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Dominación Hombres, Gays, Incestos en Familia

Sometido por mi hermano 2

-Entre partidas, los límites se desdibujan. Dos hermanos juegan a algo más peligroso que un combate virtual: el hermano mayor se traga más que su orgullo cuando una verga se desliza por su garganta..
Cada bloqueo y contraataque se sentía amplificado —las vibraciones de los impactos del pulgar a los botones retumbaban en nuestras palmas, y los gruñidos digitales de los luchadores parecían competir con nuestra propia respiración irregular. El personaje de Milton conectó un brutal uppercut. La barra de vida del oponente parpadeó en rojo mientras su cuerpo se estrellaba contra la pared virtual. Mientras yo, aun sin jugar, seguía frotando el miembro de mi hermano. La respiración de Milton se cortó cuando mis dedos recorrieron el contorno tenso bajo su pantalón de buzo, ahora con un toque más suave, pero no por eso menos desesperante. Sus pulgares resbalaron sobre los botones del control cuando deslicé la yema del dedo sobre la mancha húmeda que comenzaba a formarse cerca de la punta de su pene. Su personaje se detuvo a mitad del combo, tambaleándose de manera descoordinada.

-» En… enfócate…» gruñó a través de dientes apretados, prácticamente para sí mismo.

Milton retorció levemente sus caderas, de manera involuntaria, empujando sin poder evitarlo hacia mi palma. Sus ojos se cerraron por un segundo de más, permitiendo que su oponente conectara un golpe crítico. La pantalla del “K.O.” iluminó su expresión aturdida, resaltando el momento exacto en que todo se definía. El controlador resbaló de sus dedos, marcado de sudor, yacía ahora entre el regazo de mi hermano, sobre el hueco formado por sus muslos abiertos

Retiré mi mano lentamente, viendo su garganta trabajar mientras tragaba duro. El pecho de Milton se levantó y cayó en ráfagas irregulares, el color de su cuello se profundizaba mientras miraba la pantalla con incredulidad. Sus dedos se flexionaron contra sus muslos como si todavía estuviera agarrando un controlador invisible. -» Juegas sucio… » murmuró, pero no había enojo en su voz, solo una carga latente que me hizo estremecer. Sus ojos se posaron en mí, oscuros y pesados, con las pupilas casi devorando el marrón que los adornaba. La música ociosa del juego seguía sonando despreocupada, repitiéndose como una burla sutil al silencio espeso que nos envolvía. Su melodía alegre desentonaba por completo con la tensión que se enroscaba entre nosotros.

-» Mi turno.» Me incliné para tomar el control.

La consola zumbó suavemente mientras reiniciaba la partida y elegía a mi personaje. La pantalla de carga proyectaba sombras intermitentes sobre el rostro serio de mi hermano, que miraba fijamente el televisor. Su rodilla se rebotaba sin descanso, inquieta… ansiosa. La tela de sus jogging tensa donde todavía se marcaba parcialmente su erección.

No aparté la mirada de él hasta que el anunciador gritó “¡FIGHT!” —mis dedos se deslizaba distraídamente sobre los botones, solos, mecánicos, y mi personaje se movía por pura memoria muscular. Milton posó su mano sobre mi paquete de manera inmóvil, sin siquiera mover los dedos esta vez. Como si el contacto en sí fuera suficiente.

-» Round two…» murmuré al unísono con la máquina, pasando al siguiente combate mientras lo observaba tragar con dificultad, su garganta tensándose con fuerza.

Su muslo chocó contra el mío—un gesto nervioso que le conocía desde chicos, pero que ahora parecía cargado de algo completamente distinto. El control crujió bajo mi agarre cuando Milton se inclinó repentinamente hacia adelante, apoyando sus codos en sus rodillas; su sien prácticamente junto a la mía mientras se inclinaba a mirar la pantalla.

El aroma fresco de su desodorante se mezclaba con algo más corpóreo, más íntimo, más hormonal. El calor de su cuerpo se filtraba a través de la delgada tela de su remera. Y así sumido en mis pensamientos volví a perder… “YOU LOSE”

Una mueca victoriosa apareció en los labios de mi hermano mientras mi personaje colapsaba en pantalla por segunda vez. Su sonrisa era agresivamente provocadora. Sus dedos se flexionaron contra mí muslo mientras los retiraba.

-» Mi turno.» susurró tan de cerca que sus labios parecían rozar mi oreja.

El calor de su aliento me estremeció. Apenas registré como me quitaba el mando. Milton se reclinó hacia el respaldo del sofá nuevamente, quitandose la camiseta empapada por el sudor por encima de la cabeza en un solo movimiento ágil. La luz de la consola iluminó los relieves definidos de su abdomen mientras arrojaba la prenda a un lado; sus clavículas brillaban con un leve resplandor húmedo. Sentí la boca seca al ver su torso descubierto, que subía y bajaba con cada respiración —Una delgada línea oscura de vello cruzaba su abdomen, descendiendo desde el pecho hasta perderse justo donde comenzaba la cintura de su pantalón.

» ¡Te toca, dale!» ordenó mi hermano con un gesto de cabeza, apuntando sin rodeos a su entrepierna. Exigencia firme que no admitía excusas. Demandando que me ponga a trabajar su verga.

Mis dedos se estremecieron ante el desafío en su voz. La tela húmeda se aferraba notoriamente a cada curva de su polla. Deslicé la palma de mi mano con lentitud a lo largo de todo su miembro, un suspiro tenso se filtró entre los dientes de Milton cuando le dí un apretón a su herramienta semi-erecta. Mientras comenzó su partida continuamente arqueaba ligera hacia adelante sus caderas para impulsar aún más el contacto. -» No seas impaciente… » —musité en voz baja, aunque el nudo en mi garganta me delataba. Yo tampoco podía esperar. Deseaba que él ganara. Que continuara ganando. Deseaba ver y tocar ese pedazo de carne en todo su esplendor. Milton agarró mi muñeca, forzando mi mano a acelerar el ritmo sobre su atrapado pene. Mi hermano respiraba con dificultad, en ráfagas irregulares, mientras intentaba mantener el control del juego con una sola mano. Entre tanto forcejeo, el elástico del pantalón cedió y la tela se deslizó lo suficiente para dejar al descubierto la enrojecida cabeza de su verga, brillante y cubierta de líquido pre-seminal bajo la tenue luz de la TV.

El calor que emanaba de él atravesaba incluso la delgada capa de tela que aún nos separaba. Sus muslos temblaban contra los míos. Observé, fascinado, cómo sus abdominales se tensaban con cada inhalación entrecortada, los músculos de su estómago palpitaban bajo la piel brillante de sudor.

-» Pará… Yo no te guío» reproché al fin, apartando la mano con un gesto más firme de lo que sentía. Intentaba recobrar un poco de dignidad, como si al poner una mínima distancia pudiera esconder el temblor que todavía me recorría los dedos. La pantalla de la consola parpadeó «K.O.» justo cuando el personaje de Milton daba el golpe final a su oponente —sorprendentemente había ganado a costa de apretar el mismo botón de manera incesante—. Sus dedos se aflojaron alrededor del mando, dejándolo caer sobre su regazo con un golpe sordo. Respiraba entrecortadamente cuando giró hacia mí, con los ojos encendidos por un deseo denso, urgente, casi primitivo.

-» Ya entendí, » dijo en voz baja -» No necesitas más indicaciones.» coincidió.

Sin decir más, se balanceó de lado a lado, sobre su asiento del sofá, ayudándose de las manos hasta deslizar sus pantalones hasta las rodillas. Su verga se liberó del elástico como un resorte, erecta, triunfal e imponente, como un monumento apuntando hacia el techo.

-» ¡Dijiste que eran tres!» le recordé. -» ¿Sos idiota? ¡Este es mi tercer round!» respondió, molesto. Nunca habiamos acordado que debian ser tres partidas seguidas.

Ahí estaba su pedazo de carne, junto a mi lado en el sofá, junto a mis ojos. Por dentro moría por tocarsela, por fuera mantuve la compostura. Luché con toda mi voluntad por evitar mostrar demasiado interés. Al fin y al cabo éramos heterosexuales… Y esa no era cualquier verga… era la verga de mi hermano. El brillo intermitente del televisor bañaba de azul sus muslos al descubierto. Su polla permaneció rígida contra su propio estómago, una vena era iluminada por destellos azules recorriendo todo el largo de su longitud. Pulsando visiblemente con cada latido del corazón.

-» Dale… Callate y agarramela.» gruñó entre dientes. Los dedos de mi hermano se enterraron en el mando con fuerza renovada ante mi vacilación. Su cabeza mojada brilló con humedad al cambiar de postura, y una gota le caía serpentando cuesta abajo por su tronco.

Exhalé bruscamente por la nariz mientras alargaba la mano. La exhalación me delataba: demasiado audible, demasiado nerviosa. «Idiota. Esto es una mala idea.» Pensé, pero mi mano avanzaba sola. La entrepierna de mis jeans me aprisionaban, recordándome grotescamente lo que no quería admitir en voz alta. Y finalmente mis dedos hicieron contacto, rozando su piel por primera vez. Demasiado caliente, demasiado real. En ese instante todo el cuerpo de Milton se sacudió como si le hubiesen electrocutado. Un ruido ahogado escapó de su garganta mientras envolvía mi mano alrededor de él. El peso y el calor de su polla, resultaban casi intimidantes nada en comparación a lo que antes se percibía bajo capas de tela. “¿Por qué esto me parece tan diferente?” Mis nervios ardían. Conocía su cuerpo con ropa, pero esto… Esto era piel contra piel. Sus caderas se sacudieron involuntariamente, arrastrando su erecta longitud a través de mi flojo agarre. «Mierda…» fue lo único que logré pensar cuando las caderas de mi hermano empujaron hacia arriba por puro instinto. Su erecta polla buscaba presión, restregándose contra mis dedos, penetrando mi puño. “¿Era él quien se movía, o era yo quien lo empujaba más hondo? ¿Acaso su cuerpo estaba traicionandolo como el mío me traicionaba a mí?» No importaba. Ya estaba ahí. Y una nueva cálida gota pre-seminal manchando mi pulgar era una confesión silenciosa. Ya éramos cómplices.

-» Joder…» escupió él, apretando ambas rodillas un instante antes de volver a separarlas con fuerza mientras iniciaba la siguiente ronda en la Play.

Todo su cuerpo temblaba, cada músculo tenso como un resorte a punto de saltar. El ventilador de la consola zumbaba fuerte en el repentino silencio, el único otro sonido siendo el deslizamiento húmedo de mi palma moviéndose sobre su hinchada carne en caricias lentas y deliberadas.

La cabeza de mi hermano cayó contra la cabecera del sofá, su nuez de adán subiendo y bajando al tragar con dificultad. Sus dedos se aferraron con fuerza al mando, cuando giré ligeramente mi muñeca en un movimiento ascendente para intentar acomodarme. Un sonido quebrado —medio gemido, medio quejido— escapó de sus labios mientras sus muslos se tensaban. Los músculos de sus piernas flexionados tan definidos que parecían tallados a martillazos. «Debería detenerme» pensé. “Pero la Playstation sigue encendida.” “Pero mi mano sigue moviéndose.” “Pero tenemos una apuesta.” El aire entre nosotros se volvió pesado con su olor. Olía a sexo sin siquiera haberlo hecho. Un aroma crudo, caliente, animal que se mezclaba con el olor plástico de la consola recalentada. Sudor y tecnología. Sentí como su polla latía en mi mano, ardiente y pesada, la piel imposiblemente suave contrastando con una dureza de acero. Y de repente perdió la partida «YOU LOSE».

-» La puta madre… ¡Eso no cuenta!» rugió, casi a los gritos -» ¡Me rasguñaste la verga, boludo!» El agarre de Milton al mando se volvió tenso, con los nudillos blancos, mientras apartaba las caderas de mi contacto, su miembro rebotando con furia contra su abdomen. -» ¡Cuidado con tus uñas!» intentó excusar, pero las palabras se le desmoronaron mientras rápidamente volvía a iniciar una partida. Ya no había ira. Solo ese temblor que lo recorría entero.

– » ¡Mentira!» refuté. Mis uñas estában como siempre: cortas. Sabía perfectamente que esa era una táctica para no ceder el turno, para no dejarme jugar.

Discutimos un poco, aunque en realidad no era una discusión sino una pantomima. Yo no tenía interés en ganar el argumento; de hecho, no me importaba en absoluto el tema. Estaba decidido a seguir masturbándo a mi hermano. Solo necesitaba no parecer desesperado al respecto. Así que dejé caer la mano con indiferencia entre nosotros, las yemas de mis dedos rozando su muslo interno. El músculo se estremeció bajo mi contacto y, a pesar de su irritación fingida, vi cómo su polla saltaba insistentemente por la falta de atención mientras discutíamos.

Milton inhaló bruscamente por la nariz, apretando los botones del mando hasta que el plástico crujió mientras continuaba su partida. -» Está bien…», murmuré, aceptando la decisión. Recogí su pene sin que él me lo pidiera y me incliné levemente hacia él, ajustando mi postura para conseguir mejor ángulo. Milton estaba sentado a mi izquierda, y siendo diestro, necesitaba ese pequeño reacomodo para evitar que mi brazo terminará en un calambre.

Pensándolo en retrospectiva para ese entonces mi hermano ya debería haber notado que era su perra.

Cuando Milton ganó el combate, las palabras ‘K.O.’ quedaron suspendidas entre nosotros sin ser celebradas, mientras la respiración de Milton se cortaba. Su mano libre voló hacia mi cabeza, enredándose en mis mechones con urgencia. Un tirón brusco —ni empujón ni guía, sino posesión— estrelló mi nariz contra la piel aterciopelada bajo su glande, inundando mis fosas nasales del ácido olor de sus fluidos. Sentí cómo todo su cuerpo se tensaba. El mando cayó al suelo con estrépito cuando su otra mano se unió a la primera, para anclarme allí a dos palmas, agarrándose como si fuera un salvavidas. -» Ah, mier… » El resto de su frase se desintegró en un gemido gutural cuando mis labios pasaron a lo largo de su miembro atrapando una gota amarga de la cabeza de su pene, obligado por su insistencia. Las caderas de Milton se sacudieron violentamente, separándose del sofá, hasta que el glande golpeó mi labio inferior. Un hilo espeso de líquido pre-seminal manchó mi barbilla.

Por medio de empujones su verga abrió mi boca y todo el calor de su instrumento se abrió camino presionando contra mi lengua. Sus muslos temblaban a ambos lados de mi rostro, los vellos ásperos rozándome las mejillas.

– » ¡Dejate de juegos!» gruñó, pero la orden se desvaneció en un jadeo ahogado cuando ahuequé las mejillas y lo tragué más profundo. Su agarre en mi cabello se endureció, empujándome hasta donde mi garganta ceda, hasta que mi nariz se hundió en los rizos húmedos de su pelvis. Su intenso hedor corporal, cálido y casi animal inundó mis sentidos, el peso ardiente de su polla palpitando contra mi garganta. Los muslos de mi hermano se estremecían y abrían, brindándome más acceso, cada vez que me retiraba lentamente hacia atrás arrastrando mis labios a lo largo de la extensión de su miembro para que sólo la cabeza permanezca entre ellos. Un lloriqueo ahogado escapó de él cuando rodeé con mi lengua su sensible cabeza, saboreando el amargor resbaladizo que emanaba de su abertura. Sus abdominales se tensaron visiblemente, los músculos marcados contrayéndose con cada respiración entrecortada que tomaba.

Podía sentir la tensión acumulándose en su cuerpo. Sus huevos contrayéndose, su miembro palpitando contra mi lengua. Sus manos en mi cabello se apretaron hasta rozar el dolor, sus uñas clavándose en mi cuero cabelludo. -» ¡Mierda, mierda!», farfulló con la voz desgarrada.

“YOU LOSE». Era nuevamente mi turno.

Y así, se lo dije, con la boca aún lena de la hinchada polla.

Me retiré chupándole bien, una última vez, antes de dejar que su húmedo pene se deslizara de mis labios con un suave ‘pop’. El pecho de Milton se agitaba, sus ojos vidriosos luchando por enfocarse en la pantalla donde su personaje yacía derrotado.

-» Ni siquiera estaba jugando…» jadeó, pero sin fuerza, sólo una acusación sin aliento verdadero mientras sus muslos se estremecían involuntariamente.

Su polla, enrojecida y resplandeciente de saliva, se agitó contra su vientre, suplicando nuevamente más atención. Una gruesa gota de fluido pre-seminal brotó en la punta antes de derramarse en un lento hilo a lo largo de su tronco.

Me limpié la boca con el dorso de la mano, saboreandolo aún en mi piel mientras agarraba el control. El peso del mando me resultaba ajeno, comparado al de su verga, mis dedos todavía vibrando por el calor de la piel de Milton. Mi hermano soltó un exhalo tembloroso, respiraba como si acabara de correr una carrera, con las rodillas chocando entre sí insistentemente mientras intentaba, y fallaba, en quedarse quieto. El sonido húmedo de mi palma deslizándose sobre su miembro había sido reemplazado por los clics distantes del control remoto mientras la pantalla mostraba la selección de personajes.

Los dedos de Milton se agitaron inquietos contra mi entrepierna, una vez mas, como si intentaran decidir entre aferrarse o retroceder pero cumpliendo con lo pactado. Su verga, enrojecida y reluciente, palpitaba abandonada contra su vientre—todavía dura, todavía insistiendo, dolorosamente dura. Un sonido ahogado le escapó al frotar los muslos, esparciendo esa mezcla viscosa de saliva y líquido pre-seminal que brillaba bajo la luz de la pantalla.

El sonido festivo del inicio de partida sonó como una burla contrastando violentamente contra la tensión espesa del cuarto. Milton no podía estarse quieto, su pierna no dejaba de tambalearse. Su pie descalzo marcando un ritmo frenético contra la alfombra, como si tuviese que expulsar la energía que le recorría. Su miembro se balanceaba con cada movimiento, el glande enrojecido dejando finas huellas húmedas sobre lo inferior de su abdomen.

Moví mi personaje con deliberada lentitud, dejando el cursor suspendido prolongando el momento. -» Concéntrate, pendejo», murmuró él, pero el tono de su voz carecía de la fuerza habitual. Su pulgar se clavó en mi muslo interno como si necesitara un ancla. Podía sentir el temblor de su contacto incluso a través del denim de mis jeans. Milton exhaló bruscamente. Sus caderas tuvieron un espasmo involuntario, dejando otro rastro brillante sobre su abdomen cuando su pene se deslizó. El olor almizclado de su excitación persistía en el aire. Al mirar de reojo, veía el pulso acelerado en su cuello, su nuez de Adán subiendo y bajando mientras tragaba con dificultad.

(CONTINUARA… )

119 Lecturas/9 junio, 2025/0 Comentarios/por wighazza
Etiquetas: hermano, hermanos, madre, mayor, polla, puta, sexo, verga
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