sabrás todas las perversiones de este pueblo por ellas mismas. Varias de las niñas son amigas tuyas o incluso familia. Y todos los años, varias de ellas y de las adultas se quedan preñadas y abortan. Tampoco de ti debe salir palabra alguna que las ofenda o las identifique.
Pascual, que había vuelto, estaba detrás de ella sonriendo y con una botella de aceite de oliva en la mano. Un cuerpo grande, fuerte, muy peludo, de un raro olor corporal que me atraía, y con una polla inmensa. Un hombre que empezaba a volverme loco de ganas de que me poseyera y me usara sin contemplaciones. Allí estábamos los dos machos, con las pollas duras y llenos de deseo. Rosa nos miró, sonrió, y nos dijo a los dos:
–Pascual, fóllatelo y clávasela hasta el fondo le duela lo que le duela, sangre lo que le sangre, y vacíate todo en sus intestinos. Y tú, Rafa, sé fuerte, aguanta el dolor y el miedo, las primeras veces duele pero hay que dilatar los músculos y cuando más folles, menos te dolerá y más placer obtendrás. Y no olvides nunca lo que te voy a decir: a las mujeres fóllalas como hombre, a los hombres pasivos fóllalos como hombre, pero con los hombres activos, aquellos que te follarán a ti, se mujer, feminízate y entrégate a sus deseos. Poco a poco aprenderás de nosotros, y ahora, relájate al máximo, haz lo que te diga Pascual y conviértete en su puta.
Entendí perfectamente lo que me decía. Sin reparo alguno me acerqué a Pascual, le acaricié su peludo pecho, y él entonces, agachó un poco su cabeza y nos besamos con pasión. Sinceramente amig@s me entregué a él sin problemas. Hasta entonces, nunca había pensado en una relación con hombres, y desde ese momento, de forma totalmente consciente de mis actos, me hubiese sentido profundamente herido si no me hubiese follado y convertido en lo que soy. Nos fuimos calentando los dos porque además, yo le acariciaba, pecho, mejillas, pellizcaba sus pezones, y empecé a masajear su polla ¡como deseaba tener aquel pedazo de carne dentro de mi y sentir su leche calentita y pegajosa! Me cogió en sus brazos y me llevó a la cama. Rosa apartó colcha y sábana superior. Pascual se tumbó barriga arriba y yo sobre él. Rosa, de vez en cuando la oía decir:
–Así Rafa, así, acaríciale, bésale, trátale como tu esposo y Amo. Hazte su puta personal.
Y yo le besaba por todo el cuerpo, acariciaba sus huevos y polla, lamia su ombligo, pellizcaba y lamía sus pezones y mi cuerpo se deslizaba sobre el suyo lentamente. Mi inexperiencia homosexual era absoluta, pero el deseo de poseerme le excitó sobremanera. De repente, me dijo que le fuese chupando la polla y metiéndola en mi boca todo lo profundamente que pudiese, y así, tendría mi culo a su disposición y me lo iría preparando para la penetración. Así lo hice y entonces vi para que servía el aceite, aunque me lo podía haber imaginado.
Mientras yo intentaba tragarme esa polla y pensaba en cómo eso podría penetrarme sin destrozarme el culo, Pascual, con infinita paciencia, me iba poniendo aceite en el ano. Un grueso dedo penetró dentro de mí y aunque no le di importancia, la entrada de un segundo dedo sí me causó dolor, un tercer dedo empezó a penetrar en mi ano dilatando mucho el esfínter y provocándome un fuerte pinchazo de dolor en mi cerebro.
Yo no entendía cómo podían estar dentro de mi culo esos dedos, más que dedos, dedazos de su manaza y notando su presión y siendo el dolor aún controlable, me olvidé de esa acción y me entregué a chupar esa polla lo mejor posible y conseguí que el capullo llegase al fondo de mi paladar. Lo más grueso ya estaba dentro de mi boca, ahora era cuestión de meterla poco a poco y sin clavarle los dientes. Noté un fuerte estiramiento anal y es que Pascual había metido dentro sus dos dedos pulgares y me estiraba los músculos en sentido circular. Me estaba dilatando a tope. Puso más aceite y me dijo:
–Ya es hora de metértela toda dentro de ti. Voy a convertirte en mi puta para siempre.
Quise agradecerle todo lo que estaba haciendo por mí, dándole un beso suave, cariñoso, de una esposa a su amado esposo, sonrió y me preguntó:
–¿Estás seguro Rafa que deseas ser un puto? Porque ahora te romperé ese culo de maricón acomplejado que tienes. Te follaré todos los días menos los de los próximos exámenes para enseñarte y dilatarte, y antes de fin de mes tendrás aquí una fila de hombres dispuestos a follarte. Entre 3-4 hombres diarios, los sábados más, y los domingos no menos de 5-7 hombres follarán contigo. Y no menos de 6-8 mujeres a la semana. Ahora dime, ¿seguro deseas trabajar para nosotros como una puta más?
–Seguro Pascual, enséñame y tened por seguro los dos que no os defraudaré. Sabéis que soy rebelde y muy lanzado y esto que estoy viviendo es un sueño desatado, una locura sexual. Probadme.
Quise ponerme a 4 patas, pero los dos se rieron y me pusieron panza arriba. Cogió mis piernas y las puso sobre sus hombros y me dijo mientras se ponía aceite en su polla:
–Las primeras veces me gusta hacerlo así, y de esta manera, tú mismo verás cómo va entrando dentro de ti. Tal y como pasen los días, verás cómo entra con más facilidad y como aumenta tu placer. Si lo deseas, puedes meneártela y no te preocupes por tu semen, cuando vayas a correrte se lo dices a Rosa y se lo tragará todo, de la misma manera que tú te tragarás toda la leche de tus clientes que paguen por ello. Además, así me puedes acariciar, e incluso si te levantas un poco, me podrás besar mientras te follo.
Rosa me colocó un cojín bajo mi zona lumbar y dos bajo mi espalda, para que estuviese inclinado hacia adelante y no me perdiese el espectáculo de mi propio desvirgamiento anal. Tomó una máquina fotográfica y empezó a tomar fotografías de los dos evitando los rostros. Pascual apoyó la cabezota de su polla en la entrada de mi culo y noté cómo la estaba situando. Rosa se subió a la cama y se sentó a mi lado acariciándome y apuntando con su máquina nuestros sexos. De repente, un doloroso relámpago llegó a mi cerebro ¡la polla estaba penetrando dentro de mí y abriendo mi culo! Fue un dolor imprevisto y superior al pensado, pero cerré la boca mientras las caricias de Rosa aumentaban.
Yo miraba tanto los ojos de Pascual, como esa polla que empezaba a entrar. Empujó un poco más y noté su enorme dilatación. Mi anillo anal estaba a punto de romperse según mis pensamientos. No me importaba ser follado, sino que me hiciese daño suficiente para tener que ir al médico y a ver cómo me explicaba. El dolor fue aumentando, mi cuerpo y el de Pascual sudaban a mares. El cabezón de la polla ya estaba dentro de mi y Pascual deseaba mucho más.
Sus manazas me cogieron de las caderas y cuando me tenía bien cogido y sin advertencias, dio un gran empujón a su cuerpo sobre mi y casi la mitad de la polla entró. Una enorme sensación de plenitud me llenaba, esa enorme masa de carme me había dilatado y llenado tanto, que el efecto era increíble para mí. Las lágrimas empezaron a salir silenciosamente de mis ojos y Rosa me dijo al oído:
–Llora, llora Rafa, tus lágrimas son de felicidad. Dentro de unas semanas recordarás todo esto y recordarás esas lágrimas. Mira lo poco que queda por entrar, aguanta que te estás portando como un hombre de verdad, un adulto, un puto profesional.
Intenté sonreír con una mala mueca y volví mi vista hacia aquella polla invasiva que tanto dolor me provocaba ¿placer?, nada de nada. Otro empujón más y otro pedazo dentro de mi. Con otros dos empujones más, prácticamente toda su polla estaba metida en mi culo. Al ver que ya estaba dentro de mí, me relajé de verdad, aunque los efectos de estar “eso” tan grueso dentro, eran enormes. Es como si la tuviese en el estómago, notaba su bulto y presión hasta muy arriba, todo mi paquete intestinal estaba revuelto, mi anillo anal me ardía, y yo estaba como aturdido, mareado, y las sienes latiendo.
Todos sabéis que hay que estar relajados para que entre bien, pero una cosa es decirlo y otra conseguirlo. Al tenerla dentro, me relajé mucho, y los ojos de Pascual y los míos se cruzaron, los dos sonreímos y los tres supimos que mi mundo había cambiado para siempre. Pascual dijo:
–Ahora ya la tienes dentro, voy a ponerme un poco más de aceite y te follaré. Primero poco a poco y mi ritmo irá aumentando hasta darte fuerte y correrme dentro de ti. Ten paciencia porque me cuesta bastante echar la leche, cosa que todas y todos agradecen.
Sacó casi toda la polla y se volvió a poner aceite. La metió y sacó un par de veces, se volvió a untar con aceite, se secó las manos con un paño y cogiéndome de las caderas, me levantó un poco el culo y empezó un auténtico mete-saca, primero lentamente y luego con más intensidad. El dolor me volvía loco pero un inmenso calor y la bajada del mareo, me estaban proporcionando otras sensaciones superiores al dolor, yo diría que gratificantes y que yo supuse que era placer. Me levanté como pude, le abracé y empecé a comérmelo a besos, mis manos cogían su cabeza y la aplastaban contra la mía, y sin darme cuenta le dije:
–Así, así Pascual, fóllame, hazme tu puta. Jamás me imaginé una escena así. Os pido a los dos que hagáis de mi el puto que queráis, llenadme de vicios, quiero ser depravado como decís y haré todo lo que queráis con quien queráis ¡os lo juro! Fóllame amor y haz de mí lo que quieras y para siempre.
–Oh sí, ten por seguro que te voy a follar y voy a hacer de ti una mujer perfecta para los hombres. Tan perfecta, que ya verás como tú misma los buscarás en los clubs y los bares, y te ofrecerás a ellos. Serás a la vez, hombre y mujer. De enseñarte con las mujeres ya se encargará Rosa. Pero lo más importante es que tú ya te consideras PUTA y deseas serlo.
Me la sacó entera y me la volvió a enterrar en solo dos empujones. La volvió a sacar y la volvió a enterrar toda cuatro o cinco veces más y sin poner más aceite. El dolor ya estaba dominado por mi y ahora empezaba a gozar de una penetración salvaje, de unas dilataciones extraordinarias y además, mi mente, al ver como entraba y salía aquella polla de mi culo, había perdido totalmente el miedo y deseaba experimentar todas las sensaciones posibles.
El ritmo de la follada era muy rápido, y aunque el anillo anal me escocía infinito y lo notaba al borde de la ruptura, yo disfrutaba sintiendo como se movía dentro de mí. Y digo sintiendo, porque yo no veía ahora la polla, yo estaba abrazado a Pascual, acariciándole, besando con pasión su boca, y mordiendo su cuello. De improviso, lanzó un grito gutural, me empujo de espaldas a la cama, y clavándome con fuerza su polla hacia mi interior, se corrió dentro de mí.
Noté su descarga pero no me di cuenta de su estremecimiento anterior. Mi mente estaba flotando, pero con gran placer noté varias descargas lechosas de un líquido espeso, cálido, y que se pegaba a mis paredes intestinales. Mi mente acogió con tanta felicidad esa descarga, que mi polla empezó a vomitar mi leche contra el pecho y estómago de Pascual. Mi primera corrida en mi primera follada. Tanto Rosa como Pascual se rieron de verdad al ver esa escena y contemplar mi cuerpo, totalmente sudado y desplomado sobre la cama. Poco a poco Pascual sacó su polla de mí y se la ofreció a su mujer que, delante de mí, se la metió toda y sin problemas en la boca y garganta, y en pocos minutos la dejó totalmente limpia.
Me dejaron descansar un poco mientras se fumaban un cigarrillo. Rosa me limpió el ano y me lo embadurnó con una crema amarillenta. El frescor que esa crema me produjo, fue maravilloso, ya que era un antiinflamatorio mentolado. Dentro de una bolsita de plástico, me había puesto algo de crema para llevarme a casa y me dijo que durante dos o tres mañanas, me la pusiese en el baño al levantarme. De mi ano me dijo que no me preocupase, estaba inflamado, dilatado, con algunas gotitas de sangre ya secas, y nada más.
Entré en el baño y me lavé bien brazos y cara, y con una toalla húmeda me limpió pecho y espalda y me ayudó a vestirme. Lo jodido fue sentarme para ponerme los calcetines y zapatos. Entre mi culo y mis calzoncillos, me puso bastante papel higiénico para no ensuciarlos y que la asistenta o mi madre no viesen manchas inexplicables. Me fui para mi casa y les prometí que tuviese el culo como lo tuviese, pasado mañana volvería para que me follara de nuevo y así enseñarme y dilatarlo. Y así me entregué a ellos.
Pero no pensé en las escaleras y cada escalón que bajaba, era un tirón del ano que llamaba mi atención. Y volver de allí a mi casa, solo 10 minutos, fue terrible, andar era doloroso. Al estar frente a la puerta de la vivienda y sacar mis llaves, creí que todo había pasado, pero me equivoqué gravemente.
Al entrar en la vivienda, mi padre, totalmente desencajado, vino a mi encuentro y me dio la mayor bofetada que nunca me había dado. Cierto es que muy pocas veces me pegó, pero esa… Me mandó a la cama sin cenar y allí que me fui sin rechistar y llorando de rabia. Oí discutir a mis padres sobre mí, mi indisciplina, y mi hora de llegada. Cosa de media hora más tarde entró mi madre, me dio un vaso de leche caliente con miel y dijo:
–Rafa, nunca hemos querido quitarte la libertad de que salgas a determinadas horas, incluso después de cenar. Pero sabes que aquí tenemos unos horarios impuestos por el trabajo y nuestras normas, y no hay derecho hijo que esta noche y sin avisar, vengas a cenar tan tarde. Estábamos muy preocupados por ti.
–¿Qué hora es mamá?
–Has llegado a las 23,15 horas y ¿se puede saber por qué no llevas nunca el reloj que te regalamos hace dos años? ¿Acaso tu móvil no tiene hora… por qué no lo llevas casi nunca? Haces lo que quieres, no das cuenta de casi nada, llevas una vida “alegre”, y aún no has cumplido los 16 años. Nosotros te respetamos a ti ¿por qué no nos respetas tú a nosotros? ¿Aún no comprendes que yo puedo ayudarte si tú me ayudas? No eres un buen hijo ni ejemplo para tu hermanita…
Mientras mi madre me hablaba, su mano no solo acarició mi rostro, sino que sin transición, también acarició lentamente mi entrepierna haciendo crecer mi polla. Cogió el ya vacío vaso y se marchó con los ojos húmedos ¡Las 23,15 horas! Había estado 4 horas con Pascual y Rosa. Y mi madre tenía toda la razón. A mi me daban independencia, cariño y me ayudaban en todo lo posible, y encima, yo me estaba convirtiendo en un chapero. Me prometí cambiar y no llegar ninguna noche después de las 21:30 horas para cenar.
Giré mi cabeza y vi a mi preciosa hermanita apoyada en el marco de la puerta. Me miró con tristeza y me soltó como si me insultase:
–Eres muy inteligente Rafa, pero eres una mierda de persona socializada. La mamá, que nunca ha sido una santa, intenta ayudarnos a vivir nuestra vida y tú lo cagas casi a diario ¿de verdad eres inteligente?
Y no supe qué decir. A la mañana siguiente, cogí mi reloj y el móvil, me limpié el culo en el baño, me puse más crema y papel para no manchar el calzoncillo, y al salir del baño a desayunar, allí estaban los tres con mala cara, y hasta la asistenta me miró con mala leche. Les pedí perdón, les prometí que nunca más pasaría eso, les di un beso a todos, mi hermanita y yo nos fuimos a clase y ellos a su trabajo. El cómo pude aguantar tantas horas sentado en mi dura silla de madera del pupitre, ya es otra historia.
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